Suárez, Nieves. Madrid, 1875 – 1938. Actriz.
De niña, en edad escolar, demostró en el colegio su buena disposición para la lectura y los recitados. También cantaba mucho en los recreos. Su maestra le pagó la primera matrícula, de su propio bolsillo, en el Conservatorio, donde recibió clases de Teodora Lamadrid. Una de las lecciones que Nieves no olvidó nunca fue aquélla en la que la insigne maestra, que había sido una excelente actriz, la empujaba a que aprendiese a llorar, aun fingiendo, para poder interpretar con verosimilitud papeles dramáticos. Fue una lucha para ambas.
Llegado el momento de los exámenes de aquel curso en el Conservatorio, Teodora Lamadrid le marcó como ejercicio una escena de El pañuelo blanco, drama de la época. Tenía que sollozar. Y como no lo hizo, en vez del primer premio sólo obtuvo el segundo. Nieves no olvidó aquella lección para lo sucesivo.
La carrera en el Conservatorio duraba seis años y ella no pudo permitírselo. En una familia numerosa hacía falta el dinero. Las necesidades económicas la empujaron, cuatro años después de su ingreso, a dedicarse ya profesionalmente al teatro. Fue una de las grandes actrices de la segunda mitad del siglo xix.
Con diecisiete años entró en la compañía de María Tubau. Con ella estrenó El cuento del tío Marcelo, su primera comedia importante.
Los teatros madrileños en los que más actuó fueron el Lara y el de la Princesa. Prefería representar obras de alta comedia, los papeles cómicos. Pero también tuvo que estrenar obras dramáticas y lo hizo con profesionalidad y acierto.
Tenía como obras preferidas Rosas de otoño, de Jacinto Benavente, y Malvaloca, de los Quintero, si bien sus mayores éxitos los logró con El abuelo, y Doña Perfecta, de Pérez Galdós (encarnó en la última de las citadas el personaje de “la Rosarito”, con brillantez); y fue “la Toñuela”, del drama Juan José. En esta obra de Joaquín Dicenta logró una gran creación. De ambiente rural, se estrenó el 27 de octubre de 1895 y consiguió un éxito estruendoso, siendo su protagonista Emilio Thuillier. Su autor, curiosamente, la escribió en lamentables circunstancias, en una casa sin luz eléctrica, alumbrándose a la luz de una vela.
Igualmente Nieves Suárez estuvo insuperable en otros personajes cómicos, como en El genio alegre, de los hermanos Álvarez Quintero. De estos autores estrenó con gran éxito El patio (1900), El nido, El afinador y La azotea. Sus temporadas en el teatro Lara, con obras divertidas, fueron jaleadas por el público.
Representando La Samaritana, otro de sus triunfos teatrales, hizo muy popular una frase, “¡Ya le ha dao!”, pronunciada en tono castizo y coloquial. De tal manera que, cuando iba por la calle, muchos viandantes, al reconocerla, le repetían el dicho.
La crítica consideró que, aún no alcanzando la categoría de primera actriz, pese a que hiciera tentativas para conseguirlo y tener compañía propia, sin lograrlo, poseía un encanto especial y una indudable gracia en el escenario. No le acompañaba, desde luego, una voz bien timbrada y era deficiente su dicción. Probablemente esos defectos acentuaron más su vis cómica.
Con Larra y Balaguer, los grandes actores que con ella actuaban en el Teatro Lara fue a América donde estuvo residiendo varios meses a la vez que actuó con gran éxito. A su regreso se incorporó al Teatro Español con la compañía de María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza y con ellos acudió a Buenos Aires, donde creó para la historia del Teatro el tipo de Coralito en la comedia de los Álvarez Quintero El genio alegre. De su anecdotario, contaba el día del estreno de Añoranzas, drama de Linares Rivas, que representó con María Guerrero, el incidente con una larga cuerda entre bastidores. María Guerrero le advirtió que tuviera cuidado para no tropezar. Inútil resultó la observación, pues Nieves dio un traspiés al entrar en el escenario, yendo a caer en los brazos de aquélla, en el momento más trágico de la función. Las dos no pudieron evitar una ruidosa carcajada, que el público supo dispensar.
Como actriz-empresaria lanzó, unida al actor cómico José Santiago, brillantísimas temporadas en Santander, Valencia y otras ciudades. En 1914 ambos fueron empresarios del Teatro Español. En este teatro estrenaron la polémica obra Celia en los infiernos de Pérez Galdós. Hasta su muerte desempeñó una Cátedra de Declamación en el Conservatorio de Madrid.
Jurado de la Parra, gran estudioso del teatro español, refiriéndose a Nieves Suárez dijo en la obra Los del Teatro: “¡Qué actriz más graciosa / y más insinuante! / No la veréis cosa / En la que no os encante... / ¡Qué lista!... ¡Qué hermosa!... / ¡Si fuese elegante! [...]”.
Bibl.: C. de Burgos, Confesiones de artistas, Madrid, Sanz Calleja editores, s. f., págs. 161-166; Número monográfico dedicado a Nieves Suárez en El teatro por dentro, (1906-1908), núm. 24; J. Jurado de la Parra, Los del teatro (con prólogo de Sinesio Delgado), Madrid, R. Velasco, 1908; “el caballero audaz”, Galería, tomo I, Madrid, ECA, 1946, págs. 401-406; A. Martínez Olmedilla, Arriba el telón, Madrid, Aguilar, 1961, págs. 232-233; M. Gómez García, Diccionario del teatro, Madrid, Ediciones Akal, 1997, pág. 793.
Manuel Román y Ángel Luis López González