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Pedro Joseph García Balboa

Biografía

García Balboa, Pedro Joseph. Martín Sarmiento. Villafranca del Bierzo (León), 9.III.1695 – Madrid, 7.XII.1772. Benedictino (OBS), polígrafo.

Su padre, Alonso García de Cerage (c. 1650), natural de Meilide, Cerdedo (Pontevedra), cursó Humanidades en el colegio de los jesuitas en Santiago hacia 1660; con los maestros barrocos compostelanos se hizo maestro arquitecto; dirigió las obras del monasterio de Samos (Lugo) y hacia 1680 fue llamado de allí a Villafranca para dirigir las obras de la colegiata y el palacio de los marqueses; aquí contrajo matrimonio, en 1682, con Clara Balboa Sarmiento de Quiroga, oriunda de Casa de Perros, Pascais, Samos (Lugo). Ambos cónyuges eran del linaje de los Sarmientos, ya que por la línea del padre, cinco generaciones atrás de Pedro Joseph, hay un Diego García Sarmiento. En Villafranca nacieron los primeros cuatro hijos del matrimonio (José Antonio, 1683, jesuita; Alonso Antonio, 1683, sacerdote diocesano; María Bernarda, 1693; y Pedro Joseph). En 1696, la familia se instaló en Pontevedra, donde el padre fue nombrado correo mayor, y allí nacieron otros tres hermanos: Francisco Javier (1700), que llegó a ser comisario de Marina en Pontevedra y fue destinatario de un grupo numeroso de cartas del fraile (se conservan más de un centenar, escritas entre 1739 y 1769); en el mismo año 1700, nació la hermana Francisca Clara y seis años más tarde, Ana Rosa.

Cursó las primeras letras en el colegio de los jesuitas de Pontevedra. Más tarde, hasta 1710, siguió estudios en el monasterio benedictino de Lérez; en este monasterio (1699-1705) y en el de Poio, fue pasante y lector Feijoo, de quien se haría amigo y defensor veinte años más tarde. El 3 de mayo de 1710 salió de Pontevedra para Madrid, donde tomó el hábito benedictino, en el convento de San Martín; profesó en esta Orden el segundo día de Pentecostés (24 de mayo de 1711); comenzó a firmar como “Martín (en honor al patrón de su convento) García Sarmiento”.

Entre 1711 y 1714 estudió Artes en el colegio que su Orden tenía en Irache (Navarra). Desde 1714 hasta junio de 1717, cursó estudios universitarios en el colegio de San Vicente de Salamanca; pasó los veranos en Madrid, donde “enreda y repasa” todos los libros del convento, que “pican diez mil volúmenes”; copió muchas curiosidades, en especial alfabetos, y compuso un diccionario griego, que cincuenta años más tarde consideró “pueril trabajo”. Del período salmantino es su segundo cambio de nombre; prescindió del apellido García (al parecer para evitar homonimia con otros alumnos). En Salamanca (1717), sirvió de amanuense al maestro Navarro y escribió todas las cuentas de la mayordomía e hizo los Estados para el Capítulo General. Entre 1717 y 1720 tenía una pasantía en el monasterio de Eslonza (León); en los veranos seguía “ejercitándose” en la biblioteca de San Martín. A primeros de noviembre de 1720, dejó Madrid y se trasladó a Asturias, primero a Celorio (Llanes), donde dictó algunas materias de Teología y predicó unos veinte sermones; y después (1723) a Oviedo, como maestro de estudiantes; allí convivió con Feijoo en el convento de San Vicente, hasta junio de 1725. Rodeando por Galicia, salió hacia Madrid, adonde llegó el 27 de octubre. Transcurrieron veinte años seguidos de residencia en Madrid (hasta 1745), interrumpidos sólo por quince meses (de febrero de 1726 a mayo de 1727) de estancia en Toledo, donde, en compañía del fraile de la misma Orden, Diego Nicolaeta, escribió un tomo en folio con los índices del archivo de la catedral y otro de la biblioteca; en este archivo, descubrió manuscritos importantes, entre ellos una copia de las Coplas y dezires de Alfonso X. Durante su estancia en Toledo, apareció “un papel manuscrito del médico sordo D. Juan de Lesaca contra el tomo 1.º de Feixó sobre medicina; yo tomé la pluma y escribí 16 pliegos en 4.º”; es el Martinus contra Martinum (28 de diciembre de 1726), que firmó como Martín de la Peñabaylón, su primer escrito polémico en defensa de Feijoo, y uno de los primeros conservados de su pluma. También firmó con los seudónimos Sancho Revulgo y Cantalapiedra (1731) y Martín Martesino (1758).

