Ors y Rovira, Eugenio d’. Xenius. Barcelona, 28.IX.1881 – Villanueva y Geltrú (Barcelona), 25.IX.1954. Filósofo y crítico de arte.
Nació en la calle Condal de Barcelona. Su padre, José Ors y Rosal, era médico y había nacido en Sabadell. Su madre, Celia Rovira y García, nació en Manzanillo (Cuba), aunque tenía ascendencia en Villafranca del Panadés. Tuvo un único hermano, José Enrique, dos años menor que él. Preparó parte de sus estudios primarios y secundarios en casa por su delicada salud. Su padre le instruía en Gramática y Aritmética, y su madre, una mujer educada en un ambiente refinado y amante de la lectura, lo hacía en Religión y Literatura. Se aficionó tempranamente a la lectura y la escritura. Como era propenso a la enfermedad, su padre impuso un excesivo recogimiento en el hogar familiar, que sólo se interrumpía para ir de vacaciones a la costa catalana.
Ingresó en la Universidad de Barcelona para cursar la carrera de Derecho en 1897. Se licenció en junio de 1903 con excelentes calificaciones y en noviembre de ese mismo año obtuvo el Premio Extraordinario de licenciatura. Durante el último curso de carrera compaginó sus estudios con el servicio militar, del que más tarde fue redimido por dinero. Aunque había cursado la carrera de Derecho, el arte, la literatura y la filosofía fueron sus intereses principales. De sus años universitarios se sabe que no asistía con asiduidad a las clases y que ocupaba la mayor parte de su tiempo en la lectura de grandes obras de la literatura y el pensamiento. Entre marzo de 1904 y julio de 1905 viajó a menudo a Madrid para realizar los estudios de doctorado en la Facultad de Derecho y comenzar una tesis sobre la genealogía ideal del Imperialismo —una teoría del Estado-héroe—, que no concluyó. En Madrid asistió a las tertulias de Juan Valera, Menéndez Pelayo y Menéndez Pidal; y entabló amistad con Francisco Giner de los Ríos, Ramiro de Maeztu, Gregorio Martínez Sierra, Antonio Maura, Eduardo Marquina, Ignacio Zuloaga y Enrique Díez Canedo. Ellos jugaron un papel importante en la introducción de Eugenio d’Ors en el ambiente castellano. Además de las asiduas visitas a las tertulias de intelectuales, d’Ors acudía con frecuencia al Museo del Prado y al Jardín Botánico. El recorrido por el paseo del Prado, primero con la mirada atenta en el arte y después en la riqueza de la naturaleza era similar al que frecuentaba su pensamiento: un recorrido desde la estancia del arte a la estancia de la vida.
En los años de sus estudios universitarios, la ciudad de Barcelona vivió la explosión del movimiento modernista. En estos años de rebelión estética, social y cultural, Eugenio d’Ors frecuentaba los ambientes literarios y artísticos de la ciudad, participaba en las tertulias del café Els Quatre Gats y colaboraba en revistas como Pèl i Ploma, Catalunya, Lo Pensament Català o Auba. Bajo la influencia del modernismo catalán escribió uno de los cuentos más conocidos de esta época, La fi de l’Isidro Nonell (1902), y colaboró asiduamente en El Poble Català con una columna sobre arte. Además de los artículos y cuentos, publicaba dibujos, caricaturas y traducciones con el fin de independizarse económicamente.
