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Florián de Ocampo

Biografía

Ocampo, Florián de. Florián Docampo, Florián do Campo, Fiorianus Campensis. Zamora, 1490-1499 – ¿Zamora?, c. 1558. Cronista del Reino, historiador y epigrafista.

De familia de noble linaje, la fecha exacta de nacimiento de Florián de Ocampo hay que situarla en un año de la década de los noventa del siglo xv, que algunos autores prefieren reducir al período entre 1490 y 1495. Su juventud transcurrió en Alcalá de Henares, en cuya Universidad alcanzó el grado de maestro en Artes y donde no sólo recibió clases de Antonio de Nebrija sino que además estableció fuertes vínculos de amistad con otros humanistas, como los catedráticos de Griego, Hernán Núñez de Guzmán el Comendador Griego y Juan de Vergara. Su paso por dicha institución le brindó la ocasión de iniciarse como aprendiz de historiador al ejercer como amanuense de Gonzalo Gil, autor de un memorial sobre la conquista de Orán. Siendo todavía estudiante parece haber recibido una plaza de racionero en la Colegiata de San Yuste poco antes de que Alcalá se declarara a favor de la sublevación comunera en 1521, año en que acompañó en calidad de secretario al obispo de Zamora, Antonio de Acuña, para que la villa complutense se sumase a la rebelión. Cuando Acuña se vio obligado a abandonar la ciudad, Ocampo permaneció en ella a las órdenes de otro destacado comunero, el rector de su Universidad, Juan de Hontañón, aunque, finalmente, parece haberse visto obligado a salir de Alcalá, pues —según testimonio de Juan de Vergara— en ese mismo año o quizá en el siguiente ya se encontraba en Bruselas donde estrechó su amistad con personajes muy próximos al Emperador, como Luis de Ávila y Zúñiga. Por una carta del año 1547 dirigida a Jerónimo Zurita que se conserva en la Real Academia de la Historia se sabe que Ocampo viajó también a Alemania y no es imposible que hubiera sido aprovechando esta estancia en los Países Bajos.

De regreso a España y hasta el año de su nombramiento como cronista del Reino (1539), viajó por toda la Península con el objetivo de recabar datos necesarios para la elaboración de una crónica general de España después de que, en el año 1541, diera a la imprenta la Crónica General de Alfonso X, en la versión refundida que se conoce como Tercera Crónica General, o Crónica General Vulgata y en la que puso gran empeño por corregir los topónimos latinos y antropónimos mal transmitidos en las fuentes medievales. Esa tradición medieval sobre la historia de España que, plagada de invenciones, circulaba por Europa, unida a la carencia de una historia general que anulase o matizase semejantes infundios y la práctica histórica y filológica demostrada por Ocampo favorecieron que recibiera el encargo de elaborar, en castellano, La Crónica General de España, cuyos primeros cuatro libros vieron la luz en Zamora, en 1543. Diez años más tarde se publicó un quinto libro en Medina del Campo. La obra inconclusa sería continuada, bajo los auspicios del rey Felipe II, por Ambrosio de Morales y su gran éxito se tradujo en las varias reimpresiones realizadas de la misma, la primera de ellas en Zamora en el año 1545. En esta ciudad, dos años más tarde, Ocampo obtuvo una canonjía, cuyas ocupaciones influyeron negativamente en sus tareas de cronista por lo que en el año 1555 el procurador de Zamora y, en junio del año 1558, la princesa Juana solicitaron, en balde, al Cabildo la dispensa de dicho cargo sin privación de su renta. Son prácticamente éstas las últimas informaciones que se tienen de Ocampo, pues poco más parece haber sobrevivido; sus valiosos papeles, durante mucho tiempo afanosamente buscados por los cronistas que le sucedieron, fueron entregados al corregidor Ruy de Mendoza en nombre del Rey, si es cierta la respuesta que obtuvo Jerónimo Zurita de la iglesia de Zamora, en el año 1575, a su requerimiento sobre el destino de los mismos.

El problema principal con el que se enfrentaba Ocampo para elaborar su crónica era la ausencia de fuentes para la época antigua. Por ello, para facilitar el trabajo, aunque había concebido en un principio dividir su crónica en tres partes —como comunicó a Vergara en una carta en 1524—, de las cuales la primera comprendería la historia de España desde Túbal hasta el dominio cartaginés, la segunda desde los cartagineses hasta los godos y la tercera de éstos en adelante; en realidad, en la edición modificó esa estructura. Según expone en el prólogo de la obra, la primera parte, en veinte libros, incluiría hasta el nacimiento de Jesucristo; la segunda, también en veinte libros, hasta la invasión árabe; y, la tercera, en cuarenta libros, llegaría hasta el reinado de Carlos V, época para la que había juntado abundante documentación que se conserva manuscrita en tres códices, uno de El Escorial (U-II-4) y dos de la Biblioteca Nacional de España (9936 y 9937), de la que se sirvieron los cronistas posteriores. De este ambicioso plan inicial sólo le dio tiempo, sin embargo, a historiar hasta la muerte de los Escipiones.

