Nieto de Silva y Saa, Félix. Marqués de Tenebrón (I). Ciudad Rodrigo (Salamanca), 19.VII.1635 baut. – Orán (Argelia), 11.II.1691. Militar, capitán general de Canarias, gobernador de Orán, consejero de Guerra, caballero de la Orden de Alcántara.
Su padre, Félix Nieto de Silva y Carvajal, caballero de la Orden de Santiago, señor de Alba de Yeltes, alguacil mayor de Ciudad Rodrigo y titular del mayorazgo de los Carvajales de Santa Clara, en Plasencia, había casado en segundas nupcias con Isabel de Saa Herrera, nieta de Juan Coloma, I conde de Elda. Fruto del primer matrimonio de su padre, tuvo Félix un hermanastro, Luis, I vizconde de San Miguel y I conde de Alba de Yeltes, “uno de los más terribles espadachines [...], mujeriego, matón y perdonavidas”, al decir del marqués de Lozoya, que comprometió a Félix, con diecinueve años, en un desafío con un regidor de Zamora.
Félix Nieto de Silva y Saa, que fue bautizado en Ciudad Rodrigo el 19 de julio de 1635, ingresó en el Ejército, en plena guerra con Portugal, y ya en 1654 fue destinado a Galicia como capitán de Caballería. Tres años después volvió a Ciudad Rodrigo, pasando al año siguiente a defender Badajoz, entonces sitiada por las tropas portuguesas. En 1660 ingresa en prisión por un desafío, de la que sale para incorporarse a la caballería, cayendo preso de los portugueses. Libre por canje de prisioneros, volvió a Badajoz, aún sitiada. Destacó siempre por su valentía y por su espíritu aventurero, protagonizando toda una serie de arriesgadas hazañas, de las que siempre salía airoso. En sus Memorias da una explicación en clave religiosa, atribuyendo su suerte a la intercesión de la Virgen de la Peña de Francia, por la que sentía profunda devoción. Caballero de la Orden de Alcántara en 1670, al año siguiente (“después de haberme tenido diecisiete años sirviendo en el empleo de Capitán de Caballos”) fue ascendido a mariscal de campo y nombrado gobernador de Alcántara. Tras cuatro años en este cargo, pasó a ser gobernador de Cádiz. Acusado en 1675 de haber participado en el intento de asesinato en Madrid de Juan José de Austria, demostró su inocencia por encontrarse aquel día en Alcántara, gracias a que una criada de su primera mujer, ya difunta, le aseguraba que aquélla se le había aparecido y que solicitaba ver a su marido, necesariamente en Alcántara.
En 1680 fue nombrado gobernador y capitán general de Canarias y presidente de su Audiencia. Las Canarias estaban “muy revueltas”, se temía un alboroto, y su antecesor estaba “capitulado”. Aunque Nieto de Silva no quería este puesto, lo aceptó (con la promesa del duque de Medinaceli, primer ministro, de que, al cabo de un año, una vez pacificadas las islas, sería trasladado). Su acertada labor de gobernante en todos los órdenes (relación con las instituciones locales, política de fortificaciones, defensa de los privilegios y franquicias de los canarios, manejo de la hambruna, etc.) recibió enormes elogios, hasta el punto de que el historiador canario Viera y Clavijo escribió, un siglo después, que fue “en la serie de los Capitanes Generales [...] lo que Teodosio el Grande entre los Emperadores”, añadiendo “que será eterna en los corazones isleños la celebración de su memoria”. Al conocer su partida, los niños cantaban: “Cuájese la mar salada, y don Félix no se vaya”.
