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Pierre Paris

Biografía

Paris, Pierre. Rodez, Aveyron (Francia), 15.I.1859 – Madrid, 20.X.1931. Arqueólogo e historiador del arte, fundador y primer director de la Casa de Velázquez de Madrid.

Alumno de l’École Normale Supérieure de París, después de obtener la Agrégation des Lettres, fue miembro de l’École Française d’Athènes entre 1882 y 1885. A la vez que atendía a su formación de epigrafista, con el eminente especialista Paul Foucart, trabajó sobre las figurillas de terracota y completó el catálogo del Museo de Atenas que había inaugurado Jules Martha. Completó su formación de arqueólogo en las excavaciones de Delos y dirigió varias campañas en Elatea de Focida. El resultado de estos trabajos constituyó la base de su tesis, que publicó en 1891: Élatée, la ville, le temple d’Athéna Cranaia. En 1885 se incorporó a la Universidad de Burdeos y en 1892 se hizo cargo de la primera Cátedra de Arqueología e Historia del Arte. Entre 1898 y 1913 fue también director de l’École des Beaux-Arts de esta ciudad.

Su especialización en el mundo griego orienta su investigación hacia la Península ibérica, coincidiendo, en las últimas decadas del siglo XIX, con el auge de un renovado interés por lo ibérico. Las universidades de Tolosa y Burdeos se abrieron a España, inaugurando Cátedras de Lengua y Literatura Española y desarrollando los estudios hispánicos. En 1887, Paris realizó su primer viaje a España recorriendo Andalucía, al mismo tiempo que Léon Heuzey (1831-1922), desde el Museo del Louvre, enviaba a Arthur Engel (1855- 1920) para investigar sobre las esculturas descubiertas en el Cerro de los Santos (Albacete). Allí surgió, en 1831, la revelación de una potente civilización prerromana, cuando se hallaron las primeras estatuas de unas características inéditas, que Juan de la Rada y Delgado (1827-1901), catedrático de Arqueología y Numismática de la Escuela Diplomática, presentó a la Academia de la Historia de Madrid en 1871. Con motivo de la Exposición Universal de 1878 en París, L. Heuzey pudo examinar las figuras expuestas en el “museo español” que más tarde estudió detalladamente en el curso de un viaje en España. A. de Longpérier (1816-1882), del Museo del Louvre, las consideraba falsas, pero L. Heuzey intuyó a través de ellas la existencia de un arte específicamente ibero y así lo confirmó, en 1890, ante l’Académie des Inscriptions et Belles-Lettres. Pierre Paris, que conocía muy bien a Arthur Engel por haber residido juntos en Atenas, escribió a L. Heuzey que “sueña con ser el Schliemann de la arqueología española” (carta del 27 de agosto de 1897). En consecuencia, Pierre Paris se interesó también por los descubrimientos que se multiplicaron entonces en España y que pusieron al descubierto su protohistoria. Entre abril y mayo de 1895, Pierre Paris realizó un segundo viaje a España, visitando una gran parte de sus museos y yacimientos de mayor importancia. Se entrevistó entonces con Arthur Engel y George Bonsor (1855-1930), que para entonces habían iniciado una estrecha colaboración científica en Andalucía.

El año 1897 fue un annus mirabilis para la arqueología española. Cuando al fin se reconciliaron los prehistoriadores a propósito de la realidad del arte parietal prehistórico y se reconoció la plena autenticidad de las pinturas de Altamira, España se encontraba de nuevo de actualidad. Ese mismo año, Paris regresó a Madrid con la intención de estudiar las esculturas del Cerro de los Santos y fue informado sobre el reciente hallazgo de una estatua de gran belleza en Elche.

Fue el primer especialista que examinó la famosa Dama de Elche y, gracias al interés y a la diligencia de L. Heuzey, consiguió su adquisición para el Museo del Louvre, en donde se creó una sala dedicada al arte ibérico, contribuyendo así a su reconocimiento internacional. Pierre Paris narró los hechos, de manera concisa y casi inmediatamente, en la nueva revista Monuments Piot del año 1897: “El 7 de agosto salí de Burdeos, el 9 llegué a Madrid y el 11 a Elche [...] en donde el 4 de agosto se había descubierto de manera casual un busto femenino de una gran belleza.

