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Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó

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Biografía

Fitz-James Stuart y Falcó, JacoboDuque de Alba (XVII). Madrid, 17.X.1878 – Lausana (Suiza), 24.IX.1953. Embajador, académico y Grande de España.

Jacobo Fitz-James Stuart Falcó Portocarrero y Osorio, duque de Berwick, de Alba de Tormes, de Arjona, de Huéscar, de Liria y Jérica, conde-duque de Olivares, marqués del Carpio, de Coria, de Heliche, de la Algaba, de la Mota, de San Leonardo, de Sarria, de Tarazona, de Villanueva del Río, de Villanueva del Fresno, de Barcarrota, de Moya, de Osera, conde de Lemos, de Lerín, de Miranda del Castañar, de Monterrey, de Osorno, de Andrade, de Ayala, de Casarrubios del Monte, de Fuentes de Valdepero, de Fuentidueña, de Galve, de Gelves, de Salvatierra, de San Esteban de Gormaz, de Módica, de Siruela, de Tinmouth, de Villalba, de Santa Cruz de la Sierra, vizconde de la Calzada, barón de Bosworth, señor de Valdecorneja, de Coca y Alaejos, de Castrejón, de Valdefuentes, de Loeches, de Villoria, de Doncos, de Mojácar, de Turre, de Sorbas y Lubrín, de Ampudia, de la Puebla de la Calzada, de Romanillos, y de las baronías de Guisén, Curtón, Pinos y Mataplana, Alcamo y Calatafimi, de las villas y valles de Aza, Isca, Puebla de Naciados, Villalba del Alcor, San Pedro del Atarce, Horcajo de las Torres, San Martín de la Fuente, Moguer y Serón.

Condestable y registrador mayor de Navarra; gran canciller y registrador perpetuo de las Indias; caballerizo mayor perpetuo de las Reales Caballerizas de Córdoba; alcaide perpetuo de los Reales Alcázares de Sevilla, de las puertas y puentes de la ciudad de Toledo; patrono del Instituto de Monforte de Lemos; de las regalías y preeminencias de mariscal mayor de Castilla; alcaidía perpetua de la alcazaba y fortaleza de Guadix y capitanía principal de los Cien Continuos Hijosdalgo de la Casa de Castilla; varias veces Grande de España de 1.ª Clase Cubierto.

Nació en Madrid el 17 de octubre de 1878. Fueron sus padres Carlos María Fitz-James Stuart y Portocarrero, duque de Berwick y de Alba, y Rosario Falcó Osorio, condesa de Siruela, hija de los duques de Fernán-Núñez. Hizo sus estudios en el Beaumont College de Gran Bretaña y en la Universidad Central de Madrid, en la que cursó los estudios de licenciatura en la Facultad de Derecho, graduándose en ella. Prestó especial atención a conservar y mejorar su patrimonio, con especial cuidado de los edificios, obras de arte, archivos y bibliotecas que había en ellos. Falleció en Lausana (Suiza) el 24 de septiembre de 1953.

Emilio García Gómez describió sucintamente la impresión que el duque de Alba causaba en los visitantes extranjeros que le veían por primera vez cuando entraban en la casa, aunque no supieran quién era y lo que representaba. Enseguida se percataban de que tenían ante sí a un personaje excepcional: “Su prócer esbeltez, la cabeza de águila, la tez curtida, los cabellos cobrizos que, con los años, había frotado la plata”. Tal aspecto lo acrecentaba la inimitable elegancia en el vestir, el trato afable y los modales en los que la cortesía no era incompatible con la actitud majestuosa, quizá incorporada genéticamente y que impregnaba su presencia y sus movimientos.

Títulos y grandezas del reino, honores y condecoraciones, bienes materiales consistentes en palacios, tierras, pinturas, esculturas, mobiliarios, bibliotecas y archivos, fueron para el duque de Alba origen de cuidados y trabajos incesantes, sin que poseerlos añadiese nada a lo esencial de su personalidad, como no fuera el sentirse responsable de su cuidado y mejora.

