Arriaga y Balzola, Juan Crisóstomo de. Bilbao (Vizcaya), 27.I.1806 – París (Francia), 16.I.1826. Músico.
Nació en la calle Somera, número 12, donde puede verse una placa que rememora el evento. Sus padres fueron Juan Simón de Arriaga y Urlézaga (Rigoitia, 1766 – Bilbao, 1836) y María Rosa de Balzola y Garamendi (Guernica, 1767 – Bilbao, 1818). Sus hermanos que alcanzaron la mayoría de edad fueron: Simón Joaquín, Ramón Prudencio, Felipa Vinicio y Luisa Florencia. Los oriundos del caserío Arriaga (de arri- aga, “el pedregal”) en Rigoitia, aldea cercana a Guernica en la provincia de Vizcaya, usaban como gentilicio el nombre de dicho caserío. Juan Simón y su familia se trasladaron a vivir a Bilbao en 1804, cuando era una pequeña ciudad de unos once mil habitantes. Una miniatura del pintor ruso Iván Chouklin (1879-1958), realizada a principios del siglo xx, pretende darnos una imagen del joven músico.
Los primeros pasos en su formación musical pudieron estar a cargo de su padre Juan Simón, que había sido organista, y de su hermano Ramón Prudencio (1792-1853), que tocaba el violín y la guitarra. Por tradición familiar se sabe que pronto fue alumno de Fausto Sanz, tenor y violinista de la iglesia de Santiago y que vivía en la buhardilla del inmueble de la calle Somera donde habitaban los Arriaga. José Sobejano, natural de Cintruénigo (Navarra), se había afincado en Bilbao en 1815 como organista de la iglesia de Santiago, cuyo cargo ejerció hasta 1820, cuando se trasladó a León, y que, dada la relación epistolar que mantuvo con Juan Simón sobre la formación del joven músico, pudo haber sido su profesor.
Su consejo de que Juan Crisóstomo dedicase mayor atención al pianoforte como instrumento de trabajo pudo ser el origen de obras como la Romanza y los Tres Estudios.
Dadas las escasas noticias existentes de la breve vida de Juan Crisóstomo, la mejor guía que puede seguirse la proporciona su propia obra. En primer lugar, se le atribuye un precioso dibujo —fechado el 20 de noviembre de 1817— a pluma, de un gran salón donde se está celebrando un concierto y en el que figuran nueve músicos, entre ellos el propio Juan Crisóstomo tocando el violín y también su hermano Ramón Prudencio, tocando la guitarra. Está dedicado a Luisa de Torres y Urquijo, la intérprete del instrumento de tecla que aparece en el centro del dibujo, a la sazón una joven de quince años. Esa misma joven es a la que dedicó Juan Crisóstomo su primera obra musical que se conserva, un trío de violines conocido como Nada y mucho, fechado ese mismo año.
Las personas asistentes al concierto están sentadas a lo largo de las paredes de la sala, las mujeres separadas de los hombres.
La Sinfonía, opus 1, de 1818, fue publicada por la Comisión Arriaga II en 1928 en un arreglo de José de Arriaga e Ygartua (1872-1957), biznieto de Ramón Prudencio y, por lo tanto, sobrino biznieto de Juan Crisóstomo, para un conjunto de nueve instrumentos.
El año siguiente, 1819, están catalogadas algunas obras de música incidental, compuestas, quizá, a petición de su padre a propósito de los acontecimientos políticos. Se trata de una Marcha militar para banda y dos Himnos patrióticos. Durante los años 1819 y 1820, Juan Crisóstomo dedicó sus esfuerzos a la composición de una ópera, sobre un libreto de Luciano Francisco Comella, titulada Los esclavos felices, que Juan Crisóstomo subtituló como Ópera semiseria en dos actos y cinco cuadros. Sólo se han conservado, de los más de treinta números del libreto, la Marcha mora, la Cavatina de Elvira y el Dúo de Alfonso y Elvira. En el Liberal Guipuzcoano, de 14 de mayo de 1821, se reproduce una nota de Península del día anterior con un comentario sobre la actividad musical de Juan Crisóstomo donde se dice que había compuesto “cuartetos”, “oberturas” y una “ópera semiseria”. Se alaba la calidad musical de la ópera y se cita como referente la opinión de Manuel García (1775-1832), célebre cantante sevillano residente en París, en la carta que había escrito a Juan Simón en 1820. Más tarde, Juan Crisóstomo compuso un aria para tenor y orquesta, Aria de Beltrán, que por su carácter, bien pudiera responder a la sugerencia de García de añadir algunos números bufos para su interpretación en los teatros parisinos.
