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Juan Bautista de Anza

Biografía

Anza, Juan Bautista de. Presidio de Fronteras, Sonora (México), 1736 – Arizpe, Sonora (México), 1784. Militar, gobernador, descubridor y explorador de nuevas rutas terrestres en la frontera mexicana del norte.

Hijo de Juan Bautista de Anza y de María Rafaela Becerra, por parte de padre descendía de los Anza, apellido guipuzcoano de solar conocido y con consideración de hijodalgo. Sin embargo, hasta ahora muy pocas noticias se tienen de su infancia, exceptuando que, para algunos autores, quedó huérfano a los pocos años de edad, al fallecer su padre, oficial presidial, en un ataque apache de 1740. Como él, su hijo Juan Bautista elegió la profesión de las armas, ingresando como voluntario en dicho presidio en 1754, apareciendo en 1774 (ya casado con Ana María Pérez Serrano), como capitán del presidio de Tubac (Sonora), situado este último en una tierra muy conflictiva, desértica y lindante con los territorios indígenas de los de pimas, seris y apaches, todos ellos nómadas y muy belicosos, los cuales con frecuencia atosigaban al norte novohispano. De ahí el establecimiento de los susodichos “presidios”, en aquel entonces fortalezas con su correspondiente guarnición militar (“presidiales”), cuya misión era vigilar y defender la tan comprometida línea fronteriza. Por aquellos años Anza ya era veterano en estas refriegas indias y su experiencia le había hecho abogar ante sus superiores por un mayor y mejor armamento, un acondicionamiento de los presidios y una mayor disciplina en la tropa. Cuestiones que por fin se vieron recogidas en el Reglamento de Carlos III (1772), quedando registrados los “presidios” de Altar, Tubac, Terrenate y Frontera, como vanguardia de la citada frontera norte; para entonces ya el visitador José de Gálvez, había creado la Comandancia de las Provincias Internas de Nueva España, designando precisamente a Sonora como zona de irradiación hacia los extremos más septentrionales del virreinato de Nueva España.

Ése fue el momento en el que Juan Bautista de Anza pidió permiso al virrey Bucarelli para abrir una vía terrestre que uniera la citada Sonora con la alta California (plasmación de la antigua idea del jesuita Kino), que entroncaba perfectamente con la idea política de Gálvez. Semejante proyecto entrañaba un riesgo seguro, pero Anza, quien por familia y profesión pertenecía a una cierta “aristocracia presidial”, sentía deseos de realizar alguna empresa de importancia que le permitiese salir del anonimato. Como contrapartida, de realizarse dicho proyecto, se frenarían las oleadas indígenas, facilitándose en gran medida la comunicación y el comercio con las “tierras altas” californianas, lo cual, a su vez, neutralizaría los avances de ingleses y rusos respectivamente; los primeros desde el Este y los segundos desde el Norte.

El virrey, después de haberse asesorado suficientemente por Diego Constanzó (participante en la expedición a San Diego y Monterrey desde la Baja California), daba su consentimiento y Anza partía el 9 de enero de 1774. El desarrollo de la expedición se efectuó por la “papaguería” (sur y suroeste del río Gila), hasta la unión de éste con el Colorado, atravesando todo el desierto del Colorado, en un trayecto de más de setecientas millas, hasta alcanzar el 22 de marzo de dicho año la misión de San Gabriel, regresando finalmente a Tubac en el mes de noviembre. El éxito fue tan completo que inmediatamente se iniciaron los preparativos para una segunda expedición, ésta ya con carácter colonizador, la cual, iniciada el 21 de octubre de 1775, recorrió San Gabriel, San Diego y Monterrey. Al año siguiente Anza fue ascendido a teniente coronel, llegando en 1777 a ocupar el cargo de gobernador de Nuevo México durante diez años.

Época igualmente adecuada para continuar, desde el norte, su plan de “apertura en abanico”, solicitando de nuevo permiso para abrir otro camino, esta vez desde el citado Nuevo México a Sonora. En realidad semejante idea no estaba exenta de fundamentación.

En su segundo viaje a la Alta California, nuestro protagonista gozó de la amistad y compañía del franciscano Garcés, quien no llegó hasta el final del recorrido previsto, sino que quedó a la espera de los expedicionarios en la confluencia de los ríos Gila y Colorado, con el consentimiento de nuestro personaje, iniciar unos primeros conocimientos en la zona, que le descubrirían una posible ruta que Anza trataba ahora de verificar.

Dicho permiso le fue concedido por el comandante de las Provincias Internas, el caballero Croix, el 27 de julio de 1780, ordenándole que para no levantar sospechas entre los indios, saliese el 9 de noviembre de dicho año, aprovechando el “cordón” (compuesto por militares y colonos), que saldrían rumbo a Chihuahua.

