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José Sartorio Terol

Biografía

Sartorio Terol, José. Cartagena (Murcia), 7.II.1761 – Madrid, 30.XII.1843. Marino, XIX capitán general de la Armada.

Era originario de una familia humilde, aunque hidalga. Sus padres fueron José Sartorio, natural de Cartagena, y Vicenta Terol, nacida en Onteniente (Valencia), que le dieron la mejor educación posible dadas sus limitaciones económicas. Ingresó muy joven en el Colegio Naval de San Telmo de Málaga, donde destacó por los conocimientos adquiridos en matemáticas, y al terminar sus estudios se embarcó en buques mercantes, haciendo una campaña en el Mediterráneo y otra a América del Norte, pasando después como agregado al Observatorio Astronómico de Guardiamarinas de Cádiz (3 de noviembre de 1776) para colaborar con los capitanes de navío Varela y Tofiño en la edición de los almanaques náuticos, hasta que fue ascendido a alférez de fragata (8 de julio de 1780), ingresando en el cuerpo general de la Armada.

Acompañó al teniente de navío Luis Arguedas a la isla de Santo Domingo, a observar un eclipse de Sol (anular en aquella isla) el 21 de abril de 1781. Al regreso, tuvo que hacer el servicio agregado a batallones y de ayudante del arsenal de la Carraca, ascendiendo a alférez de navío (4 de octubre de 1783).

A principios del año siguiente, embarcó en el navío Rayo, con el que condujo a Mahón al Regimiento de Infantería de Guadalajara. Al regreso a Cádiz, quedó desembarcado por desarme del navío, hasta que como consecuencia del naufragio en Peniche (costa de Portugal) del navío San Pedro de Alcántara, que traía de América un rico cargamento de caudales, fue embarcado Sartorio en la corbeta Colón, a las órdenes del capitán de navío Francisco Javier Muñoz, con la que salió de Cádiz en conserva de otros buques para la extracción del tesoro y todo lo demás que conducía el navío. Concluida esta importante, dilatada y trabajosa operación, regresó a Cádiz, quedando desembarcado.

En 1788, es destinado a las órdenes del ingeniero en jefe Tomás Muñoz, para la obra de la muralla del Sur de la plaza de Cádiz. Durante esta comisión ascendió a teniente de fragata (21 de septiembre de 1789), y a su conclusión obtuvo licencia para Madrid (1792), pasando a finales del mismo año destinado al Departamento de Ferrol, donde a su llegada fue embarcado en el buque insignia del jefe de escuadra Gabriel de Aristizábal, con cuya escuadra se trasladó a Cádiz, en donde pasó al navío América, uno de los que componían la del mando de José de Córdova, e hizo una salida a las islas Terceras.

Ascendió a teniente de navío (4 de octubre de 1792), y, al regreso de la anterior comisión, se trasladó al navío Conde de Regla, de la escuadra de Juan de Lángara, con la que salió para el Mediterráneo, y en combinación con la inglesa de lord Hood, tomaron posesión del puerto, arsenal y fortalezas de Tolón.

Sartorio concurrió a las operaciones de guerra que produjeron la ocupación y sostenimiento de la ciudad, y trasbordado al navío Bahama, salió con la división del general Juan Joaquín Moreno, a desempeñar una comisión a Génova y la Spezia, volviendo a Tolón. Se halló Sartorio en la evacuación de dicha ciudad, y con la lancha armada de su navío a las órdenes del brigadier mayor general de la escuadra Ignacio María de Álava, protegió el reembarco sosteniendo el empuje de la artillería volante de las legiones republicanas.

