Ruiz Puente y García de la Yedra, Felipe. Almiñe (Burgos), 1724 – Chiclana (Cádiz), 29.V.1779. Destacado intendente general de la Armada y primer gobernador de las islas Malvinas.
Nació en el seno de una familia noble burgalesa. Su padre, Diego Ruiz Puente y Velasco, poseía mayorazgos en el Almiñé y en Quintanilla del Ríofresno y capilla en la parroquia de San Nicolás de Bari en el Almiñé, y su madre, Josefa García de la Yedra y López de Quesada era hermana del licenciado Juan García de la Yedra, caballero de la Orden de Calatrava, canónigo y arcediano de Cádiz e inquisidor de Sevilla. Pasó su juventud en la casa familiar de Almiñé, hoy día pedanía de la Merindad de Valdivieso a 75 km al norte de Burgos capital, sin hechos dignos de destacar. Realizó los estudios propios de la época en Burgos y decidido a efectuar la carrera de las armas en su faceta de la Real Armada, solicitó carta-orden de guardia marina y sentó plaza en el Departamento de Cádiz (11 de julio de 1738). Concluidos los estudios elementales embarcó de prácticas en los diferentes barcos del Departamento de Cádiz. En 23 de marzo de 1741, ascendió a alférez de fragata siendo destinado de subalterno en los buques del mismo departamento para hacer misiones de patrulla, corso, aprovisionamiento de los presidios de África. Tras estas actividades fue promovido a alférez de navío (20 de noviembre de 1749) y destinado al arsenal de la Carraca. Muy pronto ascendió a teniente de fragata (28 de octubre de 1751) y embarcó en el navío la Reina (1 de septiembre de 1752). Volvió a ascender, esta vez a teniente de navío (4 de octubre de 1752), continuando en el mismo navío y desembarcó en 25 de noviembre del mismo año. Volvió a embarcar en el navío el Firme (25 de septiembre de 1754), del que fue desembarcado por haberse desarmado el día 25 de junio de 1755. A continuación fue destinado a arsenales y se distinguió en el mando de varios buques hasta su ascenso a capitán de fragata (13 de julio de 1760). Continuó distinguiéndose en destinos de arsenales y mando de buques, hasta su ascenso a capitán de navío, aproximadamente en 1765, siendo destinado al apostadero de Montevideo.
La Gobernación de las islas Malvinas fue una división administrativa española dependiente de la Capitanía General de Buenos Aires, que ejerció la autoridad del Rey sobre el archipiélago de las islas Malvinas y aguas adyacentes entre 1766 y 1774, año en que el territorio fue reorganizado como Comandancia.
El archipiélago está formado por dos extensas islas: Occidental o Gran Malvina y Oriental o Soledad, separadas por el estrecho de San Carlos; y un centenar de islotes menores que cubren una superficie total de 11.718 km cuadrados en situación geográfica 51º41’S-57º50’W, con una población actual de 2006 habitantes. No existe una evidencia totalmente comprobada sobre quiénes y cuando descubrieron las islas, se cree que fueron vistas por los primeros navegantes que pasaron al Mar del Sur: la expedición de Fernando de Magallanes en el año 1520, y especialmente por Pedro Sarmiento de Gamboa, en el reconocimiento hidrográfico que hizo de aquellos parajes.
El primer desembarco documentado no ocurrió hasta cerca de un siglo después, en 1690, con John Strong.
Éste navegó entre las dos islas principales, dándole al pasaje el nombre de Falkland Channel (en la actualidad Falkland Sound o estrecho de San Carlos), en honor de Anthony Cary, V vizconde de Falkland, el cual, como comisionado del Almirantazgo británico había financiado el viaje. Las islas tomaron posteriormente el nombre del brazo de mar que las separaba.
