Ibn Bāŷŷa: Muḥammad b. Yaḥyà b. al-Ṣā’ig Abū Bakr. Avempace. Zaragoza, u. t. s. XI – Fez (Marruecos), V.1139. Filósofo, científico, músico y poeta.
Conocido en el mundo latino por el nombre de Avempace, nació en Zaragoza, en fecha imprecisa, mientras reinaba en dicha ciudad la dinastía de los Banū Hūd, de puro linaje árabe cuyos antepasados se habían establecido en al-Andalus durante el siglo VIII y entre quienes hubo un destacado, según las fuentes, filósofo, al-Muqtadir b. Hūd, señor de Zaragoza entre 1046 y 1080. En el año 1110, los almorávides, al mando de ‛Alī b. Yūsuf b. Tašufīn (1084-1143), coetáneo de Avempace, entraron en la ciudad y acabaron con la taifa zaragozana. Esta dinastía norteafricana favoreció el desarrollo de la vida cultural y fue cuando la filosofía, en particular, alcanzó un amplio impulso, que llegaría a su cima durante la época de los otros norteafricanos, los almohades, en la figura de Averroes.
Las noticias que se nos han conservado acerca de la vida de Avempace son muy escasas. El sobrenombre de Ibn al-Ṣā’ig (hijo del platero) denota que pudo pertenecer a una familia dedicada a la orfebrería. Nada se sabe de su formación intelectual, que debió realizar en su ciudad natal, en la que desde el siglo X existía un gran ambiente cultural y a la que se tenía por uno de los principales focos de irradiación cultural de al-Andalus. Los biógrafos mencionan la existencia en Zaragoza de varios filósofos a lo largo del siglo X. Se cita, por ejemplo, la existencia allí de Abū ‛Uṯmān Sa‛īd b. Fatḥūn (c. 942 - ca. 1010), autor del primer tratado filosófico compuesto en al-Andalus del que se tiene noticia, una introducción a la filosofía titulada El árbol de la sabiduría; fue, además, un notable lógico y gramático. En Zaragoza se introdujeron las Epístolas de los Hermanos de la Pureza (filósofos ismaelíes orientales), obras que dejaron su impronta en el pensamiento de nuestro autor. Allí hubo también una floreciente comunidad judía en la que residió Ibn Gabirol, el Avicebrón de los latinos, y en la que según diferentes testimonios se leían diversas obras (la Física y Sobre el cielo) de Aristóteles hacia mediados del siglo XI. Este ambiente intelectual debió influir en la formación filosófica y científica de Avempace.
Sólo se le atribuye un maestro, el matemático ‛Abd al-Raḥmān b. ‛Abd Allāh b. Sayyid al-Kalbī, elogiado en un escrito por el propio Avempace. Tampoco de su formación religiosa dicen nada los biógrafos, salvo una breve referencia a su cualidad de ḥāfiẓ, esto es, de conocer de memoria el Corán; hay numerosas referencias religiosas en sus obras, lo que parece probar que debió adquirir la formación religiosa propia de la época. Sabemos también de su formación musical por las propias referencias que hace en una de sus cartas, por su perdido tratado sobre la música y por la noticia que transmiten algunos biógrafos de que estaba dotado para el canto y para la poesía, uniendo, según D. Emilio García Gómez, la música árabe con la cristiana.
El filósofo y filólogo Ibn al-Sīd de Badajoz (m. 1127) residió en Zaragoza, donde dedicó una loa al emir al-Musta‛īn b. Hūd (m. 1110) y donde mantuvo, según sus biógrafos y según el texto que de él se ha conservado, una polémica con Avempace sobre cuestiones de lógica y gramática, que él mismo relata en los siguientes términos: “Me reuní con un hombre de la gente de letras, conocido por Abū Bakr b. al-Ṣā’ig, el cual disputó conmigo acerca de dos cuestiones gramaticales /.../ Se puso a hablar repetidas veces del sujeto y del predicado y a citar términos técnicos de lógica de los que usan los dialécticos. Yo le dije: ‘lo que tú quieres es introducir el arte de la lógica en la gramática’”. Por esto se debe suponer que Avempace se había iniciado en Zaragoza en estas disciplinas, y que había estudiado tanto las obras de Aristóteles que circulaban por los ambientes intelectuales de Zaragoza, como las ciencias físicas, astronomía y medicina, materias sobre las que compuso diversos escritos.
