Mesa, Gil de. Bubierca (Zaragoza), c. 1555 – ?, 1611 post. Alférez.
Como indicó Gregorio Marañón, tanto Gil de Mesa como otros miembros de su familia proporcionaron al exsecretario Pérez un apoyo decidido antes y después de su encarcelamiento por orden de Felipe II, circunstancia que le llevó a afirmar que “eran gente honrada, muy fueristas y decididos partidarios de Antonio Pérez”. En concreto, Gil de Mesa fue su hombre de confianza desde que le ayudó a quebrantar su prisión madrileña en abril de 1590, circunstancia a la que el fugitivo se refirió recordando que “salió de prisión con ayuda y compañía de Gil de Mesa, un hidalgo aragonés y pariente suyo, bien conocido en la corte católica”. A falta de confirmar qué parentesco les unía, lo cierto es que Mesa confesó que conocía al exministro desde 1573 y, según Marañón, su tío Juan de Mesa ya le había servido como mayordomo desde 1566 y había tomado parte en el asesinato de Juan de Escobedo (1578).
Para entonces, Gil de Mesa estaba en Madrid, adonde había llegado tras servir como soldado en Italia y Flandes. Según Lupercio de Argensola, “habia sido alferez, y pretendia que el rei le hiciese capitan”, merced que no consiguió. Entonces pasó al servicio de Pérez y, si bien no participó en la conjura contra Escobedo, tuvo una participación activa en la fuga de su patrón de Castilla y en su posterior paso a Francia.
Su condición de militar y su pertenencia al círculo de servidores del exsecretario le hicieron cobrar además un protagonismo destacado en la rebelión aragonesa de 1591, en particular en los motines antiinquisitoriales de 24 de mayo y 24 de septiembre, y en el intento de organizar una respuesta militar a las tropas de Felipe II. También intervino en la Jornada de los bearneses, durante la cual fue el responsable de trasladar al castillo de Lourdes al señor de Gavín y al caballero sanjuanista Diego de Heredia, después de que las tropas que atravesaron los Pirineos e invadieron Aragón los capturasen al ocupar el paso de Santa Elena, al norte de Biescas.
Por espacio de dos décadas, Gil de Mesa mantuvo una fidelidad inquebrantable a Antonio Pérez, a quien siguió en su exilio francés y en sus estancias en Inglaterra. Como recompensa, su patrón consiguió para él una plaza de gentilhombre en el séquito de Enrique IV y una pensión monetaria. El 3 de noviembre de 1611, escasamente un mes antes de morir, Pérez le dictó una declaración de fe en la que dejaba constancia de su condición de buen cristiano y de su fidelidad a la Monarquía española. Tras su muerte, Mesa se hizo cargo de una parte de sus papeles, que fueron recogidos por Rodrigo Calderón, embajador en Flandes desde abril de 1612, y parece que permaneció en Francia, si bien no hay noticias sobre su actividad ulterior.
Fuentes y bibl.: Archivo de la Diputación Provincial de Zaragoza, Procesos, ms. 260, fols. 355v.-360; Archivo General de Simancas, Estado, l. 652; Real Academia de la Historia, ms. 9/1882, fols. 40r.-v.
L. Leonardo de Argensola, Informacion de los sucesos del Reino de Aragon, Madrid, Imprenta Real, 1808, pág. 73 [hay ed. facs., Zaragoza, Edizions de l’Astral y El Justicia de Aragón, 1991]; G. Marañón, Antonio Pérez (El hombre, el drama, la época), t. I, Madrid, Espasa Calpe, 1948 (2.ª ed.), págs. 71-72, 702, 709, 714, 742-743, 745-748, 804-806 y 852-853 [reed. Madrid, Espasa Calpe, 1998]; A. Pérez, Relaciones y Cartas, intr., notas y ed. de A. Alvar Ezquerra, vol. I, Madrid, Turner, 1986, pág. 145; M. Gómez de Valenzuela, “La invasión del valle de Tena en 1592”, en Cuadernos de Estudios Borjanos, vol. xxvi -xxvi (1992), págs. 15-64; J. Gascón Pérez, “La ‘jornada de los bearneses’, epílogo de la resistencia aragonesa contra Felipe II”, en Bulletin Hispanique, n.º 2 (2004), págs. 471-496.
Jesús Gascón Pérez