Llevada a cabo esta operación, pasó con la escuadra a Cartagena, en donde fue trasbordado al navío Soberano y de él al Santísima Trinidad, prosiguiendo la campaña sobre Rosas, Santa Margarita e islas Hyeres, hasta que se firmó la Paz de Basilea. En el mismo navío, integrado en la escuadra de José de Córdova y con su insignia, a la rotura de las hostilidades con la Gran Bretaña, salió de Cartagena (1 de febrero de 1797), pasó al Océano, y en las inmediaciones del cabo de San Vicente, el 14 del mismo mes, sostuvo combate con la escuadra inglesa del almirante Jervis con los resultados conocidos, en donde desconcertada y en dispersión la escuadra española, el general Córdova, para evitar males mayores, se enfrentó con el navío de su insignia contra toda la escuadra enemiga, recibiendo un fuego terrible y los descalabros y pérdidas que son consecuentes, quedando su navío desarbolado y con más de la tercera parte de la dotación, muerta o herida. Después de la acción, el general con su plana mayor, desembarcó del navío, y este, armando bandolas (arboladura y aparejos provisionales), se dirigió en demanda de la bahía de Cádiz, teniendo a los pocos días otro combate en las inmediaciones del cabo Cantin contra una división inglesa de navíos y fragatas, que rechazó a pesar del empeño que pusieron en apresarlo. Regresó a Cádiz el 3 de marzo siguiente, y trasbordó al navío Príncipe de Asturias, de la escuadra de José de Mazarredo, en la que concurrió a todas las operaciones del bloqueo por los ingleses y al ataque de las fuerzas sutiles que dirigía en persona el almirante Nelson. El 6 de febrero de 1798, salió de Cádiz con la misma escuadra en persecución de la inglesa que bloqueaba el puerto, y regresó a los pocos días. Volvió a repetir la salida, esta vez por el Mediterráneo (13 de mayo de 1799) y se incorporó en Cartagena con la escuadra francesa del almirante Bruix, pasó a Cartagena y después a Brest. Mientras Sartorio había trasbordado al de su igual clase Mejicano. En aquel Departamento marítimo francés fue destinado a las órdenes de Antonio Miralles, para el apostadero de fuerzas sutiles de Torlinguet, en la boca del puerto, al objeto de batir las avanzadas de la escuadra inglesa que lo bloqueaba. El 13 de mayo de 1802 regresó a Cádiz con el navío y escuadra de su destino, y volvió a trasbordar al Príncipe de Asturias, siendo al mismo tiempo nombrado oficial de órdenes del general Domingo Nava, y con cuya escuadra salió para Liorna (5 de junio siguiente), desde donde transportó a Barcelona a los Reyes de Etruria.

Ascendió a capitán de fragata en la promoción general que hubo el 5 de octubre de 1802, y concluida la anterior campaña, regresó a Cartagena, de donde se trasladó a Cádiz de transporte en la fragata Flora (1 de marzo de 1803), saliendo a su llegada para Madrid con Real permiso, y concediéndosele la cruz y placa de la orden militar de San Esteban por el Gran Duque de la Toscana. Finalizada la licencia fue destinado a la Dirección general de la Armada, como ayudante secretario (3 de mayo siguiente), y lo sirvió hasta el 11 de mayo de 1804, que fue destinado de nuevo al departamento de Cádiz. Embarcó de tercer comandante del navío Santísima Trinidad (16 de febrero de 1805), uno de los que componían la escuadra combinada de España y Francia, a las órdenes del vicealmirante Villeneuve y del teniente general Gravina, con la que salió el 20 de octubre siguiente y se halló en el combate naval, que al día siguiente, 21, sostuvo dicha escuadra contra la inglesa mandada por el almirante Nelson en las proximidades del cabo de Trafalgar. Su navío fue uno de los que con más heroísmo sostuvo el pabellón de España hasta que se hundió; Sartorio fue hecho prisionero y, una vez canjeado, se reincorporó a Cádiz.

Fue ascendido a capitán de navío (9 de noviembre de 1805), y en las baterías del Arsenal de la Carraca concurrió, entre el 9 y 14 de junio de 1808, al combate y rendición de la escuadra francesa del almirante Rosilly. Al poco tiempo, se le confirió la Comandancia Militar de Marina de la provincia de Gijón (5 de agosto de 1809). Desempeñó dicho cargo hasta el 31 de enero de 1810, que por haber entrado los franceses en la ciudad, se fugó y se dirigió a Ferrol, de donde regresó a Cádiz (2 de junio del mismo año).

