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Dolores Gómez de Ávila

Biografía

Gómez de Ávila, Dolores. María de Ávila. Barcelona, 10.IV.1920 – Zaragoza, 27.II.2014. Bailarina y maestra de danza.

Comenzó sus estudios de Danza a los diez años con Puleta Pàmies, maestra del Gran Teatro del Liceo de Bacelona. Complementó sus estudios de Ballet Clásico con Alejandro Goudinov (Sacha Goudine), discípulo del afamado maestro italiano Enrico Cecchetti, y los de Baile Español con Antonio Bautista y Antonio Alcaraz. Sus primeros pasos en un escenario, como le ha sucedido a la gran mayoría de bailarinas de Barcelona, fue como uno de los “negritos” de la ópera Aída, en el teatro del Liceo. Su carrera profesional se inició en el cuerpo de baile del ballet de dicho teatro, ascendiendo enseguida a solista y en 1939 a prima ballerina assoluta, título que sólo alcanzan los artistas elegidos. Ese mismo año bailó junto a Vicente Escudero en El amor brujo, de Manuel de Falla y con coreografía de Escudero, corroborando su versatilidad como bailarina clásica y de danza española, hecho que ha caracterizado a las intérpretes que pertenecieron al ballet del teatro del Liceo durante la época de Juan Magriñá como responsable. Como pareja artística de Magriñá, encabezó las temporadas de ballet del Gran Teatro del Liceo durante los siete años en que permaneció como primera figura femenina de la compañía. Además, lideró junto a él tanto la Compañía Española de Ballets y los Ballets de Barcelona que dirigía el bailarín, protagonizando piezas como Las sílfides, El amor brujo —en la versión coreográfica de Magriñá— o El carillón mágico, creación original del citado bailarín y coreógrafo, sobre la partitura de R. Pick Mangiagalli, y diseños del pintor Paco Ribera. Tras casarse con el aragonés José María García Gil, se vinculó definitivamente a Zaragoza, donde fundó su estudio de danza en 1954, después de haber sido maestra del Instituto del Teatro de Barcelona. Con ella se formaron algunas de las más prestigiosas figuras de la danza de nuestro país, como Ana Laguna, Víctor Ullate, Trinidad Sevillano, Antonio Castilla, Arantxa Argüelles o Amaya Iglesias.

En 1979 fue nombrada académica de número de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis, siendo la primera bailarina que pasó a formar parte de una Academia. Tres años después, fundó y dirigió el Ballet Clásico de Zaragoza, presentándose con los jóvenes bailarines en las principales capitales españolas. La capital aragonesa le otorgó ese año su Medalla, añadiéndose a los premios Santa Isabel (1965) y San Jorge (1974), que ya había recibido de la Diputación de Zaragoza.

Al año siguiente, en 1983, el Ministerio de Cultura le nombró directora del Ballet Nacional de España en sus dos vertientes, la compañía de ballet clásico y la de danza española, situación única —un mismo responsable para la dos compañías— hasta el momento en la historia de los directores de las compañías nacionales. Bajo su mandato se produjo en 1984 el programa más importante ofrecido hasta el momento por la compañía de danza española, compuesto por las creaciones Danza y tronío (cor. Mariemma; mús. Bocherini, Padre Soler, García Abril), Ritmos (cor. Alberto Lorca; mús. Nieto) y Medea (cor. José Granero; mús. Sanlúcar; dec. y ves. Narros). La compañía clásica se presentó con el primer programa realizado bajo su mandato el 18 de enero de 1984, en el teatro de la Zarzuela. Incluía las piezas Serenade (cor. Balanchine; mús. Tchaikovsky), Jardín de lilas (cor. Tudor; mús. Chausson) y Sinfonía pastoral (cor. Sparemblek; mús. Beethoven). Además, se presentaron como artistas invitados los bailarines del American Ballet Theatre, Cynthia Gregory y Fernando Bujones, además de su joven alumna Trinidad Sevillano, junto a Juan Carlos Gil, primer bailarín del Ballet Nacional de Marsella. La situación laboral establecida por el Ministerio de Cultura para los bailarines (su contrato les constituía en funcionarios, con su puesto de trabajo fijo) chocaba de frente con las necesidades de una compañía de danza en cuanto a la forma física y calidad técnica de sus artistas. Los bailarines de la compañía clásica iniciaron protestas, derivadas de la rígida —y lógica— forma de entender el trabajo de la directora.

En 1986, dimitió de su cargo y volvió a entregarse a la enseñanza de forma privada, fundando una nueva escuela en Madrid. Con los alumnos sobresalientes de sus dos escuelas creó en 1989 el Joven Ballet María de Ávila, año en que recibió la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura de manos del rey Juan Carlos I.

En 1992 se le rindió un gran homenaje en el Festival de Itálica de Sevilla con ocasión de la Exposición Universal de Sevilla, siendo homenajeada otra vez al año siguiente por la Asociación de Profesionales de la Danza de la Comunidad de Madrid por su gran aportación a la danza en España, mientras que en 1996 recibió el Premio Aragón del gobierno aragonés y el Círculo de Bellas Artes de Madrid le entregó su Medalla de Oro en 1998, junto a la bailarina cubana Alicia Alonso. Nuevamente, el Ministerio de Cultura reconoció su labor otorgándole en 2004 la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, que únicamente se concede a personas físicas españolas o extranjeras que hayan contribuido en grado extraordinario al desarrollo de la educación, la ciencia, la cultura, la docencia o la investigación, siempre que sea patente el nivel excepcional de sus méritos.

 

Bibl.: P. Llorens, X. Aviñoa, I. Rubio y A. Vidal, Historia de la Danza en Cataluña, Barcelona, Caja de Barcelona, 1987; A. Rioja, María de Ávila, Zaragoza, Departamento de Presidencia y Relaciones Institucionales, 1992; VV. AA., Ballet Nacional de España. 20 años, Madrid, Ministerio de Educación y Cultura, 1999; P. Llorens Souto, “Ávila, María de (Dolores Gómez de Ávila)”, en E. Casares Rodicio, Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, t. I, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, pág. 891; A. I. Elvira, “María de Ávila. La danza como una experiencia religiosa”, en Danza en Escena (Logroño), n.º 10 (octubre-diciembre de 2005), págs. 8-10.

 

Cristina Marinero