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Manuel de Gante

Biografía

Gante, Manuel de. Manuelillo. ¿Gante (Bélgica)?, p. s. XVII – 1669. Bufón de la Corte de Felipe IV.

Aparece en las contadurías palatinas entre 1635 y 1669. Era de origen flamenco y fue el único bufón —junto con Manuel Gómez— que en los Archivos de Palacio disfrutó del extraordinario título de “Gentilhombre de placer”. Obtuvo numerosas mercedes y raciones, incluso un oficio de ujier de saleta, todo ello a cambio de hacer reír con sus chanzas al Monarca y a su familia, sobre todo a la hora de comer —“para facilitar las digestiones”— y en la medida en que el real decoro lo permitía.

Pero sus atribuciones y actividades eran más variadas y complejas. Como escribe Moreno Villa, el archivero y pintor que sacó a la luz la documentación sobre la bufonería española en tiempos de los Austrias, estos personajes “hacían de mensajeros y espías y de diversos modos eran útiles al servicio real”. Prueba de la alta consideración que le tenía el Rey es que, cuando en 1637 pidió licencia para viajar a Italia, se le concedió “sin tiempo limitado y que Floriana de Mercado, su mujer, goce el tiempo que él estuviese ausente las dos raciones que él tiene señaladas”. Permaneció cuatro años en el país transalpino (Velázquez sólo consiguió dos, observa Gállego).

Manuel de Gante protagonizó una de las anécdotas más famosas de un bufón cortesano, anécdota recogida por Jerónimo de Barrionuevo y que se ha tomado como símbolo no sólo de la gracia y la caballerosidad del gentilhombre de placer, sino también del estado paupérrimo en que se encontraban las arcas del reino.

En una comida en octubre de 1655, la reina Mariana de Austria, que era aficionada a acabar con confites y viendo que éstos no llegaban, preguntó por qué no se los traían como solían, a lo cual se le respondió que el confitero “no los quería dar porque le debían mucho y no le pagaban nada”. Quitose entonces la Reina una sortija del dedo y dijo: “Vayan volando por ellos con esta prenda a cualquier parte”. Pero el bufón Manuelillo de Gante, que se encontraba allí presente, salió al paso diciendo: “Torne Vm. a envainar en el dedo su prenda”, y sacando de su propia bolsa un real de a cuatro ordenó que “traigan luego los confites a prisa, para que esta buena señora acabe con ellos de comer”.

Siendo uno de los bufones más famosos de Felipe IV, a Moreno Villa le “parece raro que no lo retratase Velázquez”, por lo que cree ver a Manuelillo en el personaje del Hombre de la copa de vino, del Museo de Toledo (Ohio), o en el truhán que aparece con un globo terráqueo en el Geógrafo del Museo de Rouen.

 

Bibl.: J. Moreno Villa, Locos, enanos, negros y niños palaciegos. Gente de Placer que tuvieron los Austrias en la Corte Española desde 1563 a 1700, México, Casa de España-Editorial Presencia, 1939, págs. 33 y ss.; J. Barrionuevo de Peralta, Avisos de D. Jerónimo de Barrionuevo, 25 de octubre de 1656, vols. CCXXI y CCXXII, Madrid, Biblioteca de Autores Españoles, 1946; J. Gállego, Monstruos y enanos en la Corte de los Austrias, catálogo de exposición, Madrid, Museo del Prado, 1986, pág. 19; F. Bouza, Locos, enanos y hombres de placer en la Corte de los Austrias, Madrid, Temas de Hoy, 1991, pág. 89; Enanos, bufones, monstruos, brujos y hechiceros, Madrid, Debolsillo, 2005, págs. 115-124.

 

Luis Peñalver Alhambra

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