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Emilio Ribera Gómez

Biografía

Ribera Gómez, Emilio. Madrid, 29.VI.1853 – VII.1923. Naturalista, catedrático de enseñanza secundaria.

Nacido en Madrid en 1853, estudió en la Universidad Central, donde se doctoró en Ciencias Naturales.

En 1874 ganó las oposiciones a la Cátedra de Historia Natural del Instituto de Segunda Enseñanza de Almería, desde la que se trasladó en 1877 a la de Valencia, que ocupó hasta que, en 1904, renunció temporalmente por razones de salud y pasó a ser conservador mayor del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, ciudad en la que murió. En su testamento legó un fondo económico destinado a una beca para estudiantes pobres que cursaran el doctorado en Ciencias Naturales.

Fue el final consecuente de una vida dedicada con entusiasmo a la docencia.

Durante las casi tres décadas que permaneció en Valencia, Ribera impartió una enseñanza rigurosa y al día, y convirtió el Museo de Ciencias Naturales del Instituto en uno de los mejores de España en su género. Trabajó junto a varios de sus compañeros de claustro, especialmente con Pedro Fuster y Pablo Colvée. Como secretario de la Sociedad Valenciana de Agricultura y “director de paseos y arbolados” de la ciudad, colaboró con Fuster en varias iniciativas agronómicas, así como en una exposición sobre higiene escolar en el Instituto adjunta al IX Congreso Internacional de Higiene y Demografía (1898), que recibió un importante premio. Su estrecha amistad con Colvée le permitió recoger inmediatamente en su compendio los principales descubrimientos parasitológicos que éste había realizado. Por otro lado, sirvió de enlace entre el Instituto y la Universidad de Valencia.

Se encargó en varias ocasiones de la enseñanza de la Zoología y la Mineralogía en la facultad de Ciencias y formó parte de diversas comisiones de la Universidad, entre ellas, de la encargada de la administración del Jardín Botánico.

Viajero incansable, recorrió numerosas zonas de España y de la Europa occidental y estuvo también en los Estados Unidos y Canadá, realizando estudios en museos histórico-naturales y recogiendo abundantes ejemplares, que fue incorporando al del Instituto de Valencia.

Publicó trabajos sobre temas biológicos, geológicos y agronómicos en el Boletín de la Sociedad Española de Historia Natural, la Revista Valenciana de Agricultura y otras revistas científicas, así como artículos de divulgación en la prensa diaria de Valencia y de Madrid.

Sin embargo, estaba principalmente interesado en la didáctica de las ciencias naturales, motivo por el cual participó, ocupando una destacada posición, en numerosos congresos pedagógicos y científicos españoles y también en algunos internacionales, como el organizado por la Sociedad Helvética de Ciencias Naturales en 1886 y el Congreso Internacional de Educación celebrado en Chicago el año 1893. Ello explica también el esfuerzo que dedicó a las publicaciones en torno a la enseñanza de la historia natural en el bachillerato.

Aparte de artículos y de numerosos informes, programas y memorias sobre el tema, Ribera fue autor de los libros Programa sinóptico razonado de un curso de historia natural (1877) y Ensayo de un curso de cuadros de historia natural (1894), así como del manual Nociones de higiene privada y social, que tuvo nueve ediciones entre 1880 y 1906. No obstante, su principal contribución consistió en el compendio Elementos de historia natural, del que aparecieron quince ediciones entre 1879 y 1926, que fueron publicadas en la imprenta valenciana de Manuel Alufre hasta el traslado de su autor a Madrid y, a partir de entonces, en la madrileña de Jaime Ratés. Tan amplia y continuada pervivencia corresponde al prestigio y la gran difusión de la obra, no sólo en España, sino en los países americanos de lengua castellana. A estos últimos iba dirigida una edición publicada en París por la editorial Garnier, con el título de Nociones de historia natural (1893). Además, su parte dedicada al cuerpo humano fue reimpresa en 1894 y 1902 por Manuel Alufre, tras la introducción de la asignatura “Nociones de organografía y fisiología humanas” en el plan de estudios del bachillerato.

Ribera fue corrigiendo y actualizando el contenido de su manual, “procurando que, en la medida posible para una obra didáctica elementalísima, refleje en sus páginas el estado actual de la ciencia”. En un volumen de casi quinientas páginas, mantuvo al día la información sobre morfología descriptiva y comparada de animales y vegetales, embriología, citología y anatomía microscópica, así como la relativa a nomenclatura y taxonomía, fisiología y química fisiológica, microbiología, paleontología, geología y mineralogía. La superación de los planteamientos tradicionales de la historia natural por Ribera se manifiesta, entre otros aspectos, en la agrupación de las partes de su compendio relativas a los seres vivos bajo el concepto general de “biología” y en la forma de abordar el problema del origen de las especies. Aunque el término y concepto de biología fue formulado, como es sabido, a principios del siglo xix, su institucionalización como disciplina se inició durante la segunda mitad de la centuria, a lo que se debe la tardía aparición de exposiciones sistemáticas que los utilizaran como título.

