Ribera, Payo de. Señor de Malpica y Valdepusa, ?, p. s. XV – ?, c. 1470. Mariscal de Castilla, regidor de Toledo.
Hijo de Per Afán de Ribera II, adelantado mayor de la Frontera, notario mayor de Andalucía, regidor de Sevilla y miembro del Consejo Real, y de su segunda mujer Aldonza Gómez, conocida también como Aldonza Ayala, hija de Diego Gómez de Toledo, notario mayor del Reino de Toledo, alcalde mayor de Toledo y señor de Malpica, Valdepusa, Casarrubios del Monte y Arroyomolinos. El heredero de estos señoríos fue el hermano de Aldonza, Pedro Suárez de Toledo, alcalde mayor como su padre y fallecido en 1385 sin dejar descendencia masculina legítima.
Esta circunstancia propicia que en el reparto de la herencia de Diego Gómez de Toledo, realizado en junio de 1395, Aldonza Gómez reciba la fortaleza de Malpica, los molinos y el lugar de Corralejo, las casas de Valdepusa, Hornaguera, Bernúy, Navalmoral, Chozas y Malpica, incluyendo todos sus territorios, los vasallos y la jurisdicción correspondiente. Por estos intereses en el ámbito toledano, el marido de Aldonza Ayala, Per Afán de Ribera II, al realizar testamento en 1421, se declara vecino morador en Sevilla y Toledo. Per Afán de Ribera II murió en 1425 a la edad de ochenta y cinco años.
El heredero del mayorazgo y cargos de Per Afán fue el primogénito de su segundo matrimonio, Diego Gómez de Ribera, que recibió la herencia sevillana, mientras que su hermano Payo de Ribera recibió la herencia toledana, que procedía del linaje materno.
De tal suerte que Payo de Ribera se convierte en titular de los señoríos de Malpica y Valdepusa, que incluían además todas las propiedades que había heredado su madre Aldonza Gómez, entre las que estaban las casas principales de la collación toledana de San Vicente. Además heredó del patrimonio paterno el señorío jurisdiccional sobre Estercolinas, en el Aljarafe sevillano, valorado en 7000 doblas, y unas casas en Sevilla. Estas propiedades sevillanas las traspasaría a su hermano Diego.
Precisamente, durante los primeros años de su actividad política, Payo de Ribera aparece estrechamente vinculado a su hermano mayor Diego Gómez de Ribera.
Entre 1420 y 1430, ambos se alinearon en las filas del infante don Enrique. A partir de 1431, los dos hermanos Ribera abrazan la causa del lunismo. Consta en esa fecha la participación de Payo en el gran triunfo de Álvaro de Luna en La Higueruela frente a los musulmanes granadinos. Tres años después estaba otra vez presente en la frontera nazarí con ocasión del cerco de la villa de Álora, donde murió su hermano Diego.
A partir de entonces, su actividad política se centró en el ámbito toledano. Payo de Ribera contrajo matrimonio con Marquesa de Guzmán, hija de Juan Ramírez de Guzmán y de Juana Palomeque, hija de Tello González Palomeque, y perteneciente, por tanto, a notables familias toledanas. En 1441 Juan II de Castilla le deja al frente de cien hombres armados en Torrijos para evitar que el infante don Enrique se apoderara de esta villa toledana. Ese mismo año el Monarca le nombra miembro del Consejo Real.
El 1 de mayo de 1447, con ocasión de fundar un mayorazgo, Payo de Ribera se declara vecino de Toledo, vasallo del Rey, miembro del Consejo Real y mariscal del príncipe don Enrique. El mayorazgo se fundaba, con la autorización regia previa, a favor de su primogénito Per Afán de Ribera y comprendía la casa principal de Toledo, en la parroquia de San Vicente; la villa de Malpica, con su fortaleza, jurisdicción y todas sus heredades, y la tierra de Valdepusa, con sus dehesas, la jurisdicción civil y criminal y todas las heredades que le pertenecían. En caso de fallecimiento del primogénito, los herederos del mayorazgo serían sus hermanos varones Diego de Ribera, que llegaría a ser comendador santiaguista de Monreal y caballerizo mayor de Enrique IV, y Vasco de Ribera, que sería después obispo de Coria. Ese mismo año de 1447, Payo de Ribera disfrutaba además de una renta de 89.000 maravedís salvada en las rentas reales de Toledo y otras poblaciones.