Esto provocó una serie de fricciones con España, pues ambas naciones defendían haber descubierto por su cuenta las islas y las reclamaban para sí. En 1740 se produjo un enfrentamiento armado entre las flotas de ambos países sin un claro vencedor. Posteriormente, el conde y aventurero francés Louis Antoine de Bougainville estableció un pequeño asentamiento en 1764 en la isla Soledad, al que bautizó con el nombre de Port Saint Louis, por el rey de Francia Luís XV, así como un fuerte. Unos días después tomó posesión en nombre del rey de Francia (a pesar de que la colonización fuera una empresa particular suya y el rey francés se hubiera desentendido del asunto) y las bautizó como Malouines, en honor de Saint-Malo, ciudad francesa de donde partieron los primeros colonos.
De la castellanización de la denominación francesa procede el nombre que se da actualmente al archipiélago en español. El Reino de España protestó una vez más ante lo que consideraba la ocupación de un territorio propio, esta vez ante la corte francesa.
En 1766 Francia reconoció la soberanía española sobre el archipiélago, con la condición de que se diese una indemnización a Bougainville por su esfuerzo al pagar la expedición y el establecimiento de la colonia.
El 2 de octubre de 1766 el rey Carlos III de España dictó una Real Cédula por la cual creaba la Gobernación de las islas Malvinas con dependencia de la Capitanía General de Buenos Aires, ocupada en ese momento por Francisco de Paula Bucarelli y Uruzúa, nombrando al capitán de navío Felipe Ruiz Puente como primer gobernador del territorio. Ruiz Puente viajó a las Islas con las fragatas Liebre y Esmeralda, siendo además acompañado desde Buenos Aires por la fragata La Boudeuse, con Bougainville a bordo, con el objeto de hacer la entrega formal. El 25 de marzo de 1767 fondearon en el puerto de dichas islas y no se presentó Ruiz Puente al gobernador francés hasta el día 27 de dicho mes a causa de los achaques que le acometieron en los días anteriores, un fuerte resfriado.
Efectuada la presentación y exigidas las Reales Ordenes que para el gobernador llevaba de su corte, se acordó convocar para el día 29 del mismo mes a la oficialidad y demás habitantes de esa población y hacerles saber por dicho gobernador y por el propio Ruiz Puente el Real Aviso de Su Majestad Católica y Cristianísima sobre la libertad de elegir vasallaje bajo las mismas prebendas y circunstancias que disfrutaban en la actualidad. Los ciento quince colonos franceses solicitaron quedar bajo el gobierno de Felipe Ruiz Puente. El 1 de abril de 1767 Bougainville le hizo entrega de su fundación en concepto de gobernador del rey de España, quien generosamente mandó satisfacerle 603.000 libras tornesas por indemnización de los gastos que dijo haber hecho en los víveres, municiones, barcas y objetos de la colonia, así como el interés de un 5 por 100 sobre la suma. Desde entonces se adoptó el nombre francés del archipiélago en la forma castellanizada de Malvinas.
Católico en sus convicciones y compromisos, una de las primeras medidas de Ruiz Puente fue dotar a la población isleña de una capilla consagrada a Nuestra Señora de la Soledad, para lo cual escribirá a Buenos Aires solicitando ornamentos sagrados para vestirla.
Al poco tiempo llegarían los vasos sagrados, y una imagen de Nuestra Señora de la Soledad, que daría nombre no solo a la pequeña iglesia, sino que se constituiría en patrona de la población, y extendería al entorno su nombre: Puerto Soledad (hoy Port Stanley) e isla Soledad. También se procedió a la construcción de varios edificios comunes como cocinas y cuarteles.
Además se estableció en la isla la Gobernación de las islas y la sede del gobierno. A partir de ese momento, todos los veranos se realizaban los aprovisionamientos de la colonia con buques que partían del apostadero de Montevideo.
