Basterra Zabala, Ramón de. Bilbao (Vizcaya), 31.VIII.1888 – Madrid, 17.VI.1928. Letrado, diplomático, poeta, filósofo e historiador.
Ramón de Basterra nace en Bilbao el 31 de agosto de 1888 y el 3 de septiembre es bautizado. Es el primero de cuatro hermanos: Mario, Frank y Carmen.
Al parecer, su familia estuvo muy ligada a la vida bilbaína, como demuestra el hecho de que algunos de sus antepasados ya desempeñaran cargos dentro de la Administración pública y municipal. El padre de Ramón de Basterra, abogado y publicista, muere a una edad temprana. A partir de ese momento la madre y los tres hermanos de Ramón pasan al cuidado y la tutela de Luis de Basterra, hermano del difunto.
Ramón es trasladado a la casa solariega de otra tía en Plencia (Vizcaya). Las primeras letras las recibe en el colegio San Antonio de Bilbao. Cursa luego el bachillerato en el colegio de Orduña, regido por la Compañía de Jesús.
Entre 1888-1928 cursó estudios de Derecho. Acabada la carrera, Basterra inició su primer viaje al extranjero, donde se pone en contacto con las bases del pensamiento occidental.
En 1905 consigue con un soneto el premio de honor en el certamen celebrado en Bilbao para conmemorar el Tercer Centenario de la publicación de la primera parte del Quijote.
En 1913 Basterra pronuncia su primera conferencia sobre el tema El artista y el País Vasco. Decide preparar oposiciones para el cuerpo diplomático. En 1915, tras quedar segundo en las oposiciones, y por razones ideológicas, solicita como destino la Secretaría Española en el Vaticano. Roma constituía para el pensador uno de los más importantes pilares vertebradores de la Cultura Occidental, y esta concepción pasará a integrarse y a formar parte de su pensamiento y de sus obras. Aunque muy atraído por la cultura greco-latina y entusiasta de su civilización, nunca se desvinculará de su tierra natal y aprovechará cualquier oportunidad para regresar a Vizcaya. Además, de forma habitual, aparecen colaboraciones suyas en revistas locales, especialmente en la revista Hermes, en la cual sus artículos se extienden desde el numero 6 al 59.
En sus primeras poesías presta atención casi exclusiva al paisaje, a la vida y a las costumbres de su tierra natal: las montañas, los bosques, los caseríos, el campo, la mar, la pesca, etc., dejándose arrastrar por la poesía tradicional española.
Poco antes de su regreso a Bilbao en 1917 consigue audiencia con el pontífice Benedicto XV, que le otorga la Cruz de Caballero de la Orden de San Gregorio Magno.
Durante su breve estancia en Bilbao, Basterra colabora con varias revistas, y en sus trabajos se puede observar la influencia de Eugenio d’Ors en su pensamiento.
Es precisamente en la revista Hermes donde Basterra ofrece en primicia su concepto sobre Roma.
En esta publicación se puede interpretar la evolución de su poesía, que pasa en este período a estar caracterizada por la exaltación, la retórica y el barroquismo que culmina en las Ubres luminosas (1923). Es este libro el mejor fruto de su descubrimiento de Roma y del espíritu de “la latinidad”. Basterra, en un tono épico que muy a menudo trasluce la frialdad del esquema cerebral en el que se basaba, entona su canto al catolicismo y a la grandeza de lo hispánico. Para él, la España de la Contrarreforma fue la realizadora de este ideal y de este sueño de latinidad.
En 1918 fue destinado a la legación de Bucarest.
Durante su estancia, Basterra recorrió el país dividido por aquel entonces en dos por el Armisticio, y pudo ser testigo, al finalizar la guerra, de la proclamación de su unidad. Fue en este país donde escribió una de sus más afamadas publicaciones en prosa, La obra de Trajano.
Entre 1920 y 1924 vuelve a España al ser ascendido a secretario de embajada de Segunda. Aunque su residencia se encontraba en Madrid, pudo hacer numerosos viajes al País Vasco, debido a los incipientes problemas de índole mental que se presentaron y que le exigían períodos de reposo que, por el contrario, se convierten en la fase más fecunda de la vida del poeta.
A partir de ese momento pasa a integrarse en la vida cultural del Bilbao de aquellos años y participa en la llamada Escuela Romana del Pirineo, un grupo informal que organizaba tertulias en el café Lyon d’Or o en el Boulevard, en torno a figuras de la talla de Pedro Eguilleor, Pedro Mourlane Michelena, Fernando de la Quadra Salcedo, José Félix de Lequerica, Rafael Sánchez Mazas o Joaquín de Zugazagoitia. Autores y personalidades de la vida político-cultural que pertenecen a la misma generación y muestran grandes consonancias con la obra de Basterra. Comparten un clasicismo que enlaza con Eugenio d’Ors, la Escuela Romana de París, T. E. Hulme, Ezra Pound y T. S. Eliot.
