Ocaña Pernia, Luis. Priego (Cuenca), 9.VI.1945 – Caupenne d’Armagnac (Francia), 19.V.1994. Ciclista.
Primogénito de los cuatro hijos que tuvieron Luis Ocaña y Julia Pernia, cuya familia emigró a Francia cuando el futuro ciclista contaba doce años, aposentándose primero en Magnan y, más tarde, en Barcelone- du-Gers, donde su padre encontró trabajo en una explotación agrícola. Tres años después, recién cumplidos los quince años, sus padres le colocaron para que aprendiera el oficio en una carpintería. Con el dinero que ganaba, además del que lograba ayudando en la vendimia, se compró su primera bicicleta, una Automoto amarilla, y así comenzó a correr con su primer club, el Avenir Aturin, al que seguió luego el del Aire-sur-l’Adour, con el que ganó su primera carrera: el Premio de la Primavera, en Mimizan, el 1 de abril de 1962. Luego, y bajo la batuta de Pierre Cescutti, su entrenador y consejero, Ocaña siguió ganando carreras, aunque su padre no veía con buenos ojos que se dedicara al ciclismo.
En 1965, aún amateur, le permitieron correr con los profesionales la prestigiosa escalada al Mont Faron en la que hizo quinto frente a figuras de la talla de Jacques Anquetil, Raymond Poulidor y Roger Pingeon. Poco después, en una fiesta de celebración de una de sus victorias, conoció a Josiane Calède, con quien se casó en la Nochebuena de 1966 en la recoleta capilla de Nuestra Señora de los Ciclistas, en el pueblecito de La Bastide d’Armagnac. Al año siguiente, Ocaña ganó el Gran Premio de las Naciones amateur enrolado en el Mercier de Antonin Magne. Una victoria que no pasó desapercibida, pues le valió su primer contrato como profesional en las filas de la escuadra española de Fagor. Con este equipo ganó tres etapas de la Vuelta a Andalucía y tomó la salida en su primera grande, el Giro de Italia, que terminó en trigésima séptima posición. Después tenía previsto debutar en el Tour de Francia, pero no lo hizo porque su padre fue hospitalizado de urgencia, víctima de un cáncer. Disputó entonces el Campeonato de España, que ganó para ofrecérselo a su progenitor, y ya en 1969 se impuso en la Semana Catalana, el Midi Libre, la Vuelta a La Rioja y en tres etapas y el Premio de la Montaña de la Vuelta a España, carrera en la que quedó segundo. Hay que destacar también que aquel año debutó en el Tour, prueba que abandonó, víctima de sendas caídas sufridas en la sexta etapa.
En 1970, a pesar de ser segundo en la París-Niza, tras Eddy Merckx, el Criterium Europeo de Montaña y algunas otras carreras, Ocaña sumó un total de trece victorias, entre las que destacaron la decimoséptima etapa del Tour, con meta en St. Gaudens, y más especialmente las generales del Dauphiné Libéré (con una victoria de etapa) y la Vuelta a España (con dos victorias de etapa), que ganó por delante de Tamames y Van Springel. Pero, es a partir de 1971 cuando Ocaña comenzó a ganarse un puesto entre los ciclistas legendarios de todas las épocas. Tras ser tercero en la Vuelta a España de aquel año, y habiendo ganado la Vuelta a Cataluña, la Vuelta al País Vasco, el Gran Premio de las Naciones, el Gran Premio de Lugano, el Trofeo Baracchi, la Subida a Arrate y otras grandes carreras, Ocaña viajó al Tour en plena forma, consiguiendo vestir el jersey amarillo de líder al término de la montañosa undécima etapa, Grenoble-Orcières Merlette. Una jornada épica en la que Ocaña rodó escapado, en solitario, durante 150 kilómetros, para conseguir finalmente el triunfo y el liderato, aventajando al segundo de la general, el holandés Joop Zoetemelk, por más de ocho minutos, mientras que el gran favorito, el belga Eddy Merckx, quedaba quinto a más de nueve minutos. Tres días después, en la primera jornada pirenaica, entre Revel y Luchon, el infortunio volvió a abatirse sobre el conquense, que cayó bajo la lluvia en el descenso del Col de Mente, siendo atropellado por Zoetemelk cuando intentaba ponerse de pie. Inconsciente sobre el asfalto, Ocaña fue trasladado al hospital, mientras que al día siguiente, Merckx, el nuevo líder, pidió no salir vestido de amarillo. Seguía aumentando así la leyenda trágica de un Luis Ocaña que al año siguiente, en 1972, ganó seis carreras, entre otras, el Dauphiné Libéré y el Campeonato de España, para después volver a abandonar en la gran cita de su temporada, el Tour, tras escupir sangre en la etapa alpina de Aix-les-Bains, víctima de una grave infección bronco-pulmonar, a consecuencia de la cual los médicos le prohibieron seguir en carrera.
