Midiz, Miguel. Micael Mides, Micael Midez, Micael Mitis, Migael Midis, Migael Midiz. Señor de Azután. ?, p. s. XII – c. 1146. Jefe militar, alcalde-alguacil de Toledo.
Hijo de don Mido, propietario de una tierra en Algundarín, azud junto al cerro del Cabrón, sobre el río Tajo, en Corral Rubio, término de Talavera; y hermano de Leocadia Midiz, que estuvo casada con Ciprián Illanes.
El mozárabe Miguel Midiz tuvo un papel relevante en el reino toledano, donde logró reunir un significativo patrimonio y aparece documentado como alcalde- alguacil de Toledo (1135) y caíd (alcaide) o jefe militar (1141). Su importancia en la política del ámbito toledano se revela no sólo por estos cargos, sino también por su aparición como testigo o confirmante en documentos emitidos por Alfonso VII y Raimundo, arzobispo de Toledo. Así, Miguel Midiz figura en las donaciones realizadas por el Emperador a la Catedral de Toledo, consistentes en el diezmo de toda la moneda fabricada en Toledo (1137) y el castillo de Canales (1143) y aparece también en el importante documento de 1138 mediante el cual el arzobispo toledano realizó la división entre los bienes correspondientes a la mesa arzobispal y a la mesa capitular.
Es, pues, un personaje de importancia en el reino de Toledo durante las décadas de 1130 y 1140.
En febrero de 1135, Alfonso VII donó a Miguel Midiz la torre de Azután, situada al sur del Tajo y en término de Talavera, con azudas, canales, molinos y todos los términos poblados o yermos. El Monarca especificaba en la donación los términos de Azután, que limitaban con el Huso, el Tajo, el arroyo que, cerca de Alcolea, desembocaba en el citado río, y, en el sector meridional, la divisoria de aguas. El lugar donado era el Bury al-Sultan (“Torre del Sultán”) de las fuentes árabes, una de las plazas fuertes que, junto a Talavera, el califa ‘Abd al-Raűmān III había fortificado en la frontera toledana. La donación se inscribía en la política emprendida por Alfonso VII para implicar a la aristocracia en la defensa de la frontera meridional del reino castellanoleonés.
Las propiedades que este notable mozárabe tenía en el término talaverano contaban con los antecedentes familiares, ya mencionados, de su padre don Mido.
Probablemente herencia paterna era la viña de Corral Rubio, que en 1148 se recordaba que había sido propiedad de Miguel Midiz, lindante con una azuda y próxima a otra viña de Pedro de Agen, obispo de Segovia. Sobre esta base el alcalde-alguacil acrecentaría su patrimonio. En 1139, Miguel Midiz compró a Elvira Díaz su parte en un olivar de Talavera, en el pago de Canales, consistente en doce pies y medio de olivo, por 10 mizcales almorávides. El comprador era propietario del resto del olivar. En término de la citada villa tenía Midiz la viña llamada de Tarakib, que en octubre de 1160 se vendió por 6 mizcales de oro.
También poseía una tierra en los Bañuelos, que luego pasó a sus herederos, según testimonio de mayo de 1178. Estos dos testimonios revelan que el recuerdo de Miguel Midiz, unido a sus antiguas propiedades en tierra talaverana, se mantuvo durante varias décadas.
No era, sin embargo, Talavera el único lugar donde contaba con propiedades Miguel Midiz. En la ciudad de Toledo el citado alguacil adquirió en agosto de 1135 una casa grande con corral a los hijos de Martín ben Bahlul por 80 mizcales almorávides de oro, y, en agosto de 1141, una casa grande y dos tiendas, con sus sótanos y algorfa, en el zoco de los estereros, a su hermana Leocadia Midiz y a su cuñado Ciprián Illanes por 20 mizcales de oro almorávides reales meriníes.