Según algunas informaciones, fue nombrado visir por el gobernador de la ciudad, Abū Bakr Ibrāhīm al-Ṣaḥrāwī, conocido por el sobrenombre de Ibn Tīfilwīt, cuñado del emir almorávide ‛Alī b. Yūsuf b. Tašufīn, y luego embajador ante el hijo del antiguo rey de Zaragoza, al-Musta‛īn b, Hūd, ‛Imād al-Dawla Ibn Hūd, que reinaba en Rūṭa y que le vio como un enemigo de los Banū Hūd, por lo que intentó asesinarle, según se desprende de una de las poesías de Avempace. Se narran diversas anécdotas sobre su relación con el gobernador, entre ellas la que transmite el granadino Ibn al-Jaṭīb cuando refiere que cierto día Avempace se ausentó de la tertulia que mantenía el gobernador; al día siguiente, éste le preguntó por qué se había ausentado, a lo que Avempace respondió que por haberse visto afectado de melancolía y tristeza; le ofreció entonces un plato lleno de monedas de oro y jazmines y el filósofo manifestó sonriendo: “Mi señor, ni el mismo Galeno conoció esta medicina”.
A la muerte de Ibn Tīfilwīt en 1116, Avempace abandonó Zaragoza, ante la inminente entrada de los ejércitos cristianos al mando de Alfonso I el Batallador de Aragón, que acabó conquistando la ciudad en 1118.
Se refugió en Játiva, donde al parecer, acusado de heterodoxia o de librepensador (zindīq), fue encarcelado en 1117 por orden del gobernador Ibrāhīm b. Yūsuf b. Tašufīn. En una carta, dirigida a un amigo suyo, habla de su “segunda detención”. Parece que fue liberado por mediación del padre de Averroes y pudo llevar una vida de dicha y de placer junto al gobernador.
Posteriormente viajó a Sevilla y Granada, donde pudo alcanzar cierto renombre y donde entró en contacto con Ibn al-Imām, que se convirtió en discípulo suyo y a quien debemos algunas noticias sobre su vida. Avempace le dedicó algunas de sus más importantes obras y mantuvo con él una interesante correspondencia filosófica.
Fue quizá durante esta época de su vida cuando compuso sus más notables tratados filosóficos, aunque por la vida agitada que llevó y por sus viajes, algunos de ellos quedaron incompletos. A este respecto, Ibn Ṭufayl afirma de Avempace lo siguiente: “Nuestro hombre no hizo nada de lo que dijo ni cumplió su promesa. Parece que le dificultó su intento la falta de tiempo a que él mismo alude y sus ocupaciones en el viaje a Orán”. Más adelante, vuelve a insistir Ibn Ṭufayl en estas causas: “Las cosas de este mundo lo tuvieron tan ocupado, que la muerte lo arrebató antes de que publicase los tesoros de su ciencia y divulgase los secretos de su sabiduría. La mayor parte de las obras suyas que se han conservado están incompletas y sin terminar”.
Fue la suya una vida que debió estar rodeada de lujos y deseos de riquezas y ambiciones materiales, como se deduce de diversas anécdotas sobre su interés por el dinero y de estas otras palabras del propio Ibn Ṭufayl, cuando hace referencia a que Avempace no cumplió su propósito de describir cómo se produce el estado de los bienaventurados: “Acaso vio que, si describía este estado, tendría necesidad de decir cosas que afearan su manera de vivir y que desautorizaran todos los esfuerzos a los que él invitaba para adquirir y acumular grandes riquezas, y todas las variadas artes a emplear para procurárselas.”.
Otros testimonios aluden al hecho de que, aunque fue objeto de elevada consideración por parte de muchos de sus contemporáneos, también hubo de soportar los peores insultos y calumnias que se pueden imaginar, entre ellos los del conocido escritor y poeta de Jaén, Fatḥ b. Jāqān (m. c. 1134-1140), personaje conocido por diversas polémicas, entre ellas por un ataque lanzado en uno de sus escritos contra el antes citado filósofo Ibn al-Sīd de Badajoz. Se ha transmitido que Ibn Jāqān escribió contra Avempace lo siguiente: “Abū Bakr es una fuente de desgracias para la religión y de tristeza para quienes se encuentran en el recto camino. Era conocido por su presunción y por su locura. Procuraba eludir los deberes prescritos por la ley divina. No tenía ninguna fe en Aquel que lo había creado. No tenía ningún interés por el Libro de Dios Altísimo. Afirmaba que el tiempo era una revolución perpetua; se hallaba totalmente descarriado: los placeres y el desenfreno ocupaban toda su vida”. Es significativo, sin embargo, que este poeta se dirigiera contra dos filósofos, lo que muestra que, a pesar del desarrollo que entonces tenía, la filosofía preocupaba a gobernantes y a doctores del Islam, quienes promovían ataques contra ella por considerarla fuente de ateísmo y de impiedad y como contraria a los principios establecidos en el Corán. También es conocida su enemistad con el famoso médico sevillano Avenzoar.
