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'Abd al-Malik 'Imad al-Dawla

Biografía

Abd al-Malik Imād al-DawlaAbū MarwāAbd al-Malik b. Amad b. Yūsuf al-Mustaīn II¿Zaragoza?, s. m. s. V/XI – Rueda de Jalón (Zaragoza), šabān, 524/julio-agosto, 1130. Último rey de los Banū Hūd, en la taifa de Zaragoza (en Zaragoza, de enero a junio de 1110; y en Rueda de Jalón, 1110-1130).

Fue el último rey musulmán de Zaragoza, donde su dinastía de los Banū Hūd venía rigiendo la gran taifa del Valle del Ebro, desde mediados del siglo V/XI. Su padre, Amad al-Mustaīn II ya se había instalado en el castillo de Rueda de Jalón, a distancia de unos 35 km de Zaragoza, buscando quizás una mayor seguridad que la ofrecida entonces por su capital de Zaragoza, donde sí se trasladó por ejemplo para que allí renovaran el juramento de fidelidad a su hijo y heredero Abd al-Malik, titulado Imād al-Dawla (“Pilar de la dinastía”), sobrenombre honorífico que llevaron también otros cuatro reyes de taifas. Acuñó sólo moneda de plata, con la ceca de Zaragoza.

Entre los avances cristianos y los Almorávides se mantenía la taifa zaragozana difícilmente, y ya el rey Amad al-Mustaīn II, padre de Abd al-Malik Imād al-Dawla, recurrió a contener a unos con la amenaza de los otros. A los Almorávides llamó en 1104 contra ataques del rey castellano Alfonso VI por Medinaceli, y, un año antes, según refiere Ibn Iḏārī en al-Bayān, el rey de Zaragoza envió a su hijo Abd al-Malik Imād al-Dawla ante el emir almorávide Yūsuf ibn Tāšufīn, que se hallaba en Córdoba, para llevarle entre otros regalos doce arrobas de vajilla de plata grabada con el nombre de su abuelo al-Muqtadir, y Yūsuf ordenó fundirla para acuñar quirates almorávides, y repartirlos con ocasión de la Fiesta de los Sacrificios de aquel año, 16 de septiembre de 1103.

Desde 1102, estaban en Valencia los Almorávides, quienes con la barrera de la ocupación cidiana no habían podido llegar aún a otras taifas más septentrionales, como Albarracín y las del Valle del Ebro, muy amenazadas por el reino de Aragón, que ocupó Monzón en 1089, Almenar en 1093, Balaguer en 1091, coincidiendo allí con las conquistas del condado barcelonés hacia Lérida. Capitales como Huesca y Barbastro cayeron en poder del rey de Aragón, en 1096 y en 1110, y una cabeza de asedio se instaló contra Zaragoza. Los Almorávides siguieron subiendo desde Levante, y en 1104 ocuparon Albarracín. Amad al-Mustaīn II murió a comienzos de 1110: tras algarear tierras aragonesas por Tudela, fue alcanzado por la caballería cristiana en Valtierra, donde, el rey taifa perdió su vida, el 1 raŷab 503/24 de enero de 1110.

Antes de acabar aquel mismo mes de enero, fue proclamado en Zaragoza su hijo Abd al-Malik Imād al-Dawla, pero la grave derrota sufrida por su padre había reforzado aún más, contra él, a los partidarios pro-almorávides existentes en la ciudad, quienes veían en la ayuda de los norteafricanos la salvación frente al avance cristiano. Abd al-Malik Imād al-Dawla ya no pudo mantenerse en equilibrio entre cristianos y almorávides. El emir Alī ibn Yūsuf había iniciado su emirato con el triunfo de Uclés, y sus partidarios en toda la Marca Superior o Valle del Ebro estaban decididos a lograr allí también su intervención salvadora, mostrando firme oposición a que Abd al-Malik Imād al-Dawla siguiera “recabando servicios de los cristianos y tratara con ellos”, según indica Ibn Iḏārī en su crónica, y que pagar esas ayudas impusiera a sus súbditos gravosas parias. Así, le comprometieron a cortar aquella política.

Los Almorávides ya se habían presentado ante Zaragoza, pues al saber el entonces gobernador de Valencia, Ibn Fāṭima, la muerte de Amad al-Mustaīn II en Valtierra, llegó ante aquella capital, hacia febrero de aquel año, un mes después, aproximadamente, de aquel alarmante encuentro. Una comisión de zaragozanos pidió entonces a ese gobernador y general almorávide que se retirara, para evitar una guerra civil, con el peligro además de que Abd al-Malik Imād al-Dawla hiciese acudir tropas cristianas. Se retiraron los almorávides, pero el rey de la taifa, sin cumplir lo entonces acordado con sus súbditos, volvió a tratar con los aragoneses, que no habrían dejado de hostigarle en todos los sentidos. Entonces, los zaragozanos destronaron a Abd al-Malik Imād al-Dawla y le expulsaron de la capital, abriendo la ciudad a los almorávides. La crónica de Ibn Simāk, al-ulal al-mawšiyya, refiere en cambio que fueron los consejeros del emir almorávide quienes le presionaron para que interviniera en Zaragoza, y cómo envió al cabo un ejército, ante lo cual reaccionó Abd al-Malik Imād al-Dawla con una carta en que recordaba los anteriores acuerdos establecidos con Yūsuf ibn Tāšufīn; el emir almorávide se habría arrepentido de esta intervención, pero ya sus tropas habían entrado Zaragoza.