Este cúmulo de desgracias tuvo un paréntesis momentáneo en 1973, un año perfecto para Ocaña, a quien el mundo del ciclismo ya apodaba como El Matador, en clara alusión a la personalidad taurina de Manuel Benítez El Cordobés, que por entonces asombraba a Europa. Vencedor del Dauphiné Libéré, la Semana Catalana, la Vuelta al País Vasco, la Polymultipliée, y alcanzar un total de veintinueve victorias (con siete criteriums incluidos), en 1973 hizo segundo, tras Merckx, en la Vuelta a España y logró ganar, por fin, su ambicionado Tour de Francia. Cierto es que, con Eddy Merckx ausente, pero también que Ocaña lo conquistó a lo grande, pues ganó seis etapas y relegó al segundo clasificado en la general, el francés Thevenet, a casi 16 minutos de distancia, y al tercero, el español, Fuente, a 17’15”. Luego, y por si fuera poco, el conquense cerró su temporada en el Campeonato del Mundo de Barcelona obteniendo la Medalla de Bronce, tras Gimondi y Maertens.
Por desgracia, a esta temporada de oro le siguieron dos años negros, los de 1974 y 1975, en que Ocaña vivió huérfano casi totalmente de victorias. Enfermo, sufrió primero una caída en el Tour de l’Aude de 1974 y después una gran desilusión al comprobar que su equipo, el Bic, le obligaba a la rescisión forzosa de su contrato a finales de aquel mismo año. El Super- Ser español le acogió entonces por dos temporadas, las de 1975 y 1976. Pero Ocaña nunca volvió a conseguir el éxito del pasado, pues lo intentó en vano en el Tour, siendo 14.º en 1976 y 25.º en 1977, aunque lo hizo mejor en la Vuelta a España, ya que fue cuarto en la edición de 1975 y segundo en 1976, solamente batido por Pesarrodona.
En la recta final de su carrera deportiva, Ocaña corrió una temporada con el Frisol holandés en 1977 a quien, amén de dos victorias menores, le brindó el triunfo en el prólogo del Tour del Mediterráneo. También disputó Vuelta y Tour, clasificándose en 22.º y 25.º posiciones, respectivamente, y finalmente, el domingo 2 de octubre, tomó la salida en su última carrera como profesional, el Gran Premio de las Naciones, en el que se clasificó en 10.ª posición. Profesional casi una década, entre 1968 y 1977, destacó por su gran combatividad y su efectividad en montaña y contrarreloj, consiguiendo ganar, entre otras grandes carreras, la Vuelta a España (1970) y el Tour de Francia (1973), en el año en que se colgó la Medalla de Bronce en el Campeonato del Mundo de Barcelona (1973). A partir de entonces se dedicó a trabajar su finca de Caupenne d’Armagnac y, de vez en cuando, ejercer como comentarista de ciclismo en radio y televisión.
Y así fue como, durante una yincana automovilística organizada entre periodistas y seguidores del Tour de 1979, Ocaña volvió a estar al borde de la muerte, al caer con su vehículo por un barranco. Inicialmente le dieron por fallecido, pero Ocaña, gran aficionado a los ralis y los coches, salió vivo de aquel su quinto accidente. Desgraciadamente fue el propio Luis Ocaña quien, un 19 de mayo de 1994, decidió acabar con su vida de un disparo, sin que, a pesar de las especulaciones sobre una supuesta enfermedad, problemas económicos o crisis familiar, se supiera a ciencia cierta el motivo de tan drástica decisión.
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José Antonio Díaz Sáez