Por Real Orden de 30 de agosto de 1811 se le confirió el mando de la fragata Sabina, con la que salió el 20 de septiembre siguiente para Portsmouth (Inglaterra), con el objetivo de carenarla en aquel arsenal británico; una vez realizado, regresó a Cádiz (29 de junio de 1813), y cesó en dicho mando el 8 de julio siguiente. Pero no estuvo mucho tiempo sin mando, pues obtuvo el del navío San Pedro Alcántara, que desempeñó hasta el 23 de noviembre de 1814, fecha en que cesó en el mismo, para tomar el mando, meses después, del de la fragata Soledad (3 de marzo de 1815) y volver a mandar la Sabina, días después (12 del mismo mes), con la que salió escoltando un convoy de tropas para Veracruz (14 de abril siguiente).

Fue promovido a brigadier en la promoción de 30 de mayo de 1815, y con la fragata de su mando regresó a Cádiz, procedente de Veracruz y La Habana con caudales (21 de marzo de 1816), y a petición suya y por su mal estado de salud, cesó en el mando de la fragata Sabina (21 de junio siguiente), quedando sin destino en el departamento. Se le concedió licencia para Madrid (14 de marzo de 1817), para recuperar su salud y se le prolongó por un año (27 de junio siguiente), en Bañeras (Francia). Al finalizar la licencia se presentó en el departamento gaditano (30 de julio de 1818). Fue nombrado por Real Orden para una comisión reservada en las provincias de ultramar (8 de agosto de 1820), para la cual salió de Cádiz (11 de noviembre) embarcado de transporte en la fragata Ligera, en demanda de la Costa Firme, como presidente de la comisión pacificadora designada para aquellas provincias. Al llegar a La Guaira, se encontró con que se había pactado un armisticio entre Bolívar, jefe de los disidentes, y el general español Morillo, conde de Cartagena, siendo allí, por lo tanto, inútil su presencia.

Se trasladó a Caracas con el objeto de ponerse en más fácil comunicación con Bolívar, que como jefe superior de los insurgentes, era a quien más urgía reducir. No escatimó para ello Sartorio esfuerzo y, a consecuencia de éste, mandó Bolívar a España dos comisionados suyos con proposiciones para el Gobierno.

Mientras esperaba Sartorio en Costa Firme el resultado de dicha comisión, se rompió el armisticio por Bolívar. Los acontecimientos a que la lucha fue dando lugar y la prevención y el odio con que los obcecados insurgentes miraban la misión pacífica de los comisionados del Gobierno español, forzaron a Sartorio a trasladarse a Caracas y a dirigirse sucesivamente a La Guaira y Puerto Cabello, y allí pasó Sartorio tres meses, en medio de las más crueles privaciones y absolutamente incomunicado con el Gobierno. En esta situación le propuso Bolívar una conferencia, que se celebró en San Esteban; pero ningún resultado produjo esta entrevista con el jefe insurgente, porque fiel y celoso observador Sartorio de las instrucciones de su Gobierno, nada podía ceder que en lo más mínimo perjudicase a la integridad de la Monarquía. Al fin, la completa falta de recursos, unida al deseo de salir del estado angustioso de incertidumbre que le atormentaban, le obligaron a salir para Curaçao, donde recibió pliegos del Gobierno en que se le mandaba que volviese a Costa Firme a continuar su misión pacificadora, asegurándole que allí se le enviarían desde La Habana los auxilios necesarios. Aleccionado Sartorio por sus anteriores experiencias, se dirigió a La Habana en busca de los auxilios que se le ofrecían, pero fueron vanos cuantos esfuerzos hizo para que se le facilitaran.

No desmayó Sartorio a pesar del desengaño, cuando tuvo lugar el cambio político en España (octubre de 1823), y a consecuencia de él, dio por terminada su misión y regresó a la Península. El Gobierno del Rey se mostró satisfecho de su labor.

