Durán Justo, Leopoldo. Penedo de Couso-Avión (Orense), 23.XI.1917 – Vigo (Pontevedra), 15.IV.2008. Paúl (CM), catedrático de Filología inglesa, confidente íntimo y espiritual del gran novelista inglés Graham Greene, director espiritual del padre Gonzalo Martínez Suárez, monje de Oseira, muerto en olor de santidad.
Cursó Humanidades en el Seminario de Orense, Filosofía en Villafranca del Bierzo y Teología en San Pablo de Cuenca. En 1943 se trasladó a la Universidad Pontificia de Salamanca, donde se licenció en Teología, enseñando esta disciplina en San Pablo de Cuenca, hasta marchar a Roma, donde obtuvo el grado de doctor en Teología por el Angelicum, con la tesis Miguel de Palacios, un gran teólogo desconocido.
Siguió impartiendo Teología algún tiempo hasta marchar a Londres para continuar la docencia de la misma asignatura por espacio de tres cursos. Vuelto a España en 1956, se dedicó a la docencia de distintas asignaturas en el Colegio San Narciso de Marín.
Estudia seguidamente Filosofía y Letras (sección de Filología inglesa), alternando con la docencia en distintos lugares, de manera especial en Astorga y Madrid.
Su tesina de licenciatura: El problema del pecado y de la Gracia en Graham Greene, para la Universidad Complutense, mereció la calificación de sobresaliente.
Desde julio de 1956 a 1973 vivió en Londres, habiendo estudiado inglés en el Holborn College, ingresando luego en el King’s College (Universidad de Londres), uno de los centros más prestigiosos del mundo. El año 1972 obtuvo aquí el Ph. D. (Philosophy Doctor), el tema de su tesis en Literatura inglesa fue The Priesthood in the Writings of Graham Greene. Aprovechó el último año de su estancia en Londres para elaborar una nueva tesis doctoral titulada El substrato teológico en los escritos de Grahm Greene, que defendió en la Universidad Complutense de Madrid, mereciendo por ella Premio Extraordinario. Aunque el padre Durán ya había recibido la primera carta de Graham Greene en junio de 1964, antes de conocerse personalmente, fue ahora cuando en Inglaterra se inició entre ambos una amistad hondamente singular que perduraría inmutable hasta al momento de morir el novelista. El afecto y los elogios del escritor hacia el sacerdote no parecen creíbles si no se vieran escritos en letra autógrafa del propio Greene. Sirvan de modelo estos dos ejemplos: “Tú me has entendido mejor de lo que yo me entiendo a mí mismo” (nov. de 1985). En otro escrito del año siguiente reitera el mismo concepto encomiástico hacia su confidente español: “Nosotros hemos conversado y viajado juntos hace ya muchos años, y tú, ciertamente, sabes más, sobre lo que yo estoy tratando de hacer, que ninguna otra persona en Europa”.
Estos dos ejemplos textuales que se pudieran centuplicar, expresan el por qué el padre Durán fue el confidente excepcional que tuvo el novelista las últimas décadas de su vida, con el cual consultaba todas sus obras y proyectos. Siempre que venía a España —de ordinario todos los veranos— le salía a esperar a Barajas con algún estudiante que se ofrecía a tener el honor de acompañar a ambos por las distintas regiones de España donde tenía sus lugares de obligada visita, como era el Monasterio de Oseira. En más de una ocasión le había manifestado al sacerdote que su deseo era que cuando el Señor le llamara el último día, tenerle a su cabecera. Deseo que le cumplió de una manera sorprendente. Se hallaba grave el novelista en su residencia de Altives, cuando avisaron a Durán, que se hallaba en Vigo, que Greene se hallaba al borde de la muerte. Voló rápido a su lado, logrando llegar a recibir su último aliento, llenando de gozo al moribundo. Mucho ha sentido el padre Durán tantas incoherencias como se han vertido en los medios de comunicación, por personas que ni conoce a Greene ni a su obra. Únicamente se basan en los tópicos indocumentados de quienes han escrito sobre él, basados tal vez en la primera época de su vida antes de convertirse al catolicismo, y que, por lo general desconocen al autor de quien hablan.
En el haber del padre Durán, además de esta extraordinaria dimensión de haber tratado como nadie a uno de los mayores novelistas modernos, tiene otro hito destacado muy distinto, pero no menos encomiástico a la faz del mundo, su dirección espiritual con un monje del Císter cuya vida impresionó profundamente a multitud de personajes, y que, si bien es cierto no se ha tratado de beatificar, esto no obsta que haya multitud de personas que lo desean. Se llamaba Carlos Martínez Suárez, joven abogado de Villafranca del Bierzo, quien al finalizar su carrera en la Universidad de Santiago, conoció casualmente a Durán, joven sacerdote, a quien abrió por completo su conciencia, siendo esto el origen de una dirección espiritual que le ayudaría a situarse en el mundo, abrazando la vida monástica en Oseira, donde cambió su nombre por el de Gonzalo, y perseverando en ella hasta que Dios se dignó llevarle para sí a los dieciséis años de haberla abrazado, dejando tras de sí una fama de verdadero santo. Así le reconocieron en vida quienes le trataron a fondo, y así lo pregonan quienes se ponen en contacto con sus escritos, que ha sido precisamente el padre Durán quien los ha dado a conocer, según se ve en la bibliografía. La celebridad del padre Gonzalo la debe, después de Dios, autor de todo bien, a la acertada dirección que le facilitó su director.
Volviendo a Graham Greene, se recogen las siguientes afirmaciones de este su confidente íntimo: “Era él una persona enamorada de la soledad. Odiaba viajar acompañado”. Lo confiesa en su libro Reflections, 1990, página 309, y en cuanto a su obra, en su drama Garving a statue, página 8, escribe: “La única forma de filosofía que gozo leyendo es la teología”.
Para bajar al fondo de las obras de Graham Greene —de casi todas— siquiera medianamente, es necesario una formación bastante seria. Es lo que falta. Y dejo a un lado aquellos lectores —que también escriben— y a quienes el nombre de Dios o las lecciones de moral exigente, joyas de la obra de Greene, inquietan su carencia de paz. Por último, estando un atardecer en Oseira, oyó vibrar la campana mayor convocando a los monjes al rezo del Angelus. Aplicó el oído y, sin más, exclamó ante su fiel amigo: “¡Enmudezca la campana, que hable el silencio!”. Estas últimas palabras definen parte de las vibraciones que bullían en su alma.
El padre Durán murió en Vigo el 15 de abril de 2008.
Obras de ~: Universitario y trapense, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1966; Hay un Desierto Dorado, Esplugues de Llobregat (Barcelona), Ediciones Ariel, 1967; La Crisis del Sacerdote en Graham Greene, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1974; Estudio sobre el Poder y la Gloria, de Graham Greene, Barcelona, Luis de Caralt, editor, 1981; Miguel de Palacios, un gran teólogo desconocido, Madrid, Fundación Universitaria Española y Universidad Pontificia de Salamanca, 1988; Graham Greene, Amigo y hermano, Madrid, Espasa Calpe, 1996; Los Médicos con Graham Greene, Madrid, PPC, editorial y distribuidora, 1998; Gerard Manly Hopkins, Soledades y Sonetos Terribles, Madrid, PPC, 1999.
Fuentes y bibl.: Archivo del Monasterio de Oseira.
D. Yáñez Neira, “Durán Justo, Leopoldo”, en VV. AA., La gran Enciclopedia Gallega, t. XIV, Gijón, Silverio Cañada, 2003, pág. 156.
Damián Yáñez Neira, OCSO