Hacia finales de 1904 y principios de 1905, comenzó a mostrar en sus publicaciones una distancia con el proyecto modernista. Un profundo sentimiento de misión de regeneración cultural le hizo plantearse, ante la ineficacia de los movimientos modernistas catalanes, la necesidad de un nuevo proyecto de renovación del individuo y la sociedad que denominó Noucentisme. El Noucentisme continuaba la ilusión regeneradora del Modernismo, pero ante el individualismo y el naturalismo de su estética y la afirmación del tradicionalismo catalanista anclado en el ruralismo y el folclore, proponía una vuelta a los planteamientos estéticos del arte clásico de Grecia y Roma y la renovación social a través de la educación y las instituciones. El proyecto “noucentista” se llevó a cabo en dos vertientes, la artística y la política, que d’Ors denominó con los términos de “estética arbitraria” y “política imperialista”. Eugenio d’Ors defendió la existencia de una dimensión estética —”residuo”— en las acciones propias del ser humano por la que el pensamiento es siempre creación y la belleza es revelación de la verdad. El arte proporciona el modo más pleno y eficaz de comprensión de la existencia humana y es desde el “residuo” desde donde se logra una comprensión unitaria y jerárquica del ser humano y de lo real. Definió la política imperialista como intervencionista y fue más un ideal pedagógico de renovación social, cultural y científica, que una ideología. Influido por las ideas de Carlyle, Eugenio d’Ors consideró necesaria una educación solidaria de los ciudadanos basada en la conciencia de responsabilidad. Mientras en el inicio del siglo XX los intelectuales españoles se preguntan por la identidad de España, d’Ors dedica sus esfuerzos a la elaboración de un programa de renovación cultural, que en estos años se extiende sólo al ámbito catalán.
En enero de 1906 comenzó a colaborar en La Veu de Catalunya con unos artículos llamados “glosas” con los que alcanzó una gran popularidad en la opinión pública catalana. Las glosas, breves comentarios al hilo de la actualidad a los que d’Ors añade una honda reflexión por medio su ingenioso y rico uso de la lengua, constituyeron uno de los instrumentos más eficaces en la difusión de su misión renovadora. Toda la vida de Eugenio d’Ors puede contarse al hilo de la lectura de las glosas. Un género que no abandonó nunca y en el que trataba de convertir las anécdotas, recuerdos y vivencias en categorías, para mostrar así “el matiz de eternidad que hay en todas las cosas”. Las glosas tenían también una función social: d’Ors las comparaba con la devoción a san Cristóbal de los trabajadores de la Edad Media. Una mirada a la imagen del santo, habitualmente situada en un lugar visible de la fachada de la iglesia, protegía de la muerte por accidente. Como la mirada a san Cristóbal, la lectura cotidiana de las glosas evitaba la “cristalización” del espíritu. En mayo de 1906 aceptó la oferta del periódico de cubrir el puesto vacante de corresponsal en París y comenzó a firmar con el pseudónimo “Xenius”. En septiembre volvió a Barcelona para contraer matrimonio con María Pérez Péix, con la que regresó a París para instalarse en un piso de la rue Jasmin hasta 1910. Además de su actividad como periodista, d’Ors dedicó estos años a ampliar su formación en el campo de la psicología experimental, y a redactar la memoria con la que justificar la beca para investigar sobre los estudios superiores en el extranjero que recibió de la Diputación de Barcelona desde 1908. D’Ors descubrió en esta investigación acerca de la metodología científica que el buen progreso de la ciencia se debía en cierta medida a la peculiar actitud del científico en la búsqueda de la verdad y a la reflexión constante acerca de los propios procesos y métodos empleados. De este modo, así como su delicada sensibilidad artística le había llevado a afirmar la necesidad de acercar la filosofía al dominio de lo artístico, y vindicar así la existencia de una dimensión lúdica; la investigación en París le llevó a enriquecer la filosofía con métodos científicos, reconocer el valor de la experiencia como fuente de conocimiento y a buscar la articulación entre los resultados de las ciencias positivas y la filosofía. En París alimentó una vocación de filósofo todavía incipiente y entró en contacto con el ambiente intelectual y científico de principios del siglo XX. Asistió a numerosos cursos y seminarios de filosofía y psicología experimental, y a clases de filósofos y científicos de la talla de Bergson, Boutroux o Madame Curie. En estos años, viajó desde París a Alemania e Italia para ampliar su formación. En agosto de 1908 participó en el III Congreso Internacional de Filosofía celebrado en Heidelberg con dos trabajos que serán el germen de su pensamiento filosófico. En El residuo en la medida de la ciencia por la acción y en Religio est libertas dialoga con las propuestas del pragmatismo norteamericano sobre los límites del conocimiento científico. La asistencia al congreso junto a Boutroux, Croce, Vailati, Vossler, Schiller o Royce afianzó su vocación filosófica y le introdujo en la comunidad de intelectuales que a principios de siglo debatían los límites de la psicología experimental, introducían el pragmatismo americano en Europa o reflexionaban sobre el pensamiento vitalista de Bergson.
