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Miguel Mir de González

Biografía

Mir de González, Miguel. Fraga (Huesca), 2.VIII.1785 – Madrid, 29.XI.1867. Mariscal de campo y caballero Laureado de San Fernando.

Al estallar la Guerra de la Independencia ingresó en la Compañía de Zapadores con el empleo de teniente, pasando a formar parte del Ejército de Aragón.

Se halló durante 1808 en las acciones de Mallén y Lodosa —siendo en ambas herido de bala—, recibiendo una herida de sable en la de Tudela y tomando parte posteriormente en el segundo sitio de Zaragoza, en el que resultó herido por un casco de granada y donde fue hecho prisionero al año siguiente tras la capitulación de la plaza, consiguiendo fugarse al cabo de unos días y unirse al ejército del general Blake. Combatió seguidamente en Beceite y Alcañiz, y participó en la retirada a Belchite, en la que recibió siete heridas y fue hecho prisionero, debiendo permanecer durante tres meses en hospitales franceses, tras lo cual volvió a fugarse y se presentó en el ejército de Cataluña.

En 1810 se halló en las acciones de Vic y Margalef, obteniendo en el mes de junio el empleo de capitán.

Al año siguiente participó en el sitio de Tarragona, durante el que fue herido en ambos pies.

En 1812 combatió en la acción de Arenys de Mar y tomó parte en el bloqueo de Bañolas y en las acciones de Olot y Ripoll, siendo en septiembre ascendido a sargento mayor y trasladado al Regimiento de San Fernando.

Tras hallarse en 1813 en las acciones de Olot y Ripoll, penetró en Francia en seguimiento del ejército francés formando parte del ejército de Castaños y al mando de un batallón del Regimiento de San Fernando.

Terminada la guerra prestó servicio de guarnición en Barcelona y Madrid, hasta que en 1823 intervino en la Guerra Constitucionalista, luchando contra el ejército de Angulema. Tras intervenir en varias acciones se retiró a Lérida, siendo uno de los jefes que firmaron el convenio para la evacuación de dicha Plaza, pasando a continuación a Chelva, donde se le concedió licencia indefinida e ilimitada.

En 1827 pasó a la situación de actividad, encomendándosele el mando de una columna en Esparraguera, con la que sostuvo varias escaramuzas contra los liberales.

En los años siguientes guarneció Málaga, Algeciras, Tarifa, Cádiz y Ceuta. En 1832 fue ascendido a teniente coronel y pasó al Regimiento de Castilla, y al año siguiente organizó el 3.er batallón del mismo y asistió al desarme de los voluntarios realistas en el distrito de Galicia.

En 1834 pasó a las órdenes del capitán general de Castilla la Vieja, quien le encomendó el mando de varias columnas, con las que intervino en operaciones en este Distrito y en las provincias Vascongadas, persiguiendo un año después al cabecilla carlista Merino en las provincias de Burgos y Soria, y consiguiendo alcanzarle y destrozarle en Arauzo de Miel. Más tarde volvió a enfrentarse con él en el puerto de Piqueras, donde le causó muchos muertos y heridos y se apoderó de cuatrocientos fusiles. Tras ganar el empleo de coronel por méritos de guerra, continuó persiguiendo a facciones carlistas al mando del Regimiento de Castilla.

Pasó al ejército del Norte en 1836, anotándose un gran éxito al conseguir que el Regimiento de Gerona volviese al orden, confiándosele más tarde el mando de la 2.ª Brigada del ejército de reserva, con la que intervino en las acciones de los puentes de Peñaflor y Cornellana, salvando a la ciudad de Oviedo del ataque enemigo.

En 1837 luchó en Andoain y Gorriti, pasando más tarde a las sierras de Burgos y Soria, donde al mando de la 1.ª Brigada del ejército de reserva se enfrentó a las facciones de Barradas y Zaratiegui. En ese año se le confiaría el mando del Regimiento de Castilla, que conservaría hasta 1839.

Ascendido a brigadier por méritos de guerra en enero de 1838, concurrió en Navarra a las acciones de Tiebas, Biurrun y Legarda, y a las tomas de los fuertes de Belascoáin y Ciriza, los días 28 al 30 de enero, por lo que fue recompensado con la Cruz de San Fernando de 3.ª Clase. Tras pasar al ejército del Centro, combatió en Calanda y en el sitio de Morella.

Resuelto Cabrera a apoderarse de Montalbán, bloqueada ya por Valmaseda, se presentó frente a dicho pueblo el 19 de mayo de 1839 con once batallones y seis piezas de artillería, teniendo que abandonarlo la guarnición y retirarse al fuerte. Los carlistas dieron el asalto a las once de la noche, pero fueron rechazados, experimentando grandes pérdidas en los dos que intentaron el día siguiente.

Acudió el 23 el general Ayerbe en auxilio de los sitiados con la 2.ª División del ejército del Centro, avanzando desde Martín del Río sobre el punto conocido por Canteras de Utrillas, de cuyas escarpadas alturas se hallaban posesionados los carlistas con fuerzas considerables, librándose la acción de dicho nombre, que costó no menos de trescientas bajas a las tropas liberales.

Comisionado el brigadier Mir para tomar una altura con los dos batallones de su Regimiento, se lanzó con quinientos soldados al asalto a la bayoneta, sufriendo todos impávidos el terrible fuego que les hacían los carlistas, muy superiores en número.

Cayó muerto en aquel momento su caballo, montando otro, que perdió también; continuó entonces el ataque a pie con la mayor serenidad y bravura a la cabeza de su Regimiento, el cual consiguió al fin desalojar al enemigo de las posiciones que ocupaba, a pesar del refuerzo de dos batallones que recibió oportunamente.

Considerada esta acción como heroica, en 1852 sería recompensado con la Cruz de San Fernando de 4.ª Clase, Laureada, previo juicio contradictorio.

Más tarde tomó parte en la sorpresa de Albalate, por la que fue ascendido a mariscal de campo por méritos de guerra, cesando en el mando del Regimiento de Castilla pero continuando en campaña hasta que en el mes de septiembre fue nombrado segundo cabo de Granada.

Al producirse el alzamiento de 1840 no quiso adherirse a él, por lo que pasó a la situación de cuartel, en la que permaneció hasta que, tras el derrocamiento de Espartero, fue nombrado gobernador militar, comandante general y jefe político interino de la provincia de Zamora.

En 1844 desempeñó, sucesivamente, los cargos de segundo cabo de Galicia y gobernador militar de Tortosa, pasando en 1847 a la situación de cuartel.

Volvió al servicio en 1848, siendo nombrado comandante general de la provincia de Guipúzcoa, en la que al presentarse el general carlista Alzá le apresó e hizo fusilar, desempeñando más tarde el Gobierno Militar del depósito de Daroca.

A partir del mes de octubre de 1848 permaneció de cuartel en Madrid. Era caballero Gran Cruz de San Hermenegildo. En 1844 la ciudad de Zamora le hizo donación de una espada de honor por haber salvado a la provincia de la anarquía durante su mando militar y político.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. M-3270.

J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.

 

José Luis Isabel Sánchez

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