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Luis Álvarez Catalá

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Biografía

Álvarez Catalá, Luis. Madrid, 22.I.1836 – 4.X.1901. Pintor.

La familia de su padre, José Álvarez Sierra, procedía de Monasterio de Hermo, Cangas de Tineo (Asturias), lugar en el que pasó varias temporadas en diferentes épocas de su vida y en el que pintó a menudo.

Llegó a registrarse en algunos de sus envíos a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes como natural de allí, lo que explica ciertas confusiones acerca de su lugar de nacimiento. Después de cursar estudios en Oviedo pasó a Madrid, donde asistió a la Academia de San Fernando. En 1853 se hallaba ya matriculado en Teoría e Historia del Arte y en Dibujo del Antiguo, en 1854 en Perspectiva y en 1855 obtuvo el segundo lugar en la clase de Anatomía Pictórica. Allí fue discípulo de Federico de Madrazo y trabó amistad con Eduardo Rosales y Vicente Palmaroli, en cuya compañía viajó a Italia en 1857. Compartió estudio con sus amigos y, como ellos, se dejó influir por la pintura italiana del Renacimiento. Así se advierte en Muchacha romana (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias), cuadro de 1859, que el propio artista consideró como su “primera obra”. La armonía del dibujo, la suavidad del color, la estudiada composición del paisaje y la expresión de una apacible espiritualidad son rasgos característicos de esta primera etapa. En 1861 presentó en una exposición de Florencia el cuadro El sueño de Calpurnia (Patrimonio Nacional) que obtuvo medalla de mérito. Enviado a la Exposición Nacional de Madrid de 1862, consiguió una segunda medalla y fue adquirido por la Reina. En ese año pasó una temporada en España y frecuentó la sociedad madrileña, en especial la casa de la condesa de Velle. Volvió a Roma, vía París, con una pensión extraordinaria del Gobierno que disfrutó hasta 1868. Allí instaló su estudio hasta 1890. Formó su familia con María Minossi Bucilli, nacida en aquella ciudad en 1844 y que le sobreviviría, como sus dos hijos, Beatriz y César, que nacieron allí en 1866 y 1880, respectivamente.

En 1866 viajó a Madrid, donde copió algunas pinturas en el Prado y presentó a la Exposición Nacional de Bellas Artes las obras Doña Isabel la Católica en la Cartuja de Miraflores (Museo del Prado, depositado en el palacio de la Madraza de Granada), con la que obtuvo otra segunda medalla; El Cardenal penitenciario aplicando indulgencias el Domingo de Ramos en la Basílica de San Juan de Letrán, que envió luego a la Universal de 1867 de París; La pila del agua bendita de San Pedro en Roma (ambas propiedad de la condesa de Velle), y Un baile en Monasterio de Hermo (Asturias) (colección particular asturiana), esta obra última de pequeñas dimensiones y cuidada ejecución.

En ese año de 1866 pintó la sala de las Ciencias en el Café de Madrid.

Su copia de la Última comunión de San Jerónimo del Domenichino, encargada por la Regencia por Orden de 27 de diciembre de 1869, fue adquirida por el Estado el 3 de marzo de 1871 (Museo del Prado, depósito en el Museo de Jaén). En 1872 firmó en Roma el cuadro Embarque de Amadeo I en el puerto de La Spezia el 26 de diciembre de 1870 (Madrid, Museo Naval), realizado por encargo del Ministerio de Marina.

Ese año pasó una amplia temporada en Madrid y en la aldea natal de su padre, donde pintó Filandón (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias), interior de cocina asturiana con numerosas figuras de factura preciosista, que pudo vender en París al poco tiempo en dieciséis mil reales. En 1873, después de un trato próximo con Fortuny y de una estancia en Nápoles (donde pintó luego a menudo, al menos en 1876 y 1879), cambió de estilo e introdujo colores más vivos, algunos de gran refinamiento. Por una parte se basaba, como Fortuny, en el estudio de los tonos de la naturaleza, a lo que ayudó la costumbre de pintar flores frescas. Por otro, utilizó pigmentos de calidades esmaltadas y preciosas, en especial lacas, con los que conseguía un refinamiento cromático que complacía a una clientela internacional, sobre todo norteamericana, que visitó con frecuencia su estudio de la Via Frattina en Roma. Sus pinturas, con motivos de una elegancia algo artificiosa ambientados hacia 1800, y resueltos con una técnica primorosa, deshecha en algunas partes, alcanzaron altos precios. Muchas de estas obras son motivos de recepciones de altos eclesiásticos, bautizos, bodas, visitas de pésame y conciertos. Se ambientan en ricos interiores romanos, como La recepción del cardenal (Bilbao, Museo de Bellas Artes) y La boda de Pauline Bonaparte con el Príncipe Borghese (Madrid, comercio, 2004), de 1879. Alguna recrea motivos españoles, como Una recepción en el Palacio Real de Madrid, que fue adquirida por el norteamericano William H. Vanderbilt en 1885 en 150.000 francos, Un besamanos en tiempo de Carlos IV (1805), de 1885, que adquirió el magnate chileno Luis Gregorio Ossa, y El carnaval en el Prado a finales del siglo xviii del que hizo varias versiones, entre ellas una en 1883 (Roma, Embajada de España ante la Santa Sede) y otra en 1886 (Nueva York, Brooklyn Museum of Art). Para estas últimas debió inspirarse y tomar apuntes en algunos viajes que realizó a España, entre los que están documentados, al menos, los de 1882 y 1886, año en que pintó La playa de la Concha en San Sebastián (Madrid, comercio, 1999) y paisajes de El Escorial (Madrid, comercio, 1999) y Monasterio de Hermo (Oviedo, Museo de Bellas Artes de Asturias). También viajó a París en diferentes ocasiones.

