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Santiago Hernández Milanés

Biografía

Hernández Milanés, Santiago. Mieza (Salamanca), 28.II.1755 – Mérida (Venezuela), 26.III.1812. Presbítero, doctor en cánones, canónigo, IV obispo de Mérida (Venezuela).

Estudió en Salamanca, obteniendo el doctorado en Cánones en el colegio mayor de San Bartolomé. Una vez ordenado fue párroco de Macotera (Salamanca), y en 1788 de Yecla de Yeltes (Salamanca). Fue canónigo de la catedral de Palencia en 1793 y el 20 de julio de 1801 designado por el papa Pío VII obispo de Mérida (Venezuela) después de presentarlo Carlos IV. Cruzó el Atlántico y desembarcó en La Guaira el 23 de junio de 1802, siendo consagrado el 11 de julio de 1802 por el arzobispo de Caracas, Francisco de Ibarra. Llegó a su diócesis el 25 de septiembre siguiente. Sus poco más de diez años de episcopado fueron muy fecundos. Creó escuelas de primeras letras en el Seminario de Buenaventura. Inició la construcción de la catedral según la planta de la de Toledo (España), en 1804. Estableció el hospital de lázaros y un asilo de huérfanas. Realizó tres visitas pastorales a su diócesis. Evitó la desmembración de su diócesis, pues el Cabildo de Barinas pedía diócesis propia con la mitad del territorio merideño. Solicitó insistentemente, con el Cabildo catedralicio y el Ayuntamiento, la erección de Universidad, lo que logró en la práctica al obtener la Real Cédula de 18 de junio de 1806, que facultaba al Seminario para conferir grados mayores y menores en Filosofía, Teología y Derecho Canónico; en 1808 ya daba también los grados de Doctor.

Cuando realizaba una visita pastoral, a mediados de 1806, la expedición del independista Francisco de Miranda desembarcó en Coro; por el momento las homilías del obispo Hernández Milanés crearon un ambiente hostil al ambiente revolucionario. Sin embargo, pastor de su diócesis por encima de todo, hizo lo que bastantes obispos españoles hicieron en los turbulentos tiempos de la revolución y de la independencia: en 1810 prestó juramento a la Junta Patriótica de Mérida, “que lo nombró Rector vitalicio de la Universidad creada el 21 de noviembre, y en 1811 juró la independencia de Venezuela” (R. Picón Parra, 1988).

El 26 de marzo de 1812, Jueves Santo, presidió durante toda la mañana las solemnes funciones litúrgicas en la catedral. Terminadas éstas marchó a su Palacio Episcopal, y allí, a las 16:07 horas, un catastrófico terremoto sacudió todo el norte y el oeste de Venezuela destruyendo prácticamente Mérida, entre otras ciudades y villas. El Palacio Episcopal se colapsó, sepultando entre sus ruinas al obispo Hernández Milanés y acompañantes, unas víctimas más junto con unos quinientos merideños.

Al ser nombrado, en junio de 2001, el arzobispo de Mérida, Baltazar Porras, académico correspondiente por el estado de Mérida de la Nacional de Historia de Venezuela, su discurso de aceptación lo consagró a su antecesor el obispo Hernández Milanés, a quien denominó “un obispo olvidado”. Porras indagó datos de su antecesor en fuentes históricas de los archivos de Indias y del Vaticano. “Era un digno hijo de su tiempo —dijo—: emprendedor, visionario, con sentido de historia y de progreso, autoritario, estricto, pendiente de los acontecimientos que convulsionaron el viejo continente”.

 

Bibl.: R. Magdaleno, Títulos de Indias [...], Valladolid, Archivo de Simancas, 1954, pág. 394; N. Perazzo, “Bolívar en el terremoto de 1812”, en Revista de la Sociedad Boliviana de Venezuela (Caracas), n.º 70 (1972), págs. 102-116; J. M. Benítez, “Venezuela. Mérida. Episcopologio”, en Q. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, págs. 2729-2732; E. Dussel, Historia general de la Iglesia en América Latina, vol. VII, Colombia y Venezuela, Salamanca, Ediciones Sígueme, 1981, págs. 180-184, 278-279; R. Picón Parra, “Hernández Milanés, Santiago”, en VV. AA., Diccionario de Historia de Venezuela, vol. II, Caracas, Fundación Polar, 1988, pág. 461; “El arzobispo de Mérida fue nombrado ayer socio correspondiente de la Academia Nacional de la Historia”, en El Nacional (Caracas), 8 de junio de 2001.

 

Fernando Rodríguez de la Torre