Sayago, Diego. Yuqalla (Bolivia), c. 1585 – Sucre (antes La Plata) (Bolivia), 1652 post. Maestro de albañilería, constructor, entre otras obras, del llamado “puente del diablo”, que alimenta una leyenda potosina.
Julio Lucas Jaimes, el mejor folclorista boliviano, publicó (1905) una bella leyenda, sobre un suceso que se dice ocurrió a fines del siglo xvii en el pueblo de Yuqalla, cercano a Potosí, cuyo protagonista, el indio Casca, por conseguir el amor de la hermosa india Chasca, vendió su alma al diablo, a cambio de que éste construyese en una noche un puente sobre el río del pueblo (“quiero, le dijo, que sobre este río construyas un sólido puente”). Jaimes termina así su leyenda: “Lo que hay de positivo y firme es el Puente del Diablo, construcción cuyo origen nadie conoce, si no es por la conseja que he tenido la honra de contaros”.
Pero años antes, en el siglo xix, se conoció el nombre del autor de esta mole maciza, de un solo arco, con contrafuertes en cada orilla, y este nombre era el de un indígena llamado Diego Sayago, que, según se decía, suavizada la leyenda, había sido condenado por la justicia, y salvó su vida construyendo dos puentes, uno de dos arcos sobre el río Pilcomayo, y otro de un arco sobre su afluente, el río Yuqalla; éste es el “Puente del Diablo”.
El historiador del arte potosino, M. Chacón Torres (1973) investigó y publicó documentos acerca de la persona de Diego Sayago. Chacón tiene la nobleza de atribuir a Gunnar Mendoza el descubrimiento de ciertos documentos sobre Sayago, que mostró al investigador. De esta forma, conocemos que en el Archivo Nacional de Bolivia, aparece la existencia, en Chuquisaca (después, La Plata, hoy, Sucre), del “maestro albañil” Diego Sayago, como tasador, en 1629, de las obras de la iglesia de San Agustín, ocasión en la que dijo ser de edad “de más de cuarenta años”. Y, asimismo, aparece, documentalmente, ejerciendo de maestro de albañilería en la iglesia de la Merced, en 1630, en la iglesia de la Compañía (de Jesús), en 1631, para la iglesia de San Francisco, en 1643 y, finalmente, en las casas de la Audiencia, en 1652. Además, se documenta, dato importante, que trabajó en los puentes sobre el río Pilcomayo en 1635 y sobre el Yuqalla en 1651. De esta forma queda confirmada la paternidad de Sayago sobre la obra y, cómo, según la tradición, el “Puente del Diablo”, sobre el río Yuqalla (de 1651) es posterior al del Pilcomayo (de 1635). No aparecen documentos sobre la pretendida condena judicial y conmutación de la pena por la realización de la obra, por lo que la leyenda parece inverosímil, remontada además en los hechos más de medio siglo.
Antes de trabajar Sayago en Yuqalla y anteriormente en Chuquisaca, Chacón lo encuentra en Potosí, donde aparece en un documento del 4 de mayo de 1628 (que publica; en el Archivo de la Casa de la Moneda, Escrituras Notariales, n.º 74, folio 2216), ostentando la condición de “maestro de albañilería”, para efectuar una portada de ladrillo para la capilla de la cofradía de Nuestra Señora de la Misericordia (hoy desaparecida), en la Iglesia Matriz, conforme a un dibujo hecho al efecto, por el precio de 200 pesos, poniendo los mayordomos de la cofradía los salarios de oficial, peones y coste de materiales (“ladrillo, cal, piedra, arena, y demás [...]”).
No hay demostración alguna sobre si Sayago era criollo, indígena o mestizo.
Bibl.: J. L. Jaimes, La villa imperial de Potosí, Buenos Aires, Gráficas de L. J. Rosso, 1905, págs. 35-44; M. Chacón Torres, Arte virreinal en Potosí. Fuentes para su historia, Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos, 1973, págs. 18-19, 190 (doc. 29) y figura 6; T. Gisbert y J. de Mesa, El Arte del siglo xvii en Perú y Bolivia..., La arquitectura en Bolivia, en SUMMA ARTIS, Historia General del Arte, vol. XXIX, Arte Iberoamericano (2.ª parte), Madrid, Espasa Calpe, 1992, pág. 66; J. M. Barnadas: “Sayago, Diego”, en VV. AA., Diccionario Histórico de Bolivia, Sucre, Grupo de Estudios Históricos, 2002, vol. II, pág. 882.
Fernando Rodríguez de la Torre