Se fue en 1685, habiéndole costado dinero el puesto (“salí empeñadísimo de Canarias”), y desembarcado en Málaga, tras una difícil travesía, recibió el destino, a su pesar (“no pienso en ir allá”) de asistente del gobernador de Sevilla, que se vio obligado a aceptar. Finalmente, en 1688 fue nombrado gobernador y capitán general de Orán, donde con pocos medios tuvo que hacer frente a un largo sitio del ejército turco y del argelino. En sus Memorias, escritas en Orán en 1690, cuenta que la Alcazaba, en la que vivía con su familia, fue repetidamente bombardeada, pero las bombas, o bien perdían la dirección o reventaban sin hacer daño, extraño fenómeno, corroborado con testimonios escritos, que él atribuía a intercesión milagrosa. En opinión de Cánovas, Sus Memorias son “utilísimas para el conocimiento minucioso de las costumbres militares y aun civiles [...] ingenuas y sin duda verídicas [...] trabajo abundante en detalles curiosísimos”. Para Andrés Robres, en cambio, son un “ejemplo de vanidad”. Ese mismo año de 1690 recibió el título de marqués de Tenebrón, denominación de una aldea próxima a Ciudad Rodrigo. Alcaide del Soto de Roma (Granada), perteneció también al Consejo de Guerra. Murió en Orán, en posesión del cargo, de unas fiebres (“calenturas sincopales”, según recoge Cánovas).
Había casado tres veces. La primera, con Jerónima de Cisneros y Moctezuma (descendiente del emperador de México Moctezuma), progenitores de los duques de Moctezuma de Tultengo y marqueses de Tenebrón. La segunda, con Beatriz de Carvajal Pizarro, condesa de Torrejón, sin sucesión. Y la tercera con María Elvira Jofré de Loaysa y Chumacero, condesa del Arco y de Guaro, marquesa de Villafiel, nieta de Juan Chumacero, I conde de Guaro (presidente de Castilla), progenitores, entre otros, de los marqueses de Castelar y de los condes de Bornos y del Campo de Alange.
Obras de ~: Memorias de Don Félix Nieto de Silva, Marqués de Tenebrón, Conde del Arco y de Guaro, Marqués de Villafiel, Vizconde de Alba de Tajo, Señor de Villanueva de Mesía y la Higueruela, Alcalde y Juez del Real Soto de Roma, del Consejo suprimido de Guerra, Gobernador y Capitán General de las plazas de Orán, Mazarquivir, Reinos de Tremecén y Túnez y su Justicia Mayor y Caballero de la Orden de Alcántara, Orán, 1690, ms. (ed., con introd. de Cánovas del Castillo, Madrid, Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1888; ed. incompleta con el tít., Memorias y aventuras del Marqués de Tenebrón, constituyendo la tercera parte de Historia de la invención y milagros de Nuestra Señora de la Peña de Francia, pról. de J. Contreras Marqués de Lozoya, Madrid, EPSC, 1973).
Fuentes y bibl.: Real Academia de la Historia, Colección Salazar y Castro, leg. 15, Carpeta 1, n.º 7, D-22 fol. 48-v.
L. Salazar y Castro, Historia genealógica de la Casa de Silva, 2.ª parte, Madrid, 1685, págs. 205-214, [reimpr. en Gibraleón (Huelva), Wilsen Editorial, 2005]; J. Viera y Clavijo, Noticias de la Historia General de las Islas Canarias, Madrid, Imprenta de Blas Román, 1776 (8.ª ed., Santa Cruz de Tenerife, Goya Ediciones, 1982, t. II, ad indicem); A. Cánovas del Castillo, Estudios del Reinado de Felipe IV, Madrid, Imprenta A. Pérez Dubrull, 1888 (col. de Escritores Castellanos), ad indicem; Marqués de Lozoya, Don Félix Nieto de Silva, en Canarias, La Laguna de Tenerife, Instituto de Estudios Canarios, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1948; A. Rodríguez Sánchez, “La Guerra particular del Marqués de Tenebrón”, en Las guerras en Salamanca (ss. XVII-XX), en Salamanca, Revista de Estudios (Salamanca, Ediciones de la Diputación), n.º monogr. 40 (1997), págs. 29-45; J. Sánchez Vaquero, Linajes de Salamanca, Salamanca, Publicaciones Universidad Pontificia, 2001, págs. 255-270; F. Andrés Robres, “Interesados creadores de opinión: trazas y piezas de ‘memorialismo justificativo’ en la temprana producción autobiográfica española (siglos XVI y XVII). Notas para su estudio”, en Manuscrits. Revista d’Història Moderna, Barcelona, Universidad Autónoma, 2005, págs. 59-76.
Pedro Rodríguez-Ponga y Salamanca