A la vez, Croix impartía ese mismo día la orden al capitán Antonio de Vildósola, para que desde Nuevo México saliese al encuentro de nuestro personaje, convertido otra vez en explorador. Efectivamente en la fecha prevista partía Anza, por una ruta muy dura y en ocasiones plagada de nieve, atravesando poblados tan desconocidos, como Las Golondrinas o Santo Domingo, por citar sólo algunos ejemplos. Al llegar al paraje conocido como Fray Cristóbal, tuvo lugar la consabida división de la expedición, marchando el susodicho “cordón” a Chihuahua.

Mientras, Anza atravesaría el Río Grande del Norte y la Sierra de los Mimbres, siempre rumbo al sur, contemplando invariablemente, a lo lejos, altas columnas de humo, señal clara de que los indígenas estaban cerca. La nieve, la desconfianza respecto a los indios, lo quebrado del terreno y la escasez de agua, hicieron que los expedicionarios se desviaran del rumbo señalado y en vez de recalar en el presidio de Santa Cruz de Sonora, terminasen en Janos —Nueva Vizcaya—, después de cubrir un total de 221 leguas, distancia que podrían reducirse en gran manera si se continuaba en el último tramo, por el trayecto del capitán Vildósola, quien no había conseguido encontrarse con los hombres de nuestro protagonista. Pero a pesar de todo, se habrían logrado los objetivos del mencionado viaje: la demostración de que la comunicación era posible y que la misma ayudaría a contener la influencia francesa procedente, en su caso, de la Alta Luisiana.

En 1787, Juan Bautista de Anza sería nombrado comandante del presidio de Buenaventura y posteriormente en ese mismo año, del de Tucson (Arizona).

Después de llevar a cabo una revisión de las tropas en este último y habiendo retornado a su casa de Arizpe (Sonora), fallecería repentinamente el 19 de diciembre de 1788, siendo enterrado en la catedral de dicha ciudad, concretamente en la capilla de Nuestra Señora del Loreto. Había llegado el final, para uno de los personajes fundamentales en la historia de la que iba a ser una de las fronteras más complicadas de la futura nación mexicana.

 

Obras de ~: Diario de la ruta y operaciones que yo el infrascrito Teniente Coronel, y Capitán del Real. Presidio de Tubac en la provincia y gobernación de Sonora, practiqué por segunda vez, de la mencionada anterior a la California Septentrional de orden del Exmo. Señor Don. Antonio Maria Bucarelli y Ursúa, virrey gobernador y capitán general de la Nueva España, 1774; Plan de la tierra que se anduvo, y descubrió en la campaña, que hizo contra los Comanches, el Teniente Coronel Don. Juan Bautista de Ansa, 1779.

 

Bibl.: B. Miera y Pacheco, Plano de la Provincia interna de el Nuevo México, que hizo por mandado de el Teniente. Coronel de Caballería, Gobernador y Comandante General de dicha Provincia, Don Juan Bautista de Ansa, 1779; O. F. M. Eldredge, The Beginning of San Francisco from the expedition of Anza 1774 to 1850, San Francisco, 1912; P. Font, “The Anza Expedition of 1775-1776”, en Diary of Pedro Font, California, Berkeley, 1913; C. Chapman, The founding of Spanish California the Northwestward expansión of New Spain, 1687-1873, New York, 1916; P. Font, Colonel Juan Bautista de Anza, governor of New Mexico; diary of his expedition to the Moquis in 1780, México, 1918; H. E. Bolton (ed.), “Anza’s California Expeditions”, en Hispanic American Historical Review, 1931, págs. 216-217; F. de Ocaranza, Crónicas y Relaciones del Occidente de México, México, Antigua librería Robredo de J. Porrúa e hijos, 1937; Parva Crónica de la Sierra Madre y las Pimerias, México, Editorial Stylo, 1942; A. Thomas, Juan Bautista de Anza in Sonora, 1777-1778, North Carolina, University of North Carolina Press, 1942; M. Hernández Sánchez-Barba, “Frontera, población y milicia (Estudio estructural de la acción defensiva hispánica en Sonora durante el siglo xviii)”, en Revista de Indias (1956), págs. 9-51; La última expansión española en América, Madrid, Instituto de Estudios Políticos 1957; Juan Bautista de Anza, Publicaciones Españolas, Madrid, 1962; T. Lluch y Berga, Juan Bautista de Anza: colonizador español del suroeste americano, Valencia, Universidad, 1964; L. Navarro García, D. José de Gálvez y la Comandancia General de las Provincias Internas del Norte de Nueva España, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1964; D. Gárate, “Basque Ethnic Connections and the Expedition of Juan Bautista de Anza to Alta California”, en Colonial Latin American Historical Review, 1995, págs. 71-93.

 

Carmen Borrego Pla