En su relato Ocampo se adapta a la tendencia cronística de dividir las edades a imagen de las de la vida del hombre. Los hechos se concatenan y los saltos de una etapa a otra se atribuyen a acontecimientos externos que convulsionan y modifican los usos y costumbres de los pobladores de la Península. Por ello en su obra incluye descripciones etnográficas —muchas veces inventadas— y recurre a todas las fuentes al uso en su época poniéndolas a disposición de los lectores, sin discernir sobre la fidelidad de cada una, pese a las críticas por él mismo vertidas acerca de las invenciones de algunos autores sobre los orígenes de España. Así, lejos de desechar testimonios legendarios y fabulosos de la literatura antigua y medieval de la más pura tradición evemerista, él añade ficciones salidas de su propia pluma —como el autor Julián Lucas— o incluso acepta las de cronistas inmediatamente anteriores a él como Annio de Viterbo.

Sin embargo, y probablemente por su formación humanística recibida de su maestro Nebrija, le cupo el mérito, junto a Lorenzo de Padilla, de ser pionero en recurrir a los testimonios arqueológicos como prueba de autoridad; en particular utilizó inscripciones romanas —algunas de ellas también, manifiestamente espurias— cuyos textos confirmaban acontecimientos, personajes, héroes o dioses narrados en las fuentes relativos, sobre todo, a la época romana de la Península. Para ello, desde su juventud, había compuesto una colección manuscrita de más de doscientas cincuenta inscripciones de Hispania agrupadas según las antiguas provincias romanas (Tarraconense, Bética y Lusitania), que se conserva, copiada por Honorato Juan, en un códice de la Biblioteca Nacional de España (ms. 3610). Algunas de ellas fueron descritas de visu por él mismo, como las rupestres del santuario de Diana en Segóbriga (Cuenca) y en muchos casos su transcripción es la más antigua que se conoce.

A pesar de su gran éxito posterior, muchos fueron los que criticaron y acusaron de poco veraz a la crónica del zamorano —entre ellos su continuador Ambrosio de Morales o, más tarde, Gregorio Mayans—, pero hay que tener presente el marco político en el que Florián de Ocampo elaboró su historia, sin duda dirigida a sostener y legitimar el imperio concebido por Carlos V a imagen y semejanza del de los romanos, cuyo centro de poder, el Reino de España, debía demostrar que su pasado era tan antiguo, noble y prestigioso como el que había poseído la misma Roma.

 

Obras de ~: Las quatro partes enteras de la Crónica de España que mandó componer el Serenísimo rey don Alonso llamado el Sabio donde se contienen los acontescimientos y hazañas mayores y mas señaladas que suçedieron en España desde su primera poblaçion hasta casi los tiempos del dicho señor rey vista y emendada mucha parte de su impresión por el maestro Florián Docampo, cronista del emperador rey nuestro señor, Zamora, Augustín de Paz y Juan Picardo (imp.), a costa y a espensas de Juan de Spinosa, vezino de Medina del Campo, 1541; Los quatro libros primeros de la Cronica general de España que recopila el maestro Florian do Campo, Zamora, Juan Picardo (imp.), a costa y espensas de Iuan Pedro Mussetti, 1543; Los cinco libros primeros de la Cronica general de España que recopila el maestro Florian do Campo, Medina del Campo, Guillermo de Millis (imp.), 1553 (ed. facs. Madrid, Dirección de Estudios y Documentación, Departamento de Publicaciones, Secretaría General del Senado, 1997); Crónica General de España que recopilaba el maestro Florián de Ocampo, cronista del rey nuestro señor don Felipe II, vols. I-II, Madrid, en la oficina de Don Benito Cano, 1791.

 

Bibl.: E. Hübner, Corpus Inscriptionum Latinarum: Inscriptiones Hispaniae Latinae, vol. II, Berolini, apud Georgium Reimerum, 1869; G. Cirot, “Les Histoires générales d’Espagne entre Alphonse X et Phelippe II (1284-1556)”, en Études sur lhistoriographie espagnole, Bordeaux, Feret & Fils, 1905; “Florián de Ocampo, chroniste de Charles Quint”, en Bulletin Hispanique, t. XVI (1914), págs. 307-336; E. Cotarelo, “Varias noticias nuevas acerca de Florián de Ocampo”, en Boletín de la Real Academia Española, 13 (1926), págs. 259- 268; F. Wulf Alonso, “Andalucía antigua en la historiografía española (xvi-xix)”, en Ariadna, 10 (1992), págs. 9-32; H. Gimeno Pascual, Historia de la investigación epigráfica en España en los siglos xvi y xvii, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1997; G. Mayans, Introductio ad veterum inscriptonum historiam litterariam, ed. y trad. de L. Abad Casal y J. M. Abascal Palazón, Madrid, Real Academia de la Historia, 1999; M. del M. de Bustos Guadaño, “La Crónica de Ocampo”, en I. Fernández-Ordóñez (ed.), Alfonso X el Sabio y las Crónicas de España, Valladolid, Universidad, Secretariado de Publicaciones e Intercambio Editorial, 2000, págs. 187-217; J. A. Caballero, “Mito e historia en la Crónica General de España de Florián de Ocampo”, en M.ª L. Lobato y F. Domínguez Matito (eds.), Memoria de la palabra. Actas del VI Congreso de la Asociación Internacional Siglo de Oro: Burgos- La Rioja, 15-19 de julio 2002, Madrid-Frankfurt am Main, Iberoamericana-Vervuert, 2004, págs. 397-405.

 

Helena Gimeno Pascual