Aguilar Ponce de León y Fernández de Santillán, Rafael María de. Écija (Sevilla), 26.I.1753 – Filipinas, 8.VIII.1806. Caballero de la Orden de Alcántara, gobernador de Filipinas.
Rafael María de Aguilar Ponce de León y Fernández de Santillán pertenecía a la Casa de los Señores de La Estacada, vinculada con el marquesado de Santaella. Era hijo de don Fernando Pedro de Aguilar Ponce de León, natural de Écija (10 de julio de 1714) y su alcalde de la Santa Hermandad (1742, 1751, 1754), alcaide del castillo y fortaleza de Villena, y de doña Josefa Fernández de Santillán y Villacís, nacida en Sevilla (29 de agosto de 1716) y muerta bajo testamento otorgado en la misma ciudad (22 de febrero de 1785), quienes habían contraído matrimonio en Écija (19 de mayo de 1738). Sus abuelos paternos fueron don Pedro Antonio de Aguilar, nacido en Écija (20 de noviembre de 1676) y doña Ignacia Teresa Miño, natural de Madrid (5 de agosto de 1687), y sus abuelos maternos fueron don Francisco Ignacio Santillán, marqués de la Motilla, natural de Sevilla (29 de abril de 1679), y doña Inés de Villacís, natural de Sevilla (30 de noviembre de 1691).
Después de haberse desempeñado como coronel del Regimiento Provincial en Écija (1789), contrajo matrimonio al año siguiente en esta ciudad sevillana y tras obtener la preceptiva dispensa apostólica con su sobrina Francisca Javiera de Nieto y Aguilar Ponce de León, hija de su hermana Inés Aguilar Ponce de León y Santillán y de Juan Nieto, Marqués de Monsalud.
A continuación fue gobernador político y militar de Alcántara, hasta que el 22 de diciembre de 1792 fue nombrado gobernador y capitán general de Filipinas y presidente de la Real Audiencia de Manila para reemplazar a don Félix Berenguer de Marquina y tocó puerto en Cavite ya entrada la segunda mitad del año siguiente (28 de agosto de 1793) y entre sus primeras preocupaciones estuvo la de procurar el fomento de la agricultura y el comercio de las islas, que se veía muy favorecido al haberse franqueado el puerto de Manila al comercio con otras naciones y así destacaba el trato con los ingleses de la India que adquirían, especialmente, añil y azúcar y las exportaciones a China y el Maluco, muchas de las cuales se verían entorpecidas pocos años después por la declaración de guerra a Inglaterra (1796), que le movería a desplegar una incesante actividad militar. Desde el año siguiente llevó a cabo una serie de acciones dirigidas a mejorar las defensas de las Islas Filipinas y a preparar a las tropas y formar otras nuevas y, además, recibió y auxilió a la Escuadra al mando de don Ignacio María de Álava. Hizo levantar en Manila un cuerpo de Flecheros y solicitó (30 de enero de 1797) que se le permitiera usar en ese destino o cualquier otro posterior el uniforme de coronel de dicho cuerpo, petición que fue aceptada (11 de diciembre de 1798); dispuso que se establecieran baterías bajas en las plazas de armas del frente de la Puerta Real (1797); cambió los revestimientos de las baterías que guarnecían la ciudad (1799-1800); a instancias del general de la Escuadra dispuso que se realizaran obras de fortificación en el puerto de Cavite (1797); reactivó las fábricas para la elaboración de pólvora y municiones; sugirió también lo ventajoso que sería para la Corona que se ocupara la plaza de Macao (1797); y en el año anterior (1796) se había verificado exitosamente la prueba de disparar balas incendiarias de cañón, y pudo contar entre sus logros militares la efectiva defensa del presidio de Zamboanga (1798).
Además de sus tareas militares llevó a cabo una serie de obras de adelanto en la ciudad de Manila y así entendió en la reforma de la Plaza Mayor de la ciudad, que convirtió en un ameno jardín, en cuyo centro dispuso que se plantara una estatua en bronce de Carlos IV; reformó las calles de la ciudad formándolas de terraplén de cal, arena, conchuelas y miel de caña, delineándolas con lozas que hizo traer desde Cantón y poniendo en muchas de ellas banquetas de loza, comenzando por la de Santa Cruz; hizo construir sumideros, rehabilitó muchos puentes y dispuso el establecimiento del alumbrado en su Plaza Mayor y calle del Parián, donde instaló farolas, con bombas de un solo vidrio y cuatro luces cada una, sobre pedestales de hierro, obras todas que dieron un nuevo aspecto a la ciudad.
Después de casi tres lustros de un gobierno que fue un fiel reflejo de las preocupaciones ilustradas de la Monarquía, la muerte le separó de él y fue sucedido por Mariano Fernández de Folgueras.
Curiosamente, cuando ya había fallecido, se recibió en Manila el nombramiento real para que pasase a México como virrey de Nueva España.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias, Estado, 45, n. 15; 46, n. 23, 35, 36, 41-43, 73, 76; Filipinas, 345, l. 16, fol. 199v.-209r.; Ultramar, 557; Archivo General de Simancas, Secretaría de Guerra, 6.902, exp. 22; 6.903, exp. 1; 6.906, exp. 13, 25; 6.907, exp. 3, 4, 5; Archivo Histórico Nacional. Órdenes-Alcántara, exp. 22; Órdenes-Expedientillos, 14.677.
V. de Cadenas y Vicent, Caballeros de la Orden de Alcántara que efectuaron sus pruebas de ingreso durante el siglo XVIII, t. I, Madrid, Hidalguía, 1991, págs. 19-22; G. García León, “Esteras de origen filipino en Écija”, en Laboratorio de Arte (Universidad de Sevilla), 12 (1999), págs. 325-328; P. Blanco, “La relación entre el Gobernador de Filipinas Rafael María de Aguilar y el botánico Juan de Cuéllar en la última década del siglo XVIII”, en Actas del VI Congreso de Historia de Écija, Écija, 2002, págs. 249-278; M.ª J. Mejías Álvarez, “Revisión Histórica de la Figura de Rafael María de Aguilar: Militar, ¿Ilustrado? y Gobernador de Filipinas”, en Actas del V Congreso de Historia de Écija: Écija y el Nuevo Mundo. Congreso de Historia, 6, Écija, Diputación Provincial de Sevilla, 2002, págs. 239-250.
Javier Barrientos Grandon