A su regreso a Barcelona en 1911, Enric Prat de la Riba le nombró secretario general del Instituto de Estudios Catalanes; una institución dependiente de la Diputación de Barcelona que tenía como objetivo la investigación científica superior, con una especial atención a los valores de la historia y la cultura catalana. El Instituto, creado con una única Sección llamada Histórico-arqueológica, se amplió, coincidiendo con el nombramiento de Eugenio d’Ors, con la sección de Ciencias y la de Filología. Ambas sirvieron de impulso a la tarea de construcción de una tradición científica y a la normalización lingüística del catalán. Eugenio d’Ors entró a formar parte de la Sección de Ciencias por su interés y formación en psicología experimental. Este nombramiento supuso uno de los primeros éxitos de su proyecto renovador: una institución desde la que se fomenta la investigación científica como fuente de saber y de progreso. Prat de la Riba le introdujo de este modo en el mundo político catalán y le abrió la puerta para llevar a cabo el programa novecentista. El papel que representó Eugenio d’Ors en la política catalana se redujo, sin embargo, al ámbito cultural y educativo. La política fue un instrumento más en la misión de renovación cultural e intelectual soñada años antes. En 1911 publicó en La Veu de Catalunya la serie Set gloses de Quaresma y Com si encara fos Quaresma en la que expone su pensamiento con el nombre de “Filosofía del hombre que trabaja y que juega”. Estas glosas, pensadas como una introducción a la filosofía, constituyen el índice de los temas de trabajo que le acompañaron durante toda su vida. La filosofía del hombre que trabaja y que juega propone, con el término catalán “seny” –inteligencia o razón viva–, la facultad capaz de armonizar los elementos racionales, los de intuición, de sentimiento y de “gusto” en una visión unitaria y jerárquica del mundo. En síntesis, una facultad capaz de explicar con sentido las realidades que sobrepasan la racionalidad científica. La inteligencia aúna con sentido los resultados que son fruto del trabajo —de la necesidad— y del juego —de la libertad— en continuo diálogo. Del Glosario de 1911 es también la serie La ben plantada. Publicadas durante los meses de agosto y septiembre, las glosas sobre Teresa, nombre de “la bien plantada”, cuentan la historia del veraneo de una hermosa dama que reúne en su cuerpo y en su espíritu el ideal clásico anhelado por el “Noucentisme”. La serie constituyó en la producción orsiana el principio de un conjunto de cuatro novelas sobre personajes femeninos que más tarde se llamaría Las oceánidas: La ben plantada, Gualba la de mil veus, Sijé y La verdadera historia de Lidia de Cadaqués. En 1912 se licenció en Filosofía en la Universidad de Barcelona y en 1913 se doctoró con una tesis parcialmente inédita titulada Los argumentos de Zenón de Elea y la noción moderna de espacio-tiempo. El objetivo de esta investigación era la superación racional de las aporías de Zenón de Elea tomando como punto de partida las nociones de espacio y de tiempo de Hermann Minkowski y los avances en los presupuestos de la teoría de la relatividad. A finales de 1913, d’Ors ha terminado con el doctorado en Filosofía la etapa de su formación académica. En los últimos tres años ha expuesto su pensamiento filosófico a modo de introducción en el Glosario y su sistema continúa elaborándose. Interesado en la relación entre la filosofía y las ciencias experimentales, centró parte de su investigación en el estudio interdisciplinar de la filosofía, la física y la biología y colaboró con asiduidad en la revista Arxius de l'Institut de Ciències.