Según Elene Ortega, entre los rasgos más característicos y definitorios de este grupo de intelectuales se encuentran los siguientes: conservadurismo de talante liberal que evoluciona hacia posturas autoritarias durante los últimos años veinte y los treinta. Rechazo manifiesto hacia los nacionalistas vascos y, por supuesto, oposición a su visión etnocentrista de la cultura.
Influencia de autores como Sorel, Barrès y Maurras.
El convencimiento de la función socio-política de la elite intelectual y su interés por mantenerse en primera línea de la vida política y cultural de Bilbao, inmersos en las polémicas del momento. Inclinación por la estética clasicista e italianizante. Recuperación de la figura del conde de Peñaflorida y de la labor de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, como punto de referencia de la cultura vasca desde el siglo xviii. Anti-romanticismo. Confianza en el resurgir artístico de Bilbao, parejo a la prosperidad económica.
Basterra, que hasta entonces se había dado a conocer por sus colaboraciones en prensa local como Euzkadi, El Nervión, El Pueblo Vasco y El Liberal, además de los ya mencionados artículos y poemas en la revista Hermes, comienza a publicar sus recopilaciones poéticas.
Con la edición de La obra de Trajano se abren para Basterra años de gran efervescencia literaria. Además de una intensa actividad como conferenciante en Sevilla, Madrid, Santander, Bilbao y San Sebastián. Publica en pocos años tres de sus poemarios: Las ubres luminosas, La sencillez de los seres y Vírulo, poema que dejó inconcluso y que supone la creación de su propio mito y constituye una de sus más importantes creaciones.
En Vírulo relata la formación de sus ideales, quedando de manifiesto su gran personalidad literaria.
Fue publicado en dos partes: Vírulo: Mocedades (1924) y Vírulo: Mediodía (1926).
Las Ubres Luminosas, su primera compilación poética, es editada en Bilbao por Miguel de Maeztu en los talleres de Echeguren y Zulaica. En esta obra se incluyen, tanto versos de su primera etapa, como creaciones en las que puede apreciarse la depuración a la que somete la palabra y su ideario romano-pirenaico.
A pesar de toda su magna obra, será necesario el transcurso del tiempo para que la importancia de su creación y su pensamiento trasciendan e influyan en generaciones posteriores, hasta el punto de convertirse, como se ha dicho, en uno de los artífices del cambio ideológico de la España contemporánea y en precursor de la Hispanidad.
En 1924, tras reponerse de una de sus crisis, solicita como nuevo destino la embajada española en Venezuela, donde permanece tres años. Durante su estancia caraqueña escribe y publica en 1925 su segundo libro en prosa, Una empresa del siglo xviii. Los navíos de la Ilustración. Obra que resulta el más maduro y sólido exponente de su ideología y que supone la culminación de su hispanismo.
Para Basterra, España había occidentalizado y cristianizado América, perpetuando la herencia cultural con la que la grandeza de España estaba presente por siempre y muy viva culturalmente. La obra constituye un alegato en favor de la Real Compañía Gipuzcoana de Caracas, que es para el autor uno de los instrumentos que trasladan la Ilustración a América.
Obra que resulta también pionera desde la lectura historiográfica, por abrir nuevos horizontes en cuanto a la investigación histórica de esta compañía comercial, nacida en el siglo xviii en tierra venezolana y con gran influencia económica del elemento vasco.
En 1927 regresa a España para volver a prestar sus servicios en la Secretaría de Estado. Es entonces cuando publica Vírulo Mediodía, obra difícil y desigual, que constituye una visión de un Occidente futuro, basado en la unidad y el orden, con el equilibrio de la tradición cultural y los elementos de la civilización moderna. De esta obra ha escrito Valbuena Prat: “Vírulo, en el desfile por la Europa cultural, en persecución de su estilo, abraza meridianos y museos, bolsas y fábricas, afirma la homogeneidad de Occidente y el destino fecundo de los pueblos hispánicos, en técnica futurista [...]”.
Desafortunadamente no pudo continuar su trabajo, debido a su delicado estado de salud. Sus crisis mentales, cada vez más severas y continuadas, le conducen a refugiarse primero en la tranquilidad y belleza de la casa de Plencia y, a partir de 1928, en el Sanatorio de Santa Águeda de Madrid, donde fallece.
Ramón de Basterra muere el 17 de junio de 1928.
Su cadáver es trasladado a Bilbao. Cuatro días después de su muerte, Basterra será homenajeado con una velada póstuma en el Ateneo de Bilbao, donde se le dio el último adiós. A ella acudieron amigos e intelectuales y fue presidida por José Félix de Lequerica.
