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Guillermo Joaquín de Osma y Scull

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Biografía

Osma y Scull, Guillermo Joaquín de. Conde de Valencia de Don Juan (XXIV). La Habana (Cuba), 24.I.1853 – La Negresse (Francia), 7.II.1922. Político, hacendista e historiador de arte.

Nació en el seno de una familia ilustrada, vinculada a la nobleza. El padre, de la casa de los condes de Vistaflorida, fue diplomático peruano representando a la República del Perú en Estados Unidos; la madre, de hacendada familia cubana, era descendiente de norteamericanos y franceses. Osma recibió una esmerada educación. Cursó los bachilleratos de Letras y Ciencias en la Sorbona; en 1879 se graduó de Magíster Artium en Oxford, adquiriendo una formación cultural británica permanente en su vida. En 1879 ingresó en la carrera diplomática española, y desempeñó diversos puestos en Madrid, París y Londres. A partir de 1888, año de su matrimonio con Adela Crooke, XXIV condesa de Valencia de Don Juan, fijó su residencia en Madrid.

Se inició en la política gracias a su amistad y parentesco con Antonio Cánovas, casado con su prima Joaquina de Osma y Zavala. En 1891 fue elegido diputado del Partido Conservador en el distrito de Monforte de Lemos, representación que mantuvo ininterrumpidamente hasta 1919. Canovista por convicción, desempeñó sucesivos cargos relacionados con la economía pública: delegado oficial en la Conferencia Internacional Monetaria de Bruselas, subsecretario del Ministerio de Ultramar del último gobierno Cánovas y subsecretario de Hacienda, con Villaverde, en el primer gobierno Silvela. Posteriormente se acercó a Antonio Maura, de cuyos gobiernos fue nombrado dos veces ministro de Hacienda, en los años 1903-1904 y 1907-1908, centrando su actividad en la política monetaria —“saneamiento de la moneda”— y posteriormente, en la reforma de los aranceles de aduanas y de los impuestos al consumo, con un criterio pragmático contra el proteccionismo excesivo y el fraude. Reguló el ingreso y ascenso de los funcionarios con principios de profesionalidad e inamovilidad contra el favoritismo, por lo que en 1907 fue nombrado protector de la Asociación Nacional de Funcionarios del Estado. En febrero de 1908 dimitió del Ministerio por “imperiosos motivos de salud”, ante la presión política generada por sus proyectos sobre la “cuestión de las azucareras” y de supresión de la tributación sobre vinos. Posteriormente se alejó de la vida política, permaneciendo, tan sólo, como consejero de Estado, limitándose a mantener una apreciable correspondencia con Maura y, más tarde, con Eduardo Dato.

La escisión final del Partido Conservador le llevó, personalmente desengañado, a una total dedicación al arte y al coleccionismo, que, hasta entonces, habían ocupado todo su tiempo libre de la política. Juntamente con su esposa, había heredado una importante colección de piezas artísticas y un destacado archivo histórico reunidos por Juan Bautista Crooke, XXIII conde de Valencia de Don Juan, procedentes, en parte de las casas de Oñate y Altamira y de la desamortización eclesiástica, y que el matrimonio Osma había ampliado notablemente, con gran variedad de objetos, en especial de cerámica española, su gran afición. No teniendo descendencia directa, y para conservar este conjunto en una futura fundación, encargaron al arquitecto Vicente García Cabrera el proyecto de un museo unido a su vivienda, en el palacete de la calle Fortuny de Madrid. Finalmente en 1916, crearon el Instituto de Valencia de Don Juan, fundación que combina la conservación de su legado con una exhibición prudente y un decidido fomento de la investigación, conforme a los criterios expuestos por Osma en la Memoria de dicho año, restrictivos de la apertura pública —“ ha de ser sin reconocerle a la muchedumbre derecho alguno a ser servida”—, cuyo cumplimiento confió a un Patronato que debía sentar por delante de las condiciones técnicas, a aquellas personas “de carácter que integran el concepto de hombres de conciencia”. Instituto privado, no dependiente del Estado, quedó vinculado a la Universidad de Oxford, al British Museum y a la Hispanic Society de Nueva York, centros culturales con los que Osma mantenía estrecha relación y correspondencia. Fallecida la condesa en París (1918), Osma sobrevivió cuatro años plenamente dedicado al Instituto y a sus “tertulias domingueras”, de antiguas y relevantes presencias, como el propio Maura, el duque de Alba, Asín Palacios, Archer M. Huntington o Antonio Vives, en las que estaba prohibido hablar de política.