Ilusionado por conseguir un puesto en la Universidad, desde donde poder exponer su filosofía, se presentó en enero de 1914 en Madrid a unas oposiciones para la Cátedra de Psicología Superior de la Universidad de Barcelona. Sólo contó con el voto favorable de Ortega y Gasset, y la decepción por aquella derrota determinó toda su vida profesional. No volvió a presentarse a ninguna otra convocatoria. Después de las oposiciones, la Residencia de Estudiantes le invitó a impartir una conferencia con el título De la amistad y el diálogo. La Institución Libre de Enseñanza no había cuajado entre los catalanes con la misma intensidad que en el resto de España. Entre otras razones por la labor cultural que había emprendido Eugenio d’Ors desde el “Noucentisme”. Sin embargo, un respetuoso afecto por Francisco Giner de los Ríos y la afinidad con el ideal de renovación social a través de una original y moderna pedagogía, hicieron de Eugenio d’Ors un visitante asiduo a la “Colina de los chopos”. En Cataluña conservó el apoyo del presidente de la mancomunidad, Prat de la Riba, pero el fracaso de Madrid acrecentó la oposición que por parte de algunos ambientes de la burguesía y la clase intelectual catalana venía sufriendo desde 1912. En 1914 se publicó en castellano la antología La filosofía del hombre que trabaja y que juega. La antología reúne en torno a una cuestión típica en los intelectuales del siglo XX —¿cómo se integra la razón en la vida?— una recopilación de glosas, fragmentos de los trabajos del Congreso de Heidelberg, de la memoria de investigación y artículos publicados en revistas académicas. Junto a los textos de Eugenio d’Ors se insertó una introducción de Manuel García Morente y cinco estudios breves sobre diferentes aspectos de la filosofía orsiana escritos por Federico Clascar, Diego Ruiz, Jaume Farrán, Ramón Rucabado y Miguel de Unamuno.
El estallido de la Primera Guerra Mundial y el desarrollo del conflicto supuso un cierto aislamiento de d’Ors en Cataluña. Las circunstancias no le permitieron viajar por Europa y continuar sus investigaciones en el extranjero. Su actividad se concentró entonces en el estudio y perfeccionamiento de las instituciones de enseñanza en Cataluña y en la promoción de actividades desde el Instituto. Con motivo de la Gran Guerra, escribió la serie de glosas Lletres a Tina en las que expuso su posición ante el conflicto: la guerra entre Alemania y Francia era una guerra civil que puso en peligro la unidad moral de Europa. Entre 1915 y 1918 ocupó distintos cargos en el ámbito de la Instrucción Pública de la Mancomunidad de Cataluña. Su tarea consistió en el asesoramiento en el ámbito de la pedagogía y en la promoción de proyectos como la Escuela Superior de Bibliotecarias, la Red de Bibliotecas Populares, la revista Quaderns d’Estudi, los cursos monográficos de altos estudios y de intercambio o la colección Minerva de literatura moderna. En cuanto a su actividad como filósofo, la actividad docente en la Escuela de Bibliotecarias y en el Seminario de Filosofía supone la revisión de las intuiciones del Glosario y la elaboración de un pensamiento definido y ordenado: la “Doctrina de la Inteligencia”. Designó con el término “dialéctica” el conocimiento que es irónico y fiel a la vida; y propuso la sustitución de los principios de razón suficiente y de contradicción por los de función exigida y participación en el dominio de la inteligencia o seny. La Doctrina de la Inteligencia afirma que, mientras la razón elabora conceptos y la sensibilidad percepciones, la dialéctica o el pensar de la inteligencia, elabora lo que Eugenio d’Ors denomina “ideas”. Las ideas son a la vez generales y concretas, sobrepasan a los conceptos en la medida en que se adaptan a la vida. En este sentido, la inteligencia es para d’Ors acción, actividad por la que el ser humano adapta los conceptos, la razón, a la vida. Esto es, el uso de la razón cuando la libertad del hombre dialoga con la vida. La función irónica del pensamiento venía a poner de manifiesto que la verdad es parcial y está sujeta a error —aunque no por eso deja de ser verdad—; así como el carácter comunicativo de su búsqueda. Para Eugenio d’Ors el pensamiento es esencialmente diálogo. No sólo porque como afirmaría más tarde en El secreto de la filosofía, las palabras contienen a las ideas en su sentido, sino también porque la cultura es a la vez tradición y universalidad.
En agosto de 1917 murió Prat de la Riba y fue sustituido por José Puig i Cadafalch en el cargo de presidente de la Mancomunidad. El nuevo presidente no continuó la protección que Prat de la Riba había ejercido sobre la labor cultural de Eugenio d’Ors, y la tensión contenida creció hasta romperse a finales de 1919. En los meses siguientes, Eugenio d’Ors dimitió del cargo de director de la Instrucción Pública y de su colaboración en el Glosario y fue destituido de su cargo de secretario general del Instituto de Estudios Catalanes y de su tarea docente. La nueva presidencia y un sector de la burguesía y de los intelectuales catalanes partidario del regionalismo, provocó la defenestración de Eugenio d’Ors. Con motivo de estos acontecimientos, escribió dos tragedias: El nou Prometeu encadenat y Guillermo Tell.
