Almagro y Salas, Juan Antonio. Almería, 17.I.1773 – Madrid, 1845. Alcalde del crimen de Extremadura, consejero de Navarra y senador.
Hijo del doctor Juan Bautista Almagro y Valera, natural de Úbeda, alcalde del crimen honorario de la Chancillería de Granada y comisionado de caminos de Almería, y de María Manuela de Salas y Perales, natural de Orihuela.
Ingresó en beca de teólogo al Colegio de Santiago de la ciudad de Granada (1 de octubre de 1788), manteniéndose en él durante tres años y graduándose de bachiller en Filosofía por la Universidad de Granada (13 de febrero de 1791) y ese mismo año sustituyó la cátedra de Lógica. Al poco tiempo tomó posesión de una beca jurista en el Colegio de San Miguel de Granada (4 de febrero de 1792) y se graduó de bachiller en Derecho Civil (10 de mayo de 1794), trasladándose a la Universidad de Orihuela, donde se graduó de bachiller en Cánones (abril de 1797) y de licenciado y doctor (1797).
Se estableció en Madrid y allí fue admitido en la Real Academia de Jurisprudencia Práctica de la Concepción, sita en los Reales Estudios de San Isidro, y fue elegido su juez secular, archivero, revisor general, e individuo de la comisión que reformó sus estatutos, y, además, formó para el archivo un reglamento que se mandó observar. Ingresó, luego, a la Academia de Derecho Español y Público de los mismos Reales Estudios (marzo de 1798) y en ella fue elegido fiscal y censor. Después de haber asistido a los estudios de los abogados Juan Madrid Dávila y Juan Pedro Martínez Remacha, fue examinado y aprobado como abogado por los Reales Consejos (31 de agosto de 1798). Fue admitido como miembro de la Sociedad Económica de Madrid (1803), de la que fue bibliotecario (1805) y socio corresponsal de la Real Asociación de Caridad para el socorro de presos (1803).
La Junta de Gobierno de Sevilla le nombró secretario de su sección de Gracia y Justicia (1808), desempeñándose luego como auditor del ejército que, a las órdenes del marqués del Socorro, ocupó una parte de Portugal y en el mismo fue asesor subdelegado de los cuerpos de artillería e ingenieros. Después de la vuelta al trono de Fernando VII se estableció en Almería y fue elegido socio corresponsal de la Real Sociedad Económica de Granada (1816), y tras el Trienio Liberal fue nombrado contador de la junta de examen y liquidación de créditos a cargo de Francia (5 de mayo de 1825) y en el año siguiente, sobre consulta de Cámara (12 de abril de 1826), fue nombrado alcalde del crimen de la Real Audiencia de Extremadura para reemplazar a Miguel Lerín de Bracamonte, despachándosele su título a las pocas semanas (3 de mayo de 1826) y en ella se mantuvo hasta su provisión como oidor de la Real Audiencia de Mallorca (1831).
Cuando, como consecuencia de la nueva situación política, se trasladó a todos los ministros del Consejo de Navarra (29 de octubre de 1832), Almagro y Salas fue uno de los nuevos letrados designados para ocupar una plaza en él (14 de noviembre de 1832), pero no llegó a trasladarse a Pamplona, pues fue destinado a una plaza de oidor en la Real Audiencia de Sevilla para la vacante por jubilación de Martín Javier Múzquiz (10 de enero de 1833) y fue nombrado para sustituirle en Navarra Serafín Chavier, que servía como alcalde del crimen en Barcelona.
En Sevilla fue nombrado subdelegado de Fomento de la ciudad (14 de diciembre de 1833) en lugar de Marcial Antonio López, que se había excusado. Posteriormente fue magistrado de la Audiencia territorial de Madrid, de la que llegaría a ser presidente y años más tarde fue elegido senador por las Islas Baleares (1844).
Fuentes y bibl.: Archivo Histórico Nacional, Consejos, leg. 12.157, n.º 72; leg. 13.365, n.º 45; lib. 741, fol. 132r., 198v.-199r., 217v., 225r.-225v.
M. A. Pérez de la Canal, “Documentos inéditos sobre la creación de los Subdelegados de Fomento y los primeros nombramientos”, en Cuadernos de Historia del Derecho, 4 (1997), págs. 295-296; E. Navarrete Martínez, La Academia de Bellas Artes de San Fernando y la pintura en la primera mitad del siglo xix, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1999, págs. 49 y 451-452.
Javier Barrientos Grandon