Don Pedro Ibarra tuvo la amabilidad de anunciarme este hallazgo, al mismo tiempo que lo hizo con sus corresponsales de los Museos de Madrid y de Berlín [...] pocas horas después de llegar a Elche pude ver la escultura y ese mismo día envié una fotografía al Louvre [...] ningún otro hallazgo de la tierra ibérica se le puede comparar, ni por su interés arqueológico ni por su valor como obra de arte”. La Dama de Elche, como es sabido, estuvo expuesta en París hasta el tratado de intercambio de 1942, firmado entre el Gobierno de Vichy y el régimen franquista, fecha en la cual fue transportada e instalada en Madrid.

Pierre Paris intuyó las interesantes posibilidades de estudio del sur y del levante español y se propuso realizar una historia del arte ibérico. Consciente de la magnitud de tal obra y de la oportunidad para el desarrollo de las relaciones culturales y científicas entre Francia y España, entregó al director general de Bellas Artes de París un proyecto, simultáneamente con Arthur Engel, en el que ambos proponían, en 1893 y 1898, la creación en Madrid de una institución sobre el modelo de las escuelas francesas de Atenas y de Roma. Esta propuesta no fue acceptada por entonces, pero se convirtió en el germen de la futura Casa de Velázquez.

La colaboración entre Pierre Paris y Arthur Engel se concretó en los albores del siglo xx, en las excavaciones de Osuna (Sevilla), el descubrimiento de nuevas esculturas ibéricas y en la exploración del Cerro de la Cruz en Almedinilla (Córdoba). En 1902, Paris ganó el premio Martorell por su obra Essai sur l’art et l’industrie de l’Espagne primitive, que se considera como el primer catálogo de los monumentos ibéricos en sus diferentes facetas: arquitectura, escultura, cerámica, etc. Consciente de ser pionero en un terreno virgen de la investigación, Paris tropezó con el problema cronológico de la cerámica ibérica y creyó reconocer la herencia de tradiciones “micénicas” que la remontarían al II milenio antes de Cristo y a la fase final de la Edad del Bronce egeo. El libro, que publicó bajo el título genérico de Promenades archéologiques, en 1910 y con reediciones en 1921 y 1936, contribuyó en gran medida a dar a conocer la arqueología y el arte español en Francia. Durante sus investigaciones, Pierre Paris no renunció jamás a su proyecto de abrir una escuela francesa en Madrid, y el desarrollo de la investigación alemana en España, representada brillantemente por Adolf Schulten (1870-1960), continuador de la tradición de Emil Hübner (1834- 1901), lo reafirmó en su propósito.

Finalmente llegó, en 1909, la creación de l’École des Hautes Études Hispaniques de Madrid, desde la Universidad de Burdeos y con el apoyo de Georges Radet, que también había sido miembro de l’École Française d’Athènes. Como afirmó este último: “Burdeos adoptaría e impulsaría el proyecto español que había caído en París en un sueño cataléptico”. Pierre Paris, como director de esta nueva institución francesa, llamó a varios miembros de las escuelas de Atenas y de Roma, entre ellos Eugène Albertini o Gabriel Leroux, y los orientó a la realización de catálogos de las colecciones arqueológicas de los museos españoles. En el Mediterráneo occidental, España ofrecía a “la pequeña colonia ateniense de Burdeos” la posibilidad de completar el panorama de la protohistoria mediterránea. Fueron varios los miembros de l’École Française d’Athènes que, desde L. Heuzey a Pierre Paris, concentraron sus estudios sobre la Península ibérica y promovieron la creación de una nueva institución francesa en el Mediterráneo.