Paralelamente, Inglaterra, emulando a su vecina francesa en la idea de los viajes de exploración, preparó en 1764 el del comodoro Byron, recomendándole en la instrucción que se posesionara de las mismas islas a fin de contar con puerto seguro en la región magallánica, lo que hizo en 1766, casi al mismo tiempo que la evacuaban los franceses, habiendo reconocido en la parte occidental de la Malvina grande, bahía que le pareció de las más hermosas del mundo y a la que denominó de Egmont, en honor del primer lord del Almirantazgo e intentaron crear un establecimiento en la isla Trinidad (isla Saunders) de las islas Sebaldinas (Sebaldes Islands). Poco a poco fueron construyendo casas y almacenes al abrigo de una torre de madera o block-house llevada en piezas desde Inglaterra, y una batería de ocho cañones de a 12, montada en la playa y servida por la gente de tres fragatas de guerra componentes de la estación naval, a cargo del comandante Hunt. Siguieron los pasos de la instalación la fragata Santa Rosa y el chambequin Andaluz, patrullando y reconociendo el grupo a fin de informar al gobernador Ruiz Puente, que lo hizo a la corte; mientras se le acusaba recibo o se le daba instrucciones, destacó primeramente a la goleta San Felipe, y tras ella a la fragata Santa Catalina, con atentas comunicaciones dirigidas al comandante inglés indicando el conocimiento de su presencia; que si era debido a falta de recursos, tendría la mayor satisfacción en proporcionárselos, que de otro modo estarían en contravención de los tratados existentes y enturbiarían las buenas relaciones de España con la Gran Bretaña, por lo cual debía invitarle y le invitaba a desalojar el puerto ocupado.
Hunt respondió con arrogancia eran las islas de Falkland, propiedad del Rey de Inglaterra por descubrimiento y prioridad de ocupación, y que, siendo a los españoles a los que correspondía dejarlas, señalaba al gobernador el plazo de seis meses, advirtiendo que le sería muy penoso tener que apelar al recurso de la fuerza en la ejecución. Considerando, no obstante, que los elementos de que disponía no eran suficientes para hacer buena la palabra, partió para Inglaterra dejando delegado al capitán Maltby con las fragatas Favourite y Swift, la segunda de las cuales naufragó pocos días después en la costa, salvándose la tripulación.
Las órdenes enviadas en tanto por el Gobierno español al capitán general de Buenos Aires, Francisco Bucarelli, eran terminantes; sin perder tiempo debía hacer a los ingleses de Malvinas sanciones adecuadas a las leyes, y no sirviendo, desalojarlos por la fuerza sin esperar otra instrucción. Cumpliéndolas, salieron inmediatamente del Río de la Plata las fragatas Industria, Bárbara, Catalina, Rosa y chambequin Andaluz, no obstante el rigor de la estación invernal, opuesta a la de nuestro hemisferio. La mandaba Juan Ignacio de Madariaga, capitán de navío y mayor general de la Armada, y llevaba un cuerpo de infantería y artillería de campaña mandado por el coronel Antonio Gutiérrez.
El 10 de junio de 1770 entró en Puerto Egmont, intercambiando con el Comandante inglés oficios, corteses pero firmes, en los que se dejó entrever la resolución opuesta de ambos jefes llegando a los términos extremos de la razón. Uno y otro procedieron con destreza, procurando evitar la efusión de sangre al acudir al empleo de la fuerza. Madariaga desembarcó tropa y artillería con que cercar el fuerte y rompió el fuego, contestado por fórmula. A los pocos disparos inofensivos, izó la bandera blanca, concertando enseguida capitulación, en virtud de la cual debían embarcar los ingleses, hacerse inventario de los objetos que no quisieran llevarse y dejarlos en poder del gobernador Ruiz Puente. Los prisioneros quedaron retenidos veinte días con objeto de cumplir las formalidades; realmente para que una de las fragatas enviada a Buenos Aires y la de Madariaga en demanda de la Península, anticiparan noticias de lo sucedido.
Se recibieron, por consiguiente en Londres, por conducto del embajador de España, príncipe de Masserano, que expresó sentimiento por la necesidad en que el gobernador de Buenos Aires se había visto de desalojar a intrusos en territorio de su mando, formulando a la vez protesta y reclamación de agravio.