Desde entonces, su biografía casi se confunde con su quehacer literario, que es muy variado y fecundo, y no lo interrumpieron siquiera los dos únicos viajes que realizó en el tiempo que le restaba de vida.

Uno fue en 1745 a Valladolid, en mayo, con ocasión del Capítulo de su Orden; desde Valladolid continuó a Galicia (junio de 1745-enero de 1746); llevó una clave botánica, la Historia das plantas da Europa (1718) de J. Vigier, y un cuaderno para anotar sus observaciones, que fueron muchas, principalmente las relativas a la lingüística, arqueología, historia natural; queda constancia en unos Apuntamientos “de tales y cuales cosillas [...] que he observado”, más conocido como Viaje a Galicia (1745); el reencuentro con Galicia, ya en la cincuentena, le descubrió que sabía “más de la China que de su propia tierra” (Galicia) y decidió desde entonces dedicar los mejores esfuerzos a su estudio, “extravagancia” que necesitó justificar en múltiples ocasiones ante sus amigos.

En 1749, los monjes de San Martín lo eligieron abad pero el monasterio de Silos recurrió la elección y fue desposeído de la abadía; aunque afirmó no ser hombre vanidoso, se quejaba de la “tropelía”. El 13 de junio de 1750 fue nombrado cronista general de Indias, cargo que no llegó a desempeñar de manera efectiva; cinco años más tarde fue cesado cuando lo nombraron abad de Ripoll.

El 5 de mayo de 1754 emprendió un nuevo viaje a Galicia, que duró hasta el 27 de noviembre de 1755, ahora acompañado de los tres volúmenes de las Institutiones rei herbariae (1700) de J. Tournefort. En Galicia continuó viajando, visitando archivos, realizando observaciones y escribiendo. Regresó precipitadamente a Madrid cuando el Papa, a propuesta del Rey, lo preconizó para la abadía mitrada de Ripoll (junio de 1755), cargo que juró ante el obispo de Tuy (11 de agosto de 1755); pero “pronto me scudí de ella” (lo hizo el 6 de mayo de 1756, antes de tomar posesión) por las “muchas maulas que tiene la abadía anejas”, entre éstas la de tener que hacer frente a envidias dentro de la Orden y, principalmente, tener que renunciar a su biblioteca de San Martín (cuyo primer catálogo, acabado en 1767, se elevaba a seis mil quinientos volúmenes; a su muerte se inventarían siete mil quinientos libros personales, entre sus objetos ad usum).

De regreso, se recluyó de nuevo en su celda de la que no salió más que tres veces al año (“por Semana Santa, por el Corpus y por la Porciúncula”) y comenzaba la época de mayor fecundidad de su vida, que terminó “de caducidad natural, que había dado principio dos o tres años antes”, a los setenta y siete años.

Fue enterrado en el monasterio; cuando se demolió la iglesia, sus restos peregrinaron por distintos depósitos y hoy están desaparecidos.

Sarmiento, según Feijoo, era “un sujeto que en la edad de treinta y cinco años es un milagro de erudición en todo género de letras divinas y humanas. En cualquiera materia que se toque, da tan prontas, tan individuadas las noticias, que no parece se oyen de su boca sino que se leen en los mismos Autores de donde las bebió. Es de tan feliz memoria, como de ágil y penetrante discurso, por lo que las muchas especies que vierte a todos asuntos, salen apuradas con una sutil y juiciosa crítica. En sujeto tan admirable sólo se reconoce un defecto, y es, que peca de nimia ó muy delicada su modestia” (Teatro, IV, § XXIII, 84). Todos sus biógrafos corroboran esta opinión y aun la aumentan: “Fue un prodigio de erudición, un observador finísimo y un trabajador casi monstruoso” (Marañón, 1941: 139). Eso le ganó una enorme reputación entre sus contemporáneos, dentro y fuera de España.