La última referencia a la partitura de la ópera, hoy día perdida, la proporciona Fétis cuando tras su lectura dice: “où se trouvaient des idées charmantes et toutes originales”.
En 1820 está fechado un Tema variado en cuarteto, opus 17, cuyo autógrafo junto con el de la Marcha militar citada más arriba, fue donado por José de Arriaga a la biblioteca del Teatro Real de Madrid en 1925 y que hoy día se custodian en el Museo del Teatro en Almagro (Ciudad Real). El motete sobre la secuencia Stabat Mater Dolorosa de Jacopone da Todi puede ser catalogado en esta época, ya que es anterior a julio de 1821, como se desprende de la correspondencia de su padre. También se puede citar la Obertura, opus 20, para orquesta, que todavía permanece inédita. Y finalmente, en esta etapa bilbaína de Juan Crisóstomo, todavía compuso unas variaciones para violín y bajo ad libitum sobre el tema conocido como la Húngara o, como lo llamó Francisco María Vaccari, director musical de la Cámara Real, Thema de la Tirolesa.
El 26 de septiembre de 1821, siendo un muchacho de quince años, emprende el viaje a París en busca de los conocimientos musicales que ya en su Bilbao natal nadie podía proporcionarle. En su equipaje iban algunas partituras como tarjeta de presentación y otras que necesitaban ser revisadas. La ilusión y buenos deseos de toda su familia acompañaron a este joven al que no volverían a ver nunca más. Juan Simón era propietario para entonces de dos buques, según consta en la Historia del Consulado de Bilbao: el San Simón y Ánimas (1809) y el San Juan Bautista (1810).
La hipótesis de que el viaje se iniciase en alguno de ellos en los muelles del Arenal o sus cercanías hacia algún puerto francés parece natural.
Afincado en París, obtiene la carta de residencia el 13 de octubre de 1821. Su padre le consignaba cada dos meses, según consta en un Libro de Caja de su negocio, trescientos francos para sus gastos de manutención, matrículas, etc. Que la asignación de los ciento cincuenta francos mensuales de Juan Crisóstomo era adecuada lo demuestra que Héctor Berlioz (1803-1869), afincado en París en la misma época, recibía de su padre ciento veinte francos mensuales, según consta en sus memorias. Ingresó en la École Royale de Musique et Déclamation (así se llamó el conservatorio en el período de la Restauración, 1815-1830) en noviembre, inscribiéndose en las clases de Armonía y Contrapunto del profesor François Joseph Fétis (1784-1871). También consta su inscripción en las clases de Violín del profesor Pierre Baillot (1771-1842), que primero le hizo asistir a las clases del profesor repetiteur Guerín. No tardaron en apreciarse sus avances en todas las disciplinas y cuando en el verano de 1823 se celebró el concurso de Contrapunto y Fuga, el primer premio fue declarado desierto, quedando candidatos para el segundo Seuriot y Arriaga. Como Seuriot ya lo había obtenido en 1821 y sólo podía optar al primer premio, fue eliminado y se le adjudicó a Arriaga. El premio material consistía en un conjunto de partituras: Las Bodas de Fígaro y Don Juan de Wolfgang Amadeus Mozart, La Creación de Joseph Haydn y, por deferencia del presidente del tribunal y director de la École Royale, Luigi Cherubini (1760-1842), su Misa a tres voces.