En julio de 1921 viajó a la Argentina invitado por la Institución Cultural Española y por la Universidad de Córdoba, y dio conferencias en ambos centros, así como en Montevideo (Uruguay). A su vuelta a España, al ver que los problemas en Barcelona no tenían solución y que había perdido definitivamente todas las competencias de los últimos años, se instaló en Madrid a finales de año. Se abrió entonces una nueva etapa en la vida de d’Ors en la que abandonó el catalán como modo de expresión. El cambio en la lengua acrecentó su proyección nacional e internacional. En estos años escribió algunas de sus obras más conocidas, como Tres horas en el Museo del Prado (1922); colaboró con asiduidad en la Revista de Occidente y continuó el Glosario en el periódico ABC. Aun así, su llegada a la capital y su tarea en la cultura española se vio ensombrecida por un rechazo casi general del resto de intelectuales. Más aún cuando, no siendo d’Ors partidario del Gobierno de Primo de Rivera, mantuvo una posición tolerante con la nueva situación, entre otras razones por el rechazo de la propuesta liberal. A finales de 1923, apareció la publicación de Guillermo Tell en Las Noticias, que fue malinterpretada como un alegato en favor del dictador.
En el gobierno de Primo de Rivera, el ministro de Trabajo Eduardo Aunós le nombró profesor de la asignatura de Ciencia de la Cultura de la Escuela Social de Madrid y en 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española. En 1927 regresó a París donde fijó su residencia durante una década en la que se encargó de representar a España en el Instituto Internacional de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones. Acogió con contrariedad la proclamación de la República y en París encontró un ambiente más propicio para su temperamento y trabajo intelectuales. Expuso en el glosario de 1933 la continuidad de la “política imperialista” del movimiento “Noucentista” con la denominada “política de misión”. Estos años son muy fecundos en publicaciones, en especial sobre teoría del arte: El arte de Goya (1928), Cézanne (1930), Pablo Picasso (1930) o Du baroque (1935).
La Guerra Civil Española le sorprendió en París. Permaneció allí hasta que amparado por Fermín Yzurdiaga pudo instalarse en Pamplona en abril de 1937. Ingresó en la Falange, reanudó su Glosario en el diario ArribaEspaña y colaboró con la revista Jerarquía. También contribuyó desde el bando nacional, en el que luchaban sus tres hijos, en la reorganización de las instituciones culturales. Frecuentó la tertulia del Café Niza a la que acudían habitualmente Luis Rosales, Laín Entralgo, Luis Felipe Vivanco, Ángel María Pascual y Gonzalo Torrente Ballester entre otros. En 1937 fue nombrado secretario perpetuo del Instituto de España, agrupación de todas las Reales Academias. En enero de 1938 se situó al frente de la Jefatura Nacional de Bellas Artes, órgano dependiente del Ministerio de Educación Nacional. Recuperó en 1939 los fondos del Museo del Prado que el Gobierno republicano había depositado en Ginebra para evitar los daños que pudiera ocasionar la Guerra Civil y organizó la Exposición de Arte Sacro de Vitoria. En el Museo Provincial de Sevilla tuvo lugar su ingreso en la Real Academia Española con el discurso Humanidades y literatura comparada que fue contestado por José María Pemán; y en el Palacio San Telmo de San Sebastián ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando con Teoría de los estilos, que fue respondido por Joaquín Herrero.
