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Carlos Arias Navarro

Biografía

Arias Navarro, Carlos. Marqués de Arias Navarro (I). Madrid, 11.XII.1908 – 27.XI.1989. Último presidente de Gobierno de Franco y primero de la Monarquía de Juan Carlos I.

Estudió el bachillerato en el Instituto San Isidro de Madrid y se licenció y doctoró en Derecho en la Universidad Complutense. Tras obtener en 1929, con tan sólo veintiún años, el primer puesto en las oposiciones al cuerpo técnico del Ministerio de Justicia, ejerció como funcionario en la Dirección General de Registros y Notariado. En 1933 aprobó las oposiciones de fiscal y se trasladó a la Audiencia Provincial de Málaga.

Al estallar la Guerra Civil huyó al bando “nacional”, se incorporó al Ejército como capitán honorífico del Cuerpo Jurídico Militar y tuvo una destacada actuación durante la represión de Málaga. En los tres años del conflicto estuvo destinado en Talavera de la Reina, Bilbao, Santander, Castellón de la Plana y Arenas de San Pedro, donde participó en juicios y condenas de republicanos. Una vez acabada la guerra, reanudó su vida profesional al margen de la política y se incorporó a la fiscalía de la Audiencia, donde compaginó su trabajo con la preparación de las oposiciones a Notarías, que aprobó en 1942. Tuvo su primer destino en Cuevas de Almanzora (Almería), pero el aburrimiento de la vida rural le impulsó de nuevo a la política. Aceptó el nombramiento de gobernador civil y jefe provincial del Movimiento en León. Durante esta etapa conoció al general Alonso Vega, que se convirtió en su principal promotor político. En los años posteriores fue nombrado sucesivamente gobernador civil de Santa Cruz de Tenerife y de Navarra.

Durante su mandato en esta provincia contrajo matrimonio con Luz del Valle, procedente de una familia leonesa, propietaria de importantes minas de carbón.

En 1957, Camilo Alonso Vega, nombrado ministro de Gobernación, le ofreció el cargo de director general de Seguridad, en el que permaneció ocho años.

Tuvo un mandato tranquilo, pues coincidió con una etapa de escasa actividad de la oposición. Su amistad con el matrimonio Alonso Vega le abrió las puertas de El Pardo, siendo uno de los pocos políticos del régimen que mantuvo una relación amistosa con la familia Franco, en especial con Carmen Polo.

En 1965 sustituyó como alcalde de Madrid al conde de Mayalde. En ese momento, Arias Navarro era un político con apoyos en el régimen, tenía fama de trabajador y gestor eficiente y disfrutaba de una situación económica desahogada, producto de las rentas que le proporcionaba su profesión de notario y la fortuna de su esposa. En su toma de posesión, Alonso Vega le presentó como un hombre con enorme capacidad de trabajo y un gran sentido del principio de autoridad y disciplina. Según se desprende de sus escritos, su etapa como alcalde fue una de las más satisfactorias de su carrera política. Sus principales proyectos fueron la remodelación del Cuartel del Conde Duque, de la Casa de la Moneda, de la Universidad de San Bernardo y del Cuartel de la Montaña. Algunas de sus actuaciones, en especial la supresión de los bulevares, la construcción de pasos elevados para facilitar el tráfico o la autorización para la construcción de la Torre de Valencia, con una altura que rompía la panorámica estética de la Puerta de Alcalá, fueron muy polémicas. Mientras que ciertos sectores fueron muy críticos con ellas, otros las elogiaron como un signo de modernidad. Políticamente el cargo de alcalde de la capital le dio proyección nacional e internacional.

En 1968 viajó a Estados Unidos y participó en los congresos hispanos-luso-americanos de municipios celebrados en 1967 y 1969.

Desde finales de la década de los sesenta comenzó a rumorearse la posibilidad de que Franco le nombrara ministro, pero debió esperar a 1973, año en que Carrero Blanco fue nombrado presidente de Gobierno y le incluyó en su Gabinete como ministro de Gobernación, en una etapa en que el régimen atravesaba una grave crisis. Arias Navarro era entonces un franquista puro, sin adscripción a una familia concreta.

Seis meses después, el 20 de diciembre de 1973, Carrero Blanco moría asesinado en Madrid. Arias Navarro, como ministro de Gobernación, fue el encargado de informar esa misma tarde a las autoridades locales y provinciales que el presidente había sido víctima de un atentado de la banda terrorista Euskadi Ta Askatasuna (ETA). Por razones de seguridad se encargó también de preparar los funerales.