Aunque no publicó casi nada, sus ideas las compartía con “media docena de curiosos que vienen a mi celda las mañanas del domingo” o a través de cartas e informes; entre sus contertulios o corresponsales hay personajes muy importantes próximos a la Corte, como el duque de Medina Sidonia, Campomanes, el marqués de Aranda, José de Carvajal (secretario de Estado), el marqués de la Ensenada, el padre Rábago (confesor real), Pedro Martínez Feijoo (alcalde de Madrid y asesor de Ensenada), el marqués de Valdelirios, José Antonio Armona (corregidor de Madrid) etc.; algunos de ellos fueron destinatarios de importantes informes sobre el catastro (1751) o los caminos reales (1757). Entre las personalidades del mundo de la cultura de la época que frecuentaban su celda (o eran corresponsales) estaban el botánico Quer, Juan de Iriarte (director de la Biblioteca Real), los padres Flórez y Terreros, nuncios y embajadores, algunos de ellos destinatarios también de importantes informes, como el dirigido a Iriarte sobre la ubicación, forma y contenido de una nueva biblioteca real (1743). Los mismos Reyes estimaban su opinión y pidieron su asesoría, como la relativa a los adornos del Palacio Real (1743 y 1748). Aparte de estos informes cuya realización afectaba al Estado y —fuera del Jardín Botánico, 1743— apenas se ejecutaron, hay otro buen número, que son sólo estudios eruditos estimulados por algún miembro del cenáculo de amigos o familiares; entre ellos están los cincuenta pliegos que le envía a Roma al cardenal Valenti Gonzaga (1745) sobre la poesía castellana, prometidos cinco años antes, cuando dejó España.

Aparte de lo que escribió por encargo, redactó muchos escritos en que expuso sus teorías o sus ideas; en el Catálogo de escritos propios que escribió en 1767 registra dos mil seiscientos pliegos (10.400 páginas), de los que conserva copia; a ellos, hay que añadir otros cientos de pliegos sueltos y “otros de que ni tengo copia”; desde 1767 siguió productivo tres años más; a todos estos pliegos hay que añadir las cartas, que a veces son verdaderos tratados. Los temas que ocuparon su pluma fueron muy variados. Los hay científicos: matemática, física, cosmografía, botánica, zoología, farmacopea; su biblioteca estaba surtida con la bibliografía más moderna al uso (Newton, Linneo, Leibnitz, etc., y las revistas europeas más importantes); dentro de esta serie fue la historia natural la que dio lugar a un número mayor de monografías. También le interesó la lingüística, en especial el origen de las lenguas, la etimología, los cambios fonéticos, la dialectología, la lexicografía —como arte de confeccionar diccionarios—; su método de Euclides para rastrear etimologías es precursor del que usará cien años después la gramática histórica, basado en la regularidad de los cambios fonéticos; independientemente del valor que puedan tener sus escritos para el estudio de las ideas lingüísticas, su valor como documentación es permanente; es también muy importante su testimonio sobre la historia social de la lengua gallega en la época. En numerosas ocasiones, expresó sus ideas sobre la metodología de la historia y cómo hacer una descripción geográfica de España. La situación de España en su época fue objeto de múltiples escritos y cartas; entre éstos, los hay sobre el atraso de las ciencias, en especial la medicina, el bajo nivel de las universidades, la poca utilidad de algunas academias, el despoblamiento del país, su atraso económico, la pobreza (especialmente de los campesinos), la mala calidad de los métodos de enseñanza. Sobre todo ello explicaba las causas y proponía remedios.