Poco después, en 1824, Juan Crisóstomo fue nombrado profesor répétiteur de la clase de Armonía del profesor Fétis.
La primera obra de esta nueva etapa de su vida fue el arreglo para cuarteto de cuerda de las variaciones sobre la Húngara, a sugerencia de Francisco María Vaccari, para poder interpretarlas en la Cámara Real, ya que según hizo saber “el Rey no gusta de tañidos a solo”. Está fechada el 16 de febrero de 1822 y Juan Crisóstomo le adjudicó el opus 23, sistema de numeración de las obras que no volvió a utilizar. A continuación se halla un aria para tenor y orquesta, Aria de Beltrán, incompleta, ya citada. También en este primer año de su estancia en París pudo haber compuesto una Romanza para pianoforte publicada por José Sobejano en su tratado El Adam Español en 1826 y los Tres Estudios para pianoforte, editados por Luis Dotésio en 1890. Aunque difícil de fechar, pudiera ser de esa misma época, hacia 1820, una obra religiosa, el motete O salutaris hostia, sobre texto atribuido a Tomás de Aquino, para dos tenores y bajo con acompañamiento de cuarteto de cuerda y contrabajo.
Su obra siguiente, los Tres Cuartetos dedicados a su padre fueron compuestos hacia 1823 y editados por Juan Crisóstomo. La edición sólo contiene las partichelas, quizá para ahorrar gastos, y no aparece la fecha por ninguna parte. Gracias a la referencia de Fétis en su nota biográfica sobre Juan Crisóstomo en su conocida enciclopedia musical, se sabe “qui parut à Paris en 1824”. La segunda edición la imprimió en Bilbao, en 1888, la Comisión Arriaga I y por falta de recursos económicos, otra vez, sólo se imprimieron las partichelas. En 1935, José de Arriaga expresó su deseo de imprimir la partitura de los tres cuartetos, pero los acontecimientos posteriores lo impidieron.
El hecho de que nunca se haya publicado la partitura conjunta de los Tres Cuartetos, hasta hace poco, ha impedido en gran medida su estudio y difusión. Interesantes estudios musicológicos de los cuartetos han sido realizados por M. W. Edson (1980), S. K. Hoke (1983) y J. A. Gómez (1995) en las respectivas tesis doctorales.
La Obertura pastoral es la obra que ha contribuido más a la universalización de su autor, tanto por sus propios méritos, como porque desde el primer momento se le adjudicó su posible origen como obertura de la ópera Los esclavos felices, cosa que no ha sido posible demostrar documentalmente, como apuntó el profesor J. A. Gómez en el simposio sobre la obra de Arriaga celebrado en Berlín el 6 de mayo de 2006.
Según denuncia su magnífica factura, la Sinfonía para gran orquesta pudo haber sido compuesta hacia 1824.
Como en el caso de la Obertura pastoral, sólo se encontraron las partichelas utilizadas en algún concierto y, quizá, por eso la partitura de ambas no fue editada hasta 1950, en Bilbao. Los Tres Cuartetos (c. 1823), la Obertura pastoral (c. 1824) y la Sinfonía (c. 1824) son el conjunto de obras más interpretadas del joven compositor. Juan Crisóstomo debió de llegar a alcanzar cierta fama en París, ya que un autógrafo suyo, tras el de su profesor F. J. Fétis, ha sido hallado en el cuaderno del aficionado y coleccionista de autógrafos D’Henneville. La dedicatoria dice así: “Canon perpétuel à la quinte et à l’octave inferieure. Composé pour l’Album de Monsieur d’Henneville par J. C. de Arriaga”. Se trata de trece compases a cuatro voces y ni siquiera se sabe si está completo o continuaba en la página siguiente. Este autógrafo se custodia en la colección de Rudolf Nydahl, en el museo por él fundado, Stiftelsen Musikkulturens Främjande en Estocolmo (B. Kenyon de Pascual, Nasarre, 1993).