Aunque muchos pensaron que sería destituido, pues su cargo le convertía en el responsable último de la seguridad de Carrero, no sólo no ocurrió así, sino que Franco le eligió para sustituirle en la presidencia del Gobierno. El 29 de diciembre, Rodríguez Varcárcel le comunicó su nombramiento de forma oficial y el 2 de enero juró como presidente en El Pardo.

Llevó a cabo una importante renovación gubernamental, pues de los diecinueve ministros que nombró sólo ocho provenían del Gobierno de Carrero y únicamente cinco conservaban la misma cartera. Aunque formó un Gabinete inmovilista, en su discurso inaugural en las Cortes el 12 de febrero de 1974 anunció su propósito de poner en marcha una apertura. Pero la reforma política que planteó, a pesar de ser tímida y ambigua, se encontró con la oposición de la extrema derecha, que hizo todo lo posible por paralizarla. De manera que los intentos aperturistas iniciales se detuvieron a los pocos meses ante el peligro democratizador y la oposición del denominado bunker del régimen, opuesto a cualquier reforma.

Además, desde las primeras semanas el nuevo Gobierno emprendió una política represiva que acabó con las esperanzas de cambio. Se detuvo a militantes de organizaciones de extrema izquierda y de los sindicatos Comisiones Obreras y Unión Sindical Obrera (USO) y a comienzos de marzo se ejecutó al joven catalán, Salvador Puig Antich, vinculado al Movimiento Ibérico de Liberación, acusado de matar a un policía cuando iba a ser detenido, y al polaco Heinz Chez, que había asesinado a un suboficial de la Guardia Civil. También se encontró el nuevo presidente con un recrudecimiento de la oposición de la Iglesia; especialmente conflictivas fueron sus relaciones con el obispo de Bilbao, Añoveros, que unos días después de su nombramiento hizo leer en las diócesis vascas una homilía pidiendo el reconocimiento de la identidad y la autodeterminación del País Vasco. Tras este incidente Añoveros, aunque recibió apoyo del Vaticano, fue detenido en su domicilio y las relaciones entre la Iglesia y el Gobierno se deterioraron más de lo que estaban.

En política exterior sus dos preocupaciones principales provinieron de Portugal y Marruecos. En el país vecino el 25 de abril de 1974 se produjo la revolución de los claveles, un alzamiento incruento, protagonizada por un grupo de militares, con el que se puso fin a la dictadura portuguesa. Se temía que España se contagiara del ambiente revolucionario y ocurriera algo similar, pues también destacados militares españoles, como el general Díez Alegría, eran partidarios de una reforma inmediata del régimen. Con Marruecos el principal contencioso lo planteaba el Sahara, por la negativa de Franco a conceder la autodeterminación.

En el mes de julio, la salud de Franco empeoró y el príncipe Juan Carlos se vio obligado a asumir interinamente la jefatura del Estado, pero en septiembre, una vez restablecido, el anciano dictador decidió recuperar las riendas del poder, a pesar de que su incapacidad y deterioro físico y mental hacía que los consejos de ministros fueran cada vez más ficticios y produjeron una parálisis gubernamental, que nadie ocultaba y trascendía a la opinión pública. El mayor reto de Arias Navarro fue la elaboración, como había prometido en su programa inaugural, de una Ley de Asociaciones que permitiera la creación de partidos políticos. Para preparar el borrador de Estatuto de Asociaciones Políticas constituyó dos comisiones.

Una en Presidencia del Gobierno, encabezada por Ortega Díaz Ambrona que presentó la propuesta aperturista y otra en el Consejo Nacional del Movimiento, que limitó la creación de partidos, pues al proponer que el reconocimiento quedara en manos del Consejo Nacional excluía a los de la oposición y al exigir a los grupos para su reconocimiento un mínimo de veinticinco mil afiliados y su implantación en todo el territorio nacional dejaba fuera a los partidos regionalistas.

Con estas limitaciones el Estatuto aprobado quedó vacío de contenido y el proyecto de asociaciones fracasó. No obstante, se inscribieron varios grupos: la Unión Democrática Española (UDE) fundada por el exministro Silva; la Unión Nacional Española (UNE) de Fernández de la Mora; Reforma Social Española; la Unión del Pueblo Español (UDPE), presidida por Adolfo Suárez y Asociación Nacional para el Estudio de los Problemas Actuales (Anepa), que constituyeron el germen de algunos de los partidos posteriores. Las que recibieron mayor apoyo fueron la UDPE y la Anepa, por lo que recibieron subvenciones oficiales más elevadas, unos veintitrés millones de pesetas, mientras que el resto no llegaron al millón.