Su acercamiento al príncipe heredero don Enrique, le debió de facilitar el abandono de la causa de Álvaro de Luna cuando éste cayó en desgracia. El 9 de mayo de 1453, Juan II ordenaba al concejo toledano que proporcionara cien rocines y cuatrocientos peones para que se pusieran bajo las órdenes de Payo de Ribera y Alvar Pérez de Guzmán, alguacil mayor de Sevilla, con el objetivo de tomar la fortaleza de Escalona, base fundamental de los dominios del condestable.
Payo de Ribera fue también regidor de Toledo y mariscal de Castilla, oficio que en esta época podía considerarse ya de carácter honorífico y hereditario, y que debió de conseguir al acceder Enrique IV al Trono castellano. En 1457 vuelve a aparecer otra vez en el campamento real de la Vega de Granada con ocasión del cerco a esta ciudad nazarí. Posteriormente, se sumó a la rebelión nobiliaria y en 1465, junto a otros ilustres vecinos toledanos, participó en la conjura que puso a la ciudad del Tajo en manos del infante don Alfonso, quien recompensó tal acción con 200.000 maravedís de renta en juros para que se los repartieran entre ellos. En 1467 el mariscal Payo de Ribera ratificó la alianza hecha a favor de la causa de don Alfonso con Alfonso de Silva, conde de Cifuentes; Pedro López de Ayala, señor de Fuensalida; Lope Ortiz de Zúñiga; el mariscal Fernando de Rivadeneira; Luis de la Cerda, y Juan de Ribera. Al año siguiente, Toledo volvió a la obediencia de Enrique IV de Castilla, no sin antes expulsar de la ciudad al mariscal Payo de Ribera y a su primogénito Per Afán de Ribera, junto a otros personajes fieles al bando alfonsino.
Con anterioridad, Payo de Ribera se había ocupado de los asuntos internos de sus señoríos. En febrero de 1457, el mariscal, respondiendo a la petición de los vecinos y moradores de El Pozuelo, vasallos del señor de Valdepusa, de que ampliara su estrecho término para cultivar más tierras, les concedió licencia para rozar los montes de su señorío para cultivar allí tierras de pan con la condición de pagaran el terrazgo según tenían por costumbre en las tierras del término de El Pozuelo, es decir a razón de una fanega de cereal de cada doce recogidas.
Por otra parte, en el señorío de Malpica se planteó un conflicto por el uso de los pastos con el vecino señorío de Cebolla. En 1463 se llegó a un acuerdo de hermandad entre el mariscal Payo de Ribera, señor de Malpica, y Juan de Ayala I, señor de Cebolla, mediante el cual los términos de ambas villas serían de uso común para sus vecinos con ciertas condiciones. Así, los vecinos de Cebolla, desde el 1 de marzo hasta el día de Todos los Santos, podían pastar con sus ganados, entre la vega cercana a los molinos de Malpica hasta el río. En contrapartida, los vecinos de Malpica podrían pastar en el término de Cebolla desde que se iban los arrendadores de los pastos hasta el día de los Santos.
El 3 de abril de 1470, Payo de Ribera realiza testamento en la fortaleza de Malpica, lugar convertido en el símbolo más expresivo de los dominios de esta rama del linaje. Aprovecha la ocasión para confirmar el mayorazgo fundado por él años atrás a favor de su primogénito Per Afán de Ribera III, que heredó efectivamente el señorío paterno.
Sin embargo, la muerte sin sucesión de los tres hijos varones del mariscal Payo de Ribera propicia que los derechos del mayorazgo familiar sean heredados por su hija mayor, Aldonza de Ribera, casada con Pedro Gómez Barroso V, que los transmitirá, en 1488, a su hijo Payo Barroso de Ribera, heredero también del título de mariscal de Castilla.
Fuentes y bibl.: Real academia de la historia, Colección Salazar, sign. K-37, fols. 36 y 52, sign. M-1, fol. 285 y sign. O-4, fol. 52v..
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Enrique Rodríguez-Picavea Matilla