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Ramón Nouvilas Rafols

Biografía

Nouvilas Rafols, Ramón. Castellón de Ampurias (Gerona), 18.XII.1812 – Madrid, 30.V.1880. Militar y político.

Hijo de José Antonio Nouvillas Quintana, noble hacendado, y de María Antonia Rafols de Viard, ingresó en 1829 en el Ejército en clase de cadete, siguiendo sus estudios en el Regimiento de Infantería de Bailén, e interviniendo muy pronto en operaciones militares en Cataluña.

En diciembre de 1831 fue promovido a subteniente y destinado al Regimiento de Córdoba, en cuyas filas luchó en la Primera Guerra Carlista, y en la que muy pronto se distinguió por su valor.

En 1833 combatió en las Provincias Vascongadas, mereciendo su intervención en la toma de Logroño y en las acciones de Peñacerrada (Álava), Oñate (Guipúzcoa), Echarri-Aranaz (Navarra) y Nazar y Asarta (Navarra) el grado de teniente por méritos de guerra.

Al año siguiente recibió una Cruz de San Fernando de 1.ª Clase por su destacado comportamiento el 24 de marzo en la acción de Muro (Navarra). En el mes de junio resultó gravemente herido en la de Erice y Sarasate (Navarra), al alcanzarle una bala en el costado izquierdo, lo que no le impediría seguir combatiendo y recibir tres meses después una nueva herida de bala, esta vez en la pierna izquierda, cuando todavía no se había recuperado de la anterior; poco después fue nombrado ayudante de campo del general Oráa.

Durante el año 1835 luchó de forma incansable, hallándose en multitud de acciones: Puente de Arquijas, Puente de Velate, Ciga, Puente de Larraga, Arróniz y Puente de Artaza, todas ellas en Navarra. Seguidamente pasó a Vizcaya, donde se batió durante los levantamientos de los sitios de Guernica y de Bilbao, en la batalla de Mendigorría y en la acción de Arrigorriaga. El 17 de enero resultó herido de bala en el brazo izquierdo en la acción de Orbiso (Álava) y el 8 de marzo ganó una segunda Cruz de San Fernando de 1.ª Clase en la del Puente de Larraga.

En 1836, ya con el empleo de teniente, siguió luchando en la provincia de Álava al mando de la 2.ª Compañía de Cazadores del Cuerpo. En el mes de mayo se comportó con gran heroísmo en la acción de los campos atrincherados de Arlabán, Salinas y Villarreal, donde actuó con gran valentía y recibió una herida grave de bala en la rodilla izquierda, debido a la cual estuvo a punto de perder la pierna. Fue recompensado sobre el campo de batalla con el empleo de capitán por méritos de guerra, dándole el general Luis Fernández de Córdoba el mando de la Compañía de Guías del General.

Las cuatro heridas recibidas en tan breve espacio de tiempo le obligaron a permanecer durante el siguiente año y medio recuperando su quebrantada salud. En enero de 1838 se incorporó a la campaña, formando parte del Regimiento de Cazadores de Luchana, al cual había sido destinado como jefe del 2.º Batallón.

En el referido año se enfrentó en la provincia de Teruel a la expedición de Negri, y en el mes de mayo recibió una nueva herida de bala en el muslo derecho durante la acción de Allo y Dicastillo (Navarra), siendo recompensado con el empleo de mayor de batallón por méritos de guerra.

Por su actuación durante el sitio y toma de los fuertes de Ramales y Guardamino (Santander) fue recompensado en mayo de 1839 con el empleo de comandante, resultando en el mes de julio herido de bala en el hombro derecho, y pasó seguidamente a combatir a los carlistas en Aragón al frente del 1.er Batallón del Regimiento de la Princesa.

En 1840 luchó bravamente con ocasión de los sitios de los fuertes de Segura y Castellote (Teruel), al mando de las compañías que llevaron a cabo el asalto. Ganó el empleo de teniente coronel por méritos de guerra, siguiendo en el Regimiento de la Princesa como su mayor. Más tarde se halló en el sitio de Morella y siguió luchando en Cataluña, donde se encontró en la toma de Berga (Barcelona).

Los meses siguientes gozó de un merecido descanso en Madrid, y en junio de 1841 solicitó ser destinado a Puerto Rico o Cuba, lo cual no le fue concedido. En el mes de octubre intervino en el asalto al Palacio Real, por lo cual se vio obligado a emigrar a Francia, siendo juzgado como prófugo en consejo de guerra, condenado a ser pasado por las armas y posteriormente indultado. Regresó a España en el mes de junio de 1843, tras la caída de Espartero, y se le concedió entonces el empleo de coronel por gracia general y el mando del Regimiento de Castilla, trasladándose en el mes de noviembre a Galicia, donde, como comandante general de la provincia de Pontevedra, operó contra la plaza de Vigo hasta conseguir su rendición.

