Zayyān b. Mardanīš: Abū l-Ŷumayl Zayyān b. Abī l-Ḥamalat Mudāfi‛ b. Yūsuf b. Sa‛d. ?, p. s. XIII – c. 1270. Político, gobernante.
Zayyān b. Mardanīš, como lo testimonia su propia ascendencia onomástica, era descendiente directo de la familia de los Banū Mardanīš, en particular de Muḥammad b. Sa‛d b. Mardanīš el “rey Lobo o Lope”, el que lideró la resistencia levantina contra los almohades en la segunda mitad del siglo XII y que, tras su muerte en 1172, dejó una nutrida descendencia directa y colateral que, tras prestar su apoyo al nuevo imperio, fue honrada y respuesta en diversos cargos de la administración de varios enclaves levantinos, como el de Alcira, Játiva o Denia, gobernadas entonces por sus primos. Sin embargo, entre los poderes locales que surgieron tras la fragmentación post-almohade en la primera mitad del siglo XII destacó, junto a Ibn Hūd al-Mutawakkil en Murcia (1228) y Muḥammad b. al-Aḥmar en Arjona (1232), fundador de la futura dinastía nazarí de Granada, Zayyān b. Mardanīš, quien se alzó contra los almohades, primero en Onda y no tardó en alcanzar Valencia a finales de 1228 o a comienzos de 1229, desplazando a su gobernador, el sayyid Abū Zayd, el “Zeit Abu Zeyt” de las crónicas cristianas, y recuperando así una ciudad ligada al clan familiar. Después de recibir la proclamación oficial por parte de sus habitantes, Zayyān emprendió la tarea de establecer un poder autónomo en la región, pero ésta se vio frenada, de un lado, por las pretensiones expansionistas del otro régulo andalusí Ibn Hūd sublevado en Murcia, y de otro, por la silente pero real amenaza de la corona catalana-aragonesa. Zayyān e Ibn Hūd se disputaron el control de las tierra meridionales valencianas, pero contra toda predicción, los primos de Zayyān, Muḥammad b. Subay’ b. Yūsuf b. Sa‛d y Abū ‘Abd Allāh b. Abī Sulţān b. Yūsuf b. Sa‛d b. Mardanīš, gobernadores de Alcira, Játiva y Denia, optaron por el reconocimiento del Emir murciano, que llegó incluso a realizar un asedio contra la capital valenciana en otoño de 1231, aunque se vio obligado a abandonarlo para ir a combatir a los cristianos en la región de Mérida, donde sufrió una severa derrota en Alange en 1230. Zayyān, que había inaugurado su gobierno con la conquista de Cullera, osó realizar un ataque a la región de Peñíscola, Tortosa y Ulldecona, aprovechando que el rey Jaime I y buena parte de sus fuerzas catalanas se hallaban conquistando Mallorca desde 1229, sin medir el evidente desequilibrio entre las fuerzas musulmanas y cristianas. Esta provocación no hizo más que reavivar el espíritu bélico del monarca aragonés que tan pronto como regresó de su campaña por las islas, planificó la definitiva conquista del Reino de Valencia. Antes de finalizar el año 1232, la principal plaza del norte valenciano, Morella, fue conquistada por los cristianos; Burriana fue tomada en julio de 1233, tras dos meses de asedio.
Sólidamente instalados en esta zona, a comienzos de 1236 los cristianos avanzaron hasta el cerro de Anisa (Puig de Cebolla), situado entre Sagunto y Valencia, estableciendo allí una guarnición permanente y derrotando estrepitosamente a Zayyān. Desde el Puig comenzó el asedio de Valencia que se entregó por capitulación a Jaime I, pese a las infructuosas peticiones de ayuda al exterior musulmán, como la enviada al Califa ḥafşí de Túnez, a quien desde el principio había presentado el reconocimiento de su soberanía, en septiembre de 1238.
Zayyān b. Mardanīš salió de Valencia y anduvo errante por algunas poblaciones levantinas, como Denia y Cullera, al amparo de la tregua de siete años estipulada en la capitulación de la capital levantina. Al parecer, según algunas fuentes cristianas, Jaime I, entre 1238 y 1239, mantuvo un encuentro con Zayyān en el que éste le propuso la entrega de Alicante a cambio de una compensación económica y la cesión de la isla de Menorca. El Monarca aragonés rechazó la oferta argumentando el hecho de que Alicante se hallaba en una región que, según los tratados establecidos previamente con Castilla, formaba parte de los territorios adscritos a la conquista castellana.