La aceleración de los descubrimientos, las intervenciones exteriores y muy concretamente la adquisición y la exposición de la Dama de Elche en París provocaron una reacción de la Administración española. En los albores del siglo XX, España impulsó de manera decisiva las actividades científicas, creando instituciones como la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, en 1907, y promulgando el primer marco legislativo que reglamentaba las excavaciones arqueológicas, la Ley de 1911, seguida el año siguiente por la creación de la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, cuya misión era la protección del patrimonio y la investigación arqueológica. A partir de entonces, las actividades arqueológicas se desarrollaron en España en estrecha colaboración entre instituciones nacionales y extranjeras. La arqueología española se organizó y adquirió una dimensión internacional no sólo por el prestigio de sus investigadores, sino también por la creación de la Escuela Española de Roma, fundada en 1910. En este entorno histórico, inauguró Pierre Paris, en 1917, las excavaciones del yacimiento de Belo, la moderna Bolonia (Cádiz), en la costa del estrecho de Gibraltar, con una concesión obtenida para l’École des Hautes Études Hispaniques y en la cual colaboraron en un principio dicha institución francesa, la Junta para la Ampliacion de Estudios y la Hispanic Society of America, así como George Bonsor, que participó en la exploración de la necrópolis. Con el tiempo, estas excavaciones se convirtieron en el campo oficial de trabajos de la Casa de Velázquez. La arqueología de campo no cesó de interesar a Paris, que realizó excavaciones en yacimientos de Alcañiz (Teruel), en 1924, y en Setefilla (Sevilla) entre 1926 y 1927. Durante la Primera Guerra Mundial, Paris fue el encargado de organizar, sobre la base del Institut Français de la calle Marqués de la Ensenada en Madrid, creado en 1913, una red de universitarios franceses que contribuyesen a la propaganda de su país y contrarrestasen la influencia alemana.

Entre dichos especialistas franceses sobresalieron figuras de la talla del abad Henri Breuil (1877-1961) y de Raymond Lantier (1886-1990), el cual fue autor, en 1919, del primer volumen de la importantísima serie de publicaciones de la Bibliothèque de l’École des Hautes Études Hispaniques. Pierre Paris continuó en la defensa de su proyecto de una escuela francesa en España, en la cual podrían converger historiadores, arqueólogos, escritores y artistas. Alfonso XIII cedió un terreno en los jardines de la Moncloa para construir el centro francés y las Cortes ratificaron esta decisión en 1919. En 1928 se inauguró finalmente el edificio principal de la Casa de Velázquez, que completaba el circuito mediterráneo de escuelas francesas y que sobre bases más amplias recibió a representantes de todas las disciplinas universitarias, así como artistas, de ambos países. Finalmente, los arqueólogos, historiadores, escritores y artistas, tanto franceses como españoles, se reunieron en el cuerpo central de un conjunto arquitectónico que permanece como proyecto. Estos formaron la nueva institución de Madrid que aspiraba a una mayor magnitud que las escuelas francesas de Atenas y de Roma. Según las propias palabras de Paris, en el volumen de la inauguración en 1929: “La Casa de Velázquez no es una simple imitación de la Villa Médicis, consagrada por sus tres siglos de gloria, ni de l’École de Rome instalada principescamente en el Palacio Farnese, hermana menor y emuladora científica de l’École d’Athènes. La Casa de Velázquez reúne por vez primera en un conjunto lógico y armónico los dos elementos, artístico y científico, que en otras instituciones viven separados y demasiadas veces indiferentes el uno del otro [...] l‘École d’Athènes dispone desde hace tiempo de una sección de extranjeros muy cotizada; pero allí no son Griegos los huéspedes de la casa francesa, mientras que en Madrid son nuestros amigos de toda España los invitados a la vida común de la Casa”.

La construcción de la Casa de Velázquez se terminó en 1935, celebrándose una nueva inauguración. Pero la Guerra Civil, que estalló el año siguiente, tuvo terribles consecuencias para la Casa de Velázquez. Ésta se encontraba situada en plena línea del frente de la Ciudad Universitaria y terminó la guerra completamente arrasada, y destruidos sus archivos, biblioteca y almacenes con materiales arqueológicos en curso de estudio.

Reconstruida en el mismo lugar, la Casa de Velázquez volvió a ser inaugurada por tercera vez en 1959.

En 1920, Paris fue elegido miembro de l’Académie des Inscriptions et Belles-Lettres como sucesor de otro hispanista insigne, Marcel Dieulafoy (1844-1920).

Junto con Arthur Engel y George Bonsor, Pierre Paris es uno de los grandes pioneros del arte ibérico y ha contribuido a su desarrollo como elocuente embajador de la arqueología española que fue en Francia. Con la creación de la Casa de Velázquez se concretó también una institución que favoreció mucho las relaciones entre investigadores españoles y franceses. Sin olvidar a los artistas, para los que Pierre Paris juzgaba que su estancia en Madrid era tan importante como lo era en la célebre Academie de France de la Villa Médicis en Roma. Este mediterráneo de adopción que fue Paris, sorprendió a muchos de sus colegas por la entereza de su carácter, que reunía aptitudes excepcionales en diferentes campos, tanto en la investigación de gabinete como en los viajes de exploración, en las campañas de excavaciones o en la organización y administración de nuevas instituciones.