La inmensa carga que suponía tal patrimonio, heredado en su juventud, supo sobrellevarla el duque de Alba con entrega y con eficacia, a pesar de su frágil salud, tan “admirablemente gobernada”. Su fortuna, saneada gracias a la cuidadosa e inteligente administración de su madre, la culta y notable investigadora y editora Rosario Falcó y Osorio, hija de los duques de Fernán-Núñez, no era de la cuantía que le asignaba la exageración popular. Alcanzaba para mantener abiertos los palacios, para sufragar los gastos de la casa de Alba y agregadas, para ejercer importantes funciones de mecenazgo y para atender a cuantos acudían a su casa en busca de socorro o ayuda. Supo asumir con entereza y sin desmayos las inmensas responsabilidades que heredó, a pesar de los duros trances que le tocó vivir en tiempos aciagos de catástrofes. Emilio García Gómez recordó, en el discurso leído en la Real Academia Española el 7 de octubre de 1953, que el duque de Alba, como un héroe de Plutarco, jamás habría cedido a la adversidad. Así, ante la destrucción del palacio de Liria y de su biblioteca, que hubiera sido motivo de desaliento para cualquier otro, se mostró impávido, como el hombre íntegro horaciano.

Consultada su hija y heredera única, Cayetana, manifestó su aquiescencia y ánimo a emprender la reconstrucción del bellísimo monumento neoclásico. Consiguieron reconstruir, conservar y mejorar el edificio, y su hija amueblarlo y decorarlo, para lograr la maravilla que existe hoy. El duque de Alba no conocía la pereza. Fue siempre trabajador infatigable. Decía Ortega, excelente conocedor del carácter y méritos de su gran amigo, que si se tomase la palabra trabajo en su verdadero sentido, nadie trabajaba tanto en España como Jacobo Fitz-James Stuart.

El patriotismo del duque de Alba y su lealtad a la Monarquía y a Alfonso XIII le hicieron participar activamente en la política, en los tiempos finales del reinado. Alba, de espíritu y formación liberal, fue diputado y senador. Se mantuvo siempre alejado de cualquier tentación de participar en tareas de gobierno.

No obstante, la lealtad y el espíritu de servicio le exigieron formar parte del gabinete del general Berenguer en aquel intento de mantener la Monarquía, en 1930, tan debilitada después de la dictadura de Primo de Rivera. Fue, primero, ministro de Instrucción Pública, para encargarse enseguida de la cartera de Estado que desempeñó con inteligencia y grandes aciertos. La República y la Guerra Civil le apartaron de la vida pública. Durante el conflicto, el espíritu de servicio, la lealtad monárquica y el patriotismo le inclinaron a aceptar ser representante oficioso del gobierno del general Franco en Londres, en tiempos de dificultades políticas, acrecentadas por la Segunda Guerra Mundial. La embajada de Alba merece detenido estudio para valorar la entrega, la inteligencia y espíritu de sacrificio de que fue capaz en años tan decisivos.

El duque de Alba actuó en Londres como agente diplomático oficioso, del Gobierno de la España “Nacional”. En los momentos finales de la guerra, por Decreto de 8 de marzo de 1937, dado en Burgos, fue nombrado embajador de España ante Su Majestad el Rey de Su Majestad Británica. Aunque Alba no pertenecía a la carrera diplomática, tenía experiencia política y un gran conocimiento de Inglaterra, por sus vinculaciones familiares históricas. Las cartas que envió al ministro de Asuntos Exteriores en los años 1937 y 1938 tienen el carácter de despachos diplomáticos.

Como embajador, el duque de Alba asistía, en la tribuna que ocupaba el cuerpo diplomático, a las sesiones del Parlamento, se identificó con la política británica durante la Segunda Guerra Mundial, sufrió con sumo estoicismo los peligros de los bombardeos de Londres, siempre con el convencimiento de la victoria británica en la guerra. Así, en despacho de 29 de julio de 1940, resumió su parecer sobre los acontecimientos de entonces con las siguientes palabras: “Después de ganada por Alemania la primera partida en el tablero de ajedrez de Europa, intentar una blitzkrieg (guerra relámpago) sobre las islas británicas es, desde luego, lo mejor que pueden hacer Alemania e Italia, pues ahora la superioridad de Inglaterra sólo existe en el mar, conservándola Alemania efectivamente en la tierra y, en teoría, así como cuantitativamente, en el aire, pero si la blitzkrieg fracasa e Inglaterra no sucumbe al primer envite y pasa el verano y con él la ocasión de desembarcos y ataques aéreos en masa, pudiera operarse un cambio en la posición de las fuerzas aéreas y la superioridad no sólo cualitativa sino cuantitativa pasar a Inglaterra. Esto hacía terminar en tablas la segunda partida y daría grandes probabilidades de una victoria en la tercera y definitiva que empezaría allá por el estío de 1941, o, según lo anunciado por Churchill, en los albores de 1942”.