Puesta a discusión el derecho alegado, llegó a Inglaterra la fragata Favourite con los de Puerto Egmont, cuya visión y explicaciones excitaron a la opinión popular, haciéndola clamar por el inmediato reparo del insulto y lo consideraban premeditado. A voz en grito se pedía la declaración de guerra, con vehemencia prudentemente contenida por el Gobierno. Quedaron interrumpidas las relaciones y tan a punto la guerra, que no se esperaba en Madrid para la declaración que el correo de Francia comunicara el apoyo del aliado. Sin embargo, la carta de Luis XV a Carlos III (21 de diciembre de 1770) invitaba a su querido primo a cualquier sacrificio que conservara la paz sin perjudicar el honor, porque la guerra sería un mal horrible para él y para sus pueblos. No entraba en los cálculos que España soportara sola el peso de la hostilidad, así que el cambio de la actitud del aliado obligó a modificarlos con no escasa mortificación de los belicosos consejeros del rey y aún suya. Se acabó por aceptar los que los ingleses mantuvieron desde el principio, es decir: desaprobación de la empresa violenta cometida en las Malvinas, y compromiso de volver las cosas al estado que tenían antes del 10 de junio de 1770. Esta declaración fue entregada por el embajador en Londres el 22 de enero de 1771, siendo aceptada por el Rey británico como una reparación de la injusticia hecha a la corona britana. Posteriormente se hizo entrega también por Masserano de un duplicado de la orden expedida a Felipe Ruiz Puente con fecha 7 de febrero, mandándole entregar el puerto de la Cruzada o de Egmont, con su fuerte, dependencias, artillería, pertrechos, según los inventarios hechos en julio del año anterior, a la persona autorizada al efecto por el Gobierno de Su Majestad británica, y verificada la entrega se retirará el gobernador con los súbditos de Su Majestad Católica que hubiera en dicho puerto. Quedó con esto conjurado el peligro inminente de la guerra, para alejar el cual, a fines de abril convinieron España e Inglaterra desarmar sus fuerzas navales.
Ruiz Puente fue gobernador de las Malvinas hasta el 23 de enero de 1773, fecha en la que fue relevado por el capitán de Infantería Domingo Chauri del Regimiento Fijo de Buenos Aires, que permaneció en funciones hasta el 5 de enero de 1774, cuando asumió el capitán de fragata Francisco Gil de Lemos y Taboada.
España logró la retirada de los británicos (1774) en el marco de los acuerdos llamados Convenciones de Nutka o de San Lorenzo. Con estos acuerdos, entre otras cuestiones, el Reino Unido reconocía la soberanía hispana en los archipiélagos del Atlántico Sur próximos al continente americano a cambio de asentarse en la isla de Nutka, adyacente a la de Quadra- Vancouver (actualmente conocida sólo como Vancouver y perteneciente a Canadá).
Llegó el capitán de navío Felipe Ruiz Puente al puerto de Cádiz en la fragata del Rey Nuestra Señora del Carmen en transporte en 13 de agosto de 1773, desembarcando el mismo día. Su Majestad, por su Real Título de 6 de septiembre de 1773, le nombró intendente de Marina del departamento de Cádiz, en atención a sus méritos y servicios y por la satisfacción que tenía S. M. de su capacidad y celo por el Real servicio acreditado en el desempeño de cuantas comisiones se le habían confiado. Por Real Orden de 24 de septiembre del mismo año se le concede la licencia que había solicitado para ir a la Corte y a su casa en la montaña burgalesa a contingencias propias. Fue hecho brigadier de la Real Armada por Real Orden Patente de 20 de diciembre de 1773. Alcanzó el grado de jefe de escuadra.
Navegó en muchos barcos y se distinguió en el mando de buques y en los destinos de arsenales en que sirvió. Fue caballero de la Orden de Santiago en 1760 y comendador de Portezuelo en la de Alcántara.
Murió a las dos de la mañana del día 29 de mayo de 1779 en la villa de Chiclana de enfermedad natural.
Fuentes y bibl.: Archivo Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. 19558 / 1094, Hoja de servicios, 1780.
D. de la Válgoma y el Barón de Finestrat, Real Compañía de guardiamarinas y Colegio Naval. Catálogo de pruebas de Caballeros aspirantes, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1955, asiento 682, pág. 132; C. Fernández Duro, Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, t. VII, Madrid, Museo Naval, Gráficas Lormo, 1973, págs. 133-140; F. González de Canales, “Biografía de Felipe Ruiz Puente, intendente general de la Real Armada”, en Catálogo de pintura del Museo Naval, t. III, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000, pág. 189.
José María Madueño Galán