Oviedo y Baños, José de. Bogotá (Colombia), XII.1671 – Caracas (Venezuela), 22.XI.1738. Alcalde de Caracas y regidor perpetuo de la misma Corporación.
José de Oviedo y Baños es considerado el primer historiador criollo de esta región americana. Nació en Santafé de Bogotá y fue hijo de los españoles Juan Antonio de Oviedo y Rivas y Josefa de Baños Sotomayor. Su padre era salmantino y doctorado en Cánones en su famosa Universidad. Obtuvo la plaza de fiscal de la Audiencia santafereña el 29 de julio de 1664 y se trasladó de inmediato a la misma, donde contrajo matrimonio al año siguiente con una criolla limeña de gran cuna. El matrimonio tuvo cinco hijos, cuatro de los cuales fueron varones.
Juan Antonio de Oviedo falleció el 28 de enero de 1672, a poco de haber nacido su hijo José, y la viuda, Josefa, decidió trasladarse a Lima con su prole, ya que tenía una gran familia en la capital virreinal. Oviedo y Baños fue así educado en sus primeros años por el abuelo materno Diego de Baños. En 1686, cuando contaba quince años, fue enviado a Caracas con su hermano mayor Diego Antonio (el resto de los hermanos se quedaron en Lima) y puesto bajo la protección y tutela de su tío el obispo Baños y Sotomayor, que se encargó de educarle. El obispo era una persona de una gran cultura, como es sabido, y dio unos buenos maestros al sobrino, aunque no una formación universitaria, que le habría resultado esencial. Oviedo y Baños vivió en Caracas el resto de su vida hasta que murió el 20 de noviembre de 1738. Morón ha señalado por ello que “la formación caraqueña (de Oviedo) se hizo en la casa del obispo, sin haber concurrido a las clases del Colegio Seminario, que entonces adquiría consistencia. Latinidad, Filosofía y Principios de Derecho son los tres puntos en que cree Parra”. Fue por ello un gran historiador muy conocedor de la historia regional americana, así como de las grandes obras españolas.
José de Oviedo se casó el 19 de marzo de 1698 con Francisca Manuela de Tovar, hija de Antonio de Tovar y de Francisca de Solórzano, una de las mejores familias caraqueñas. Francisca Manuela era viuda de Juan Jacinto Pacheco, conde de San Javier, de quien tenía un hijo. En su matrimonio con Oviedo tuvo diez hijos más, varios de ellos muertos en la infancia. Oviedo y Baños tuvieron que ocuparse entonces de sus posesiones agrícolas y pecuarias (un hato de ganado vacuno llamado Las Ánimas, sementeras de maíz en el valle de la Pascua y cultivos de cacao en el valle del Tuy). También irrumpió en la vida pública. El 1 de enero de 1699 fue elegido alcalde de segundo voto en el Cabildo de Caracas y el 18 de mayo de 1703 compró el cargo de regidor perpetuo de Caracas, al que renunció en noviembre del mismo año.
Oviedo no quiso intervenir en los conflictos suscitados por el nuevo gobernador de Venezuela Nicolás Eugenio de Ponte, llegado en abril de 1699, a quien se acusó de demencia. Ponte murió en 1705. Se restableció entonces la normalidad administrativa y Oviedo y Baños volvió a la vida pública. Fue elegido alcalde de primer voto entre 1710 y 1722. El Ayuntamiento le distinguió además con un solar al otro lado del río Catuche. La misma Corporación le encargó ordenar y hacer un índice de los libros y papeles del Archivo Capitular, que era ya muy numeroso y difícil de manejar. Oviedo lo inició y concibió entonces la idea de escribir una Historia de la Conquista y población de la Provincia de Venezuela, que fue su gran obra. El Ayuntamiento le encargó también hacer unas tablas con las fiestas religiosas a las que debía de acudir la Corporación, cosa que hizo cumplidamente.