En España, se considera como hito inicial el volumen La biología general (1877), de Peregrín Casanova, catedrático de Anatomía de la facultad de Medicina de Valencia durante el mismo período que Ribera lo fue de historia natural en el Instituto. Casanova ofreció en su libro una síntesis basada en la morfología comparada darwinista de acuerdo con las ideas de Haeckel.

Ribera, por el contrario, expuso dos años más tarde unos “principios generales” de la biología de carácter pluralista, que fue perfilando en las ediciones posteriores de su compendio, fundamentados en la organización, el origen, la composición química y la estructura anatómica de los seres vivos. En lo tocante al origen de las especies, comenzó afirmando que “dos escuelas igualmente poderosas se disputan hoy la posesión de la verdad sobre esta importantísima cuestión: el transformismo y la hipótesis de las creaciones sucesivas”. Dedicó al “trasformismo, teoría de la descendencia o darwinismo” una detallada exposición, mientras que la “doctrina de las creaciones sucesivas” la resumió en menos de seis líneas. Su adhesión al evolucionismo se manifestó también en el empleo de la taxonomía zoológica de Carl Gegenbaur, basada en la morfología comparada darwinista, y en el rechazo de la existencia de un “reino humano”, que había sido defendido desde el fijismo. Sin embargo, consideró necesaria la intervención creadora divina en la biogénesis o aparición de los seres orgánicos. Puede pensarse que se trataba de una mera concesión para evitar enfrentamientos en el ambiente de los institutos de segunda enseñanza, donde gozaban de gran predicamento actitudes como la de su compañero de claustro Manuel Polo Peyrolón, catedrático de Psicología, Lógica y Filosofía moral, que había dedicado en 1878 un libro a atacar el darwinismo de la manera más agresiva e intolerante. Sin embargo, Ribera adujo como razón científica de su postura el hecho de que las investigaciones de Pasteur hubieran desmentido la generación espontánea, tema sobre el que ya había publicado su artículo “Origen de los fermentos” (1877).

La integración de Ribera en el ambiente científico valenciano le condujo a recoger en sus manuales algunas de las aportaciones procedentes del mismo. En el de higiene, por ejemplo, resumió los planteamientos renovadores de Constantino Gómez Reig, entonces catedrático de la disciplina en la Universidad de Valencia.

En el de historia natural dedicó especial atención, a partir de su primera edición, a los parásitos que Pablo Colvée acababa de descubrir y en las siguientes dio noticia, entre otros, de los trabajos de Jaime Ferrán acerca de la vacunación anticolérica y de los de Santiago Ramón y Cajal que fundamentaron la teoría de la neurona.

Ribera tuvo especial interés en ilustrar ampliamente los Elementos de historia natural. Por un lado, incluyó intercaladas en el texto reproducciones de la serie de figuras didácticas que tenían las grandes editoriales, sobre todo francesas y, por otro, láminas independientes propias.

 

Obras de ~: Elementos de historia natural, Valencia, Imprenta de Manuel Alufre, 1879 (2.ª-7.ª eds., Valencia, Imprenta de Manuel Alufre, 1882-1903; 8.ª-14.ª eds., Madrid, Est. Tipográfico de Jaime Ratés, 1904-1920; 15.ª ed., Madrid, Est. Tipográfico de la viuda e hijos de Jaime Ratés, 1926); Nociones de anatomía y fisiología humanas con preliminares de historia natural, Valencia, Imprenta de Manuel Alufre, 1894 (2.ª ed., Valencia, Imprenta de Manuel Alufre, 1903; 3.ª reed., Madrid, Est. Tipográfico de Jaime Ratés, 1909); Rudimentos de anatomía y fisiología animales, Valencia, Imprenta de Manuel Alufre, 1898 (2.ª ed., Madrid, Est. Tipográfico de Jaime Ratés, 1909; 3.ª ed., París, Garnier Hermanos, 1910); Manual sobre árboles frutales escrito especialmente para América, París, Garnier Hermanos, 1903 (2.ª-3.ª eds., París, Garnier Hermanos, 1905, 1925).

 

Bibl.: J. M.ª López Piñero y F. Jerez Moliner, “Clásicos españoles de la ilustración morfológica. V. La anatomía humana y comparada en los Elementos de historia natural, de Emilio Ribera Gómez”, en Archivo Español de Morfología, 2 (1997), págs. 55-66; J. M.ª López Piñero, Emilio Ribera Gómez (1853-1921) y la enseñanza de la historia natural en la Valencia del siglo xix, Valencia, Cátedra de Eméritos de la Comunidad Valenciana, 2002 (incluye facs. de la 4.ª ed. de Elementos de historia natural y refer. bibl. de las publicaciones de Ribera Gómez).

 

José María López Piñero

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