A continuación hay cinco obras para voz y orquesta sin fechar, difíciles de situar en el tiempo. Por su mayor madurez en el contenido quizá se pueda considerar como su última obra la cantata Agar dans le désert. Una secuencia posible es la siguiente: Médée, para soprano y orquesta, escena lírico-dramática, texto de F.-B. Hoffman; Ma tante Aurore, para tenor, bajo y orquesta, escena lírico jocosa, texto de C. de Lonchamps; OEdipe à Colone, para tenor y orquesta, escena lírico dramática, texto de N.-F. Guillard; Herminie, para soprano y orquesta, cantata lírico dramática, texto de J.-A. Vinaty; Agar dans le désert, para soprano, voz blanca y orquesta, cantata lírico dramática, texto de Victor-Joseph Étienne, dit de Jouy.
Juan Crisóstomo murió el 16 de enero de 1826 en París, en la Rue Saint Honoré, 314, según consta en la Direction des Services d’Archives de la Prefectura de París. El entierro tuvo lugar al día siguiente, 17 de enero, según los registros de la iglesia de Saint Roch y del Cementerio del Norte (Montmartre). Fue enterrado en una fosa común. Todas sus pertenencias fueron metidas en un par de baúles y enviadas a Bilbao.
A casi dos siglos de distancia y sin datos que permitan conocer las circunstancias, causa verdadero estupor el desinterés de su familia por ese joven que en París luchaba con una terrible enfermedad y cuyo desarrollo hubiese permitido adoptar alguna medida para aliviar su soledad y, en último caso, proporcionarle, al menos, un entierro digno. Desde marzo de 1977 puede verse una placa sobre el dintel del portón de la Rue Saint Honoré, 314, donde se recuerda el luctuoso suceso, gracias a los desvelos de Ramón Rodamiláns y los miembros de la embajada española en aquel momento.
Corresponde a Fétis el mérito de que, debido a su admiración por su alumno y ayudante, se haya mantenido el recuerdo del joven español que estudió en la École Royale de París. La primera mención que se halla de Juan Crisóstomo es la que Fétis hace en su nota necrológica de la Revue Musicale, fundada por él (París, febrero de 1829, segundo año, t. IV, pág. 199), en el tercer aniversario de su muerte, expresando su admiración por el autor y su obra. Fétis daba como mes de la muerte de Juan Crisóstomo “février” por error, de ahí que la nota se publicase en el número de ese mes. Aquí se encuentra por primera vez tras su muerte no sólo la referencia al músico, sino también la mención a los Tres Cuartetos, gracias a que habían sido impresos, además de a los méritos de sus cualidades artísticas. Más tarde, Fétis abordó la publicación de su monumental Biographie universelle des musiciens et bibliographie générale de la musique (1835-1844; 2.ª ed., 1860-1865, 8 vols., reimpresa en 1866-1870) y en la entrada “Arriaga (Jean Chrysostome de)” le dedica algo más de dos páginas. La tercera y última referencia la proporciona Antoine Vidal en su obra Les instruments á archet (1878). En la entrada “Arriaga (Jean-Christophe [sic] de)” toma los datos de Fétis. Una fuente muy interesante de datos sobre la actividad de Juan Crisóstomo en París son las actas de la École Royale, con las calificaciones y comentarios que sugerían a los profesores de los tribunales que evaluaban sus progresos en las diferentes disciplinas en que estuvo matriculado durante los cuatro años y poco más de su estancia en la capital francesa.
