Bujedo, Juan de. ?, c. 1530 – Monasterio de Herrera (Burgos), c. 1588. Abad cisterciense (OCist.).
Recibió el hábito monástico en Herrera el 25 de abril de 1544, de manos de fray Plácido de Ocampo, quien le dio igualmente la profesión un año más tarde. Contemporáneo de fray Cipriano de la Huerga, probablemente recibió sus lecciones, por coincidir el tiempo de su formación cultural con los años en que este célebre exegeta cisterciense brillaba como astro en la Universidad de Alcalá. Aunque se ignoren muchos datos personales, se sabe lo más importante en un monje contemplativo, que fue un hombre de Dios. De él dice el padre Calderón: “Fue sujeto mas que medianamente docto y gran religioso y zeloso de la observancia regular”. Al fallecer fray Andrés de Zuazo en 1558, se le nombró presidente de abad, y habiendo dado “muestras en su gouierno de gran religión y mucha prudencia, aviendo sido propuesto por el Capítulo General fue electo por el convento sin mucha dificultad”, iniciando su primer gobierno de su propia casa en 1560.
Refieren las crónicas de su tiempo, que se movió un reñido pleito entre el monasterio y la villa de Haro “porque por parte del monasterio se prendó un buey en el término privativo de la Serna, y trayéndole al monasterio le mataron como solían hacer los vezinos de Haro con los ganados de el monasterio que prendaban en sus términos privativos, sobre lo cual el alcalde de Haro llevó preso a un donado y un criado de el monasterio. Este se valió del juez conservador que procedió con sus censuras contra el dicho alcalde, quien apeló por via de fuerza a la Chancillería de Valladolid, adonde se llevaron los autos originales y después de haverse alegado por una y otra parte se dio sentencia en que se manda que las prendas hechas hasta el tiempo que se empezó el pleito se vuelvan libres y sin pena a las partes o su justo valor, pero en adelante que puedan las guardas de el monasterio prender los ganados de Haro en sus términos privativos, llevando las prendas al Monasterio y las retengan hasta tanto que paguen la pena como costumbre en la tierra”. Se omiten más datos sobre este curioso altercado frecuente en los monasterios, porque los pueblos intentaban usurparles sus bienes y derechos contra toda justicia.
Fue también abad de San Pedro de Gumiel y de Rioseco (ambos en Burgos) y el año 1578, en que finalizó su trienio, fue elegido consiliario del general fray Agustín de Argüello. Luego nuevamente fue sublimado por tercera vez a la sede abacial del propio monasterio el trienio de 1581-1584, dejando en todas partes fama de santo varón. Tiene en su haber un hecho a favor de su acendrada devoción a la Santísima Virgen. Hacía pocos años que el definitorio había suprimido ciertos días el oficio parvo de la Santísima Virgen, que era costumbre rezar en la Orden, contra el parecer de la mayoría de los monjes, que echaban de menos ese tributo de fidelidad a la Señora desde hacía siglos. Un grupo de abades trataron por todos los medios de que fuera restituido, y lo consiguieron, entre los cuales se contaban fray Ángel de Vitoria, fray Luis de Estrada y fray Juan de Bujedo. Sin duda, le daría el premio merecido por este acto de salir en defensa del honor de la Santísima Virgen.
Bibl.: D. Y áñez Neira, El Monasterio de Santa María de Herrera, Osera (Orense), Monasterio de Osera, 1972, págs. 109, 110 y 158.
Damián Yáñez Neira, OCSO