A los dos años de comenzada la guerra, insistía en la alta moral de los ingleses. En julio de 1941 reflejaba el hecho de que, entre los británicos, era general el convencimiento de que habrían de triunfar sobre las potencias del Eje, optimismo que se acrecentó durante 1943 y que él supo reflejar en todos sus despachos.

Los despachos de Alba influyeron, desde el comienzo de la guerra, en que el Gobierno español mantuviese su neutralidad y en que el general Franco se mostrase firme ante las exigencias de Hitler de que participase en la guerra.

Las aptitudes del duque de Alba para el cultivo de las Bellas Artes y de la Historia tal vez fueron descubiertas y fomentadas por su madre, Rosario Falcó. Ella comenzó la publicación de los Documentos escogidos del Archivo de la Casa de Alba y, en 1892, publicó los Autógrafos de Cristóbal Colón y papeles de América. La amistad del duque de Alba con Antonio Maura, con los arabistas Asín y Rivera, con Gómez Moreno, con Elías Tormo y con tantos otros historiadores afirmó en él la vocación del estudio del pasado. A su muerte, el catálogo de publicaciones de la casa de Alba alcanzaba el número cuarenta y cinco, con exactos inventarios de pinturas, de miniaturas, de estudios sobre música, de cartas y de documentos de interés histórico y genealógico.

Alba dedicó muchas horas a estudiar a su antepasado el Gran Duque. Publicó tres volúmenes, en total dos mil quinientas páginas, con el Epistolario del III duque de Alba, Don Fernando Álvarez de Toledo.

También estudió y publicó interesantes páginas sobre su tía, la emperatriz Eugenia. Con el paso del tiempo, el duque de Alba pudo refugiarse en el cultivo de la Historia, fomentar su investigación y favorecerla como mecenas. El arabismo español le debe el haber becado al jovencísimo García Gómez en El Cairo.

Subvencionó publicaciones, como la de los importantísimos Mapas españoles de América: siglos XV-XVII, y fomentó que vinieran a España profesores y conferenciantes extranjeros. Hizo, antes de que existiera la Dirección General de Relaciones Culturales, de verdadero agente promotor y mecenas de los contactos científicos entre España y otros países.

En la Real Academia de la Historia se tiene el recuerdo de su personalidad y de su labor. Fue elegido numerario el 15 de febrero de 1918 y director, el 30 de diciembre de 1927. Permaneció como director de la Academia desde esa fecha hasta el día de su muerte. Todos le recordaban con veneración y admiraban el empaque y la inteligencia con que dirigía la corporación. Hasta el vocabulario íntimo de la Academia se enriqueció con sus palabras definitorias de objetos y situaciones: queda la denominación de “tribunilla” para designar el sitio que ocupa, por turno, el académico que diserta, en cada sesión, sobre tema de su especialidad.

La pasión por las Bellas Artes, especialmente por la pintura, transmitida a su hija, le hizo enriquecer las colecciones de la casa de Alba, por lo que estaba atento siempre a las posibilidades de adquisición en España y en el extranjero. Hizo que Ignacio Zuloaga retratase a los suyos, y a él, cuando era tenido por excesivamente innovador y vivía, rechazado en España, sus días de París.

El amor del duque de Alba al Museo del Prado —cuyo Patronato presidió— se manifestaba en visitas todos los domingos. La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando reconoció los conocimientos y la labor de Alba y le admitió en su seno en 1924.