Entre los documentos hallados en Bilbao relacionados con Juan Crisóstomo merecen destacarse las contestaciones a las cartas de Juan Simón y de su hijo Ramón Prudencio, fechadas entre 1820 y 1827, en busca de una confirmación de la valía del joven músico. Dichas cartas están firmadas por Manuel García, Francisco Vaccari, José Sobejano y José Luis de Torres. La única carta que se ha conservado firmada por Juan Simón es la dirigida a Alberto Lista. Después de la muerte de Juan Crisóstomo, el único documento relacionado con la familia Arriaga que se conserva es la carta de Pedro Albéniz y Basanta a Juan Simón, fechada en San Sebastián el 30 de julio de 1827, dándole cuenta de su relación con Juan Crisóstomo durante los últimos meses de su vida en París. El documento expresa la emoción de los últimos momentos: “Conocí con sumo gusto a su hijo de Vmd. en París, tuve la satisfacción de haber tratado con él muy cerca de seis meses y de haberlo visitado hasta el día en que expiró, dejándome un sentimiento su muerte que me fue preciso valerme de una infinidad de medios de distracción para que no me sucediera otro tanto. De su enfermedad no puedo decir a Vmd. otra cosa sino que a mi parecer fue una afección de pecho que pudo tener su origen en las fatigosas tareas que se llevaba en el Conservatorio, en la sección de Contrapunto, además de lo que él trabajaba en composiciones particulares en su casa. El concepto que yo formé de él era el que tenían formado los señores Fétis, Reicha, Catel, Boïeldieu, Berton y Cherubini de que, siguiendo con una aplicación proporcionada a los adelantos que había manifestado, a la vuelta de ocho años debía ser uno de los jefes principales del Conservatorio, de manera que esta fatal pérdida no sólo ha sido para Vmd. una grande desgracia sino que también lo ha sido para el Arte de la Música. No me extiendo más porque mi sensibilidad no me lo permite”. Luego sorprende el silencio absoluto que se produce. La situación se agrava cuando, tras la muerte de Juan Simón en 1836, resulta que en su testamento no se encuentra ni una sola palabra sobre Juan Crisóstomo o su legado de papeles y objetos que pudieran existir en Bilbao o que se hubieran recibido de París.
Emiliano de Arriaga y Ribero, sobrino nieto de Juan Crisóstomo, y a su vez violinista y compositor aficionado, fue quien propició su resurgimiento.
Era nieto de Ramón Prudencio, el hermano del Tío Juanito, que era como se recordaba en el ambiente familiar a Juan Crisóstomo, ya que tras su viaje a París en 1821, con quince años, se había perdido en la familia la memoria de aquel muchacho que estudió música. El desencadenante del tardío interés de Emiliano por la obra del Tío Juanito fue la nota biográfica insertada por François Joseph Fétis en su monumental enciclopedia sobre los músicos y la música cuya reimpresión de la segunda edición en 1866-1870 vino a parar a sus manos. A partir de entonces, corría el año 1869, Emiliano dedicó sus esfuerzos a recuperar las obras del Tío Juanito, tanto en el ámbito familiar como en el círculo de sus amigos y conocidos. La creación en 1887 de la Comisión Permanente de las obras del maestro Arriaga, presidida por Emiliano, con objeto de estudiar, publicar y difundir la música de Juan Crisóstomo tuvo su primer fruto en 1888, cuando con los beneficios de un concierto financió la placa conmemorativa en la casa natal y la segunda edición de las partichelas de los Tres Cuartetos, tras la edición príncipe publicada en París en 1824 por su autor. Emiliano consiguió que los Tres Cuartetos se estrenasen en Madrid en 1885 por el Cuarteto Monasterio dentro de su ciclo anual de conciertos.
También puede reseñarse el concierto de la sesión anual conmemorativa que en 1889 dedicó el Real Conservatorio de Madrid dirigido por Emilio Arrieta a la música de Juan Crisóstomo glosada con un discurso del director de la entidad. El primer centenario del nacimiento del ilustre hijo de la villa fue organizado por el ayuntamiento, con la participación de la corporación municipal en los conciertos y actos realizados, siempre con la colaboración de la comisión permanente. Una publicación interesante al calor del centenario fue el estudio musicológico realizado por Ismael Echezarra a partir de los fondos documentales de las obras que poseía Emiliano: “Análisis crítico de las obras del Maestro Arriaga”, en la revista Euzkadi, enero de 1906. Emiliano, recién cumplidos sus sesenta y siete años, en 1911, decidió traspasar a su hijo primogénito, José de Arriaga e Ygartua, el legado de todo lo relacionado con Juan Crisóstomo. Ello se plasmó en un protocolo notarial cediendo los derechos sobre las composiciones de Juan Crisóstomo de Arriaga y Balzola —cuya relación incluye— a favor de José. Los firmantes fueron los hijos de Eustaquio de Arriaga y Villabaso (1818-1898), hijo primogénito de Ramón Prudencio, es decir, Emiliano y sus hermanos o descendientes.