Su único texto publicado, la Demostración en defensa de Feijoo, fue objeto de múltiples ataques y le sirvió de escarmiento. Se justificó muchas veces de no escribir para imprimir; en 1758 “apestado de moscones porque no imprimía mis escritos” escribió diez pliegos titulados El porqué sí y el porqué no; y en cartas vuelve sobre lo mismo: “Jamás pienso ni pensaré en escribir cosa alguna para que se imprima”, porque a mitad de la impresión se pone el nihil transeat de la censura y “se da por perdido todo lo hecho” y además son “muy peligrosas las resultas de un libro después de impreso [...] España no está para imprimir” (carta a Armona, 1761). Por no estar pensados para publicar, sus escritos no obedecen a un plan estricto; el tema principal es frecuentemente interrumpido por digresiones que pueden a veces romper definitivamente el hilo del discurso. También se debe a la misma razón su estilo poco académico, nada meditado, apasionado, casi coloquial, propio de un individuo que improvisaba discursos en lengua castellana con una extraordinaria maestría.

Los escritos de que guardaba copia se dispersaron después de la Desamortización; pero el duque de Medina Sidonia, Pedro de Alcántara Guzmán, había hecho copia antes de la muerte de Sarmiento de parte de la obra y entre 1772 y 1778 copió muchos otros manuscritos que se conservan en la colección Medina Sidonia (quince volúmenes en el Archivo de Sanlúcar de Barrameda y tres en el Museo de Pontevedra); de esta colección derivan la colección de Pedro Franco Dávila (1784), en la Biblioteca Nacional, y la colección de Juan Francisco de los Heros (1887), en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia. Quedan también importantes colecciones de textos, en original o copia, entre otros lugares, en el Archivo General de Palacio (Palacio Real de Madrid), el monasterio de Silos, la Biblioteca Universitaria de Oviedo y la Fundación Universitaria Española.

El interés por Sarmiento y su obra duró algunos años después de su muerte y dio lugar a algunas publicaciones póstumas; reapareció en Galicia a mediados del siglo XIX, aunque apenas fue editado; y reapareció en el siglo XX, a la zaga de los estudios sobre Feijoo, cuya figura no es posible entender cabalmente sin Sarmiento; Feijoo, además de solicitarle bibliografía desde Oviedo, le encomendó en 1727 que suprimiese, añadiese, enmendase y ordenase sus escritos, encargo que cumplió Sarmiento fielmente hasta la última obra del maestro. Sólo a partir de la década de 1970, comenzaron a publicarse textos de Sarmiento, en especial por José Luis Pensado Tomé.

Dos siglos y medio después de ser escrita, se inició la publicación de su obra completa por el Consello da Cultura Galega, en Santiago de Compostela.

 