Trasladado el Regimiento de Castilla a Navarra, recorrió en el mes de noviembre de 1844 los valles de Hecho y Ansó para restablecer el orden. Los años siguientes prestó servicio de guarnición en Pamplona. En enero de 1845 fue promovido a brigadier por méritos de guerra, en recompensa por su actuación del anterior mes de noviembre, y continuó al mando del Castilla.

En 1846 se casó con Bruna Aldaz Goñi, de la que tuvo una numerosa descendencia, llegando a ser militares seis de sus hijos.

En 1847 fue enviado a Cataluña, donde, al mando de una Brigada de Cazadores, batió a los carlistas en varios encuentros. Al año siguiente pasó a la provincia de Lérida como su comandante general interino, donde sometió al enemigo en el mes de febrero a una dura persecución que le obligó a abandonar las líneas del Llobregat y Cardona. Su actuación fue recompensada con un nuevo empleo por méritos de guerra, el de mariscal de campo, pasando a mandar en Cataluña la 2.ª División de Operaciones y a desempeñar el cargo de comandante general del Ampurdán, donde en el mes de octubre batió y destruyó a la facción republicana de Ametller. A continuación marchó a prestar auxilio a la plaza de Gerona, amenazada por Cabrera, al que batió en enero del año siguiente y obligó a pasar al otro lado del Ter y seguidamente a dispersar sus tropas.

Las fatigas pasadas durante esta campaña le obligaron a solicitar en febrero de 1849 el pase a la situación de cuartel, retirándose al lugar de su nacimiento. Volvió a la actividad como comandante general de Gerona en marzo del año siguiente, dedicándose a perseguir a facciones carlistas y republicanas en aquella provincia.

En agosto de 1850 pasó como comandante general a la provincia de Tarragona, donde en enero del año siguiente sofocó la insurrección de la plaza de Reus.

Seguidamente prestó los servicios propios de su destino, hasta que, al producirse el levantamiento del mes de julio de 1854, presentó la dimisión del cargo que desempeñaba y pasó a la situación de cuartel en Tarragona. En abril del año siguiente fue trasladado a Palma de Mallorca y en abril de 1856 se le permitió pasar a residir en Madrid.

En octubre de 1856 fue nombrado comandante militar de la provincia de Lérida, y volvió a la situación de cuartel en marzo del año siguiente, esta vez con residencia en Zaragoza, que no se le permitió trasladar a Madrid hasta el siguiente mes de septiembre.

Nombrado en marzo de 1858 segundo cabo de las Provincias Vascongadas y gobernador militar de la provincia de Álava, no llegó a ejercer este cargo y continuó de cuartel hasta que, en enero de 1863, pasó a formar parte, como ministro, del Tribunal Supremo de Guerra y Marina.

En noviembre de 1865 dimitió del cargo anterior por motivos de salud y fijó su residencia en Madrid. Involucrado en el pronunciamiento de Prim, previsto para el 2 de enero de 1866, el día anterior fue desterrado a Bilbao, y a su llegada el día 5 fue puesto bajo arresto en el cuartel de la Guardia Civil, donde permaneció hasta el 11 de febrero en que se le liberó, con orden de mantenerse de cuartel en dicha ciudad, en la que continuaría intrigando, por lo que en el mes de junio fue puesto bajo la custodia de un oficial de la Guardia Civil y trasladado a Barcelona, para allí ser embarcado con destino a Mallorca, en donde a su llegada, y por orden del ministro de la Guerra, fue alejado de la capital y enviado a Inca, en el interior de la isla.

No satisfecho el Gobierno con este alejamiento, al mes siguiente Novillas fue trasladado a las islas Canarias, siendo alojado, en unión del también desterrado brigadier Mariano Socías, en Santa Cruz de la Palma. En agosto del año siguiente se le concedió el traslado a La Laguna, donde el 8 de septiembre se embarcó en un falucho que le trasladó a Tenerife, ciudad de la que el 14 de septiembre desapareció, y embarcó en un vapor mercante que le trasladó a Cádiz, adonde llegó el día 19. El 22 se presentó en Sevilla, donde fue nombrado capitán general de Andalucía, y se dedicó a la organización de las tropas que combatieron en la batalla de Alcolea.

Triunfante la Revolución, en los primeros días de octubre fue trasladado a Madrid por el duque de la Torre, ascendido a teniente general y puesto al frente de la Capitanía General de Cataluña, cargo que retuvo hasta que en julio de 1869 fue relevado, tras lo cual pasó de cuartel a Madrid. Dos meses más tarde se le encomendó la presidencia de la Junta Redactora de la Ordenanza General del Ejército, en la que cesó en abril de 1871.