La relevancia de los bienes muebles de Miguel Midiz quedó reflejada en la partición realizada entre su viuda Cecilia y su hija Dominga después de la muerte del alcalde-alguacil, acaecida entre agosto de 1145 y febrero de 1147. Debido al mal estado del documento, sólo se puede saber el valor de algunos bienes, cuya suma supera con creces la nada despreciable cantidad de 114 mizcales de oro. Entre ellos se encontraban dos cojines, un tapete de seda, un tapete de lana, dos tapices, un vaso de plata, dos pendientes y un brazalete de plata, un libro de salmos, un vestido con cenefa de oro y una esclava llamada Zeinab. En la partición estuvo presente doña Matrí, abadesa del Monasterio de San Clemente de Toledo, que recibió también una tienda en el barrio toledano de los estereros y una casita, donde vivía Colomba. Con todo ello la abadesa se apartaba de cualquier reclamación que Dominga, monja de su cenobio, pudiera hacer de la herencia de su padre.
En noviembre de 1160, Cecilia, hija de Sebastián ben Abderráhmen ben Farún y de María, y viuda de Miguel Midiz, dividió con sus hermanos los bienes dejados por sus padres. En el reparto, a Cecilia y a su hermana Leocadia les correspondió la huerta del Prado del Cadí árabe de Toledo, una parte de la alquería de Suafí y los derechos en las salinas de Bechares.
En julio de 1173, la citada Cecilia, postrada en cama por la enfermedad, “pero sana de juicio y entendimiento”, entregaba para después de su muerte todos sus bienes y los de su hija Rama, que estaba bajo su tutela, a Matrí, la mencionada abadesa de San Clemente, con la condición de que ella y sus sucesoras desempeñaran con su hija el papel de curadora y madre. Los bienes de Rama debían aplicarse para su mantenimiento y, a la muerte de ésta, pasarían a las monjas del convento, que se comprometían a tener presente a las dos difuntas en sus oraciones. En caso de que no fueran suficientes, la abadesa podría emplear los bienes que dejaba su madre. Entre el patrimonio cedido al cenobio toledano debía de estar el lugar de Azután, que probablemente pasó a formar parte de las propiedades del monasterio tras el fallecimiento de la principal heredera de los bienes de Miguel Midiz, probablemente a finales del siglo xii.
De hecho, en un documento de febrero de 1217, la abadesa de San Clemente recordaba que la heredad de Azután había llegado a poder del convento a través de Miguel Midiz, aunque en realidad el lugar entró en el monasterio por vía de sus herederos. Más de una década antes, en marzo de 1204, Alfonso VIII de Castilla tomaba bajo su protección el cenobio toledano y le confirmaba, entre otras propiedades, la posesión de Azután, tal y como se la había concedido Alfonso VII a Miguel Midiz. De tal suerte que Azután, originariamente un señorío laico, se convirtió en el único señorío jurisdiccional del Monasterio de San Clemente de Toledo, en cuyo poder se mantendría hasta el final del Antiguo Régimen.
Fuentes y bibl.: Biblioteca Nacional, ms. 13.093, fol. 81.
A. González Palencia, Los mozárabes de Toledo en los siglos xii y xiii, Madrid, Instituto Valencia de Don Juan, 1926-1930 (4 vols.), prelim., págs. 87 y 219-227; vol. I, n.os 23, 26, 29, 64 y 193, vol. III, n.os 923, 970, 984, 1005, 1007 y 1042; J. González, Repoblación de Castilla la Nueva, vols. I y II, Madrid, Universidad Complutense, 1975-1976, pág. 222 y pág. 167, respect.; J. Vallvé, La administración territorial de la España musulmana, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1986, pág. 312; J. C. Vizuete mendoza, Azután en el Antiguo Régimen, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 1993, págs. 17-20; F. J. Hernández, Los Cartularios de Toledo. Catálogo documental, Madrid, Fundación Ramón Areces, 1996, n.os 38-39, 47 y 61; E. Rodríguez-Picavea Matilla, La villa y la tierra de Talavera en la Plena Edad Media. Orígenes, desarrollo y consolidación de un concejo de realengo (siglos XI-XIII), Talavera de la Reina, Ayuntamiento, 1996, págs. 21, 56-57, 67, 117-118 y 147.
Enrique Rodríguez-Picavea Matilla