Obras de ~: Demonstración crítico-apologética del Theatro Crítico Universal que dió a luz el R. P. M. Fr. Benito Geronymo Feijoo, ts. I y II, Madrid, Viuda de Francisco del Hierro, 1732; Epistolario, 1732-1770 (ed. de J. Filgueira Valverde y M.ª X. Fortes Alén, Santiago, Consello da Cultura Galega, 1995); Memorias para la Historia de la Poesía y Poetas Españoles, 1741-1745 (Madrid, Joachim Ibarra, 1775); Reflexiones literarias para una Biblioteca Real, 1743 (ed. de J. A. Santos Puerto, Santiago, Consello da Cultura Galega, 2002); Viaje a Galicia, 1745 (ed. de J. L. Pensado, Salamanca, Universidad, 1975); Coloquio de 24 gallegos rústicos, 1746 (ed. de R. Mariño, con el tít. Coloquio de vintecatro galegos rústicos, Santiago, Consello da Cultura Galega, 1995; ed. facs. del original autógrafo con el tít. Coloquio en mil duascentas coplas galegas, Santiago, Consello da Cultura Galega, 2002); Colección de muchas palabras, vozes y frases gallegas, 1747-1770 (ed. de J. M. Pintos con el tít. Recopilación de muchas palabras voces y frases de la lengua gallega, Pontevedra, Imprenta de José Vilas, 1859; ed. de J. L. Pensado con el tít. Colección de voces y frases gallegas, Salamanca, Universidad, 1970); Cartas al Duque de Medinasidonia, 1747-1770 (ed. y est. de J. Santos Puerto, Ponferrada, Instituto de Estudios Bercianos, 1995); Catálogo de voces y frases de la lengua gallega, 1754 (ed. de J. L. Pensado, Salamanca, Universidad, 1973); Viaje a Galicia de Fray Martín Sarmiento, 1754-1755 [ms. de la Abadía de Silos, transcr. de M. Álamo y Fr. J. P. de Urbel, Santiago, Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos, 1950 (Cuadernos de Estudios Gallegos, anejo III); ed. de J. L. Pensado, Salamanca, Lectorado de Galego de Salamanca, 1999]; Catálogo de voces vulgares y en especial de voces de diferentes vegetables, 1754-1758 (ed. y est. de J. L. Pensado, Salamanca, Universidad, 1986); Carta al P. Esteban Terreros Sobre el origen de la lengua gallega y sobre la Paleografía española, 1755 (ed. de J. L. Pensado, Opúsculos lingüísticos gallegos del siglo XVIII, Vigo, Galaxia, 1974, págs. 17-47); De los atunes y sus transmigraciones y Sobre el modo de aliviar la miseria de los pueblos, 1757 (ed. de J. L. Pensado, Salamanca, Universidad, 1992); Escritos sobre “el Meco” y la “Cruz de Ferro”, 1757 (ed. de J. L. Pensado, Salamanca, Universidad, 1992); El porqué sí y el porqué no del P. Martín Sarmiento, 1758 [ed. en Semanario erudito de Antonio Valladares, Madrid, t. VI (1787); ed. de M. Dubuis, N. Rochais y J. Saugnioux, Oviedo, Instituto Feijoo de Estudios del Siglo XVIII, 1988]; Onomástico de la lengua gallega, 1758-1769 (ed. de M. Lago González, Tuy, Tipografía Regional 1923; ed. de J. L. Pensado, La Coruña, Fundación Barrié, 1998); Noticia de la verdadera patria (Alcalá) de Miguel de Cervantes, 1761 (Barcelona, Librería de Álvaro Verdaguer, 1898; ed. y est. crít. de J. L. Pensado, Santiago, Xunta de Galicia, 1987); Sobre la carqueixa, 1761 (ed. con el tít. Disertación sobre las eficaces virtudes y uso de la planta llamada carquesa, conocida en Galicia por el nombre de carqueixa, Madrid, Hilario Santos, 1786; ed. de C. González Pérez, Noia, Toxosoutos 2002); Obra de 660 pliegos, 1762-1766 (inéd.); Elementos etimológicos según el método de Euclides, 1765 [ed. de J. Paz, en Boletín de la Real Academia Española, XV (1928), págs. 22- 38; XVI (1929), págs. 244-255; XVII (1930), págs. 275-290, 571-592 y 721-742; y XVIII (1931), págs. 118-135; ed. de P. Allegue, Vigo, Universidad, 1997; ed. de J. L. Pensado, La Coruña, Fundación Barrié 1998]; Catálogo de los pliegos que yo Fray Martín Sarmiento, Benedictino y Profeso en San Martín de Madrid he escrito de mi mano, letra y pluma sobre diferentes asuntos, 1767 [ed., pról. y notas de L. Viñas Cortegoso, Vigo, Ediciones Monterrey, 1952; ed. de J. Santos Puerto, con el tít. “Una Bio-bibliografía actualizada de Martín Sarmiento: Catálogo de los pliegos [...] sobre diferentes asuntos”, en Sarmiento, Anuario Galego de Historia de Educación (Universidades de La Coruña, Vigo y Santiago), n.º 6 (2002), págs. 69-95]; La educación de la Juventud, 1768 [ed. en el Semanario Erudito de Antonio Valladares, t. XIX (1787), págs. 167-256; ed. de J. L. Pensado, Santiago, Xunta de Galicia, 1984]; Discurso apologético por el arte de rastrear las más oportunas etimologías vulgares, 1770 [ed. de J. L. Pensado, en Boletín da Real Academia Galega (La Coruña), t. XXXI (1971-1972), págs. 7-82].

