Tejeda, Juan de. España, p. m. s. xvi – Bruselas (Bélgica), 1605-1610. Maestre de campo, experto en fortificaciones, caballero de la Orden de Santiago, gobernador de la isla de Cuba entre los años 1589 a 1594.
De este gobernador de Cuba se sabe algo más de su biografía, aparte de su actuación histórica como tal gobernador, lo contrario de lo que ocurre con otros muchos gobernadores (que sólo se conocen sus actos históricos como tales gobernadores, y nada más).
Se ignora dónde y cuándo nació, pero se sabe que emprendió joven la carrera de las armas y se halló en las campañas de Flandes a las órdenes del duque de Alba, Luis de Requesens y Juan de Austria. Estuvo en el socorro de Orán (hoy, de Argelia), en la toma del Peñón de Vélez de la Gomera (año 1564), y en el auxilio de Malta, donde fue herido de un flechazo en la cabeza. También estuvo en la guerra y conquista de Portugal, desembarcando en Cascaes a las órdenes del maestre de campo Rodrigo de Zapata.
Siendo sargento mayor pasó a las islas Terceras (hoy, Azores, de Portugal) contribuyendo a su sumisión. Volvió de nuevo a Flandes, al mando de veintisiete compañías, concurriendo a los sitios y toma de Gante y de Amberes, por cuyos hechos le recompensó Felipe II con la castellanía de Varletta, en el Reino de Nápoles. Estuvo en este destino hasta 1587 porque el Rey, que ya lo había promovido a maestre de campo y al hábito de la Orden de Santiago, lo eligió, por su conocimiento del arte de la fortificación (ars munitoria), junto al famoso ingeniero Giovanni Battista Antonelli y otros más, para acudir a América a fortificar Cartagena de Indias y otros puertos de la Tierra Firme, dado el avance de los piratas en las Antillas (los ataques de Drake, sobre todo). De esta forma, Tejeda recibió el título de gobernador general de la isla de Cuba, con orden de fortificar su capital. Tomó posesión el 31 de marzo de 1589, sucediendo a Gabriel de Luján.
En el acto inició los planos y obras para alzar los castillos del Morro y de la Punta en los dos extremos de la entrada del puerto de La Habana, venciendo las dificultades de la penuria económica y aún de la falta de brazos, y a pesar de las discordias internas.
Pero su gobierno, en el que atendió muy bien a la finalidad para la que se le nombró, fue uno de los más activos en la historia de Cuba. Dejó las dos fortalezas citadas, concluyó la “zanja” del río Chorrera para llevar agua potable a La Habana, que había sido iniciada más de treinta años atrás. Organizó la vida municipal, disciplinó la milicia, incrementó la guarnición hasta trescientos cincuenta hombres veteranos. Y a pesar de sus súplicas al Rey para que, una vez arregladas las cosas en La Habana, volviera a Europa, no consintió el Monarca adelantar su cese, previsto a los cinco años. Por el contrario, cesó en julio de 1594.
Un párrafo aparte merecen sus choques y discordias con el obispo Salcedo, presto a fulminar excomunión contra el gobernador, un hecho no inhabitual en las relaciones civiles y eclesiásticas de las posesiones americanas.
Con un castellano recio, Tejeda se quejaba así al Rey: “Tiene a esta tierra el obispo, tan desasosegada Con sus descomuniones, que más parece lobo que pastor de las almas [...] Supplico a V. M. lo mande castigar e mudar desta isla para que la gente pueda vivir como cristiana” (3 de agosto de 1590; según Pezuela, Historia [...]...: 307).
Aunque tampoco tiene desperdicio la reciedumbre y enérgico carácter con que se dirige al Rey en el caso que planteó de sujeción obligada de cualquier milicia o cualquier autoridad a su jurisdicción cuando recalaran en La Habana, pues sostenían que no tenían que acatar su autoridad y aún vendrían con cartas reales que dijeran lo contrario de lo que él sostenía: “No se debían dar [tales cartas] para La Habana, estando yo en ella; si se dieren, no las obedeszeré yo, aunque me corten la cabeza; que eso podrálo V. M. azer, y quitarme el cargo; mas no que me toquen mi reputacion i honra; ni adonde yo estuviere a de prender vezino ni soldado de mi jurisdicción ningun general de armada, ni pissar palmo de tierra que yo gobierne sin mi orden i consentimiento” (Pezuela, ibídem: 313-314). A Tejeda lo describe el historiador cubano C. Márquez Sterling como: “de un carácter independiente, sujeto orgulloso y dominante” (1969).
Cesado como gobernador general de la isla de Cuba, en julio de 1594, después de entregar el mando a su sucesor, Juan Maldonado Barnuebo, salió para Cádiz con la flota que regresaba desde Veracruz a finales de ese mes. Después de su regreso a España, a pesar de sus ruegos, no se le dejó volver a su castillo de Varletta, en el Reino de Nápoles (aunque otros historiadores dicen, equivocadamente, que allí se refugió y murió), sino que Felipe II lo destinó a Bruselas, para servir de consejero en el ramo de fortificaciones y en los sitios de algunas plazas, al archiduque casado con la infanta Isabel Clara Eugenia, que tenía la soberanía de los Estados de Flandes. Tejeda murió allí, “cargado de años y achaques”, entre los años 1605 y 1610.
Bibl.: A. de Alcedo, Diccionario Geográfico-Histórico de las Indias Occidentales ó América [...], vol. I, Madrid, Benito Cano, 1786, pág. 702; “Informe que dio Bautista Antonelli en 1.º de noviembre de 1591 al Presidente del Consejo de Indias sobre las fortificaciones de la Habana”, en J. de la Pezuela, Historia de la Isla de Cuba, vol. I, Madrid, C. Bailly- Bailliere, 1868, apéndices, págs. 401-403; J. de la Pezuela, Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico, de la Isla de Cuba, vol. I, Madrid, Imprenta del Est. de Mellado, 1863, pág. 176; vol. IV, Madrid, Imprenta del Banco Industrial y Mercantil, 1866, págs. 585-586; F. Calcagno, Diccionario Biográfico Cubano, New York, Imprenta y Librería de N. Ponce de León, 1878, pág. 614; VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europea-Americana, vol. LIX, Madrid, Espasa Calpe, 1928, pág. 1469; P. J. Guiteras, Historia de la Isla de Cuba, vol. II, La Habana, Cultural, 1928 (2.ª ed.), págs. 91-92; E. S. Santovenia, Historia de Cuba, vol. II, La Habana, Editorial Trópico, 1943, págs. 33-36, 72 y 94; F. Portuondo, Historia de Cuba: 1492-1898, La Habana, Editorial Pueblo y Educación, 1965, pág. 137; C. Márquez Sterling, Historia de Cuba [...], Madrid, Las Américas Publishing Company, 1969, pág. 41; R. Guerra, Manual de historia de Cuba [...], La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1971, pág. 85; N. Silverio-Sáinz, Cuba y la Casa de Austria, Miami, Editorial Universal, 1971, págs. 213-221.
Fernando Rodríguez de la Torre