A partir de ese momento, José, compositor y musicólogo aficionado, dedicó su vida a la promoción y difusión de la obra de Juan Crisóstomo. Continuó la tarea emprendida por su padre y plasmó su creatividad en obras, firmadas algunas con el seudónimo Juan de Eresalde, que son de obligada consulta hoy en día. La primera, fechada el 27 de enero de 1917, se titula Resurgimiento de las obras de Arriaga, un manuscrito del que mandó hacer tres ejemplares al fotógrafo Zorraquín en Bilbao en 1917, que entregó a la Biblioteca de la Diputación Foral de Vizcaya, a la Biblioteca Nacional y a la Biblioteca del Teatro Real, ambas en Madrid. Este último ejemplar se encuentra hoy día en la Biblioteca Pública de Nueva York. La siguiente obra fue Los esclavos felices, editada en 1935, recopilación de datos biográficos, familiares, musicales y anecdóticos, de inexcusable consulta para quien desee acercarse a la figura de Juan Crisóstomo. Una tercera obra importantísima la constituye el conjunto de los conocidos como Libros de Recopilaciones que se custodian en la Biblioteca Municipal de Bilbao. Se trata de más de cinco mil páginas en diez tomos que contienen manuscritos, artículos, cartas, notas, críticas, fotos, programas, partituras... Abarcan desde finales del siglo XIX hasta su fallecimiento en 1957. Facilita su consulta el hecho de que ya hayan sido digitalizadas más de cuatro mil quinientas páginas y que pronto se culminará tan ingente tarea.
Siguiendo el modelo paterno, en 1928 fundó una Comisión Permanente Arriaga para dar continuidad a la anterior y con la misma finalidad. En el campo profesional desarrolló su trabajo en su negocio de correduría marítima y fue cónsul en Bilbao de Costa Rica y Nicaragua. En el campo político fue miembro del Partido Nacionalista Vasco y primer secretario desde su fundación. Exiliado en 1937 en París, regresó a España en 1940, afincándose en Madrid, donde falleció.
La conmemoración del segundo centenario del nacimiento de Juan Crisóstomo en su ciudad natal ha significado un avance decisivo en todos los campos relacionados con la obra del ilustre hijo de la villa.
El Ayuntamiento de Bilbao ha impulsado numerosas actividades en torno a la vida y obra del músico en un intento de acercarle a todos los ciudadanos. Se puede destacar el hecho de que la digitalización emprendida de todos los fondos de la Biblioteca Municipal está permitiendo la edición facsímil de la obra completa.
La inclusión de una página en Internet dedicada a Juan Crisóstomo con acceso desde las páginas del ayuntamiento o bien de la Biblioteca Municipal supone un avance decisivo para la difusión de todos los documentos disponibles. Además, el Ayuntamiento de Bilbao ha encargado una edición crítica de la obra completa ya disponible.
