Obertos de Valeto, Álvaro. Jerez de la Frontera (Cádiz), 1427 – 11.III.1482. Fundador de la Cartuja de Santa María de la Defensión, benefactor.
Era hijo de Francisco Martínez de Morla y Francisca Obertos de Valeto. El linaje de los Morla era de procedencia francesa y en origen se trataba de comerciantes que acabaron obteniendo carta de nobleza, como sucedió con otras familias extranjeras en el Jerez de fines de la Edad Media. Álvaro Obertos fue criado por su abuela y al llegar a la edad adulta se dedicó a la administración de su vasta hacienda y a actividades comerciales, como habían hecho sus ascendientes.
Permaneció soltero toda su vida y destacó por sus actos piadosos, pues socorría con limosnas a muchos indigentes y dotaba a doncellas huérfanas para que pudiesen casarse o profesar en un convento. Sus buenas acciones le valieron el apelativo de “padre de los pobres”. Esta vertiente virtuosa no impidió que interviniese activamente en la vida secular, ya que se sabe que fue jurado de la colación de San Juan de los Caballeros al menos desde 1443 y que tomó parte a favor de los duques de Medina Sidonia en las encarnizadas luchas de banderías que les enfrentaron a los Ponce de León y que provocaron numerosos enfrentamientos sangrientos en las últimas décadas del siglo xv.
La vida de Obertos sufrió un cambio importante en 1463, cuando visitó en Sevilla la Cartuja de Santa María de las Cuevas. Allí descubrió la espiritualidad de los hijos de san Bruno y las obras de caridad que hacían a la legión de necesitados que se acercaban diariamente a los muros de aquel cenobio. Entonces decidió aplicar toda su hacienda en la fundación de un monasterio cartujano cerca de Jerez. Con anterioridad a septiembre de 1467 ya había donado a la Orden varias tierras de su propiedad en el término jerezano.
Hasta 1472 apenas se avanzó nada en la nueva fundación, ya que Obertos había dado las tierras pero retenía los frutos, así que hasta que firmó ese año un documento de dejación, los monjes de las Cuevas no se ocuparon de la nueva empresa. Por estos mismos años el fundador hizo donación de la Dehesa de Humeruelos y de unas casas en la calle Francos de Jerez. En un principio, la idea era situar el monasterio en el lugar de Sidueña en el término de El Puerto de Santa María, pero al ser tierras del duque de Medinaceli, se consideró más conveniente que se ubicara en Jerez, que era ciudad de realengo. Se eligió un lugar llamado El Sotillo, zona rica en manantiales cercana al río Guadalete, donde, según la tradición, la Virgen ayudó a las tropas cristianas a vencer a los musulmanes en una de las escaramuzas de la guerra de reconquista.
El arzobispo de Sevilla, Pedro González de Mendoza, autorizó la nueva fundación el 20 de septiembre de 1475, comprándose los terrenos diez días más tarde. Por su parte, el Ayuntamiento de Jerez, controlado por aquel entonces por el marqués de Cádiz Rodrigo Ponce de León, dio también licencia para la ubicación de la Cartuja en su término.
El 13 de febrero de 1476 llegaron a Jerez los primeros cinco monjes provenientes de Sevilla, siendo nombrado prior dom Fernando de Llerena. Las obras comenzaron de inmediato y en siete años (hasta la muerte de Obertos) se habían construido la sacristía y el capítulo de padres por completo y la iglesia hasta el entablamento. El fundador, viendo la buena marcha de los trabajos, decidió en 1481 donar todos sus bienes a la nueva Cartuja. Álvaro Obertos falleció al año siguiente, y fue enterrado en la capilla mayor de la iglesia de la Cartuja de la Defensión, donde todavía permanece su sepulcro. No obstante, a su muerte surgieron serias trabas, pues la criada de Álvaro, Elvira Rodríguez de Villasandino, presentó un testamento (que después se demostró falso) por el que la nombraba heredera universal. Tras un largo pleito en el que la Orden Cartujana invirtió muchísimo dinero, triunfó la verdad.
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Manuel Romero Bejarano