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José Alberto Palanca y Martínez Fortún

Biografía

Palanca y Martínez Fortún, José Alberto. Palma de Mallorca (Islas Baleares), 23.IV.1888 – Madrid, 8.XI.1973. Médico, catedrático, sanitario.

Aunque nació en Palma de Mallorca, vivió sus primeros años en La Habana, ya que su padre era militar, hecho que sin duda le atraería en un futuro para su desarrollo personal. De vuelta a España, su padre fue destinado a Granada donde José Alberto realizó el bachillerato. Acabado éste, comenzó sus estudios de la licenciatura de Medicina en la Facultad de Granada, siendo alumno interno, por oposición, de la Cátedra de Patología Quirúrgica que regentaba Víctor Escribano García. Recién acabada la carrera, a los diecinueve años, obtuvo el Premio Extraordinario de licenciatura e ingresó en el Cuerpo de Sanidad Militar.

En 1912 accedió al grado de doctor con la tesis La fiebre tifoidea en el Ejército y sus profilaxis, que fue calificada con Premio Extraordinario. Tras varios destinos militares en la Península y en Marruecos, llegó a Santiago de Compostela, donde se incorporó, además, durante el tiempo que le quedaba libre de sus quehaceres militares, a la Facultad de Medicina, ganando una plaza de profesor auxiliar de Anatomía, puesto que desempeñó hasta su traslado a Madrid. Estos años fueron trascendentes para él, pues se fraguó su vocación universitaria y tomó la decisión de hacer oposiciones a cátedra. Entre 1915 y 1922 fue destinado a Madrid como jefe del Laboratorio de Bacteriología del Hospital Militar de Carabanchel. En 1921 ingresó en el cuerpo de Inspectores Provinciales de Sanidad.

En 1923 obtuvo, por oposición, la Cátedra de Higiene y Bacteriología de la Facultad de Medicina de Sevilla, sustituyendo a Antonio Salvat y Navarro, aunque no abandonó su carrera militar, por entonces compatible con cargos universitarios. En esos dos años reorganizó la cátedra de Sevilla creando incluso un Servicio de Enfermedades Infecciosas. En 1925 se trasladó a Madrid tras ser nombrado inspector provincial de Sanidad, solicitando la excedencia en la cátedra ante la imposibilidad física de estar en Sevilla y Madrid con la dedicación que requerían las dos responsabilidades.

Durante este período se desplazó a la Public Health School of John Hopkins en Baltimore, pensionado por la Fundación Rockefeller, donde estudió diversos problemas de organización sanitaria en Estados Unidos. Posteriormente, en 1930, fue nombrado director general de Sanidad, cargo del que dimitió en 1931, aunque, acabada la Guerra Civil, fue nombrado de nuevo para el mismo cargo, llegando a estar en él veinte años en total. Comprometido con el Ejército franquista durante la guerra, desempeñó el cargo de jefe nacional de Sanidad con sede en Valladolid. En 1940 obtuvo, por concurso de traslado, la Cátedra de Higiene de la Universidad Central. En 1951 fue ascendido a general de división a la vez que nombrado jefe del Cuerpo de Sanidad Militar.

Realizó una meritoria labor en el campo de la Higiene y la Sanidad. En este sentido, es de destacar su dedicación e importante trabajo en la lucha antituberculosa, labor que fue unánimemente reconocida, de la misma forma que cuanto hizo en relación con el tifus exantématico y la lucha antipalúdica, enfermedades todas ellas muy extendidas entre la población española. Su labor en esta última área fue realmente muy importante ya que, cuando llegó para hacerse cargo del problema, en España existían nada menos que seiscientos mil casos de paludismo y, cuando lo abandonó, tan sólo dieciséis. Fue además uno de los auténticos creadores de la Escuela Nacional de Sanidad y del Instituto Nacional de Oncología. Fundó los Archivos Españoles de Higiene Pública, que se convirtió en una revista de referencia sobre estos temas, aportando en ella las instrucciones para el desarrollo de la mejor higiene del momento, así como los cambios que se iban produciendo en la incidencia de las enfermedades infecciosas. Aunque muy encuadrado por sus compañeros como un médico que se dedicaba a la política, en realidad no fue así, ya que siempre se comportó, en todos los sentidos, más como sanitario que como político. En su haber debe anotarse la gran labor que hizo en la posguerra desde su posición de hombre de gran influencia política pero respetado por la labor que ya había hecho antes de comenzar la contienda nacional, para conciliar a todos los médicos, independientemente de su ubicación durante aquella, haciendo una clara defensa de todos ante las autoridades.