Obras de ~: Trois Quatuors pour deux Violons, Alto et Violoncelle. Dédiés à son Père, Paris, Ph. Petit, 1824 (Biblioteca Municipal de Bilbao [BMB]). Música instrumental: Nada y mucho, divertimento para tres violines, c. 1817; Sinfonía, en fa menor, opus 1, para pequeña orquesta, c. 1818; Marcha militar, para banda, c. 1819; Tema variado en Cuarteto, opus 17, para cuarteto de cuerda, c. 1820; Obertura, opus 20, para orquesta, c. 1820; Variaciones sobre el tema de la Húngara, opus 22, para violín y bajo, 4 de agosto de 1821; Variaciones sobre el tema de la Húngara, opus 23, Quatuor brillant, 16 de febrero de 1822; Romanza, para pianoforte, c. 1822; Tres Estudios o Caprichos, para pianoforte, c. 1822; Tres Cuartetos, para cuarteto de cuerda, c. 1823; Obertura pastoral, en re mayor, para orquesta, c. 1824; Sinfonía para gran orquesta, en re mayor, c. 1824; Canon d’Henneville, a cuatro voces, c. 1824. Música vocal: Ya Luce, himno para coro y orquesta, c. 1819; Cántabros nobles, himno para coro y orquesta, c. 1819; Los esclavos felices, ópera para solistas coro y orquesta, c. 1819 (incompleta); Stabat Mater, motete para dos tenores bajo y pequeña orquesta, c. 1821; Aria de Beltrán, para tenor y orquesta, c. 1822 (incompleta); O salutaris hostia, motete para dos tenores, bajo y quinteto de cuerda, c. 1823; Médée, para soprano y orquesta, escena lírico-dramática, c. 1825; Ma tante Aurora, para tenor, bajo y orquesta, escena lírico-jocosa, c. 1825; OEdipe à Colone, para tenor y orquesta, escena lírico-dramática, c. 1825; Herminie, para soprano y orquesta, cantata lírico-dramática, c. 1825; Agar dans le désert, para soprano, voz blanca y orquesta, cantata lírico-dramática, c. 1825. Obras perdidas: Et vitam venturi, fuga a 8 voces, París, c. 1823; Misa, a 4 voces, París, c. 1824; Salve Regina, París, c. 1824.
Discografía en CD: Sinfonía, opus 1: Arambarri (1959), Savall (1995), Mena (2000); Stabat Mater: Sagrestano (1994), Dombrecht (2006); O salutaris: López Cobos (1988), Fernández Aransay (2002), Dombrecht (2006); Obertura pastoral (c. 1824): Arámbarri (1959), López Cobos (1974), Sagrestano (1994), Savall (1995), Mackerras (1995), Marriner (1996), Mena (2000); Sinfonía para gran orquesta (c. 1824): Arámbarri (1959), López Cobos (1974), Sagrestano (1982), Velazco (1982), Cassuto (1992 y 2002), Concerto Köln (1993), Savall (1995), Mackerras (1995), Marriner (1996), Zollman (1996), Mena (2000); Tres Cuartetos: Chilingirian (1975), Rasoumovsky (1976), New Vlach (1992), Sine Nomine (1995), Guarneri (1996), Voces (1998), Arriaga (2000), Casals (2003), Camerata Boccherini (2003). Escenas líricas: Médée, Ma tante Aurore, OEdipe à Colone y las dos cantatas Herminie y Agar dans le désert: Dombrecht (2006). Escenas líricas: Ma tante Aurore, OEdipe à Colone, las dos cantatas Herminie y Agar dans le désert, Obertura opus 20, Stabat Mater y O salutaris: Mandeal (2006).
Pintura: Salón de Bilbao en el que se está celebrando un concierto (dibujo a pluma), c. 1817 (atrib.).