Con el final de la guerra, volvió a Madrid. Se instaló en una casa en la calle Sacramento que utilizó como lugar de trabajo y como vivienda. Frecuentó de nuevo los ambientes intelectuales y la vida social. Gracias a su cargo en el Instituto de España, d’Ors participó activamente en la vida cultural española. Logró reanudar en Elche la celebración del Misterio; intervino en la sesión conmemorativa del segundo centenario del nacimiento del arquitecto Juan de Villanueva en la Real Academia de San Fernando; en Valencia lo hizo con motivo del cuarto centenario del nacimiento de Juan Luis Vives. En esto, le llegaron los primeros homenajes académicos: fue investido doctor honoris causa de la Universidad de Coímbra (1938) y de la Universidad de Aix-en-Provence (1941). A finales de 1941 impartió un cursillo en el Museo del Prado, que después recogió en el libro Tres lecciones en el Museo del Prado de introducción a la crítica de arte (1944), en el que realiza una innovadora exposición del concepto de “crítica”. La “crítica del sentido” tiene su fundamento en el pensamiento figurativo o “Doctrina de la Inteligencia” y viene a afirmar que además de un significado y de una forma, toda obra de arte contiene otra manera de existencia que es su sentido, por el que se convierte en figura y símbolo. En 1942, fundó en Madrid la Academia Breve de Crítica de Arte, que tenía como fin la realización de visitas culturales, lecturas y conciertos, así como la organización de la exposición anual de arte moderno denominada “Salón de los Once”.
En marzo de 1943 se inició un proceso de acercamiento a Cataluña con la colaboración en el diario La Vanguardia, que se completó en 1944 con la compra de una casa adosada a una ermita dedicada a San Cristóbal en Villanueva y Geltrú. En el período estival fijaba allí su residencia. Esta vivienda supuso el acercamiento vital a Cataluña y la recuperación de algunos de los paisajes más queridos de su infancia y juventud.
Cumplidos los sesenta años, Eugenio d’Ors preparó recopilaciones de sus escritos. Sus proyectos más ambiciosos fueron El secreto de la filosofía (1947) y la aparición de volúmenes recopilatorios de glosas. El secreto de la filosofía supone la obra cumbre del pensamiento filosófico de Eugenio d’Ors. En ella ordena todos los temas que le habían ocupado desde su juventud y apuesta de nuevo por un saber metodológico —la “Doctrina de la Inteligencia”— capaz de proponer una filosofía eficaz abierta al vivir y alimentada por la experiencia personal e histórica. En 1949 viajó de nuevo a Italia y en 1950 a la Argentina pese a los primeros síntomas de una salud que comenzaba a deteriorarse.
El reconocimiento académico en España le llegó un año antes de su muerte. En 1953 el ministro de Educación Nacional le nombró profesor extraordinario de la Universidad Central y se creó para él la Cátedra de Ciencia de la Cultura en la que sólo llegó a impartir unas pocas clases. El 25 de septiembre de 1954, pocos días antes de cumplir los setenta y tres años, murió en su residencia de Villanueva y Geltrú. Póstumamente se publicaron La verdadera historia de Lidia de Cadaqués (1954) y La ciencia de la cultura (1964).
La afirmación de la relevancia de Eugenio d’Ors en la historia del pensamiento español se ha demorado por varias razones. Por una parte, un doble prejuicio: el de los catalanes que lo consideraron un traidor tras el exilio voluntario de 1921 y el de los castellanos que lo acogieron como a un intruso, y por otra, la inevitable división que causó la Guerra Civil en la conciencia de los españoles. Esta demora, sin embargo, no ha sido acompañada del olvido, sino de una mejor comprensión de su figura y de su pensamiento.