De su gran cantidad de publicaciones cabe destacar, sin duda, su libro Manual de higiene general, que marcó una época por sus grandes conocimientos y experiencia, además de por su claridad expositiva. Otro libro emblemático fue Medio siglo al servicio de la Sanidad Pública, en el que comunicó sus enormes esfuerzos, no siempre bien valorados, en el trabajo por erradicar diversas enfermedades y mejorar la higiene general de la población. Publicó además un conjunto de artículos sobre su experiencia en esos años, algunas consideraciones sobre la sanidad en Estados Unidos, que conocía bien, así como multitud de estudios epidemiológicos sobre las enfermedades infecciosas en España. Igualmente importante fueron sus comunicaciones sobre las epidemias que aparecieron tras la contienda civil y, en general, sobre los aspectos sanitarios en España y sus diferentes ciudades y zonas geográficas.

Fue representante de España en l’Office International de Higiene Publique, vicepresidente de la Sociedad Española de Higiene y miembro honorario del Consejo Nacional de Sanidad. Recibió múltiples honores, entre ellos, la Gran Cruz de Sanidad y de la Beneficencia, la del Mérito Militar por sus servicios en las campañas de África y España, la de San Lázaro de Jerusalén y la de San Hermenegildo. En 1931 fue elegido diputado en las Cortes por la provincia de Jaén bajo la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). En su haber queda también su entrega en la reorganización del Colegio de Médicos y de Previsión Sanitaria Nacional.

En 1929 ingresó como académico de número en la Real Academia de Medicina con el discurso “El problema de la fiebre tifoidea en España”. En 1953 fue elegido presidente, en sustitución de Fernando Enríquez de Salamanca, de dicha corporación, cargo que desempeñó hasta su muerte. Durante ese período representó a la Real Academia dignamente, procediéndose a una revisión de los Estatutos. En 1943 leyó el discurso de apertura sobre Las epidemias en la postguerra.

 

Obras de ~: Manual de Higiene general, Madrid, Gráfica Universal, 1926; Las epidemias de la postguerra, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, J. Cosano, 1943; Importancia social de la Sanidad Pública, Madrid, Escuela Social de Madrid, 1944; El progreso sanitario de España en la primera mitad del siglo XX, Madrid, Ministerio de la Gobernación, Dirección General de Sanidad, Sección de Puericultura, Maternología e Higiene escolar, 1950; Sociología Sanitaria y Medicina Social en España, Madrid, Universidad, Estades Artes Gráficas, 1958; Medio siglo al servicio de la Sanidad Pública, Madrid, Cultura Clásica y Moderna, 1963.

 

Bibl.: M. Bermejillo Martínez, “Sesión Necrológica en Memoria del Excmo. Sr. D. José Alberto Palanca Martínez-Fortún”, en Anales de la Real Academia Nacional de Medicina, 90 (1973), págs. 589-622; M. Gómez Santos, “José Alberto Palanca”, en Médicos que dejan huella, Madrid, Sala Editorial, 1973, págs. 419-436; V. Matilla Gómez, “Excmo. Sr. D. José Alberto Palanca y Martínez-Fortún”, en Galería de Presidentes de la Real Academia Nacional de Medicina, Madrid, Real Academia Nacional de Medicina, 1982, págs. 239-251; M. Díaz-Rubio, Médicos españoles del siglo XX. Segunda serie, Madrid, You & Us, 2003.

 

Manuel Díaz-Rubio García