Bibl.: P. Albéniz, Carta a Juan Simón de Arriaga, San Sebastián, 30 de julio de 1827 [J. de Arriaga e Ygartua, Libros de Recopilaciones 1 a 10 apéndices sin numerar, f. s. XIX – m. s. XX (inéd.) en BMB]; F. J. Fétis, “Necrológica”, en Revue Musicale (París), vol. 4 (febrero de 1829), pág. 199; Biographie universelle des musiciens et bibliographie générale de la musique, Paris, Firmin Didot, 1860-1865 (2.ª ed.), 8 vols. (reimpr., Paris, Firmin Didot, 1866-1870, 8 vols.; Suplemento de A. Pougin, Paris, 1878-1880, 2 vols.); B. Saldoni, Diccionario biográfico-bibliográfico de efemérides de músicos españoles, Madrid, Antonio Pérez Dubrull, 1868-1881, 4 vols.; A. Vidal, Les instruments a archet, t. III, Paris, J. Claye et A. Quantin, 1878, págs. 36 y 50-51; E. de Arriaga y Ribero, El Maestro Arriaga y los Cuartetos en Bilbao, ms., 11 de abril de 1886 (J. de Arriaga e Ygartua, Libro de Recopilaciones 2, op. cit.); “El maestro Arriaga y los cuartetos en Bilbao. Notas biográfico-musicales”, en Revista de Vizcaya (RV) (Bilbao), año I, t. II, n.º 14, cuad. 2, 1.ª y 2.ª parte (1 y 16 de mayo de 1886), págs. 1-10 y 49-60 (Biblioteca de la Diputación Foral de Vizcaya [BDFV], secc. Vascongada, sign. VF 1322); V. de Arriaga y Ugarteburu, “Observaciones sobre los apuntes biográficos del maestro Arriaga”, en RV, año I, t. II, n.º 18, cuad. 6 (16 de julio de 1886), págs. 212-218 (BDFV, secc. Vascongada, sign. VF 1322); E. de Arriaga y Ribero, “Observaciones sobre observaciones (a modo de gacetillas)”, en RV, año I, t. II, n.º 19, cuad. 7 (1 de septiembre de 1886), págs. 245-249 (BDFV, secc. Vascongada, sign. VF 1322); J. de Arriaga e Ygartua, Libros de Recopilaciones, op. cit.; Protocolo Notarial de cesión de derechos, 6 de febrero de 1911 (inéd.) (copia en J. de Arriaga e Ygartua, Libro de recopilaciones número 9, op. cit.); J. S. de Arriaga y Urlézaga. Libro de caja, s. f. (copia en J. de Arriaga e Ygartua, Libro de Recopilaciones número 2, op. cit.); Tres Cuartetos [partitura manuscrita a partir de J. Crisóstomo, Trois Quatuors pour deux Violons, op. cit.], 1824-1836 (BMB); I. Echezarra. “Análisis crítico de las obras del Maestro Arriaga”, en Euzkadi (Bilbao), enero de 1906, págs. 40-61; J. de Eresalde (J. de Arriaga e Ygartua), Resurgimiento de las obras de Arriaga, Bilbao, 1917 (ejemplares en BDFV, secc. Vascongada; Biblioteca Nacional de España, sign. R/23619; y New York Public Library); “Resurgimiento de las obras de Arriaga”, en La Tarde, Bilbao, 13 de septiembre de 1917; Los esclavos felices. Ópera de J. C. de Arriaga, Bilbao, Galdós y Calvo (Mayli), 1935; S. Ruiz Jalón, Juan Crisóstomo de Arriaga, [Bilbao], Caja de Ahorros Vizcaína, 1979 (col. Temas Vizcaínos, año V, n.º 59); M.ª N. Ferrer, “Arriaga y Balzola, Juan Crisóstomo de”, en E. Casares Rodicio (dir. y coord.), Diccionario de la música española e hispanoamericana, vol. I, Madrid, Sociedad General de Autores y Editores, 1999, págs. 738-741; R. Rodamiláns, En busca de Arriaga, Bilbao, R. Rodamiláns, 2000 (reimpr., Bilbao, Ayuntamiento, 2005); J. Pérez de Arriaga, Juan Crisóstomo de Arriaga. Obra completa para Cuarteto de Cuerda. Partituras, Madrid, Polifemo, 2004 [contiene la conferencia de E. de Arriaga y Ribero, El Cuarteto, su origen, desarrollo y encantos, pronunciada en el Círculo de Bellas Artes y Ateneo de Bilbao el 5 de abril de 1916, y las partituras Tema variado en Cuarteto, opus 17 (Bilbao, 1820); Variaciones sobre el tema de la Húngara, opus 23 (París, 1822); Tres Cuartetos (París, 1823)]; R. Rodamiláns, “J. C. de Arriaga: el enigma”, en Bilbao. Suplemento cultural Pérgola, n.º 196 (agosto de 2005), págs. 8-9.
Joaquín Pérez de Arriaga