Durante toda su carrera dio pruebas de una actividad diversa y de un temperamento de luchador tenaz e infatigable. Pierre Paris murió, el 20 de octubre de 1931, de una crisis cardíaca en Madrid, cuando ejercía sus funciones de director de la Casa de Velázquez, de la cual fue artífice y que prosigue aún hoy su obra maestra: “La unión intelectual de nuestros dos países”.

 

Obras de ~: Polyclète, Paris, 1895; “Buste espagnol de style gréco-asiatique trouvé à Elché (Musée du Louvre)”, en Monuments Piot, IV (1897); “Le buste d’Elché au musée du Louvre”, en Revue de l’Art, III (1898); Essai sur l’art et l’industrie de l’Espagne primitive, Paris, 1903-1904, 2 vols.; con A. Engel, “Une forteresse ibérique à Osuna, fouilles de 1903”, en Nouvelles Archives des Missions Scientifiques et Littéraires (Paris), 13 (1906); “Fouilles et recherches à Almedinilla (province de Cordoue)”, en Revue Archéologique, VIII (1906), págs. 49-92; Lexique des antiquités grecques, Paris, 1909; Promenades archéologiques en Espagne, Paris, 1910, 1921, 1936; “L’Espagne et la guerre. Kultur et civilisation”, en Bulletin Hispanique (BH), XVIII (1916); con G. Bonsor, “Exploration archéologique de Bolonia (province de Cadix)”, en BH, XX, 1918, págs.77-127; La peinture espagnole depuis les origines jusqu’au début du XIXe siècle, Bruxelles, 1928; Goya, Paris, 1928; Le Musée Archéologique de Madrid, Paris, 1936.

 

Bibl.: A. Puech, Discours à l’occasion de la mort de Pierre Paris, lu le 30 octobre 1931, Paris, Institut de France, 1931; A. Audollent, “Notice sur la vie et les travaux de M. Pierre Paris”, en Comptes rendus de l’Académie des Inscriptions et Belles-Lettres, 1940; J. Marcadé, “La vie et l’oeuvre de Pierre Paris”, en VV. AA., Célébration du centenaire de la naissance de Pierre Paris et Georges Radet, 10 et 11 mars 1961, Université de Bordeaux, s. f.; R. É tienne y G. Demerson, “Introducción”, en P. Paris, L’Espagne de 1895 et 1897. Journal de voyage, Bordeaux, Publications du Centre Pierre Paris, n.° 5, 1979; È. y J. Gran-Aymerich, “Pierre Paris”, en Archéologia, 211 (marzo de 1986) págs. 71-75; A. Niño Rodríguez, Cultura y diplomacia: los hispanistas franceses y España de 1875 a 1931, Madrid, 1988; R. É tienne y P. Le Roux, “Un siècle de recherche sur l’épigraphie romaine de la péninsule Ibérique”, en VV. AA., Actes du colloque international de l’Année Épigraphique, Paris, 19-21 octobre 1988, Paris, Presses Universitaries de France, 1990; E. y J. Gran-Aymerich, “Les échanges franco-espagnols et la mise en place des institutions archéologiques (1830-1939)”, en J. Arce y R. Olmos (eds.), Historiografía de la Arqueología y de la Historia Antigua en España (siglos XVIII- XX), Madrid, 1991, págs. 117-124; J. M. Delaunay, Des palais en Espagne. L’École des hautes études hispaniques et la Casa de Velazquez au coeur des relations franco-espagnoles du xxème siècle; 1909-1979, Madrid, 1994; È. Gran-Aymerich, Naissance de l’archéologie moderne, 1798-1945, Paris, Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) Éditions, 1998 (El Nacimiento de la arqueología moderna, 1798-1945, Zaragoza, Prensas Universitarias, 2001); J. Maier Allende, “En torno a la génesis de la arqueología protohistórica en España. Correspondencia inédita entre Pierre Paris y Jorge Bonsor”, en Mélanges de la Casa de Velazquez 1997, Madrid, 1999; P. Rouillard, en Historiografía de la Arqueología Española. Las instituciones, Madrid, Museo de San Isidro, 2000; È. Gran-Aymerich, Dictionnaire biographique d’archéologie 1798-1945, Paris, CNRS Éditions, 2001, págs. 509-512.

 

Ève Gran-Aymerich y Jean Gran-Aymerich

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