Hijo de un carpintero, comenzó a colaborar con su padre en los detalles decorativos de los muebles. A partir de los quince años comenzó a asistir a las clases de la Escuela del Trabajo y también a los cursillos de Eduard Castell. Posteriormente colaborará con Josep Busquets en la restauración del retablo de la iglesia de San Joan de Valls. Fue un trabajo que duró siete años, lo que le permitió adquirir un buen dominio de diversas técnicas escultóricas, conocimiento que perfeccionará en el taller de Busquets en Barcelona, ya que al terminar el retablo se marchó con su maestro a la ciudad condal. Allí perfeccionó sus conocimientos técnicos. Conoció muy bien los diferentes materiales y la forma de trabajarlos. Combinaba su trabajo con la asistencia al Cercle Artístic de Sant Lluc. Dos años después, en 1956, regresó a Valls por motivos familiares. A pesar de que tuvo que trabajar como carpintero, no abandonó la escultura. El escultor formó parte del grupo de expositores de la Exposición de Navidad desde 1947 y en el año 1950 Serafini había participado en una muestra colectiva que daba a conocer en Tarragona los artistas más importantes de Valls. En 1958 formó parte del Cercle Jaume Huguet que se presentó en Tarragona en el Sindicato de Iniciativa, formado, entre otros, por Eduard Castells, Pau Mercadé, Joan Manresa, Pere Queralt, Maria Teresa Sanromá. J. M. Tost, Daniel Ventura y Josep Busquets. Su período más personal ha sido el de la época del grupo Un Nus, en el cual abandonó la escultura tradicional para decantarse por una obra abstracta que sorprende por su carácter arquitectónico, líneas rectas, formas angulosas y a la vez orgánicas. Sus esculturas se estructuran a partir de un eje vertical, desde el cual se articulan los diferentes planos que evidencian la multidireccionalidad del espacio. Su obra posterior, básicamente figurativa, estuvo estrechamente relacionada con su ciudad, con encargos de carácter religioso y civil como se puede apreciar en la relación de obras. [...]