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Vicente Pedro Pastor Durán

Biografía

Pastor Durán, Vicente Pedro. El Chico de la Blusa; El Sordao romano. Madrid, 31.I.1879 – 30.IX.1966. Torero.

Fernando Claramunt corrige (F. Claramunt, 1998: 193) la fecha de nacimiento facilitada por todos los demás autores, que aseguran que vino al mundo el día 30 del mismo mes y año. Ha consultado Claramunt la partida de bautismo, pues es también el único autor que facilita su segundo nombre, Pedro, omitido por todos los demás biógrafos.

Madrileño del barrio de Embajadores, “acudió —siempre según Claramunt— a una escuela de párvulos que había en la esquina de las calles de Rodas y Peñafrancia; más tarde estudia en las Escuelas Pías de la calle Tribulete”. Con doce años de edad entró a trabajar de aprendiz de guarnecedor de coches, oficio en el que llegó a ser oficial. Poco después se dio a conocer en la plaza de Madrid toreando los novillos embolados que al final de los festejos soltaban para los aficionados.

Invariablemente vestía entonces con una blusa azul (la ropa de trabajo) y una gorrilla, de ahí que pronto se le conociera entre los espectadores que acudían al coso de la carretera de Aragón como el Chico de la Blusa, apodo con el que se hizo muy popular, y que utilizó durante su etapa como novillero. Asegura Cossío que el 24 de marzo de 1895 se le anunció para torear vestido luces, pero que “no pudo hacerse dicho día y sí el 10 de mayo, día en que se dio a conocer públicamente con el apodo de El Chiclanero, que cambió al poco tiempo por su primitivo y popular Chico de la Blusa, sobrenombre que conservó hasta tomar la alternativa”. Sin embargo, Pérez López sí da como celebrada aquella corrida mixta del día 24 de marzo, en la que torearon el matador Gabriel López Mateíto y los novilleros Joaquín Hernández Parrao y Joaquín García Picalimas. “Además —dice Pérez López— Vicente Pastor, el ‘Chico de la Blusa’, lidió y mató un becerro de dos años. [...] Ya entrada la noche, y entre penumbras, siendo aplaudido”. Claramunt, que dice que iba vestido de azul y plata, explica que se hizo de noche y “Vicente no llegó a ver salir sus becerros. No hizo nada más que esperar dentro de su traje azul. Le pagaron por eso quince pesetas”.

Respecto al festejo del viernes 10 de mayo, Pérez López indica que se celebró una becerrada “a beneficio de Eduardo Leal (Llaverito) y para librarle del servicio militar. El programa constó de carrera de bicicletas, un toro rejoneado por Badila y estoqueado por el beneficiado, dos toretes picados por toreros y estoqueados por Cantares y Chano, y un becerro estoqueado por Vicente Pastor, ‘Chico de la Blusa’”.

Nada dice al respecto del curioso y efímero apodo de “El Chiclanero”, que sí nombra Claramunt.

En 1896 formó junto a José Bazán Patata y José Huguet Mellaíto la cuadrilla de Niños Barceloneses, con la que toreó en muchos cosos de la geografía española.

Ese año actuó en junio, en la plaza de toretes (así se la denominaba) de Vallecas, en el extrarradio de Madrid.

En novillada formal, en el coso de la carretera de Aragón, se presentó el 13 de febrero de 1898, alternando con Félix Velasco y Antonio Olmedo Valentín.

Pastor no pudo torear el sexto por falta de luz, debido a que en ese festejo hubo una larga y aburrida lucha de un toro con un elefante. Toreó Pastor ese año seis novilladas en Carabanchel Bajo y otras tres más en Madrid, alguna como sobresaliente en corrida mixta “con obligación de matar los dos últimos toros”.

Siguió como novillero durante los años 1899, 1900, 1901 y 1902, tomando la alternativa en Madrid el 21 de septiembre de este último año. Luis Mazzantini le cedió, en festejo celebrado mano a mano, el toro Aldeano, de Veragua. En esa corrida, informa Pérez López, se lució el banderillero Tomás Mazzantini, hermano del matador, y actuó como sobresaliente Tomás Alarcón Mazzantinito, que no tenía parentesco algunos con los anteriores. Luis Mazzantini toreó convaleciente de una cornada, por lo que “el veterano diestro Manuel Hermosilla saltó al ruedo ofreciéndose a matar sus toros en vista de sus pocas facultades”. Pero no hizo falta: Mazzantini lidió y mató sus tres toros, y en todos ellos fue aplaudido. En lo que restaba de temporada, aún toreó Pastor dos corridas más en Madrid.

Los siguientes años, hasta 1907, no fueron buenos para el madrileño, pues toreó poco, no llegando a las diez corridas por temporada. Escribe Don Ventura: “Cayó pronto en el montón, del que salió en 1907 merced a su fuerza de voluntad, y después de tres temporadas con muchos éxitos [en las que toreó en torno a la treintena de corridas], se encaramó a la primera fila merced a la histórica faena que el día 2 de octubre de 1910 hizo en la plaza de Madrid al toro ‘Carbonero’, de Concha y Sierra, y al concederle la oreja de dicho astado se rompió la tradición de no conceder tal apéndice, que sólo en dos ocasiones, esporádicamente, se habían otorgado en la referida plaza”. Los otros cinco toros del festejo pertenecieron al hierro de Guadalest.