Se han apreciado siempre los méritos del duque de Alba, prócer inteligente, leal, exacto, trabajador infatigable, mecenas, amante del arte y de la historia, capaz de asumir las responsabilidades de la inmensa carga que heredó y de hacerlas compatibles con el interés por los demás y la dedicación al servicio de su patria. Prestó servicios a la Corona y a España como gentilhombre de Cámara de Su Majestad, caballero de la Orden de Calatrava, maestrante de Sevilla, senador del reino por derecho propio, director de la Real Academia de la Historia y académico de número de la Española y de la de Bellas Artes de San Fernando. Se le reconocieron sus servicios a la cultura y a su patria con las condecoraciones y honores académicos que se enumeran a continuación: caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro y del Collar y Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III; Gran Cruz de la Real Orden Victoria de Inglaterra; de la Legión de Honor de Francia; de la de San Mauricio y San Lázaro de Italia; de la de Leopoldo de Bélgica; de la de Santiago de la Espada y de la de Villaviciosa de Portugal; del Sol Naciente del Japón; del Sol del Perú; Medalla de Oro de Ultramar; doctor honoris causa del Trinity College, de Dublín, y de la Universidad de Oxford; socio honorario de la Academia Imperial de Berlín; miembro correspondiente de la British Academy de Londres; miembro de la Hispanic Society of America; académico correspondiente de las academias: Nacional de la Historia de Quito; Mexicana de la Historia; Instituto Histórico del Perú; Salvadoreña de la Historia; Venezolana de la Historia; Colombiana de la Historia; Costarricense de la Historia; Chilena de la Historia; Nacional de la Historia del Paraguay, e Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay.

Colaboró en multitud de revistas, tanto nacionales como extranjeras, siendo sus dictámenes y artículos especialmente considerados por la importancia de los temas tratados y las aportaciones en ellos contenidas, siendo también numerosos los prólogos, que redactó para distintas obras, muchas de ellas reeditadas a sus expensas.

En el Boletín de la Real Academia de la Historia publicó numerosos artículos, como “Disquisiciones acerca del cantor flamenco Juan de Wrede”; “Navegación y comercio de los holandeses en el siglo XVI”; “La Hacienda Real de España en el siglo XVI”; “Correspondencia de Carlos V con el Marqués del Vasto, Gobernador de Milanesado”; “Castillo de Utrera”; “El coro de la iglesia de Tresvillas (Navarra)”; “Servicios del contador Pedro Luis de Torregrosa”; “Oración gratulatoria con motivo del II Centenario de la Real Academia de la Historia”; “Nueva versión de la batalla de la isla de las Flores (Azores)”; “Un marino de la rama española de los Estuardos que combatió con Nelson”; “Retrato del Gran Duque de Alba por el poeta Antonio de Villegas”; “Homenaje a Teodosio el Grande en Coca, su patria”; “El Excmo. Sr. D. Salvador Bermúdez de Castro, Marqués de Lema”; “Biografía de doña María Enríquez, mujer del Gran Duque de Alba”; “Don Gutierre de Toledo”; “Documentos sobre propiedades de la Orden de los Caballeros Teutónicos en España”; “El Excmo. Sr. D. Félix de Llanos y Torriglia”; “Necrología del Excmo. Sr. D. Antonio Ballesteros”; “Necrología del Excmo. Sr. D. Ángel González Palencia”; “El Excmo. Sr. D. Antonio Blázquez, Necrología y Bibliografía”; “Cartas latinas del humanista Ericio Puteano”; “Calvete de la Estrella”; “De rebus Indicis”; “El Excmo. Sr. D. Álvaro Figueroa, Conde de Romanones, Necrología y Bibliografía”; “Necrología y Bibliografía del Excmo. Sr. D. Armando Cotarelo”; “El Excmo. Sr. D. Rafael Altamira y Crevea”; “Concesión del Título de Marqués al Conde Koszarsky, en España, en 1530”; “El Excmo Sr. D. Tomás Arévalo, Conde de Rodezno”; “El Excmo. Sr. D. Francisco de Paula Álvarez Osorio, Necrología y Bibliografía”.

