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Narciso Domingo Barsi y Luna Duro

Biografía

Barsi y Luna Duro, Narciso Domingo. Toledo, 29.X.1810 – 7.V.1884. Catedrático de universidad.

Hijo de Isidro Barsi —apellido italiano, oriundo de Luca— y de María Clotilde Duro, fue ordenado de prima a los catorce años. Cuatro años más tarde comenzó los estudios de Física con Evaristo Martín Torres, catedrático en la universidad de Toledo, donde recibió el grado de bachiller en Leyes el año 1832.

Obtuvo el grado de licenciado en abril de 1835 y al siguiente mes recibió el de doctor. Su expediente muestra unas sobresalientes notas académicas en leyes y una afición inusual hacia las matemáticas. De adscripción política conservadora, rechazó las innovaciones constitucionales, influenciado por su tío el canónigo Domingo Barsi.

El claustro universitario le nombró sustituto de la cátedra de Filosofía Moral y Elementos Religiosos en el año 1836. Tres años después aparece como regente de la cátedra de Física, Matemática, Química y Geografía, y fue designado catedrático interino en 1844.

Estaba casado con Sagrario García Ochoa y vivían en el número 12 del callejón de San Pedro.

Las universidades de provincias fueron clausuradas por la llamada ley Pidal el año 1845 y, por decreto, fueron convertidas en Institutos de Segunda Enseñanza. Los profesores comenzaron a impartir docencia en ellos y Barsi optó entonces por la cátedra de Geometría y Trigonometría. Fue vicedirector del Instituto, siendo director Celedonio Velázquez Longoria, académico correspondiente de la Real Academia de la Historia. Ejerció la docencia hasta 1872 y fue sustituido en la cátedra por Eduardo Díez Canseco.

Desempeñó el cargo de secretario y vocal de la escuela de nobles artes Santa Isabel desde 1855 y, por esa dedicación, fue nombrado académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en el año 1865. También lo fue de la legendaria cofradía de la Caridad, perteneció a la Sociedad Económica de Amigos del País y, desde 1846, ejerció de secretario en la Comisión Provincial de Monumentos histórico-artísticos. Destacó en ese puesto por desarrollar una intensa labor para la recuperación monumental toledana, aunque su empeño no estuvo exento de críticas. Una de las más viscerales apareció en el periódico madrileño el Averiguador, al denunciar la demolición de los restos ruinosos del artificio de Juanelo.

 

Obras de ~: Reglamento para el gobierno y disciplina de la casa-pensión del Instituto Provincial de Toledo, Toledo, Severiano López Fando, 1855; Memoria del curso académico de 1866-1867 en el Instituto de Toledo, Toledo, Fando e hijo, 1866; “El Tajo, Crónica semanal de la provincia de Toledo”, en Cofradía de la Santa Caridad de Toledo, Año II, n.º 3 (1867), pág. 10.

 

Fuentes y Bibl.: Archivo Histórico Provincial de Toledo, Universidad, exp. 118/12; Archivo Instituto El Greco, Libro de toma de posesiones de los catedráticos. Memorias de los cursos académicos, 1866-1867 y 1869-1870.

J. P. Muñoz Herrera, Imágenes de la melancolía: Toledo (1772-1858), Toledo, Ayuntamiento, 1993, pág. 193; VV. AA., Historia de Toledo, Toledo, Azacanes, 1997, págs. 508-509; VV. AA., Biografías y semblanzas de profesores. Instituto El Greco de Toledo (1845-1995), Toledo, Instituto de Enseñanza Superior El Greco, 1999, págs. 302-303.

 

Hilario Rodríguez de Gracia