En 1890 volvió a Madrid y se presentó a la Exposición Nacional con un nutrido envío de once obras. La más importante era el gran cuadro de historia La silla de Felipe II, en el Escorial, que obtuvo una primera medalla, galardón que repitió al año siguiente en la Exposición de Berlín, donde fue adquirida por la Sociedad de Artistas de Berlín. Para este cuadro, que ya había expuesto en la Universal de París en 1889, había realizado varios estudios; uno de ellos, con otra composición, se conserva en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. Otras obras atestiguaban su dedicación más frecuentada, el género histórico, representado en Trovador, que era propiedad de José Gimeno de Lerma; Señor feudal, que pertenecía a uno de sus principales coleccionistas, Lorenzo García Vela; Boda en Toledo (Oviedo, colección particular), que había pintado en 1885 para el rico indiano Anselmo González del Valle; Indecisión, adquirida por la Reina Regente, y Visita de pésame (1824), cuadro con el que obtendría una primera medalla en la Exposición Internacional de Múnich en 1893 y una de sus obras más contenidas y celebradas. También estaba presente el tema religioso en las obras Stella matutina, de un decorativismo casi simbolista, para el que existe boceto (Oviedo, colección particular), y un Estudio al pastel que era propiedad de Alejandro Pidal y Mon. Otras obras eran En la playa de Porto d’Anzio, Confesión a la mamá y Luna de miel. Las dos últimas fueron adquiridas por Manuel de Eguilior, gobernador del Banco de España, de quien realizó sendos retratos (Madrid, Banco de España y Gijón, colección particular). Participó en la Exposición Internacional de Madrid de 1892 con cuatro obras de no muy grandes dimensiones y diferentes géneros: Stella vespertina, Guerra en tiempo de paz, Sala del Palacio del Quirinal y La siesta, que representaba una odalisca recostada con voluptuosidad.

En estos años fue profesor en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid y, sucesivamente, secretario, subdirector (el 1 de julio de 1898) y director (tras el cese, el 31 de julio de 1898, de Pradilla) del Museo del Prado, hasta su muerte, correspondiéndole la preparación de la gran exposición que conmemoró, en 1899, el centenario del nacimiento de Velázquez. Pintó entonces varios retratos, entre ellos, en 1898, el de Alfonso XIII y Doña María Cristina, Reina Regente (Madrid, Senado), adquirido por la Cámara Alta en quince mil pesetas. En esta última etapa de su vida pintó también numerosos motivos asturianos, entre ellos, Despedida a los novios en Monasterio de Hermo (costumbres asturianas) (colección particular), que presentó junto a otras obras a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1897. Uno de sus discípulos, Ubaldo Fuentes, pintó su retrato, que se conserva en el Ateneo de Madrid.

 

Obras de ~: Muchacha romana, 1859; El sueño de Calpurnia, 1861; Doña Isabel la Católica en la Cartuja de Miraflores, 1866; El Cardenal penitenciario aplicando indulgencias el Domingo de Ramos en la Basílica de San Juan de Letrán, 1867; La pila del agua bendita de San Pedro en Roma; Un baile en Monasterio de Hermo; Última comunión de San Jerónimo (copia del Domenichino), 1869; Embarque de Amadeo I en el puerto de La Spezia el 26 de diciembre de 1870, 1872; Filandón, 1872; La recepción del cardenal, 1879; La boda de Pauline Bonaparte con el Príncipe Borghese, 1879; Una recepción en el Palacio Real de Madrid; Un besamanos en tiempo de Carlos IV, 1885; Boda en Toledo, 1885; El carnaval en el Prado a finales del siglo xviii, 1886; La playa de la Concha en San Sebastián, 1886; La silla de Felipe II, en el Escorial, 1890; Trovador; Señor feudal; Stella vespertina, 1892; Guerra en tiempo de paz, 1892; Sala del Palacio del Quirinal, 1892; La siesta, 1892; Alfonso XIII y Doña María Cristina, Reina Regente, 1898; Despedida a los novios en Monasterio de Hermo (costumbres asturianas).

 

Bibl.: M. Ossorio y Bernard, Galería biográfica de artistas españoles del siglo xix, Madrid, Ramón Moreno, 1868, págs. 32-34; C. Suárez, Escritores y artistas asturianos, t. I, Madrid, 1936, págs. 280-282; J. Barón Thaidigsmann, Cartas del pintor Luis Álvarez Catalá a Nicolás Suárez Cantón. Discurso de ingreso en el Real Instituto de Estudios Asturianos, Oviedo, Real Instituto de Estudios Asturianos, 2004.

 

Javier Barón Thaidigsmann