Obras de ~: La muerte de Isidro Nonell. Seguida de otras arbitrariedades. Y de la oración a Madona Blanca María, Madrid, Ediciones El Banquete, 1905; Glosari 1906 ab les gloses a la conferencia d’Algecires y les gloses del viure a París, Barcelona, Llibrería de Francesca Puig, 1907; La Ben Plantada, Barcelona, Joaquín Horta impresor, 1911; La Bien Plantada de Xenius, Barcelona, Biblioteca Excelsior, Unión Editorial Hispanoamericana, 1913; Las aporías de Zenón de Elea y la noción moderna de espacio-tiempo, 1913 (inéd.); De la amistad y del diálogo, Madrid, Residencia de Estudiantes, 1914; La filosofía del hombre que trabaja y que juega, Barcelona, Antonio López, 1914 (ed. Madrid, Libertarias/Produfi, 1995); Flos Sophorum. Ejemplario de la vida de los grandes sabios, Barcelona, Seix y Barral, 1914; Aprendizaje y heroísmo, Madrid, Residencia de Estudiantes, 1915; Glosari de Xenius, MCMVII, II, Barcelona, Talleres Gráficos Montserrat, 1915; Glosari de Xenius, MCMVIII, III, Barcelona, Talleres Gráficos Montserrat, 1915; Glosari de Xenius, MCMXIV, IV, Barcelona, Talleres Gráficos Montserrat, 1915; Grandeza y servidumbre de la inteligencia, Madrid, Residencia de Estudiantes, 1919; Gloses de la Vaga, año IV, vol. III, n.º 139, Barcelona, La Novel-la Nova, 1919; Glosas. Páginas del Glosari de Xenius, Saturnino Calleja, Madrid, 1920; Las obras y los días, Buenos Aires, Ediciones Mínimas, 1920; El valle de Josafat, Madrid, Publicaciones Atenea, 1921; Introducción a la filosofía. Curso de Eugenio d’Ors sobre la doctrina de la Inteligencia I, Buenos Aires, Publicación del Centro Universitario, Agencia General de Librería y Publicaciones, 1921; Del Glosario de Eugenio d’Ors, Buenos Aires, Bayardo, 1921; Cézanne, Madrid, Rafael Caro Raggio, 1921; El nuevo Glosario, Madrid, Rafael Caro Raggio, 1921; El viento en Castilla. El nuevo Glosario II, Madrid, Rafael Caro Raggio, 1921; Hambre y sed de verdad. El nuevo Glosario III, Madrid, Rafael Caro Raggio, 1922; Europa. El nuevo Glosario IV, Madrid, Rafael Caro Raggio, 1922; Poussin y el Greco. El nuevo Glosario V, Madrid, Rafael Caro Raggio, 1922; El sueño es vida, Madrid, Prensa Gráfica, 1922; Tres horas en el Museo del Prado, Madrid, Rafael Caro Raggio, 1922; U-turnit. El nuevo Glosario VI, Madrid, Caro Raggio, 1923; Los diálogos de la pasión meditabunda, Madrid, Caro Raggio, 1923; L’Alerta de Castelló d’Empuries, Barcelona, Publicacions Empordà, 1923; Nuevas Bibliotecas Populares para España. Plan para la instauración de Bibliotecas Populares en España, a cargo de la Federación de la Prensa, Madrid, Publicaciones de la Federación de Prensa de España, 1923; Cinco minutos de silencio, Valencia, Sempere, 1925; El molino de viento, Valencia, Sempere, 1925; Estudios filosóficos. Religio est libertas, 13, Madrid, Cuadernos Literarios, 1925; Guillermo Tell. Tragedia política en tres jornadas, Valencia, Sempere, 1926; Una primera lección de filosofía, con dos apéndices esquemáticos sobre la Doctrina de la Inteligencia, Madrid, Cuadernos de Ciencia y de Cultura, La Lectura, 1926; Magín o la previsión y la novedad, La novela mundial, año I, 15, Madrid, Rivadeneyra, 1926; Las ideas y las formas, Biblioteca de Ensayos, 6, Madrid, Páez, 1928; Cuando ya esté tranquilo, Orbis Pictus, Madrid, Renacimiento, 1930; Estudios de arte. Arte portugués, Madrid, Sociedad Española de Amigos del Arte, 1932; Introducción al nuevo humanismo, Valencia, Imprenta Hijo de F. Vives Mora, 1932; Gualba, la de mil veus, Barcelona, Llibrería Caralònia, 1935; Glosas a Portugal, Buenos Aires, Editoriales Reunidas, 1939; Introducción a la vida angélica. Cartas a una soledad, Buenos Aires, Editoriales Reunidas, 1939; Nuevo Glosario. La Tradición, Buenos Aires, Editoriales Reunidas, 1939; Jardín Botánico, Madrid, La Rosa de Piedra, 1940; Historias de enfermos y de