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Sancho I de Mallorca

Biografía

Sancho I de Mallorca. ¿Perpiñán (Francia)?, ¿1277? – Santa María de Formiguera, Capcir (Francia), 4.IX.1324. Rey de Mallorca (1311-1324).

Hijo de Jaime II de Mallorca y de Esclaramunda de Foix. Tras la renuncia a la sucesión por parte de su hermano primogénito Jaime, deseoso de ingresar en la Orden Franciscana, Sancho fue declarado heredero de la Corona de Mallorca en 1302; tres años después, contrajo matrimonio con María de Nápoles, cuya hermana Blanca era, a su vez, esposa de Jaime II, Rey de Aragón.

El reinado de Sancho coincide con un período de prosperidad económica; el mismo Monarca se involucró en el mundo de los negocios, al dedicar sus galeras a la actividad mercantil. Además perfiló un programa naval con dos niveles, la reconversión de la flota comercial insular y la creación de una escuadra de defensa del archipiélago. En el primer sentido estimuló la reconversión de la flota comercial, básicamente leños y cocas, en galeras que facilitaran su acceso a los mercados atlánticos. Por otra parte estableció una escuadra de cuatro galeras y dos naves auxiliares para la vigilancia del archipiélago, en un radio que oscilaba entre las veinte y las sesenta millas (en dirección a Berbería y la costa peninsular). Por otra parte no dejó de apoyar, con hombres y dinero, los proyectos de su hermano Fernando en Morea.

Su gobierno puede ser dividido en dos etapas, la primera entre 1311 y 1318 y la segunda entre esta última y 1324. El mismo Sancho cuando era niño vivió en carne propia el conflicto entre Pedro el Grande y su padre. De resultas del asalto al castillo de Perpiñán, en 1285, Pedro el Grande capturó a la reina Esclaramunda y a sus cuatro hijos; aunque la Reina fue liberada poco después, sus hijos varones, entre ellos Sancho, fueron retenidos en calidad de rehenes, primero en el castillo de Torroella de Montgrí y después en el Castell Nou, de Barcelona. Sólo meses después fueron liberados y reintegrados a su familia por otro preso que consiguió fugarse en connivencia con los carceleros.

Una experiencia, como la indicada, debió dejar un recuerdo imborrable en el pequeño Sancho, de apenas nueve años de edad. De ahí su firme voluntad de mantener relaciones cordiales con los reyes de Aragón desde que tomó posesión de la Corona de Mallorca. Las pruebas de sumisión vasallática fueron aceptadas por Sancho sin ninguna objeción; así sucedió cuando Jaime II de Aragón le reclamó el vasallaje por la posesión de Montpellier y cuando poco después el Rey de Francia, Felipe el Bello, le exigió asimismo la renovación del vínculo, sobre la misma ciudad. Por otra parte, tras pronunciarse sentencia, a favor del Rey de Aragón, sobre el litigio que éste mantenía con el Rey de Francia acerca del dominio del valle de Arán, no dudó en reintegrarle este territorio, reclamando solamente los gastos de administración. Sin embargo, la complejidad de las relaciones de dominio sobre la ciudad de Montpellier y su separación física respecto a los demás territorios de la Corona de Mallorca, era un enclave dentro del Reino de Francia, aconsejaron a Sancho a desprenderse de este territorio. Las primeras negociaciones datan de 1314 y solamente parecieron cristalizar en 1319, con la propuesta de una reunión de todas las partes interesadas, aunque no llegó a realizarse.

En realidad, el tema de la enajenación de Montpellier se cruzó con otro tema bilateral entre Sancho y Jaime II de Aragón que pasó a primer término: la sucesión del Rey de Mallorca. Después de trece años de matrimonio con María de Nápoles, Sancho no había obtenido sucesión legítima. El fallecimiento de su hermano Fernando en Morea en 1316, posible candidato a sucederle, le obligó a cambiar los planes, ahora sería el hijo de Fernando, el infante Jaime, su sucesor. En 1318, cuando el infante Jaime apenas tenía tres años, Sancho divulgó su intención de convertirlo en heredero de la Corona de Mallorca. Era una decisión atrevida —nadie podía saber si el pequeño infante sobreviviría— pero bien meditada, destinada a adelantarse y cortar cualquier especulación ajena. Era una de las únicas cartas de Sancho y quiso jugarla pronto y en campo propio; sus problemas de salud, padecía asma, no debieron ser ajenos a esta decisión perentoria.