Ibn Ṭufayl alude a su estancia en Orán en el texto antes mencionado y, en efecto, se sabe que viajó al Norte de África. Se instaló, al parecer, en Marrākuš, donde frecuentó la corte de ‛Alī b. Yūsuf b. Tašufīn y donde inicialmente pudo gozar de alta estima. Sin embargo, tuvo dificultades con los cadíes, por lo que es posible que fuese encarcelado durante algún tiempo, inculpado de herejía. Se trasladó a Fez, convirtiéndose en consejero del gobernador, y, a pesar de las intrigas, permaneció desempeñando este puesto durante bastantes años, hasta que murió misteriosamente, quizá envenenado, en 1138, según el testimonio que transmite al-Maqqarī: “Fue envidiado por médicos, escritores y otras personas, hasta que terminaron por engañarle y asesinarle envenenado”. Y en otro pasaje este mismo escritor afirma que quien lo envenenó con una berenjena fue Ibn Ma‛yūb, criado del médico Avenzoar.
Esta agitada vida podría ser una manifestación del deseo de huir del desorden y de la agitación, pero también podría ser el resultado de un personaje que se vio frustrado en su aspiración de desempeñar una función relevante desde el punto de vista político, semejante a la que pretendía su maestro al-Fārābī y su otro maestro Platón: que el filósofo ocupara un lugar privilegiado en el gobierno de la ciudad. No en vano el punto de partida de su pensar está en la idea farabiana de que el filósofo es el único que por su sabiduría es capaz de afrontar la renovación del Estado, de tal manera que el hombre sólo alcanzará la suprema felicidad en el seno de una sociedad perfecta. Algo de esto puede adivinarse en algunos de sus más notables textos políticos.
Fue un escritor fecundo, cuya obra refleja la esmerada educación que recibió y los conocimientos que adquirió: medicina, música, matemáticas, astronomía, poesía y filosofía. Compuso, además, comentarios a obras de Aristóteles, Galeno y al-Fārābī. Existen varias listas de sus obras, algunas de ellas de dudosa atribución, transmitidas por diversos biógrafos, que plantean a la crítica actual dificultades de clasificación, ordenación y conocimiento. Se mencionan a continuación aquellos textos conservados, aun cuando no hayan sido editados todavía. En la relación que sigue, se citan en primer lugar los textos editados y el año de su edición o ediciones; a continuación los textos aún inéditos.
Obras de ~: Tratado acerca de algunos libros “Sobre las plantas”, en M. Asín Palacios, “Avempace botánico”, en Al-Andalus, V (1940), págs. 255-299; La unión del Intelecto con el hombre, en M. Asín Palacios, “Un texto de Avempace sobre la unión del intelecto con el hombre”, en Al-Andalus, VII (1942), págs. 1-47, y en A. al-Ahwani, “Risâlat al-ittiṣâl li-Abī Bakr ibn al-Ṣā’ig”, en Averroes. Kitāb al-nafs, El Cairo, 1950, págs. 102-118); Carta del adiós, en M. Asín Palacios, “Carta del adiós”, en Al-Andalus, VIII (1943), págs. 1-87, y en M. Fakhry, Avempace. Opera Metaphysica, Beirut, 1968 (2.ª ed. 1991); El Régimen del solitario, en D. M. Dunlop, “Ibn Bājjah’ Tadbīr al-mutawaḥḥid”, en Journal of the Royal Asiatic Society (1945), págs. 61-81, en M. Asín Palacios, El régimen del solitario, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Madrid-Granada, 1946, en M. Fakhry, Avempace. Opera Metaphysica, Beirut, 1968 (2.ª ed. 1991), y en M. Ziyada, Ibn Bājjah’s Book “Tadbīr al-mutawaḥḥid”, Beirut, 1978; Tratado sobre el fin del hombre, en M. H. Ma‛ṣūmī, “Ibn Bajjah on Human End”, Journal of Asiatic Society of Pakistan, 2 (1957), págs. 181-196; Discurso sobre algunos libros “Sobre la generación y corrupción” [de Aristóteles], en M. H. Ma‛ṣū,ī, Damasco, 1960, y en J. Puig Montada (ed. y trad.) Avempace. Libro de la generación y corrupción, CSIC, Madrid, 1995; Libro sobre el alma, en M. H. Ma‛ṣūmī, Beirut, 1960 (2.ª ed. 1991); Tratado acerca de las cosas por las que es posible conocer el Intelecto Agente, en M. H. Ma‛ṣūmī, “Ibn Baja on the Human Intellect”, en Islamic Studies, 4 (1965), 121-136, y en M. Fakhry, Avempace. Opera Metaphysica, Beirut, 1968 (2.