Osma falleció en 1922, en el curso de un viaje a Francia, a causa de un accidente en el tren, siendo enterrado en Madrid, en la Sacramental de San Isidro, en un mausoleo diseñado minuciosamente por él mismo.

De la actividad de Osma en el mundo del arte, son muestra sus publicaciones, si no muy numerosas, sí muy trabajadas, sobre cerámica española y azabaches. Fue miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1906), de Bellas Artes de San Fernando (1908), de las Buenas Letras de Barcelona, de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo (1917), de Nobles Artes de Córdoba y del Patronato de la Alhambra, y socio correspondiente de la Hispanic Society de Nueva York (1918), y de la Society of Antiquaries de Londres, así como doctor honoris causa por la Universidad de Gales (1920). Su atracción por los clubs londinenses le llevó a promover la fundación del Nuevo Club (1888) y a participar años más tarde, en la financiación del Club Puerta de Hierro, ambos en Madrid.

Las colecciones del Instituto de Valencia de Don Juan se caracterizan por su variedad, que se extiende prácticamente a todas las artes decorativas. En la de pintura, cuyo catálogo publicó Sánchez Cantón en 1923, destacan la Vista de la Camáldula de El Greco, el retrato ecuestre de Íñigo Vélez de Guevara, virrey de Nápoles, y los de Máximo Stanzione y Nicolasa Manrique de Mendoza, condesa de Valencia de Don Juan y duquesa de Nájera, atribuido este último a Claudio Coello, junto a otros procedentes de la casa de Oñate. De autores posteriores, se conservan originales de Maella, Fortuny, Madrazo, Muñoz Degrain, Francisco Pradilla y Emilio Sala. Entre los dibujos, se significan el boceto de Abraham y los tres ángeles, de Navarrete el Mudo, y el Estudio dactilológico, firmado en Piedrahita, por Francisco de Goya, para visualizar el alfabeto de los sordomudos. La escultura, por su parte, presenta varias piezas notables, de los siglo xiv al xviii, y así varias Vírgenes góticas y un San Francisco de la escuela de Pedro de Mena. La colección de arquetas medievales, de materiales y orígenes variados, presenta una rectangular de marfil, árabe, obra del maestro Halaf, fechada en el año 996. Los azabaches, que se remontan al siglo xiii, son numerosos y de extraordinaria calidad y tamaño, destacando varias representaciones del apóstol Santiago. La colección de tejidos es una de las más valiosas en su género, con ejemplares coptos, hispanoárabes y cristianos, completada, además, por varios reposteros, tapices, casullas, y encajes y bordados. Otras colecciones se refieren a la platería, con notable número de jarros de pico renacentistas; a las joyas, que integra piezas prerromanas, califales, renacentistas —la llamada Salamandra de Hernán Cortés—, y barrocas; a los esmaltes con cubierta de evangeliario del siglo xiii; a las armas, no muy extensa pero sí única en algunas piezas como el casco de Mohamed II, el conquistador de Constantinopla; y a los vidrios con muestras de La Granja procedentes del Palacio Real de Madrid. El Instituto dispone también de un monetario interesante, especialmente en monedas hispanorromanas e hispanomusulmanas complementado por las colecciones de sellos y documentos rodados, jaeces y pinjantes, así como exvotos ibéricos y otras piezas arqueológicas. Entre el mobiliario, se significan por su calidad, un armario mudéjar toledano, muy bien conservado, y el sillón gótico de los Enríquez. Pero, entre todas las colecciones del Instituto, sin duda, la más importante es la de cerámica española, afición y especialidad de Osma, con ejemplares variadísimos en el tiempo y en el origen geográfico, que la constituyen como la primera nacional en esta materia. Se inicia con piezas del período califal, procedentes de Medina Azahara, para continuar con los azulejos de relieve del siglo xiii, exponentes de las armas de los caballeros cristianos. Del período nazarí destacan el azulejo Fortuny y un enorme jarrón, ambos procedentes de la Alhambra, completados paralelamente con muchos azulejos de arista y cuerda seca, valencianos, catalanes, toledanos donde se conjuga la tradición mudéjar y la influencia gótica. Posteriores en el tiempo, se exponen numerosos y magníficos ejemplares de lozas de Talavera de la Reina, Puente del Arzobispo y de Manises, de variadísimas formas y original decoración. Finalmente, menos numerosos pero muy seleccionados, vemos ejemplares de Alcora, Muel y de la fábrica de Buen Retiro.

