Navarro, Joaquín. Quinito. Sevilla, 22.VIII.1871 o 22.IX.1873 – 15.II.1936. Torero.
El sevillano Quinito, matador de toros en los años cruciales del paso del siglo XIX al XX, entre las temporadas de esplendor y de despedida de Rafael Molina Sánchez Lagartijo y Rafael Guerra Bejarano Guerrita, y la llegada a la fiesta de las nuevas generaciones de figuras, es un claro ejemplo de los diestros que, tras comenzar en la periferia del toreo, acaban instalándose en una buena posición.
Tras contratarse unos años como banderillero, método usual de los toreros de esa época de adquirir oficio y nombre, en Madrid debutó como novillero el 8 de marzo de 1891, alternando con Cándido Martínez Mancheguito, sin que de su labor, ante reses mansas de José Torres y López Plata, quedase nada reseñable. Mejoró algo en su siguiente actuación en ese coso, que tuvo lugar el 9 de agosto. Ese día toreó con Raimundo Rodríguez Valladolid y José Rodríguez Pepete, ante novillos de Faustino Udaeta y Joaquín Castrillón. Pérez López reseña de ese día: “Quinito estuvo mediano con la muleta y muy bien con la espada, palmas en los dos toros y un aviso en el tercero. Trabajador en quites”. Dos novilladas toreó en Madrid en 1892, el 7 y el 15 de agosto (en la primera quedó bien y en la segunda estuvo mal).
Tomó la alternativa el 21 de septiembre de 1892 en Écija (Sevilla), de manos de José Sánchez del Campo Cara Ancha. No toreó en Madrid en 1893, y sí al año siguiente, el 4 de marzo, alternando con Rafael Bejarano Torerito y Francisco González Faíco. Aunque la corrida era la de su presentación en la capital, no hubo ceremonia de confirmación de alternativa. Según Pérez López, “en su primero toreó mejor que mató y escuchó palmas. En el cuarto [en realidad, en el quinto] ni toreó ni mató, escuchó dos avisos y protestas. En la brega trabajó y se adornó mucho”. Ésa fue su única actuación esa temporada en Madrid, en una plaza en la que Guerrita y Antonio Fuentes, las figuras del momento, hicieron catorce y trece paseíllos, respectivamente. Y dieciséis y trece, por ese orden, Luis Mazzantini y Emilio Torres Bombita, en la siguiente campaña.
Aquel fracaso madrileño influyó en la carrera de Quinito, que, ausente de los carteles de la capital en 1895 y 1896, buscó contratos en plazas de Portugal, Francia, México y otros países americanos. El nombre que ganó en esas actuaciones le sirvió para que le contrataran de nuevo en Madrid, en 1897, para dos corridas. Quedó bien en esos festejos, y, a partir de entonces, su trayectoria tomó un nuevo impulso. Convertido ya en figura, en 1902 toreó doce corridas (por las catorce de Ricardo Torres Bombita Chico, que lideró el escalafón madrileño de ese año) y diez en 1903 (por once de Bombita Chico). Esos dos fueron los años de mayor gloria de Quinito; con Machaquito en figura, en 1904 hizo un único paseíllo en Madrid, ninguno en 1905, cinco en 1906, ninguno en 1907 y cinco en 1908. De 1909 a 1913 no toreó en Madrid, plaza a la que regresó en 1914 para actuar en cuatro ocasiones. Ese mismo año se despidió de los ruedos, el 20 de septiembre, en Barcelona. En la fiesta ya mandaban José Gómez Gallito y Vicente Pastor, y el tiempo de Quinito había pasado. “Rico, propietario y afable —dice Cossío— se sintió su muerte, ocurrida en Sevilla a los sesenta y cuatro años de edad”. Y añade: “Quinito ha pasado como el prototipo del torero sabio que utiliza sus conocimientos para torear con patentes ventajas. Toreaba, efectivamente, despegado, pero en su buena época, sin dar sensación de medroso, sino más bien de inteligente”.
También es el prototipo de la perseverancia, la de un torero que supo alejarse de los ruedos españoles cuando aquí no tenía sitio, para regresar maduro y recoger los frutos de su esfuerzo.
Bibl.: L. Vázquez Rodríguez, Joaquín Navarro (Quinito), Madrid, Tipografía Ambrosio Pérez, 1901 (Bibl. Taurina, XXIII); Don Ventura (V. Bagués), Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imprenta Castells-Bonet, 1943 (ed., Barcelona, de Gassó Hermanos, 1970); J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. III, Madrid, Espasa Calpe, 1943, págs. 667-668; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; D. Tapia, Historia del toreo, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1992; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.); V. Pérez López, Anales de la plaza de toros de Madrid (1874-1934), t. I (vol. 2) y t. II (vol. 3), Madrid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 2004 y 2006, respect.
José Luis Ramón Carrión