ª ed. 1991); Sobre la diferencia entre el intelecto, la facultad imaginativa y la unión del intelecto con lo primero, en M. H. Ma‛ṣūmī, “Ibn Baja on the Human Intellect”, en Islamic Studies, 4 (1965) 121-136, y en J. D. ‛Alawī, Rasā’il falsafiyya li-Ibn Bāŷŷa, Casablanca, 1987; Discurso que sigue a la carta del adiós, en M. Fakhry, Avempace. Opera Metaphysica, Beirut, 1968 (2.ª ed. 1991); Comentario al libro de la Isagogé de al-Fārābī, en M. Fakhry, “Ta‛līq ‛alà kitāb Isāgūgiyya li-Fārābī“, en Al-Abhath, 23 (1970) 33-52; Sobre el móvil y su discurso sobre el fin, en A. Badawi, “Rasā’il ŷadīda li-ibn Bāŷŷa”, en Revista del Instituto de Estudios Islámicos, 15 (1970), págs. 7-54, y en J. D. ‛Alawī, Rasā’il falsafiyya li-Ibn Bāŷŷa, Casablanca, 1987; Tratado sobre el examen de la facultad impulsiva, cómo es, qué desea y por qué, en A. Badawi, “Rasā’il ŷadīda li-ibn Bāŷŷa”, en Revista del Instituto de Estudios Islámicos, 15 (1970) 7-54, y en J. D. ‛Alawī, Rasā’il falsafiyya li-Ibn Bāŷŷa, Casablanca, 1987; Acerca de la unidad y del uno, en A. Badawi, “Rasā’il ŷadīda li-ibn Bāŷŷa”, en Revista del Instituto de Estudios Islámicos, 15 (1970), págs. 7-54, y en J. D. ‛Alawī, Rasā’il falsafiyya li-Ibn Bāŷŷa, Casablanca, 1987; Comentario a la “Física” de Aristóteles [libros V al VIII], en M. Fakhry, Ibn Bajjah’ Paraphrase of Aristotle’s Physics, Beirut, 1973, en M. Ziyāda, Šurūḥāt al-samā‛ al-ṭabī‛ī li-Ibn Bāŷŷa al-Andalusī, Beirut, 1978, y en P. Lettinck, Aristotle’s Physics & its Reception in the Arabic World. With an Edition of the Unpublished Parts of Ibn Bājja’s Commentary on the Physics, Leiden, J. Brill, 1994; Comentario de Ibn Bāŷŷa a la lógica de al-Fārābī, en M. Fakhry, “Ta‛līq Ibn Bāŷŷa ‛alà manṭiq al-Fārābī”, en U. Amīn, Nuṣūṣ falsafiyya, El Cairo, 1976, págs. 118-134; Comentario al libro de Abū Naṣr al-Fārābī sobre el “Acerca de la interpretación” [de Aristóteles], en M. Salim, Ibn Bāŷŷa ta‘līq fī kitāb Pero Hermeneias wa-min kitāb al-‘ibāra li-Abī Naṣr al-Fārābī, El Cairo, 1976; Lógica según al-Fārābī. Libro de la demostración y libro de las condiciones de la certeza, en M. 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Ḥasday; Respuesta a lo que preguntó al geómetra Ibn al Sīd sobre la geometría y sus métodos; De su discurso sobre las melodías musicales; Escrito al visir Abū al-Ḥasan b. al-Imām; De su tratado sobre la esencia del deseo natural; Sobre la forma primera y sobre su acoplamiento a la materia; Sobre el conocimiento teórico y la perfección humana o sobre la unión con el Intelecto Agente; Investigación sobre la conceptuación de la facultad racional; Sobre las disposiciones naturales superiores y sobre los grados de conocimiento; Sobre la emanación de la ciencia divina; Sobre la emanación, sobre el intelecto humano y sobre la ciencia divina; Sobre la ciencia humana, sobre las inteligencias segundas y sobre la ciencia divina o los grados de ciencia; Sobre el ser necesario y el ser posible; Sobre el agente próximo, el agente lejano y la eternidad del intelecto; Sobre los grados de intelectos y sobre su eternidad; Defensa de Abū Naṣr al-Fārābī o sobre la felicidad de la otra vida, en J. D. ‘Alawī, Rasā’il falsafiyya li-Ibn Bāŷŷa, Casablanca, 1987; De su discurso sobre el nenúfar, 1987, 1998. Inéditas: Discurso sobre algunos libros de los “Meteorológicos” [de Aristóteles]; Discurso sobre algunos de los últimos tratados del libro “Sobre los animales” [de Aristóteles]; Discurso en el que se menciona el deseo natural y su esencia, así como se inicia el dar las causas de la demostración y de su verdad; Fragmentos sencillos sobre geometría y astronomía; Comentarios sapienciales que se hallaron dispersos; Tratado sobre algunas cosas del libro de los “Medicamentos simples” de Galeno; Tratado sobre la demostración; Tratado sobre “Los elementos” [de Euclides]; Tratado sobre el temperamento.
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Rafael Ramón Guerrero