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Casimiro Ortas Rodríguez

Biografía

Ortas Rodríguez, Casimiro. Brozas (Cáceres), l.V.1880 – Barcelona, 10.III.1947. Actor y director teatral.

Hijo del actor Casimiro Ortas Navarro, pasó la niñez en Sevilla. En Madrid hizo el bachillerato. No era buen estudiante. En una ocasión, su padre lo llevó a Barcelona, donde de un modo casual, aunque burlando la figura de su progenitor que no quería que el chico siguiera su oficio de actor, debutó en Sabadell, con un papelito en La caza del oso, de José Jackson Veyán y Eusebio Sierra. Desafortunado bautismo teatral, pues Casimiro apenas balbució el parlamento que le correspondía.

El siguiente estreno fue en Cádiz, haciendo el papel de Melindres en El cabo primero, de Carlos Arniches y Celso Lucio. Y a entonces se mostró seguro y convincente y al padre no le quedaron ya dudas de que el muchacho tenía posibilidades. En Sevilla se presentó en el Teatro Cervantes para representar el papel del soldado de La trapera, de Luis de Larra. Desde sus inicios como joven actor tuvo claro que su género preferido era el cómico. Conforme fue ganando en experiencia, los mejores autores de “astracanadas”, especie de subgénero lleno de disparatados y graciosos argumentos, escribieron para Casimiro Ortas. Entre ellos: Carlos Arniches, Muñoz Seca, Pedro Pérez Fernández y algunos otros.

Estrenó comedias que alcanzaron centenares de representaciones y provocaban las carcajadas del público. En el Teatro Apolo de Madrid dio a conocer Diana la cazadora, El niño judío, Pepe Conde, Serafín el pinturero (su caracterización de “Silvino” fue alabada por la crítica) y El asombro de Damasco (donde interpretó el doctor Bhem, en uno de sus más aplaudidos papeles). Se dio el caso curioso, confesado por el propio actor, que hallándose en Cuba no estaba muy seguro de que el público pudiera comprender un sainete tan madrileño como Serafín el pinturero. Se equivocó, pues hasta por la calle, la gente, al reconocerlo, aludía a su castiza manera de hablar.

De Arniches era El amigo Melquiades y Por la boca muere el pez, que llevaba música de Valverde y Serrano, estrenada también por Ortas en el Apolo el 14 de mayo de 1914. A las cuales siguieron en la temporada siguiente, El chico de las Peñuelas y No hay mal como el de la envidia. En la década de 1920, obras como El señor Adrián el primo y ¡Qué malo es ser bueno!, cuya primera representación sucedió en el madrileño Teatro de la Comedia el 21 de diciembre de 1922. Más adelante, estrenó otras asimismo aplaudidísimas: Los extremeños se tocan, Usted es Ortiz (1927), Anacleto se divorcia; y ya en la década de 1930, La oca (1931), o Jabalí, entre otras.

Alguna vez, Casimiro Ortas tuvo tentaciones de abandonar los sainetes a los que tan acostumbrado estaba su público, por el afán de cambiar de argumentos y de género. Pero sus seguidores no le aceptaron de igual modo. Fue el caso de El solar de Mediacapa, una tragicomedia arnichesca que estrenó el 21 de diciembre de 1928 en el Teatro de la Comedia. Como su papel no reunía la vis cómica de siempre, la función tuvo menos éxito. Y volvió a lo suyo, que era hacer reir siempre.

Llegó a estrenar más de cien obras teatrales. Lo anecdótico es que le costaba mucho aprenderse los libretos. Manifestaba que su memoria era infame. Pero, a fuerza de releerlos, los retenía en su mente, sin fallos apreciables en el escenario.

Sus intervenciones cinematográficas empezaron en 1917, con la película muda Los apuros de un paleto, guión de Pérez Fernández y dirección de Francisco Camacho.

En los principales papeles, Casimiro Ortas (padre e hijo) y la cantante Consuelo Mayendía. A este filme le siguieron: Problema resuelto (1923), que dirigió Manuel Noriega, en donde tomó parte la que sería su segunda esposa, tras enviudar de la primera, Aurora García Alonso, y Charito Leonís, y ya en el cine sonoro, ¡Alegre voy! (1934), realización de Máximo Nossik, con Hilda Moreno y el cantante melódico Rafael Medina; Una aventura oriental (1935), del mismo director y de nuevo su esposa en el reparto, y Poderoso caballero, también del citado Nossik. Casimiro Ortas rodó su última película, Haciendo el indio y se despidió de la pantalla porque en el teatro se encontraba más a gusto.

Fue uno de los actores cómicos más celebrados en los años anteriores a la Guerra Civil, quien reanudó su carrera y siguió gozando en la postguerra del cariño del público. Sus paisanos le dispensaron un homenaje cuando acudió a Brozas a dar unas funciones benéficas en el teatro que precisamente llevaba su nombre desde hacía tiempo. Fue el 4 de junio de 1932, fecha en la que se le nombró Hijo Predilecto. Le regalaron también un solar para que se construyese en él una casa de recreo. En el Ayuntamiento de su pueblo hay una placa en el salón de sesiones que recuerda aquel acto, bajo un cuadro del actor pintado por el artista brocense Julio López.

Ortas murió en Barcelona mientras se encontraba trabajando con la compañía de Paco Melgares en el teatro Borrás, representando El tío Catorce. El cadáver fue embalsamado y el Sindicato Nacional del Espectáculo sufragó los gastos del traslado de los restos del actor a Madrid, donde se le tributó un concurrido homenaje frente a la Puerta de Alcalá. Sus compañeros y muchos admiradores no podían olvidar lo que Casimiro Ortas representó en el teatro así como su popularidad.

 

Bibl.: El Caballero Audaz (seud. de J. M.ª Carretero Novillo), Galería, t. II, Madrid, ECA, 1944, págs. 281-285; M. Gómez García, Diccionario del teatro, Madrid, Ediciones Akal, 1997, pág. 614; J. Huertaetal., Teatro Español, Madrid, Espasa Calpe, 2005, pág. 524; F. Rivero Domínguez, Ortas, un olvidado actor de renombre, 2006 (inéd.).

 

Manuel Román Fernández