viejos, Madrid, Grano de Arena, 1941; Gnómica, Madrid, Talleres Gráficos Agustín Núñez, 1941; Estilo de la filosofía de Vives, Madrid, Ediciones Historia, 1941; Aldeamediana, seguido de las Historias de las esparragueras y de Dos notas sobre la civilización campesina, Madrid, Ediciones de la Gacela, 1942; Epos de los destinos, Madrid, Editora Nacional, 1943; La civilización en la historia, Madrid, Ediciones Españolas, 1943; Los diálogos de la pasión meditabunda, Barcelona, Montaner y Simón, 1943; Museo secreto, Madrid, Las Páginas Amigas, 1943; Lo barroco, Madrid, Aguilar, 1944; Tres lecciones en el Museo del Prado, de introducción a la crítica de arte, Madrid, Ediciones Españolas, 1944; Perspectivas internacionales de la Literatura española, Madrid, Instituto Nacional del Libro Español, 1944; Teoría de los estilos y Espejo de la Arquitectura, Madrid, Aguilar, 1945; Mis salones. Itinerario del Arte moderno en España, Madrid, Aguilar, 1945; Estilos del pensar, Madrid, EPESA, 1945; Arte de entreguerras. Itinerario del arte universal, Madrid, Aguilar, 1946; Pablo Picasso en tres revisiones, Madrid, Aguilar, 1946; El arte de Goya, seguido de otra visita al Museo del Prado, Madrid, Aguilar, 1946; Goya y lo goyesco. A la luz de la historia de la Cultura, Valencia, E. López Mezquida, 1946; Novísimo glosario, Madrid, Aguilar, 1946; Nuevo Glosario (1920-1926) I, Madrid, Aguilar, 1947; Nuevo glosario (1927-1933) II, Madrid, Aguilar, 1947; El secreto de la filosofía, Barcelona, Iberia, 1947; Nuevo Glosario (1934-1943), Madrid, Aguilar, 1949; La palabra en la onda. Glosas para la radio, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1950; Obra Catalana completa. Glosari 1906- 1910, Barcelona, Selecta, 1950; No hay tal prehistoria, Santander, Escuela de Altamira. Textos y Conferencias, 1950; La verdadera historia de Lidia de Cadaqués, Barcelona, José Janés, 1954; Rafael Zabaleta, Madrid, Gallades Editores, 1955; Eugenio d’Ors. Antología, Madrid, Doncel, 1960; La ciencia de la cultura, Madrid, Rialp, 1964; Crónicas de la ermita, Barcelona, Plaza y Janés, 1966; Menester del crítico de arte, Madrid, Aguilar, 1967; Nuevo Prometeo encadenado. Guillermo Tell, Madrid, Emesa, 1971; Arte vivo: los precursores del arte contemporáneo, Madrid, Espasa Calpe, 1976; Diálogos, Madrid, Taurus, 1981; Gualba, la de mil voces, Barcelona, Planeta, 1981; Sijé, Barcelona, Planeta, 1981; Los dos aviadores, Barcelona, Ediciones de Nuevo Arte Thor, 1983; Españoles de mi tiempo. Mi “salón de los 111”, Madrid, Libertarias, 1988; Las cien más bellas glosas de Eugenio d’Ors, Madrid, Libertarias, 1989; Glosari 1915, Barcelona, Quaderns Crema, 1990; Mis ciudades, Madrid, Libertarias, 1990; Glosari 1917, Barcelona, Quaderns Crema, 1991; Glosari 1916, Barcelona, Quaderns Crema, 1992; Papers anteriors al Glosari, Barcelona, Quaderns Crema, 1994; Glosari 1906-1907, Barcelona, Quaderns Crema, 1998; Último Glosario I, Helvecia y los lobos, Granada, La Veleta, 1998; Último Glosario II, De la Ermita al Finisterre, Granada, La Veleta, 1998; Diccionario filosófico portátil, Madrid, Criterio, 1999; Confesiones y recuerdos, Valencia, Pre-Textos, 2000; Último Glosario III, El cuadrivio itinerante, Granada, La Veleta, 2000; Glosari 1908-1909, Barcelona, Quaderns Crema, 2001; Cincuenta años de pintura catalana, Barcelona, Quaderns Crema, 2002; Glosari 1910-1911, Barcelona, Quaderns Crema, 2002; Último Glosario IV, El designio y la ensalada, Granada, La Veleta, 2002; Último Glosario V, El guante impar, Granada, La Veleta, 2002; Calendario y lunario, la vida breve, Valencia, Pre- Textos, 2003; Paliques (1922-1925) y Paliques (1926-1929), Barcelona, Áltera, 2006; Teatro, títeres y toros. Exégesis lúdica con una prórroga deportiva, Sevilla, Renacimiento, 2006.
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Marta Torregrosa Puig