 

Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Biblioteca, Cartas originales escritas al P. Fr. Martín Sarmiento (1733- 71) de personajes y literatos, ms. sign. 9/5761-5762; Catálogo de los Autores de quienes yo Fr. Martín Sarmiento tengo obras, ms. sign. 9-1829; Colección de las obras de P. Fr. Martín Sarmiento, ms. sign. 9-1817; Nota bibliográfica de las obras del P. Fr. Martín Sarmiento, sign. 11-8135, n.º 27.

E. Álvarez Giménez, Biografía del R. P. Fray Martín Sarmiento y noticia de sus obras impresas y manuscritas con indicación de los Archivos y Bibliotecas en que se hallan, Pontevedra, Imprenta de José Millá, 1884; A. López Peláez, El gran gallego (Fr. Martín Sarmiento), La Coruña, Andrés Martínez, 1895; Los escritos de Sarmiento y el siglo de Feijoo, La Coruña, Andrés Martínez, 1901; G. Marañón, Las ideas biológicas del Padre Feijóo, Madrid, Espasa Calpe, 1941 (2.ª ed.), págs. 138-147; J. L. Pensado, Fray Martín Sarmiento: sus ideas lingüísticas, Oviedo, Universidad, 1960 (Cuadernos de la Cátedra Feijoo, 8); F. J. Sánchez Cantón, Ideas de los PP. Feijoo y Sarmiento sobre la organización de los estudios, Oviedo, Universidad, 1961 (Cuadernos de la Cátedra Feijoo, 10); M.ª V. Armesto, Dos gallegos: Feijoo y Sarmiento, La Coruña, Moret, 1964; J. L. Pensado, Fr. Martín Sarmiento testigo de su siglo, Salamanca, Universidad, 1972; J. Filgueira Valverde, Ideas y sistema de la historia en Fray Martín Sarmiento: discurso leído en el acto de su recepción pública, Madrid, Real Academia de la Historia, 1981; P. Allegue Aguete, A filosofía ilustrada de Fr. Martín Sarmiento, Vigo, Xerais, 1993; J. Filgueira Valverde, Fray Martín Sarmiento (1695-1772), La Coruña, Fundación Barrié, 1994; VV. AA., Estudios dedicados a Fr. Martín Sarmiento: artigos tirados dos Cuadernos de Estudios Gallegos (1945-1982), introd. de J. L. Pensado, Santiago, Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento, 1995; O Padre Sarmiento e o seu tempo: actas do Congreso Internacional do Tricentenario de Fr. Martín Sarmiento, Santiago, Consello da Cultura Galega y Universidade de Santiago de Compostela, 1997; M. A. Álvarez Lires, A ciencia no século XVIII: Fr. Martín Sarmiento /1695- 1772), unha figura paradigmática, Vigo, Universidad, 1998; S. Muniain Ederra, El programa escultórico del Palacio Real de Madrid y la ilustración española, Madrid, Fundación Universitaria Española, 2000; VV. AA., Congreso sobre Frei Martín Sarmiento: actas das xornadas celebradas en Pontevedra os días 23, 24 e 25 de maio de 2002, Santiago, Xunta de Galicia, 2002; Frey Martín Sarmiento: Día das Letras Galegas 2002 [miscelánea organizada por el] Departamento de Filoloxía Galega, Santiago, Universidad, 2002; J. Santos Puerto, Martín Sarmiento, ilustración, educación y utopía en la España del siglo XVIII, La Coruña, Fundación Barrié, 2002; L. Rodríguez Ennes, O pensamento xurídico-social do Padre Sarmiento, Pontevedra, Diputación, 2002; Museo de Pontevedra, Frei Martín Sarmiento (1695- 1772): exposición conmemorativa do Día das Letras Galegas, Pontevedra, Museo de Pontevedra, 2002; S. Varela Pombo, Frey Martín Sarmiento e a cultura galega, Santiago de Compostela, Sotelo, 2002; A. T. Reguera Rodríguez, La obra geográfica de Martín Sarmiento, León, Universidad, 2006.

 

Antón Santamarina Fernández

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