 

Obras de ~: Discurso pronunciado por el Duque de Huéscar al cubrirse con este título como Grande de España ante Su Majestad, el día 10 de Abril de 1899, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1899; con G. Gómez de Fuensalida (eds.), Correspondencia de Gutierre Gómez de Fuensalida, Embajador en Alemania, Flandes e Inglaterra (1496-1509), Madrid, Imprenta Alemana, 1907; (ed.), Noticias históricas y genealógicas de los Estados de Montijo y Teba según los documentos de sus Archivos, Madrid, Imprenta Alemana, 1915; Contribución al estudio de la persona del III Duque de Alba [Discurso leído ante la Real Academia de la Historia en la recepción pública del Excmo. Sr. Duque de Berwick y Alba], Madrid, Blass y Cía., 1919; con A. Paz y Meliá (eds.), Biblia. (Antiguo Testamento), trad. del hebreo al castellano por Rabí Mosé Arragel de Guadalfajara, Madrid, Imprenta Artística, 1920-1922, 2 ts.; Servicios e intervención de la Casa Ducal de Alba en pro del Arte [Discurso de recepción en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y contestación del Señor Conde de Romanones], Madrid, Imprenta de los Sucesores de Rivadeneyra, 1924; El Mariscal de Berwick. Bosquejo biográfico, Madrid, 1925; (ed.), Necrología de Don Antonio Paz y Meliá, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1927; J. Paz Espeso, Árboles genealógicos de las Casas de Berwick y de Alba y agregadas, Madrid, Sucesores de Ribadeneyra, 1927 (reed. Madrid, Tipografía Blass, 1948); Relaciones de la nobleza con sus pueblos y plan de una codificación de las Ordenanzas dadas por los señores a sus vasallos, Madrid, Tipografía Revista de Archivos, 1928; Leprosería de la Espina en el Concejo de Salas, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1932; Documentos sobre arbitrios en el Archivo de la Casa de Alba, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1934, R. Menéndez Pidal, The Cid and his Spain, trad. de H. Sunderland, prol. de ~, Londres, Butler & Tanner, 1934; Lettres familières de l’Imperatrice Eugenie, publiées per les soins du Duc d’Albe avec le concours de F. de Llanos y Torriglia et Pierre Josserand, prèface de Gabriel Hanotaux, Paris, Imprimerie Alenconnais “Le Divan”, 1935, 2 vols.; H. Breuil y H. Obermaier, La Cueva de Altamira en Santillana del Mar, pról. de~, vers. esp. de J. Pérez de Barradas, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, 1935 (reed. Madrid, El Viso, 1984); The Empress Eugenie. Lecture, delivered by H. E. the Duke of Alba, at “The Art” Oxford on the 5th June, 1941, Loughborough, Echo Press, 1941; Los Mecenazgos ilustres [Discurso de recepción en la Real Academia Española y contestación del Duque de Maura], Madrid, Imprenta Blass y Cía., 1943; (ed.); Eugenia, Emperatriz, Cartas familiares de la Emperatriz Eugenia [consorte de Napoleón III, Emperador de Francia], pról. de ~ y de G. Hanotaux, guión biográfico, comentarios y notas de F. Llanos y Torriglia, trad. de F. Paz, Barcelona, Imprenta de Joaquín Gil, 1944; “El Duque de Huéscar. Apuntes biográficos según los documentos del Archivo de la Casa de Alba”, en el Boletín de la Real Academia de la Historia, 119 (1946); El Virreinato del Conde de Lemos en el Perú según los documentos de la Casa de Alba (1667-1672), Madrid, 1946; A. Ossorio, Modelo de ínclito héroe, del príncipe, del general y del excelente soldado, o sea, vida de Don Juan de Austria, trad. de J. López de Toro, ed. y prólde ~, Madrid, Blass Tipográfica, 1946; La Emperatriz Eugenia. Conferencia, Madrid, Diana Artes Gráficas, 1947; The great Duke of Alba as a public servant, Londres, Geoffrey Cumberlege, 1947; “Un portulano de Juan Martínez, recuperado”, en el Boletín de la Real Academia de la Historia, 124 (1949); Contribución de España a la defensa de la civilización portuguesa en América durante las guerras holandesas: Campaña de Don Fadrique de Toledo, Marqués de Villanueva de Valdueza, en 1625. Conferencia en Río de Janeiro del Señor [...], Madrid, Diana Artes Gráficas, 1950; El Excelentísimo Señor Don Ángel González Palencia. Necrología, Madrid, Impresor y Editor Maestre, 1950; El Duque de Liria Don Jacobo Stuart, hijo del Mariscal de Berwick, embajador en Rusia. Conferencia pronunciada en la Escuela Diplomática el día 5 de mayo de 1951 por el Excelentísimo Señor Don Jacobo Stuart y Falcó, Duque de Alba, Madrid, Diana Artes Gráficas, 1951, El gran Duque de Alba Don Fernando Álvarez de Toledo, 1507-1582. Conferencia pronunciada en São Paulo (Brasil), Madrid, Diana Artes Gráficas, 1951; El Excelentísimo Señor Conde de Rodezno. Necrología, Madrid, Impresor y Editor Maestre, 1952 [que son tirada aparte del Boletín de la Real Academia de la Historia, 1952, págs. 7-9]; B. de Vargas, Breve relación en octava rima de la jornada que ha hecho el Duque de Alba desde España hasta Flandes (Amberes, 1568), ed. y pról. de ~, estudio y notas de J. López de Toro, Madrid, Taller Tipográfico del Editor Maestre, 1952; Epistolario del III duque de Alba, don Fernando Álvarez de Toledo (1536-1581), Madrid, Diana, 1952-1953, 3 vols.