La biblioteca del Instituto contiene libros impresos, sobre temas de arte e historia, pergaminos, documentos y manuscritos, fondos que proceden de las casas de Oñate, Montealegre y Villaumbrosa, entre los que destacan un precioso Libro de Horas, que se atribuye a Simón de Brujas, el Arte de la Pintura de F. Pacheco, y el llamado Códice del Toisón de Oro, de la época de Carlos V, decorado con preciosas miniaturas de Simón Bening de Gante, donación, esta última, de la emperatriz Eugenia de Montijo a los condes fundadores. Enorme interés histórico presenta el archivo de la cancillería del Secretario de Felipe II, Mateo Vázquez, procedente de la casa de Altamira, que, custodiado aquí, en gran parte, fue continuo objeto de consulta por investigadores, como Gregorio Marañón. Todo el conjunto documental se presenta en una amplia biblioteca, diseñada por Osma, dentro de un estilo neogótico inglés, decorado con los retratos de los asistentes a las tertulias domingueras. Entre los presidentes del Instituto, posteriores a Osma, se puede recordar a Antonio Vives, Manuel Gómez Moreno, Leopoldo Torres Balbás, Diego Angulo Íñiguez y Emilio García Gómez, ostentando la Presidencia actualmente el duque de Huéscar.

 

Obras de ~: El movimiento comercial entre España e Inglaterra en el quinquenio de 1881 a 1885 y en el año 1886, Edimburgo, 1887; Azulejos sevillanos del siglo xiii, Madrid, 1902; Discusión del dictamen de la Comisión Especial sobre regularización y mejora del cambio exterior y saneamiento de la moneda, Madrid, 1905; La protección arancelaria. Análisis de su coste y de su justificación. Discurso de recepción en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, Madrid, 1906; La loza dorada de Manises en el año 1454, Madrid, 1906; Los letreros ornamentales de la Cerámica Morisca, Madrid, 1906; Los maestros alfareros de Manises, Paterna y Valencia. Contratos y ordenanzas de los siglo xiv, xv y xvi, Madrid, 1908 y 1911; Las divisas del Rey en los pavimentos de “obra de Manises” del Castillo de Nápoles, Madrid, 1909; Asociaciones en los monumentos históricos. Discurso de recepción en la Real Academia de San Fernando, Madrid, 1909; Adiciones a maestros alfareros de Manises, Madrid, 1911; The Toast of our Chairman at the Pembroke College 23rd Annual Dinner, Oxford, 1913; Catálogo de azabaches compostelanos del Instituto de Valencia de Don Juan, Madrid, 1916.

 

Bibl.: V. Ramos, Recuerdo de la tertulia dominguera del Conde de Valencia de Don Juan, Madrid, 1904; F. J. Sánchez Catón, Catálogo de las pinturas del Instituto de Valencia de Don Juan, Madrid, 1923; M.ª Á. González Mena, Catálogo de bordados, Madrid, 1974; Catálogo de encajes, Madrid, 1976; B. Martínez Caviró, Católogo de cerámica española en el Instituto de Valencia de Don Juan, Madrid, 1978; G. de Andrés, La Fundación del Instituto y Museo de Valencia de Don Juan, Madrid, Ayuntamiento, Delegación de Cultura, Instituto de Estudios Madrileños, 1984; E. Rodríguez Arrieta, Guillermo de Osma: el coleccionista y su obra, Conferencia en el Ateneo, 27 de febrero de 1987; J. L. Barrio Moya, “Un coleccionista atípico: Don Guillermo de Osma”, en Goya. Revista de Arte, n.º 267 (1998), págs. 364-374; G. J. de Osma Ara Solís, Catálogo de azabaches compostelanos (ed. facs.), Santiago de Compostela, 1999; M. J. González Hernández, “Guillermo de Osma o los avatares de un proteccionista preocupado”, en La Hacienda desde sus ministros. Del 98 a la guerra civil, Zaragoza, Prensas Universitarias, 2000, págs. 61-90; M.ª Ruiz Trapero, Las monedas hispánicas del Instituto de Valencia de Don Juan, Madrid, 2000, 2 vols.

 

Rafael García Ormaechea Romero

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