Trabajó con tesón en su Historia, utilizando los cronistas del siglo xvi y la documentación que tuvo al alcance de la mano y pronto tuvo el borrador de la primera parte, que era la relativa al descubrimiento y conquista de Venezuela hasta 1600. La envió a España y se publicó en Madrid, en 1723. Estaba dedicada a su hermano Diego Antonio de Oviedo y Baños, que era oidor de las Audiencias de Santo Domingo, Guatemala y México, así como miembro del Consejo de Indias. El libro empieza con el descubrimiento de Venezuela por Ojeda y Cristóbal Guerra y termina tras el libro séptimo en el capítulo donde narra “Saquea el Draque la ciudad de Santiago; y refiere todo lo sucedido en la provincia hasta el año mil seiscientos” y lo presenta como una “Primera parte”, lo que ha dado fundamento a la hipótesis de que seguramente escribió luego la segunda, que comprendería el desarrollo venezolano hasta 1723. El hecho de que no haya aparecido jamás favorece la idea de muchos historiadores de que no se hizo nunca, ya que era un tipo de historia diferente de la primera: no trataría de las campañas militares y conquistadoras, ni de las entradas a lugares desconocidos, etc., y ni siquiera de los ámbitos territoriales recorridos en la primera parte, ya que Venezuela había cambiado substancialmente, y es dudoso que Oviedo tuviera capacidad de analizar los asentamientos urbanos, sus poblaciones, producciones, etc. Pese a todo hay quienes aseguran que Oviedo escribió su segunda parte, como el historiador Francisco Javier Yanes, que aseguró haberla visto y afirmando que no llegó a imprimirse, por consideración a ciertas familias notables a las que se aludía en el texto. Arístides Rojas participa de la misma idea y asegura que el original de esta segunda parte fue quemado por tal razón.
Dos ejemplares de la primera edición de la Historia de Oviedo de 1723 se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid, utilizados en las ediciones posteriores de la obra, así como en las facsimilar de 1824 y 1940.
La obra tiene un enorme valor literario y es representativa de la corriente barroca americana. Picón Salas la ha definido como “una de las historias particulares de mas encanto literario escritas en nuestra época barroca”, y llega ha llamar a Oviedo “ameno narrador” hasta en la descripción de hazañas crueles, como las muertes de Alfinger y de Lope de Aguirre. Pero mucho más importante ha sido su valor histórico, obviamente, que ha traído muchos problemas, sobre todo en el aspecto relativo a su originalidad como fuente. Arístides Rojas descubrió que Oviedo había tomado partes de su obra de las Noticias del padre Simón (hoy se sabe que Simón las tomó del padre Aguado) y sostuvo en 1876 que “Oviedo y Baños no es el historiador primitivo de Venezuela, sino un compilador del verdadero que es fray Pedro Simón” y llego a afirmar que a lo sumo habría que atribuir a Oviedo la historia de la colonia durante el siglo siguiente. Parra destacó, asimismo, la presencia de Simón en el libro de Oviedo, llegando a decir que “si con cuidado se comparan los dos textos (el de Simón y el de Oviedo) se hallara que lo mas de los cuatro primeros libros de Oviedo resume lisa y llanamente, y a veces sin disimulo de palabras, diversos capítulos del provincial franciscano”. El problema es aún más complejo pues Arístides Rojas llegó a pensar que Oviedo copió la parte de la conquista de un poeta llamado Ulloa que hizo la historia perdida de Venezuela en verso. El tal Ulloa fue comisionado por el Cabildo de Caracas el 26 de noviembre de 1593 para escribir “la conquista y población de la ciudad y que para ello se le diese ayuda de costa entre todos los conquistadores”, que darían además los informes al historiador. Oviedo y Baños ayudó también al trabajo y consultó para ello los archivos capitulares e hizo en 1703 un Tesoro de noticias y índice general de las cosas más particulares que se contienen en los libros particulares de esta ciudad de Caracas desde su fundación, hecho por el Theniente general don Joseph de Oviedo y Baños, siendo regidor de ella el año de mil setecientos y tres, habiendo por orden del muy noble e ilustre cabildo de esta dicha ciudad reconocido y visto los libros y papeles de su archivo. El Thesoro aquí citado es una prueba evidente de que Oviedo y Baños consultó fuentes documentales, que compaginó en su obra con la realizada a otras muchas fuentes no citadas, entre ellas la Historia perdida de Ulloa, fray Pedro Simón (quien a su vez siguió en mucha parte a Aguado), aparte de Gil González, Herrera, etc. La recogida de materiales históricos era entonces menos rigurosa que lo fue luego y de aquí que una acusación de plagiario para Oviedo y Valdés, como la que hizo Arístides Rojas en el siglo xix, resulte poco menos que incomprensible.