El problema más grave del Gobierno de Arias Navarro lo constituyó el terrorismo. El 13 de septiembre de 1974 la banda terrorista ETA colocó una bomba en la cafetería Orlando de Madrid, que provocó doce muertes y junto con el Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico (FRAP) llevó a cabo una escalada de atentados contra las fuerzas de seguridad del Estado. A finales de agosto y principios de septiembre de 1975, se celebraron cuatro consejos de guerra.

En ellos fueron condenados tres miembros de ETA y ocho del FRAP. Numerosas instituciones y representantes políticos nacionales e internacionales solicitaron el indulto. En el Consejo de Ministros de 26 de septiembre se concedieron seis indultos, pero se mantuvo la pena máxima para cinco condenados, tres del FRAP y dos de ETA. Al día siguiente, sábado, durante la madrugada, se efectuaron las ejecuciones en Burgos y Hoyo de Manzanares. La protesta interna y externa fue inmediata. Diecisiete embajadores abandonaron el país, en su mayoría representantes de las potencias europeas. El presidente mexicano Luís Echevarría solicitó la expulsión de España de la Organización de las Naciones Unidas, el primer ministro holandés encabezó una manifestación contra el régimen de Franco, y varias embajadas españolas fueron asaltadas. Arias Navarro respondió a estos ataques en Televisión Española, con argumentos del pasado; denunció que las acusaciones tenían su origen en una campaña exterior cuidadosamente organizada y convocó a los ciudadanos a manifestarse en la Plaza de Oriente el 1 de octubre para demostrar su apoyo y adhesión a Franco. En su intervención, el jefe del Estado, con una mano temblorosa y un hilo de voz apenas inteligible, reiteró que todo se debía a una conspiración masónico-izquierdista en contubernio con la subversión comunista-terrorista. Ese mismo día, fueron asesinados en Madrid por grupos terroristas cuatro policías, y durante el mes de octubre seis personas más fueron víctimas de ETA, lo que demostraba que la pena de muerte no desalentaba a los terroristas.

A lo largo del mes de octubre, Franco empeoró. El día 18 redactó su testamento y el 21, tras sufrir una angina de pecho, Arias Navarro acudió a El Pardo para discutir la posibilidad de un traspaso de la jefatura del Estado al Príncipe, que finalmente se produjo el día 30. Ese mismo día, don Juan Carlos presidió un Consejo de Ministros en el palacio de la Zarzuela. El 20 de noviembre, Franco moría en la Residencia Sanitaria La Paz a las 3:20 h. Dos horas después, Arias Navarro llegaba al hospital y a las diez de la mañana, vestido de luto riguroso anunciaba la noticia a los españoles.

En los días siguientes presidió todas las ceremonias fúnebres.

Arias Navarro había llegado a la presidencia en una etapa conflictiva. Los dos primeros años de su Gobierno (1973-1975) coincidieron con una grave crisis del franquismo, por las dificultades económicas provocadas por la subida del precio del petróleo, el aumento de la oposición al régimen, el aislamiento internacional tras las ejecuciones de febrero de 1974 y septiembre de 1975 y la decadencia física del dictador. Todos estos problemas, unidos a sus contradicciones y personalidad distante, le habían convertido en un político impopular, por lo que la mayoría de los españoles consideraron que con la muerte de Franco acabaría su carrera política. Pero Arias deseaba mantenerse como presidente del Gobierno y, frente a los pronósticos, don Juan Carlos le mantuvo tras su nombramiento, lo que le convirtió en el último presidente del franquismo y el primero de la democracia.

El 12 de diciembre hizo público su nuevo Gabinete. La influencia que en los nombramientos tuvo Manuel Fraga hizo que la prensa hablara desde entonces de un Gobierno Arias-Fraga. Unos días después, Arias hizo unas declaraciones contradictorias en la revista norteamericana Newsweek, en las que afirmó que antes de concluir 1977 abría habría en España una nueva democracia, en la que funcionarían cuatro o cinco partidos y en la que no tendría cabida el Partido Comunista de España (PCE). Pero la escasa concreción y la falta de programa fue criticada tanto por la oposición de izquierda como por la ultraderecha e incluso por algunos ministros que acababa de nombrar.

