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Carmelo Ballester Nieto

Biografía

Ballester Nieto, Carmelo. Cartagena (Murcia), 15.II.1881 – Madrid, 31.I.1949. Fraile paúl (CM), director de las Hijas de la Caridad y obispo de León y Vitoria.

Sus padres pertenecían a la clase comercial e ilustrada de Cartagena. Tras haber cursado los primeros años de estudio en el seminario diocesano de Murcia, entra en el noviciado de los misioneros paúles en París (1898), cumplidos ya los diecisiete años, sin previo aviso a sus padres. En 1903 era ordenado sacerdote en la misma capital de Francia y enviado como vicario parroquial a la iglesia de San Luis de los Franceses, de Lisboa, donde se hace notar por su sentido de la organización.

Proclamada la República portuguesa (1910), son suprimidas las congregaciones religiosas, pero el padre Ballester sigue actuando al amparo de la embajada francesa, se multiplica para suplir la carencia de sacerdotes y, sobre todo, se presta a hacer de altavoz de la conciencia católica en una sociedad abatida por la ola de propaganda sectaria. Inicia la fundación de varias escuelas en los barrios más pobres de Lisboa, donde los niños y las niñas reciben la educación cristiana que les niegan las instituciones oficiales, e instala en la antigua casa de las Hijas de la Caridad un instituto profesional femenino con el fin de impartir a las jóvenes cursos comerciales, además de una escuela de hogar y un obrador.

Al mismo tiempo, se prodiga a favor de los sacerdotes dispersos y atemorizados, les predica ejercicios y todavía encuentra tiempo para estudiar a fondo las Escrituras y ofrecer una cuidada edición del Nuevo Testamento, inteligentemente anotada y organizada, que conocerá numerosas ediciones, tanto en portugués como en castellano. El obispo de Évora, que con mucha frecuencia recurrió a él en apuros pastorales, declarará años más tarde: “El padre Ballester llegaba a todo”.

En 1919 era destinado a Madrid y, en 1924, nombrado director de las Hijas de la Caridad de hábito gris. Desempeñando este oficio, refuerza sus cualidades de organizador y emprende tareas tan importantes como el despliegue y diversificación de obras caritativas y sociales. Gracias a sus dotes diplomáticas, se introduce en las esferas dirigentes de la sociedad y de la Iglesia española; persuade a las hermanas de que consigan los títulos oficiales que requerían los tiempos: magisterio, licenciaturas y enfermería. Fue esa preparación la que les permitió afrontar, durante la Segunda República española (1931-1936) y la Guerra Civil (1936-1939), las dificultades de la acción docente y caritativa de la Iglesia. Un documentado alegato del padre Ballester al Gobierno de Azaña fue decisivo para que las Hijas de la Caridad y sus obras no se vieran comprendidas en la Ley de Congregaciones Religiosas.

Declarada la Guerra Civil, el padre Carmelo Ballester se refugia en el hospital de San Luis de los Franceses y logra escapar a Toulouse (Francia), de donde regresa al poco tiempo a la España llamada nacional. La tarea que le esperaba era inmensa; no fue la menor de todas la de rescatar a las hermanas de la zona roja, para luego distribuirlas por sus casas y atender la red de hospitales de sangre que la provincia había montado. Fue entonces cuando los altos dirigentes de la Iglesia pusieron en él sus ojos para nombrarle obispo.

Todavía en plena Guerra Civil (15 de mayo de 1939), era ordenado en Pamplona obispo de León y un mes más tarde entraba solemnemente en su diócesis. Cinco años más tarde (1943), era trasladado a la diócesis de Vitoria, que comprendía entonces todo el País Vasco. En su gobierno pastoral como obispo, monseñor Ballester emplea los mismos medios y procedimientos de que se había valido para dirigir a las Hijas de la Caridad. Comienza dando prioridad a la dignificación y progreso moral y material de los sacerdotes, organizando en una y otra diócesis jornadas y semanas sacerdotales. En esa misma línea, refuerza la mejora de los seminarios diocesanos en todos los órdenes.

La celebración de la Semana del Evangelio, que instituyó tanto en León como en las tres capitales de la diócesis de Vitoria, tenía como finalidad acercar a sacerdotes y fieles la palabra de Dios y principalmente el Nuevo Testamento, cuyas ediciones en portugués, castellano y castellano-latín se difundieron con gran rapidez, dándole derecho a figurar en primera línea de los escrituristas españoles. Quería cristianos ilustrados, conocedores de su fe, bien preparados en las técnicas básicas de su trabajo. Organizó misiones y congresos eucarísticos, construyó o reconstruyó iglesias y casas parroquiales, dignificó templos, como el venerable de San Isidoro de León, para el que consiguió el título de basílica, el de la patrona de León, la Virgen del Camino, al que completó con la torre que le faltaba. La misión general de León es una gesta memorable de su fecundo apostolado.

En la diócesis de Vitoria, amplió el seminario de Bilbao e inició la construcción del de San Sebastián, sentando así las bases de las dos futuras nuevas diócesis. En la capital de Vitoria impulsó decididamente la continuación de las obras de la nueva catedral. Y con una visión verdaderamente católica de la Iglesia, hizo que la labor apostólica de su iglesia particular saltara más allá de las fronteras diocesanas para hacerse cargo, en el Ecuador, de la misión de Los Ríos, la primera empresa de este género confiada en España al clero diocesano.

Ejerciendo de obispo, fue llamado con frecuencia a los Consejos de Estado, principalmente desde su puesto de procurador de las Cortes españolas. Su presencia en las Cortes patentiza las relaciones entre la Iglesia y el Estado, vigentes en tiempo del general Francisco Franco.

Al cabo de cinco años de episcopado en Vitoria (1943-1948), la relevancia adquirida por monseñor Ballester atrajo la mirada de la Santa Sede y en 1948 le nombra arzobispo de Santiago de Compostela. No llegó a tomar posesión. La muerte acaecida en Madrid (31 de enero de 1949) impidió que coronara con el bello florón de la sede compostelana su densa hoja de servicios a la Iglesia española. Sus restos descansan en la catedral de Vitoria.

 

Obras de ~: El Nuevo Testamento de N.S.J.C., Madrid, Blass, 1933; Quiero ser santa. Estampas biográficas de una Hija de la Caridad, Sor Emilia Heredia y Guerrero, Madrid, Mez. Campos, 1941; Novi Testamenti Domini Nostri Jesu Christi Index Theologicus, Madrid, Luz, 1943; Jesucristo, cuadernos evangélicos, Madrid, Espasa Calpe, 1944.

 

Bibl.: J. Herrera, “Mgr. Ballester”, en Anales de la Congregación de la Misión (ACM) (1949), pág. 190; J. M. Román, “Tres cartageneros ilustres, hijos de San Vicente de Paúl”, en ACM (1995), págs. 239-252.

 

Antonino Orcajo Orcajo, CM

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