La tempestad que se produjo no le intimidó. Jaime II de Aragón, tras intentar que el Rey de Mallorca retrasara una decisión definitiva al respecto, reaccionó planteando la ilegalidad de la mencionada sucesión. A su juicio el testamento de Jaime I establecía que, en caso de que los reyes de Mallorca no tuvieran descendientes varones directos y legítimos, la Corona de Mallorca debía revertir a los reyes de Aragón. Sancho alegó que su intención no era ni desviarse de la voluntad del mencionado testamento, ni perjudicar al Rey de Aragón, solamente deseaba ejercer una de las prerrogativas que, como rey, le competían. En consecuencia, en enero de 1319, en el marco de una asamblea de nobles, eclesiásticos y síndicos celebrada en Perpiñán, Sancho declaró solemnemente heredero al infante Jaime.

Jaime II elevó entonces el tono de la tensión con amenazas de declararle traidor y convocándole a las Cortes de Cataluña para rendirle homenaje con carácter anual. Pese a las iniciativas de mediación, la tensión continuó estancada hasta 1320. En realidad, Jaime II de Aragón estaba intentando mantener la tensión de forma artificial como argumento para su proyecto de conquista de Cerdeña. Dadas las circunstancias, el Rey de Mallorca no se podría negar a prestar ayuda económica para dicha empresa a cambio de la renuncia del aragonés a proseguir con sus reclamaciones.

A comienzos de 1321, Sancho tomó la iniciativa, sondeando las posibilidades de un regreso a la normalidad de relaciones. La respuesta de la Corte aragonesa evidenciaba los presupuestos mencionados: el regreso a la normalidad diplomática sólo podía resolverse con dos expedientes alternativos: el pago de una indemnización de 40.000 libras o bien asistir a la próxima convocatoria de Cortes catalanas, donde personalmente solicitaría ser exonerado de rendir homenaje anualmente; en caso de que las mencionadas Cortes aceptaran la propuesta de Sancho, éste, sin pago alguno, quedaría liberado de prestar el homenaje indicado. En ambos casos se dejaba sin tratar el tema de la sucesión. Sancho optó por la segunda alternativa.

Jaime II de Aragón había conseguido humillar a Sancho, pero su objetivo último, conseguir financiación, se había frustrado. Por ello, restablecidas las relaciones, el Rey de Aragón solicitó, ahora directamente, el concurso económico del Rey de Mallorca para la empresa de Cerdeña. La petición fue un buen contexto para que Sancho, a sabiendas de que Jaime II no podría asumirlo, le ofreciera comprarle sus derechos sobre Montpellier; conociendo de antemano su reacción, el Rey de Mallorca tendría las manos libres para ofrecer Montpellier al Rey de Francia.

Sancho de Mallorca acabó materializando su ayuda para Cerdeña, en calidad de préstamo, a invertir en naves, tripulaciones y pertrechos. En 1322, Sancho dictaba testamento donde declaraba heredero a su sobrino el infante Jaime, y en su defecto a su hermanastro Fernando, estableciendo un consejo de regencia. Sancho falleció en 1324, no pudiendo coronar algunos de sus proyectos, como el tema de Montpellier, ni controlar temas por cerrar, como la reivindicación de la sucesión por el Rey de Aragón o el reintegro del préstamo de Cerdeña.

 

Bibl.: A. Lecoy de la Marche, Les relations politiques de la France avec les royaume de Majorque, Paris, 1892, 2 vols.; J. E. Martínez Ferrando, La trágica història dels reis de Mallorca, Barcelona, Editorial Aedos, 1961; M. Durliat, L’Art en el regne de Mallorca, Palma de Mallorca, Editorial Moll, 1965; R. Muntaner, Crònica, en les Quatre Grans Cròniques, ed. de F. Soldevila, Barcelona, Editorial Selecta, 1971; Pedro el Ceremonioso, “Crónica”, en F. Soldevila (ed.), Les Quatre Grans Cròniques, Barcelona, Editorial Selecta, 1971; F. Sevillano, “De la Cancillería de los reyes de Mallorca”, en Boletín de la Sociedad Arqueológica Luliana, 34 (1973); R. Pinya Homs, Els reis de la Casa de Mallorca, Palma de Mallorca, Ajuntament, 1982; A. Riera Melis, La Corona de Aragón y el reino de Mallorca en el primer cuarto del siglo xiv, Madrid-Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1986, págs. 26-31; P. Cateura Bennàsser, Mallorca en el segle xiii, Palma de Mallorca, Ed. El Tall, 1997; Crusafont Sabater, “La política monetaria de Jaume III de Mallorca”, en Randa, 50 (2003), págs. 41-48.

 

Pau Cateura Bennàsser

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