En tan importante corrida, Pastor alternó con Antonio Boto Regaterín y Manuel Rodríguez Manolete (padre del fundamental torero del mismo nombre y apodo). Carbonero fue un manso fogueado (condenado a banderillas de fuego) y de juego manejable, con el que Pastor estuvo valiente y entregado. Pérez López cuenta así la faena: “El cuarto, que estuvo hecho un marrajo en banderillas, lo toreó solo y, con confianza, pegó nueve muletazos, ajustándose cada vez más y produciendo el delirio del público. Entró a matar en corto y por derecho, saliendo el toro muerto del embroque, grandiosa ovación llenándose los tendidos de pañuelos. El presidente D. Lázaro Martín Pindado concedió la primera oreja en esta plaza”. No fue la primera, según explica Cossío, aunque puntualiza que “las escasas concedidas anteriormente apenas tuvieron carácter serio”. No subió mucho el número de actuaciones en Madrid al año siguiente (diez en 1910 y catorce en 1911), aunque sí aumentó, y de manera muy notable, la categoría torera de Vicente Pastor. Tras varios años de lucha y de relativo olvido, en ese momento se encaramó a la primera fila del toreo, adquiriendo categoría de figura.

“Gran estoqueador —dice Don Ventura— y torero de dominio y concienzudo con la muleta, fue ídolo de Madrid durante algunos años y supo mantener sus prerrogativas con seriedad y firmeza ejemplares. Disfrutó de alto crédito en todas las plazas, pero, repetimos, en Madrid tuvo su más grande partido”.

En 1912 comenzó una rivalidad entre Pastor y Rafael González Machaquito, “alimentada —indica Cossío— principalmente por el empresario del ruedo madrileño y por los muchos partidarios que Pastor había logrado entre sus paisanos. A decir verdad, no llevaba el de Embajadores la peor parte. La prueba de ello está en el número de espectáculos taurinos en que actuó Vicente este año: 56, la temporada más brillante de su vida profesional, atendiendo a la cantidad de corridas lidiadas”. A partir de 1913 comenzó a decrecer su número de actuaciones... “pero aquí —señala Cossío— ya influía otro fenómeno, además de la pérdida lenta de facultades, lógica y explicable. La aparición de José Gómez Ortega Joselito y Juan Belmonte parecía llevarse a muchas de las gentes que antes se entusiasmaban con Pastor, Ricardo Torres El Bomba o Machaco, y consecuentemente, la expectación era menos que en años anteriores cuando toreaba cualquiera de estos espadas”.

Toreó bastante con los dos nuevos fenómenos, y no quedó mal, especialmente el 29 de abril de 1916 en Sevilla, corrida en la que llegó a comportarse de manera temeraria delante de los toros.

Se despidió de los ruedos en Madrid el 23 de mayo de 1918, en la corrida del Montepío de Toreros, entidad benéfica de la que fue presidente durante muchos años. Completaron el cartel Cástor Jaureguibeitia Cocherito de Bilbao, Julián Sáinz Saleri II y Ricardo Anlló Nacional. Brindó Pastor la faena de su último toro, Cabrero de nombre, al rey Alfonso XIII. Claramunt reproduce las palabras de Pastor: “Brindo por el Rey de España, por el primer madrileño, a quien el más humilde de los hijos de Madrid tiene el honor de brindar el último toro que mata”.

En Sevilla la llamaron El Sordao romano, por sus andares, al parecer muy rígidos. Así lo explica magistralmente Néstor Luján: “Vicente Pastor es la culminación del torero que avanza paso a paso en su arte. Su figura tosca, exageradamente seria, le ayudó poco en sus principios. Se le ensalzó con el apodo de El Sordao romano, por su rostro cenceño de impasibles arrugas y por sus movimientos adustos y sin armonía. Como artista fue escasamente notable, pero en cambio es el símbolo final del lidiador concienzudo, que comenzó en Jerónimo José Cándido y culmina en este torero, que entendía las faenas de muleta como preparación de la muerte del toro y absolutamente ajenas a la idea de adorno artístico que hoy busca el público [...].

Como lidiador ha sido Pastor uno de los hombres más impresionantes que se han conocido. Sus piernas duras y su brazo rompieron a todos los toros de la época. Su muleta era áspera, sin ninguna suavidad. La usaba siempre con la mano izquierda, de una manera ofensiva, con un trasteo opaco, recio, que rompía a los toros [...]. Ninguna res ha resistido este trasteo manual, terrestre, de una cierta pesadez mental, que rasgaba la embestida y combaba el espinazo de los toros en violentas torsiones”.

 

Bibl.: V. Pastor, Los toreros pintados por sí mismos, Madrid, Imprenta R. Velasco, 1914; J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, Madrid, vols. III y VI, Madrid, Espasa Calpe, 1943 y 1981, págs. 714-717 y págs. 248-249, respect.; Don Ventura (seud. de V. Bagués), Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imprenta Castells-Bonet, 1943 (ed. Barcelona, De Gassó Hnos., 1970, págs. 110-111); F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; M. Gómez- Santos, “Vicente Pastor”, en Mi ruedo ibérico, Madrid, Espasa Calpe, 1991, págs. 15-44; D. Tapia, Historia del toreo, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1992; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993, págs. 183-185 (3.ª ed.); F. Claramunt, Toreros de la generación del 98, Madrid, Tutor, 1998, págs. 193 y ss.; El Caballero Audaz (seud. de J. M. Carretero Novillo), “Vicente Pastor, ‘el chico de la blusa’”, en El libro de los toreros. De Joselito a Manolete, Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, págs. 83-90 (1.ª ed., Madrid, Imprenta Renacimiento, 1916; 2.ª ed., Madrid, Ediciones Caballero Audaz [Sáez], 1947); V. Pérez López, Anales de la plaza de toros de Madrid (1874-1934), t. I, vol. 2 y t. II, vol. 3, Madrid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 2004 y 2006.

 

José Luis Ramón Carrión

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