 

Bibl.: M. Barrington, Spain, England and the Duke of Alba, London, John Murray, 1939; F. J. Sánchez Cantón, Guía de las Colecciones artísticas de la Casa de Alba, Madrid, 1947; E. García Gómez, Elogio fúnebre del académico de número, Excmo. Sr. Duque de Alba, que [...] leyó en la junta de 7 de octubre de 1953 el también académico de número Excmo. Sr. D. Emilio García Gómez, Madrid, Real Academia Española [Imprenta de Silverio Aguirre Torre], 1953; “El Excmo. Señor Duque de Alba, Director de la Real Academia de la Historia”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, t. CXXXIII, cuaderno II (octubre-diciembre de 1953), págs. 267-276; VV. AA., Diputación de la Grandeza. El Duque de Berwick y de Alba, 1878-1953. Antología de oraciones fúnebres y artículos que han sido leídos o publicados en su memoria, Madrid, Imprenta de S. Aguirre Torre, 1954; J. M. Pita Andrade, “El Palacio de Liria reconstruido. La colección de cuadros de la Casa de Alba”, en Goya, 12 (1956); Colecciones artísticas de la Casa de Alba. Catálogo de Pinturas, Madrid, 1960; C. O. Nordström, The Duke of Alba’s Castilian Bible. A Study of the Rabbinic Features of the Miniatures, Uppsala, Universidad, 1967; R. Rodríguez-Moñino Soriano, La misión diplomática de don Jacobo Stuart Fitz James y Falcó, Duque de Alba en la Embajada de España en Londres (1937-1945), Madrid, Castalia, 1971; El arte en las colecciones de la Casa de Alba, catálogo de la exposición organizada por Fundación Caja de Pensiones (29 de mayo-5 de julio de 1987), ed. de J. M. Calderón Ortega, Madrid, 1987; M. J. Cava Mesa, “Un documento inédito: la carta de dimisión como Embajador del XVII Duque de Alba, presentada al Ministro José Félix de Lequerica”, en Letras de Deusto (Bilbao), XIX, 43 (1989), págs. 155-162; J. Schonfield (dir.), La Biblia de Alba. An Illustrated Manuscript Bible in Castilian with Translation and Commentaries by Rabbi Moses Arragel, I. Facsimil; II. The Companion Volume], Madrid, Fundación Amigos de Sefarad, 1992; J. Avilés Farré, “Un Alba en Londres: la misión diplomática del XVII Duque (1937-1945)”, en Historia Contemporánea, Madrid, 15 (1996), págs. 163-178; A. Ceballos-Escalera y Gila (dir.), La insigne orden del Toisón de Oro, Madrid, Palafox y Pezuela, 2000; J. Orlandis Rovira, “La última gran sociedad europea en el testimonio de Don Jacobo Fitz-James Stuart, Duque de Alba” en las Memòries de l’Acadèmia Mallorquina d’Estudis Genealògics (Palma de Mallorca), 12 (2002), págs. 151-158; C. Sainz de la Maza, “Poder político y poder doctrinal en la creación de la Biblia de Alba”, en e-Spania. Revue électronique d’études hispaniques médiévales, 3 (junio de 2007) [en línea], disponible en htpp://e-spania.revues.org/document116.html.

 

Gonzalo Anes y Álvarez de Castrillón, marqués de Castrillón

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