Los habitantes de Murcia, hartos de tanta inestabilidad política tras la muerte de Ibn Hūd y quizás, esperanzados en que la tregua firmada entre Jaime I y Zayyān podría asegurarles la estabilidad, rechazaron la autoridad de su dirigente, ‘Azīz b. Jaṭṭāb, una destacada personalidad científica y religiosa, y reclamaron la presencia del depuesto emir valenciano para dirigir sus destinos. Ya en Murcia, en la primavera de 1239, después de asesinar a Ibn al-Jaṭṭāb, desplegó una intensa actividad diplomática para legitimar su poder. Entre las numerosas cartas que se conservan de este período, destacan las que el nuevo envió al califa ḥafsí de Túnez, Abū Zakariyyā’ Yaḥyà, reconociendo su soberanía y dando cuenta de la situación del territorio, cuyas poblaciones, además de Murcia, quedaban bajo su control Chinchilla, Elche, Alicante, Cartagena, Lorca y Molina, pero que con el tiempo se le fueron retirando Orihuela, constituida en un centro de poder independiente bajo la autoridad Abū Ya‛far b. Işām, Lorca, Cartagena y Murcia. No obstante, en el transcurso de los breves años de su experiencia política murciana, que duró hasta los inicios de 1241, Zayyān prosiguió en su esfuerzo por reagrupar, al menos formalmente y en calidad de representante de los ḥafşíes, el conjunto de la región oriental andalusí; por ello, también intensificó su actividad diplomática no sólo con algunas importantes poblaciones levantinas, como Alcira, gobernada aún por su primo Abū Zakariyyā’ b. Abī Sulţān b. Mardanīš, o Denia, bajo la autoridad de su otro primo ‘Abd Allāh b. Abī Sulţān, incluso Játiva, antes de que todas ellas pasaran a manos aragonesas entre 1242 y 1244 sino también con los dirigentes castellanos, Fernando III, e incluso con su madre doña Berenguela, previendo ya un avance de las armas cristianas sobre Murcia. Algunas de estas acciones, no sabemos nada con certeza, debieron disgustar a los murcianos porque acabaron de echar a Zayyān y volvieron a reconocer a los Banū Hūd, en la persona de Muḥammad Bahā’ al-Dawla, quien, finalmente, negociaría la entrega de la capital a Alfonso X en 1243.
Zayyān volvió a refugiarse en Denia, pero probablemente después de que fuera conquistada a mediados de mayo de 1244 por Jaime I, optó por exiliarse y refugiarse en la corte ḥafşí de Túnez, en donde logró permanecer durante varios años, hasta 1269 o 1270.
Bibl.: Ibn ‘Iḏārī al-Marrākušī, Al-Bayān al-mugrib fī ijtisār ajbār mulūk al-Andalus wa al-Magrib (Los almohades), trad. y ed. de A. Huici Miranda, Tetuán, Instituto General Franco de Estudios e Investigación Hispano-Árabe-Editora marroquí, 1953-1954 (Colección de crónicas árabes de la Reconquista; vols. 2-3), págs. 288 y 401-402 (Bayān al-Mugrib, vol. IV, Beirut, Dār al-Garb al-Islāmī, 1985); Ibn Sa‛īd, al-Mugrib, ed. El Cairo, 1953-55, 2 vols., II, pág. 127; Ibn al-Jaţīb, A‛māl al-A‛lām, ed. E. Lévi-Provençal, Beirut, 1956, pág. 272; Iḥāţā, ed. de A. ‘Inān, El Cairo, II, 92; Ibn al-Abbār, Ḥullat al-siyarā’, ed. Ḥ. Mu’nis, El Cairo, 1963, vol. II; Ibn ‘Amīra, Rasā’il, manuscritos de la Biblioteca General de Rabat, n.º 232 y 233; M. Bencherifa, Abū l-Muţarrif b. ‘Amīra al-Majzūmī, Rabat, 1966; R. Burns, The Crusader Kingdom of Valencia, Cambridge, Mass., 1967, 2 vols.; A. Huici Miranda, Historia musulmana de Valencia y su región, vol. III, Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 1973, págs. 252-254; E. Molina, “‛Azīz b. Jaţţāb, destacada personalidad política, científica y literaria murciana del siglo XIII”, en Miscelánea Medieval Murciana, IV (1978), págs. 65-87; Ibn al-Murābiţ, Zawāhir al-fifar, manuscrito escurialense n.º 520, ed. y trad. parc. de E. Molina López, Murcia y el Levante Español en el siglo XIII (1226-1266) a través de la correspondencia oficial, personal y diplomática, (tesis doctoral), Granada, 1978; E. Molina, “Murcia en el marco histórico del segundo tercio del siglo XIII (1212-1258)”, en F. Chacón Jiménez (dir.), Historia de la región murciana, Murcia, Ediciones Mediterráneo, 1980, págs. 188-283; E. Molina, “El gobierno de Zayyān b. Mardanīš en Murcia (1239-1241)”, en Miscelánea Medieval Murciana, 7 (1980), págs. 159-182; Ibn Jaldūn, Kitāb al-‘Ibar, vol. VI, Beirut, Dār al-‛Ilm al-Islāmī, 1981, pág. 359, (trad. de Baron de Slane, Histoire des Berbères, Argel, 1982); M.ª J. Viguera, “Al-Andalus en época almohade”, en Actas V Coloquio Internacional de Historia Medieval de Andalucía. Andalucía entre Oriente y Occidente, Córdoba, Diputación de Córdoba, 1988, págs. 24-29; M.ª J. Viguera, Los reinos de taifas y las invasiones magrebíes (al-Andalus del siglo XI al XIII), Madrid, Mapfre, 1992, págs. 344-347; M.ª J. Viguera, “Historia política”, en J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Menéndez Pidal, VIII/2, El retroceso territorial de al-Andalus. Almorávides, almohades (siglos XI al XIII), Madrid, Espasa Calpe, 1997, págs. 113-123; P. Guichard, Al-Andalus frente a la conquista cristiana. Los musulmanes de Valencia (siglos XI-XIII), Madrid, Universidad de Valencia, 2001, págs. 176-197; E. Molina, “De nuevo sobre el sayyid Abu Zayd. Historia e historiografía”, en C. Belda Navarro (ed.), Ciudad en lo Alto. Caravaca de la Cruz (Exposición 2003), Murcia, Fundación Cajamurcia, 2003, págs. 87-100; E. Molina, “Ibn al-Murabiţ, Abū –‘Alā’”, en Enciclopedia de la Cultura Andalusí, Biblioteca de al-Andalus, vol. IV, Almería, Fundación Ibn Tufayl de Estudios Árabes, 2006, págs. 267-276.
Emilio Molina López