La tarea principal del nuevo Gobierno consistía en poner en marcha la reforma política, pero muy pronto se demostró su ineficacia. Arias perdió la iniciativa enseguida en favor de Torcuato Fernández Miranda, con quien el Monarca se entendía mejor. El 2 de febrero de 1976 se constituyó una Comisión Mixta entre el Gobierno y el Consejo Nacional para analizar las propuestas de reforma constitucional. En las primeras reuniones Arias Navarro dejó claro su deseo de no romper completamente con el franquismo y se declaró mandatario de Franco y de su testamento. A raíz de estas declaraciones se volvió cada vez más inmovilista.

La Comisión Mixta se reunió en once ocasiones entre el 1 de febrero y el 21 de abril, con unos resultados muy pobres. Ese mes se descubrieron unos documentos de la banda terrorista ETA, que lo incluían como objetivo de sus atentados, lo que hizo que prácticamente hasta el final de su vida, contara con protección policial.

La conflictividad en el país aumentó en los primeros meses de la Monarquía y las huelgas se multiplicaron.

En Vitoria, a principios de marzo, un enfrentamiento entre la policía y una multitud de obreros encerrados en una iglesia terminó con cuatro muertos y un centenar de heridos. A fin de mes, opositores comunistas, socialistas y democristianos se unieron en la Coordinación Democrática e hicieron público un manifiesto en el que rechazaban el programa de reforma gubernamental.

Las relaciones entre el Rey y el presidente se hicieron cada vez más tirantes, pues los titubeos de Arias Navarro y su incapacidad para poner en marcha el programa reformista estaban poniendo en peligro a la Monarquía. A partir de mayo, el mantenimiento de Arias resultaba cada vez más difícil. El escaso avance de la Ley de Reforma, el malestar social de la ultraderecha y los militares, la desunión del Gobierno y el distanciamiento entre el jefe del Estado y el presidente del Gobierno decidieron al Monarca el 1 de julio a cesar a Arias y sustituirle por Adolfo Suárez. La prensa presentó el hecho de forma distinta. Mientras que el diario ABC habló de dimisión, El País lo trató como un cese.

En las primeras elecciones democráticas de 1977, Arias Navarro se presentó como candidato al Senado por Alianza Popular en Madrid y se financió su campaña personalmente, con un programa basado en sus logros como alcalde. Pero tras sufrir una estrepitosa derrota electoral, se retiró de la política y de la vida pública. Falleció en noviembre de 1989.

 

Obras de ~: Discurso del Presidente de Gobierno a las Cortes Españolas el 12 de Febrero de 1974, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1974; Discurso del Presidente de Gobierno a las Cortes Españolas el 24 de junio de 1975, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1975; La hora de las reformas. Discurso pronunciado ante las Cortes Españolas, el día 28 de enero de 1976, Madrid, Presidencia de Gobierno-Secretaría General Técnica-Servicio Central de Publicaciones, 1976; Calendario para la Reforma Política, Madrid, Servicio Central de Publicaciones. Secretaría General de Presidencia de Gobierno, 1976; La vía española a la democracia. Calendario y metas de la reforma política. Discurso pronunciado en radiotelevisión española el 28 de abril de 1976, Madrid, Ediciones del Movimiento, 1976.

 

Bibl.: J. Oneto, Arias entre dos crisis, 1973-1975, Madrid, Cambio 16, 1975; J. de las Heras y J. Villarín, El año Arias, Madrid, Sedmay, 1975; J. L. Granados, 1975, el año de la instauración, Madrid, Tebas, 1977; M. Fraga, Memoria breve de una vida pública, Barcelona, Planeta, 1980; T. Powell, El piloto del cambio. El rey, la Monarquía y la Transición a la democracia, Barcelona, Planeta, 1991; J. Bardavio, Las claves del rey. El laberinto de la Transición, Madrid, Espada Calpe, 1995; P. y A. Fernández Miranda, Lo que el rey me ha pedido. Torcuato Fernández Miranda y la Reforma Política, Barcelona, Plaza y Janes, 1995; R. de la Cierva, La lucha por el poder: así cayó Arias Navarro, Madrid, ARC, 1996; J. M. Colomer, La Transición a la democracia: el modelo español, Barcelona, Anagrama, 1998; R. Gamazo, El alcalde Arias Navarro, Madrid, Artes Gráficas Municipales, 2001; J. Tussel y G. G. Queipo de Llano, Tiempo de incertidumbre. Carlos Arias Navarro entre el franquismo y la transición (1973-1976), Barcelona, Crítica, 2003.

 

Pilar Toboso Sánchez