Fue el primogénito del matrimonio formado por Joaquín Espín y Guillén y Josefa Pérez de Colbrand. Se le conocía en la época como Joaquín Espín y Colbrand, posiblemente por suponer el segundo apellido de su familia materna mayor reclamo para el mundo artístico que su nombre completo. Su padre, compositor, crítico y musicógrafo, fue quien le enseñó los primeros rudimentos de la música hasta que en 1857 le envió al Conservatorio de París —en el que ingresó recomendado por su tío, el compositor italiano, Gioacchino Rossini— para perfeccionar sus estudios musicales con los maestros Bazin y Auber (director este último del citado centro educativo); obtuvo un premio en la clase de composición y, a su regreso a Madrid, escribió una Sinfonía, que dedicó a la reina Isabel II, siendo interpretada con éxito en 1859 en el Teatro Real de Madrid. Su padre, primer organista supernumerario de la Real Capilla, solicitó a la Reina el permiso pertinente para que su hijo pudiese ejercer las obligaciones de la plaza de segundo organista supernumerario que él mismo venía desempeñando por imposibilidad física de quien la ostentaba, Pablo Puig; se le denegó esta solicitud, pero consiguió que su primogénito pudiese sustituirle en 1861 durante su convalecencia en la Escuela Nacional de Música y Declamación, donde estaba a cargo del magisterio de solfeo. [...]