Desempeñó varias comisiones en la capital departamental gaditana, hasta que fue nombrado comandante en jefe de los cruceros (patrulleros) de la Península (6 de marzo de 1826), a cuyo efecto fijó su residencia en Algeciras. El 12 del mismo mes ascendió a jefe de escuadra con la antigüedad de la promoción de 14 de julio de 1825, y a los pocos meses cesó en su anterior cometido, pasando a Madrid a las órdenes de S. M. Una vez allí, fue nombrado vocal de la junta de la Dirección General de la Armada y de la de Aranceles (9 de marzo de 1827). Más tarde, fue designado para mandar la división naval que debía ir a Nápoles por la reina María Cristina de Borbón (20 de julio de 1829); para ello se trasladó a Ferrol, y el 7 de agosto salió con dicha división, arbolando su insignia en el bergantín Realista, y el 12 entró en Cádiz, donde se anularía la comisión, y, en consecuencia, regresaría a la Corte. Se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden americana de Isabel la Católica (22 de diciembre de 1829). Se encargó de la Dirección General por enfermedad de Juan María de Villavicencio (14 de enero de 1830) y por Real Orden de 2 de febrero siguiente fue nombrado vocal de la Junta Superior del gobierno de la Armada, al desaparecer la Dirección General por reorganización de la Armada.

El 7 de mayo entregó la Dirección General la Armada al conde de Venadito, por fallecimiento de Villavicencio.

Después, fue designado Consejero en el Supremo de la Guerra (29 de agosto de 1831), y, más tarde, vocal de la Junta Suprema de Sanidad del reino (20 de mayo de 1832). Sin dejar ninguno de estos dos cargos, se nombró al general Sartorio vocal de la Junta Superior de Gobierno y Administración económica de la Armada (1834). En el mismo año, se suprimió el Consejo Supremo de la Guerra, creándose en su lugar el Tribunal Supremo de Guerra y Marina, nombrándosele ministro del mismo, en el que por su antigüedad llegó a ser decano.

Por Real Decreto de 28 de agosto de 1835 fue designado secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina en el Gabinete presidido por el conde de Toreno. No duró mucho en este puesto, el 14 de septiembre, a la par del resto del Gobierno, presentó su dimisión, continuando de decano del Tribunal Supremo.

Ascendió a teniente general de la Armada (11 de noviembre de 1836), siguiendo en el desempeño de sus funciones hasta el 1 de diciembre de 1840 en que solicitó la jubilación de su destino. Por Real Orden de 15 de febrero de 1842, se dispuso que quedase exento de todo servicio en atención a su avanzada edad.

Así permaneció Sartorio en Madrid, hasta que por Real Decreto de 12 de febrero de 1842 fue elevado a la más alta dignidad de la Armada, capitán general de la Armada, con la presidencia del Almirantazgo que era anexa, con motivo del fallecimiento de Francisco Javier de Uriarte, su comandante en el navío Santísima Trinidad en la sangrienta batalla naval de Trafalgar. Poco disfrutó el general Sartorio de la suprema dignidad a que le habían conducido su antigüedad, sus méritos y distinguidos servicios, por que, en razón de su avanzada edad y achaques, pocas veces presidió el Almirantazgo, y sólo ponía el cúmplase en las patentes y Reales despachos de los jefes y oficiales del cuerpo.

El general Sartorio falleció de muerte natural en Madrid a la edad de ochenta y dos años y sesenta y siete de honrosos servicios a su patria. Por sus singulares dotes ascendió desde piloto hasta la más alta dignidad de la Armada. Se distinguió por su instrucción, celo, lealtad y valor heroico. Su nombre fue respetado por todos los partidos políticos y halagado por todas las opiniones.

Estuvo casado con Margarita Bilbao y Baena, originaria de Tarifa y viuda del cónsul de Francia en Cádiz, Carlos Agacino. Uno de sus hijos, José Sartorio y Bilbao, ingresó en la Armada (1806), alcanzando el empleo de capitán de fragata.

 

Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), Exps. personales, leg. 620 / 1148.

F. P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, t. III, Madrid, Imp. de F. García, 1873, págs. 405-412; D. de la Valgoma y El Barón de Finestrat, Real Compañía de guardiamarinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, t. 3, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1955, asientos 2880 y 2947, págs. 446, 447 y 481; J. M. Martínez-Hidalgo, “Biografía de José Sartorio y Terol”, en VV. AA., Enciclopedia general del mar, t. VII, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957, pág. 1232; F. González de Canales, “Biografía de José Sartorio y Terol, XIX capitán general de la Armada”, en Catálogo de pinturas del Museo Naval, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000, págs. 104 y 105.

 

José María Madueño Galán

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