Obras de ~: “Hojas Secas”, en Euskal Erria (1904), págs. 10- 12; “Laudes. Fray Valentín de Berrio-Ochoa”, en Euzkadi, III (1906) págs. 241-243; “De tarde de sol”, en Euzkadi, IV (1907), págs. 21-27. “Paseos Romanos”, en Hermes I, n.º 7 (1917); “Voces en la fonda”, en Hermes, n.º 6 (1917); “El Perugino”, en Hermes n.º 3 (1917) págs. 114-119; “A Darío de Regoyos”, en Hermes II, n.º 15 (1918); “Paseos Romanos”, en Hermes I, n.º 12 (1918); “Paseos Romanos”, en Hermes II, n.º 14 (1918); “El ideal y Bilbao”, en Hermes II, n.º 22 (1918), págs. 65-68; “Inquilino de Bilbao. Oda a la villa”, en Hermes II, n.º 16; “Al poeta Don Francisco de Iturribarria”, en Hermes III (1919), págs. 109; “Cauce, Sonetos” en Hermes II, n.º 26 (1918), pág. 156; “Cauce, Sonetos”, en Hermes III, n.º 26 (1919), págs. 85-86; “Eros. Arribada a la isla de Capri”, en Hermes III (1919), págs. 243-244; “Eros”, en Hermes III (1919), págs. 162-167; La obra de Trajano, Madrid, Calpe, 1921; La sencillez de los seres, Madrid, Renacimiento, 1923; Las ubres luminosas, Bilbao, Echegaray y Zulaica, 1923; Cuentos del Pirineo. Vírulo: Mocedades, Madrid, Renacimiento, 1924; “Los destinos de Bilbao, puente romance-eusqueldún”, en Vida Vasca (1924), pág. 58; Los Labios del Monte, Madrid, Renacimiento, 1925; Una empresa del siglo xviii: los navíos de la Ilustración. Real Compañía de Caracas y su influencia en los destinos de América, Caracas, Imprenta Bolívar, 1925; “Pirineo en Primavera. Jardines del País Vasco”, en Vida Vasca, II (1925), pág. 23; Vírulo: Mediodía, Madrid, La Gaceta Literaria, 1926; “Danza de la espada”, en Bizkaiko Gegiragaria, Bilbao (1934), págs. 31-32; Antología Poética. Selección de J. M. Blecua, Zaragoza, Ediciones Jerarquía, 1939; Las alas de lino. Poema dramático en tres jornadas, Madrid, Ediciones Escorial, 1941; “El Vizcaíno en el foro romano”, en Zumárraga, n.º 1 (1952), págs. 157-159.
Bibl.: P. Mourlane Michelena, Nuestros amigos los poetas, Bilbao, Biblioteca de Amigos del País, 1912; VV. AA., “Comentario. Los Amigos del País”, en Hermes, revista del País Vasco, t. 1, n.º 1 (1917) (ed. facs., Bilbao, Idatz Ekintza, 1988, págs. 21-23); E. Zabala, “Homenaje al glorioso poeta bilbaíno Ramón de Basterra”, en Vida Vasca, XII (1935), pág. 217; G. Díaz Plaja, La poesía y el pensamiento de Ramón de Basterra, Barcelona, Editorial Juventud, 1941; C. A. Arean, Ramón de Basterra, Madrid, Cultura Hispánica, 1953; J. Zugazagoitia, “La muerte de un poeta. Ramón de Basterra”, en Artículos (Bilbao) (1959), págs. 300-301; VV. AA., Enciclopedia General Illustrada del País Vasco Auñamendi, San Sebastian, Auñamendia Argitaldaria, 1970; I. Elizalde, “Ramón de Basterra y el mundo clásico”, en Letras de Deusto, n.º 27 (diciembre de 1983), págs. 47-66; A. M. Ortiz Alfau, Ramón de Basterra, Bilbao, Caja de Ahorros Bizkaina, 1988; A. Dupla, “El clasicismo en el País Vasco: Ramón de Basterra”, en Vasconia n.º 24 (1996), págs. 81-100; G. San Juan, Ramón de Basterra y nosotros, Bilbao, Asociación Cultural Ramón de Basterra, 1998; E. Ortega Gallarzagoitia, “Ramón de Basterra en Sevilla”, en Revista de Comunicación Social, La Laguna (Tenerife), n.º 16 (abril de 1999); E. Ortega Gallarzagoitia, “Ramón de Basterra y sus poemas en Hermes”, en Bidebarrieta. Revista de humanidades y ciencias sociales (Bilbao), n.º VII (2000).
Begoña Cava Mesa