Desde el anterior mes al de febrero de 1873 se mantuvo en situación de cuartel. Fue entonces nombrado capitán general de Castilla la Nueva y pocos días después general en jefe del Ejército del Norte, dirigiendo las operaciones que permitieron en el mes de marzo batir a las facciones carlistas de Dorregaray en Monreal (Navarra); el 30 de abril fue elevado al cargo de ministro de la Guerra, teniendo que dejar el mando del referido Ejército, que se vio obligado a volver a ejercer tras el desastre sufrido por las tropas republicanas en Eraul (Navarra) el 5 de mayo.

Imposibilitado de realizar sus planes debido a la falta de recursos, incomprendido por el Gobierno y atacado por los partidos políticos, en el mes de junio de 1873 dimitió de los cargos de ministro y general en jefe, renuncia que le fue aceptada; no creyendo esto suficiente, poco después presentó dimisión de su empleo, que no le fue admitida, por lo que volvió a reiterarla en el mes de septiembre, lo que no fue impedimento para que días después se le nombrara presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina, cargo al que renunció al no considerarse ya militar. Al mismo tiempo solicitó por escrito que se le reconociese su brillante actuación en Monreal, lo que provocaría que se le abriese juicio contradictorio para la Cruz de San Fernando, retirado más tarde por el Gobierno.

Tras la disolución de las Cortes por Pavía, fue cesado en el cargo de presidente, lo cual aceptó, pero no así la disolución de las Cortes y la formación de un nuevo Gobierno, por lo que se creía con derecho a seguir ostentando el referido cargo.

Este enfrentamiento hizo que el 17 de enero de 1874 se le desterrase a Palma de Mallorca, ciudad a la que se trasladó en unión de cuatro de sus hijos, todos ellos militares, y donde mantuvo frecuentes reuniones con los republicanos, lo que haría que un año después la autoridad militar solicitase su traslado a la Península.

En el mes de noviembre de 1875, considerado, junto con sus hijos, como un peligro para la Monarquía y el orden público, fueros todos ellos apresados y conducidos a Valencia, desde donde se les llevó a Cádiz y se les internó en el castillo de Santa Catalina, de donde salieron a finales del mes de enero para ser embarcados rumbo a las islas Canarias. A su llegada, el capitán general de aquel distrito le permitió residir en Santa Cruz de Tenerife, debido a su delicado estado de salud.

El expediente para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando se volvió a abrir en 1877 y sería cerrado tras su fallecimiento, no sirviendo de nada la solicitud que sus cuatro hijas harían en 1892 para que se volviese a abrir, sin conseguir efecto alguno.

En agosto de 1878, el capitán general de Canarias le concedió pasaporte para trasladarse a San Fernando (Cádiz) por encontrarse su esposa gravemente enferma, para lo que empeñó su palabra de honor de que no se ocuparía de asuntos políticos y de que regresaría a las islas lo antes posible. Llegado a la Península fue estrechamente vigilado y, al enterarse el ministro de la Guerra de que la enfermedad no era grave y que se temía que estuviese envuelto en una conspiración republicana, como parecía probarlo la llegada de otros generales desterrados, se ordenó su ingreso en el castillo de Santa Catalina hasta que pudiera embarcar en el primer buque que partiese para Canarias.

Por fin, en marzo de 1879 se le autorizó a trasladarse de cuartel a Madrid, donde se encontraba su esposa, enferma de gravedad, y no volvió a desempeñar cargo alguno hasta su fallecimiento, producido por una grave enfermedad contraída durante su destierro.

A lo largo de su vida militar llegó a recibir diez ascensos por méritos de guerra, entre grados y empleos.

Poseía las Grandes Cruces de Isabel la Católica (1851) y San Hermenegildo (1863). Fue senador por la provincia de Murcia durante la legislatura 1871- 1872.

 

Obras de ~: Táctica elemental de infantería, según el sistema actual de guerra y adelantos de las armas, hasta la escuela de división, arreglada para los jóvenes oficiales y alumnos, Madrid, 1860; Las tropas ligeras en campaña, Madrid, 1869.

 

Fuentes y bibl.: Instituto de Historia y Cultura Militar (Madrid), Célebres, caja 117, exp. 2.

P. Chamorro, Estado Mayor General del Ejército español, Madrid, 1850-1858; J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Actas, 1998; F. Ruiz Cortés y F. Sánchez Cobos, Diccionario biográfico de personajes históricos del siglo XIX español, Madrid, Rubiños, 1998.

 

José Luis Isabel Sánchez

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