Abd al-Malik Imād al-Dawla se retiró al castillo de Rueda de Jalón (ḥisn Rūṭa), protegido por Alfonso I el Batallador. El general almorávide Ibn al-Ḥāŷŷ, tras ocupar Zaragoza el 10 ḏū l-iŷŷa 503/30 de junio de 1110, gobernó la ciudad durante cinco años, actuando contra Alfonso I y contra el anterior rey de la taifa, Imād al-Dawla, refugiado en Rueda de Jalón. Apostado el rey aragonés cerca de Zaragoza, contra él salió Ibn al-Ḥāŷŷ, alejándolo hasta Ejea, sin que los aragoneses e Imād al-Dawla renunciaran a hostigar la plaza. Los Almorávides atacaban Huesca y Calatayud, incluso, al mando del gobernador de Murcia, Ibn Ā’iša, tierras de Barcelona, sufriendo la derrota al cruzar el Congost de Martorell, que las fuentes árabes llaman “Batalla del Puerto”, en 1114.

En 1115 murió el gobernador almorávide de Zaragoza, Ibn al-Ḥāŷŷ, y fue sucedido por el emir Abū Bakr Ibn Tīfilwīt, que se instaló en la capital del Ebro con todo lujo, rodeado de poetas como Ibn Jafāŷa y de sabios como Ibn Bāŷa (Avempace): éste último fue enviado por el gobernador almorávide como embajador a Abd al-Malik Imād al-Dawla, que lo retuvo en prisión un tiempo. Parece que este gobernador almorávide sólo emprendió una breve algara contra Borja y Rueda de Jalón, donde dominaba el rey Abd al-Malik Imād al-Dawla con quien llegó a pactar, para poder seguir su vida placentera en Zaragoza, donde enfermó y murió, en el invierno de 1117. Ya no llegó a ir allí ningún otro gobernador almorávide, quien sí se presentó fue Alfonso I.

Desde 1117 se dedicó el rey aragonés a preparar la conquista de Zaragoza, convocando ayudas ultrapirenaicas. El asedio aragonés se formalizó a fines de mayo de 1118. Alfonso I ocupó la Aljafería el 11 de junio. Desde Tarazona, tropas almorávides que acudieron desde Jaén, intentaron defender la plaza, y su general Ibn Mazdalī logró entrar en la capital del Ebro, en septiembre de 1118, para morir dos meses después. Otros socorros llegaron ante la ciudad, a primeros de diciembre, pero sin eficacia. El 11 de diciembre, agotados los alimentos, Zaragoza pactó su rendición. Alfonso I tomó posesión de la ciudad el 18 de diciembre.

Tras tomar Zaragoza, Alfonso I siguió contra los enclaves musulmanes del Oeste, donde había guarnición almorávide, por ejemplo en Tudela, pero el resto de las plazas musulmanas sin esos defensores se le fue entregando con facilidad, como Belchite, Pitarque, Jarque, Galve, Alcalá de la Selva, Zurita, Vellila de Ebro... En 1119 consiguió Alfonso I someter Tudela, y Tarazona y la región del Moncayo. En 1120 repobló Soria, y enseguida inició el asedio de Calatayud. Tropas almorávides subieron por Teruel, desde Valencia, hasta Cutanda, donde los musulmanes fueron derrotados, en junio de 1120. A continuación, los aragoneses tomaron Calatayud, Ricla y Épila, y Daroca, avanzando hasta Monreal y Torrelacárcel, cerca ya de Teruel. En 1128, están ya sobre Molina de Aragón. Entretanto, y pese a estas conquistas o precisamente gracias a ellas, Abd al-Malik Imād al-Dawla se mantuvo con ayuda del rey de Aragón en Rueda de Jalón y su territorio alrededor, hasta morir en 1130. Fue sucedido, en aquel exiguo “reino”, por su hijo Amad, el tercero de este nombre en la dinastía Hūdí, que adoptó el sobrenombre gubernativo de Sayf al-Dawla (“Espada del Estado”), castellanizado como Zafadola (véaseo su biografía: Zafadola, Abū Ŷacfar Aḥmad [III] Sayf al-Dawla al-Mustanṣir bi-Allāh).

