Faustino González-Aller y Vigil

González-Aller y Vigil, Faustino. Gijón (Asturias), 2.III.1919 – Madrid, 12.III.1983. Novelista y dramaturgo.

González-Aller alternó la profesión de la abogacía con la vocación literaria para acabar ejerciendo el periodismo escrito en diversos diarios y el radiofónico en Radio Nacional de España. Una parte del teatro que escribió, desde la década de 1940, fue en colaboración con el autor guatemalteco de origen asturiano Armando Ocano, colaboración que se concretó en las obras La noche no se acaba y La estatua fue antes Pichurri. Pese a que la primera fue galardonada con el prestigioso Premio teatral Lope de Vega de 1950, ni ésta ni la otra gozaron del favor de la crítica ni del público. De hecho, La noche no se acaba fue retirada del cartel a poco de su estreno, tras ser tachada de “obscena y heterodoxa”, porque se aludía en ella al grave asunto moral de un embarazo interrumpido; y La estatua... fue casi unánimemente rechazada por el público ante un desafortunado estreno en 1952. Pero antes de estas dos piezas, González-Aller había estrenado, de la mano del Teatro Español Universitario (TEU) madrileño, otra pieza en colaboración con el poeta Rafael Morales, Ritmo de juventud. En solitario volvió a intentar la suerte teatral, de nuevo fallida, cuando en 1953 ofreció la comedia Menta (que luego pasó a la pantalla como El puente del diablo), ocasión que le permitió dedicarse también al mundo del cine como guionista de algunas películas. Su mejor guión, premiado en el Festival de San Sebastián de 1956, fue el de la película de José Antonio Nieves Conde, Todos somos necesarios. En esos años, González-Aller andaba por tierras cubanas, colaborando en la revista Carteles, y en 1958 trabajó en Nueva York, para el Servicio de Información de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al tiempo que iniciaba su carrera narrativa, primero con esporádicos cuentos de cierto interés, como El Yugo, y luego con novelas más sólidas, tituladas Niña Huanca (sobre la corrupción en los regímenes dictatoriales), Orosia (una ácida visión de la Europa que había oteado el autor), Vía Gala (desarrollo de un conflicto generacional en la España de la posguerra) y Operación Guernika, la de argumento más atrayente: el imaginario robo intentado por la organización ETA del gran cuadro picassiano del Museo de Arte Moderno de Nueva York para entregarlo al pueblo vasco, colocando en su lugar una fiel copia. La última novela que escribió González-Aller fue El onceno mandamiento, primera entrega de una trilogía de matiz autobiográfico que quedó inacabada. Pero también en la década de 1960 González-Aller volvió a la escritura dramática con la libertad compositiva de quien ha renunciado de antemano a la escenificación de sus textos: La flauta en flor y El taxidermista, son dos piezas a mitad de camino entre la rareza y la confusión, con argumentos muy lejos de la coherencia, de enorme capacidad fabulística, y deliberadamente imitativas del modelo Samuel Beckett.

Obras de ~: La estatua fue antes Pichurri, Madrid, Alfil, 1953; La flauta en flor. El taxidermista, Madrid, Literoy, 1972; Niña Huanta, Barcelona, Seix Barral, 1974; La noche no se acaba, Madrid, Escelicer, 1975 (ed. de G. Torres Nebrera, Madrid, ADE, 2005); Vía Gala, Barcelona, Argos, 1977; Orosia, Barcelona, Argos, 1978; Operación Guernika, Barcelona, Argos Vergara 1979; El onceno mandamiento, Barcelona, Argos- Vergara, 1983.