Fueron sus padres Francisco Domínguez y Petrona Hernández. Con intención de dedicarse al comercio se trasladó a Buenos Aires, pero los sucesos de los que fue testigo fueron modificando su porvenir. Estalladas las invasiones inglesas al Río de la Plata se involucró en la lucha y por su brioso desempeño fue ascendido a subteniente de la 4.ª compañía del Cuerpo de Arribeños hacia fines de 1806. Estuvo presente en el choque acaecido en los corrales de Miserere. Participó de la defensa de la ciudad a raíz de la segunda invasión y fue promovido a capitán de la Compañía de Granaderos del Batallón de Arribeños el 2 de diciembre de 1807. En 1809 obtiene el nombramiento de capitán graduado. Como vecino reconocido fue invitado al Cabildo abierto del 22 de mayo, donde su voto apoyó la figura de Cornelio Saavedra con la única salvedad de que el síndico procurador debía tener voto activo y decisivo. En junio de 1810, y bajo las órdenes de Francisco Ortiz de Ocampo, tomó parte de la expedición al Alto Perú, al mando de la Compañía de Granaderos. Fue partícipe de la captura de los rebeldes contrarrevolucionarios, proceso que terminó con el fusilamiento de los complotados —entre ellos, Santiago de Liniers— en Cabeza de Tigre el 26 de agosto de 1810. Estuvo presente en el ataque de Santiago de Cotagaita y luego en el desgraciado choque del Desaguadero, el 20 de junio de 1811. Fue designado comandante de su batallón y debió sofocar, junto con el coronel Juan Antonio Argerich, una sublevación de cabos y soldados. En 1811 fue promovido a sargento mayor y, de vuelta en Buenos Aires, fue destinado al Regimiento 3 y luego al Regimiento 2 de Patricios siendo efectivizado como coronel de dicho Cuerpo el 14 de mayo de 1812. [...]