Oviedo fue en definitiva un hombre típico de su tiempo, como lo expresaron sus múltiples facetas, una de las cuales fue la de historiador, que desempeñó sin pretensiones profesionales excesivas, tratando de recoger cuanto le servía para explicar el proceso de conquista venezolano y sin pararse a meditar si cometía plagio copiando partes de uno u otro autor. Tan importante como su faceta de historiador fue seguramente la de impulsor de empresas agrícolas y pecuarias, su carrera política y militar y hasta la religiosa, que hizo como mayordomo de la Archicofradía de Nuestra Señora del Rosario y síndico general de los conventos de franciscanos de Venezuela y de la Casa Santa de Jerusalén. En cuanto a la Venezuela que historió, fue la que figuraba en la capitulación de los Welzer de 1528, como hizo notar Cesáreo Fernández Duro; desde el cabo de la Vela hasta el de Maracapaná, y hasta el río Casanare por el interior, eliminando los demás (Orinoco, Meta, Paria, Cumaná, y los que tocan en el Nuevo Reino de Granada).
Oviedo tuvo una vida cómoda y regalada, aunque fracasó en su ideal de obtener un título nobiliario. Pese a todo, estuvo a punto de lograr el hábito de Santiago en 1680. En lo militar tuvo el grado de capitán y desde el 21 de junio de 1728 el de teniente general de las armas y milicias de la Gobernación, otorgado por el gobernador Lope Carrillo de Andrade. Testó a favor de su esposa y de su hijastro el conde de San Javier el 20 de noviembre de 1738 y falleció dos días después. Fue enterrado en la capilla de Nuestra Señora del Pópulo en la Catedral de Caracas. Dejó una gran y selecta biblioteca.
Obras de ~: Historia de la conquista y población de la Provincia de Venezuela [la consagra y dedica a su hermano el señor D. Diego Antonio de Oviedo, y Baños, Oidor de las Reales Audiencias de Santo Domingo, Guatemala, México, del Consejo de su Majestad en el Real y Supremo de las Indias], en Madrid, Imprenta de don Gregorio Hermosilla, 1723 (2.ª ed., Caracas, Impr. Por Domingo Navas Spínola, 1824; 3.ª ed., Madrid, con notas y doc. de C. Fernández Duro, 1886; 4.ª ed., Caracas 1967); Tesoro de Noticias e Índice general de las cosas más particulares que se contienen enllos libros particulares de esta ciudad de Caracas desde su fundación, 1703, Caracas, Concejo Municipal del Distrito Federal, 1971.
Bibl.: A. Rojas, Estudios históricos, artículos publicados en la Opinión Nacional, Caracas, 1876; Capítulos de la historia colonial de Venezuela, Madrid, Editorial Americana, 1919; Serie segunda, Caracas, 1927; Fr. Alonso de Zamora, Historia de la provincia de San Antonino del Nuevo Reino de Granada, Caracas, Parra León Hermanos, Editorial Sur América, 1930; G. Picón Febres, “El historiador Oviedo y Baños fue un plagiario”, en Boletín del Archivo del Estado de Mérida, n.º 1 (diciembre de 1935); J. Oviedo y Baños, Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela, Caracas, Ediciones Homenaje, 1941; M. Pérez Martos, Cabildos Coloniales, Caracas, Tipografía Americana, 1942; E. Sanabria, “¿El historiador Oviedo y Baños fue un plagiario?”, en Crónica de Caracas, X, n.os 55-57 (1963), págs. 413-418; G. Morón, “Estudio Preliminar”, en Vida y obra de José de Oviedo y Baños, Madrid, Ediciones Atlas, 1965; S. Romero de Febres, Aproximación al sentido de la historia de Oviedo de Baños como un hecho de lenguaje, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, 1984; H. Biord Castillo, Los aborígenes de la región centro-norte de Venezuela (1550-1600): una ponderación etnográfica de la obra de José de Oviedo y Baños, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2001.
Manuel Lucena Salmoral