Sebastián, Miguel. ?, s. m. s. XVI – Teruel, c. 1624. Ceramista.
Ollero de Teruel, cristiano nuevo, documentado a partir de 1593 con motivo de la compra de la mitad de unas casas por 600 sueldos jaqueses al albañil Bartolomé Torralba, sitas en la “plazuela de la catedral”. El mismo año contrae matrimonio en la iglesia de San Juan con Beatriz Ambel, cristiana vieja e hija del pintor Juan Ambel, el cual fallece en 1595, volviendo a citarse entonces a Miguel Sebastián, cumpliendo la función de fianza de la muerte de su suegro. La pareja contó con una desahogada posición económica y tuvo hasta siete hijos: Juana y Luis, de los que se conoce únicamente la fecha de confirmación en 1596 y 1607, respectivamente; Beatriz, nacida en 1601; Miguel, nacido en 1604 y muerto en 1606, por lo que un nuevo hijo que ve la luz este mismo año recibe el nombre del anterior; otro hijo varón, de nombre no anotado en los libros parroquiales, que llega al mundo en 1608, y Joan Andrés, que nace en 1611.
Perteneciente a una familia de olleros, se conocen en Teruel otros dos miembros de ella dedicados a este mismo oficio: Bartolomé Sebastián, documentado entre 1587 y 1609, y Luis Sebastián, que lo está entre 1599 y 1610. Como cristiano nuevo —y a pesar de estar casado con una cristiana vieja— se vio afectado por el decreto real de expulsión de los moriscos de 1610, del que, sin embargo, logró librarse tanto en este año como más tarde, en 1613 —cuando se completó la marcha de éstos por un nuevo decreto real que completaba el anterior—, al demostrar “la conversión de sus antepasados en tiempos de San Vicente Ferrer”. Por esta razón pudo quedarse en la ciudad, donde murió algo antes de 1621, continuando sus descendientes el mismo oficio de olleros hasta avanzado el siglo XVIII.
Precisamente la documentación relativa a la devolución de sus bienes en 1610, al eximirle del exilio forzoso, nos permite conocer con detalle su lugar de trabajo y sus numerosas posesiones. Gracias a este inventario sabemos de su buena posición, ya que tenía varias piezas de tierra cultivables en diferentes partidas cercanas a la ciudad, algunas casas en lugares destacados de su casco urbano y dos ollerías situadas en “la Tejería”, una “con dos obradores, dos hornos, dos ingenios (ruedas o tornos), un pozo, una viña y un huerto”, lindante con “el camino Real que va a Valencia y con rambla que baja de los Algezares”, y otra, más sencilla, “con un horno, un pozo y sus ingenios (torno y útiles)”, confrontante con otras posesiones no especificadas de “Francisco y Luis Belbis”, morisco como él. Es decir, que los obradores de Miguel Sebastián se localizaban al sur de Teruel, en el antiguo camino real a Valencia, que partía de la puerta del mismo nombre y, torciendo hacia la izquierda, venía a coincidir con la actual carretera de San Julián, próxima al camino conocido hasta hace algunas décadas como camino de los Aljezares, debido a las explotaciones de yeso que todavía se encuentran en actividad.
En estos obradores produciría Miguel Sebastián el tipo de cerámica vidriada que se manufacturaba en Teruel en su época, impermeabilizada tanto con barniz de plomo (la obra común) como con esmalte blanco de estaño, este último empleado para la elaboración de la vajilla decorada en verde-morado o en azul y para la obra de azulejería pintada.
Bibl.: M.ª I. Álvaro Zamora, Cerámica aragonesa, vol. I. Zaragoza, Ibercaja, 2002, pág. 30; E. Utrillas Valero, “Apuntes sobre la asimilación de los moriscos en la ciudad de Teruel. El caso del ollero Miguel Sebastián”, en Homenaje al profesor Antonio Gargallo Moya, en Studium, Revista de Humanidades (Universidad de Zaragoza, Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de Teruel), 4 (n.º monográf.) (1997), págs. 367-395.
María Isabel Álvaro Zamora