De Abd al-Malik Imād al-Dawla se ha conservado un vaso en cristal de roca con su nombre grabado como “Mitadoulos”, es decir Imād al-Dawla, como ha planteado G. T. Beech al estudiar “el vaso de Leonor de Aquitania”, y las relaciones de variado tipo entre la Marca Superior de al-Andalus y las tierras más septentrionales.

 

Bibl.: al-Ŷazzār, Dīwān, Zaragoza, s. XI (ed. y trad S. Barberá, Abū Bakr al-Ğazzār, el poeta de la Aljafería, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 2005; al-Ud, Tarṣī al-ajbār, Almería, s. XI (trad. F. de la Granja, “La Marca Superior en la obra de al-Udrī”, Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, VIII (1967), págs. 447-546; Ibn Bas­sām, al-Ḏajīra, al-Andalus, s. XII (ed. I. Abbās, Beirut, 1979, 8 vols.); Ibn Idārī, al‑Bayān al‑mugrib, Magreb s. XIV (vol. III, ed. E. Lévi-Provençal, París, 1930; trad. F. Maíllo, La caída del califato de Córdoba y los reyes de taifas, Salamanca, Universidad, 1993; vol. IV, ed. I. Abbas, Beirut, Dār al-ṯaqāfa, 1980; trad. de A. Huici Miranda, Nuevos fragmentos almorávides y almohades, Valencia, Caja de Ahorros, 1963); Ibn al‑Jaṭīb, Acmāl al-Aclām, al-Andalus s. XIV (ed. de S. K. Ḥasan, Beirut, Dār al-kutub al-ilmiyya, 2002; Ibn Simāk, al-Ḥulal al-mawšiyya, al-Andalus s. XIV (ed. I. S. Allouche, Rabat, Institut d’Hautes Études, 1936; trad. A. Huici Miranda, Tetuán, 1951); R. Dozy, “Essai sur l’histoire des Todjibides, les Beni-Hachim de Saragosse et les Beni-Çomadih d’Almerie”, Recherches sur l’histoire et la littérature de l’Espagne pendant le moyen age, 3ª ed., París-Leiden, 1881, 2 vols., I, 211-281; F. Codera, “Noticias acerca de los Banuhud, reyes de Zaragoza, Lérida, Calatayud y Tudela”, Boletín de la Real Academia de la Historia, XV (1889), págs. 556-561; reprod. en Misión histórica, 1892, y en Estudios críticos, 1902, VII; A. Prieto y Vives, Los Reyes de Taifas. Estudio histórico-numismático, Madrid, 1926 (reed. con Láminas y Suplemento por T. Ibrahim y A. Canto, Madrid, 2003); A. Huici Miranda, “Los Banū Hūd de Zaragoza, Alfonso I el Batallador y los almorávides (nuevas aportaciones)”, Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, VII (1962), págs. 7-38; A. Turk, El reino de Zaragoza en el siglo XI de Cristo (V de la Hégira), Madrid, 1978; M. J. Viguera Molins, Aragón musulmán, 1981; 2ª ed., Zaragoza, 1988; D. J. Wasserstein, The Rise and Fall of the Party-Kings and Society in Islamic Spain, 1002-1086, Princeton, 1985; G. Beech, “The Eleanor Vase, William IX of Aquitaine, and Muslim Spain”, Gesta, XXXII (1993), págs. 3-10; “Troubadour Contacts with Muslim Spain and Knowledge of Arabic: New Evidence Concerning William IX of Aquitaine”, Romania, 113 (1992-1995), págs. 14-42; M. J. Viguera Molins (coord.), Historia de España Menéndez-Pidal, VIII-1: Los reinos de taifas. Al-Andalus en el siglo XI. Madrid, Espasa Calpe, 1994; A. Shalem, Islam Christianized: Islamic portable objects in the medieval church treasuries of the Latin West, Frankfurt am Main – New York, Peter Lang, 1996; F. Clé­ment, Pouvoir et légitimi­té en Espag­ne musul­ma­ne à l'époque des taifas (Ve/XIe siècle). L'imam fictif, París, L’Harmattan, 1997; M. Soler i Balaguero, Les emissions monetàries de la Marca Superior d’al-Andalus, Tesis Doctoral, Lleida, Universitat de Lleida, 1998; Ph. Sénac, La Frontière et les hommes (VIIIe-XIIe siècle). Le peuplement musulman au Nord de l’Ebre et les débuts de la reconquête aragonaise, París, Maisonneuve et Larose, 2000; C. Robinson, In praise of song. The Making of Courtly Culture in al-Andalus and Provence, 1005-1134 A.D., Leiden-Boston-Colonia, E.J. Brill, 2002; G. T. Beech, The Brief Eminence and Doomed Fall of Islamic Saragossa. A Great Center of Jewish and Arabic Learning in the Iberian Peninsula During the 11th Century, Zaragoza, Instituto de Estudios Islámicos y del Oriente Próximo, 2009.

 

María Jesús Viguera Molins

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