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Fernán Pérez Ponce

Biografía

Pérez Ponce, Fernán. ?, p. m. s. XIII – Cádiz, 1292. Ricohombre, adelantado mayor de la Frontera y ayo de Fernando IV.

Hijo de Pedro Ponce de Cabrera y de Aldonza Alfonso, hija bastarda de Alfonso IX de León y de Aldonza Martínez de Silva. Casado con Urraca Gutiérrez de Meneses, hija de Gutierre Suárez de Meneses, ricohombre de Castilla, y de Elvira de Sousa.

Su padre murió hacia 1248, sucediéndole Fernán Pérez al frente del linaje. Él y sus hermanos usaron como tal, por vez primera, el apellido Ponce, hasta entonces simple patronímico, que junto con la adopción heráldica del león púrpura sobre campo de plata, en sustitución de las cabras de los Cabrera, haría patente la nueva etapa de los posteriormente llamados Ponce de León.

Fernán Pérez Ponce fue señor de Cangas y de la Puebla de Asturias, pero su figura no alcanzó verdadera notoriedad hasta 1273, con ocasión del “ayuntamiento” de Almagro. En esta asamblea, que reunió a los principales magnates y caballeros del reino, Alfonso X hubo de dar marcha atrás en importantes aspectos de su política ante el descontento generalizado.

Aunque nada se sabe de la posición mantenida por Fernán Pérez Ponce en esos conflictos, en los años siguientes la Crónica menciona su presencia junto al Rey en momentos de gran importancia, como cuando en 1274 Alfonso comunicó a los nobles su ida al Imperio. Sin embargo, poco después se distanció del Monarca, al parecer por disconformidad con su decisión de postergar a los hijos de Fernando de la Cerda en beneficio del futuro Sancho IV. Fernán Pérez se desnaturalizó del Reino y prestó vasallaje a Pedro III de Aragón, quien le dio la villa de Frescano, que más tarde le trocó por el castillo y viñas de Cella y Ponzano. En 1277 estaba en Francia, de cuyo rey, Felipe III, se hizo vasallo prometiéndole su ayuda contra cualquier hombre, excepto contra los infantes de la Cerda. En esa misma época, varios cientos de caballeros castellanos, encabezados por Juan Núñez de Lara, habían pasado a Francia para constituir un Ejército con el que invadir Castilla e imponer como heredero a Alfonso de la Cerda, sobrino del rey francés.

Este enfrentamiento de Fernán Pérez Ponce con Alfonso X animó al infante Sancho, sublevado contra su padre algunos años después, a intentar atraerlo a su causa en 1282, junto con los otros caballeros desafectos, pero la respuesta del ricohombre no pudo ser más negativa, pues no sólo no secundó la rebelión sino que se reconcilió con el Monarca, uniéndose al grupo que le sostenía en Sevilla. Desde entonces le permaneció fiel, prestándole importantes servicios.

Así, al frente de novecientas lanzas desbarató junto a Córdoba a los partidarios del infante, mucho más numerosos, causándoles fuertes pérdidas. Luego tomó parte también en la toma de Mérida en nombre de don Alfonso. Estos éxitos, en un momento tan difícil para el Rey, le otorgaron su confianza y le valieron el nombramiento de mayordomo, con el que figura ya en enero de 1284. En ese mismo mes redactó Alfonso X su testamento, en el que le hace su cabeçalero, o albacea, en compañía de su círculo más íntimo, mencionado inmediatamente después de sus hijos, los infantes Juan y Beatriz, y del arzobispo de Sevilla, Remondo. Alfonso se refiere a él como “nuestro cormano”, reconocimiento del estrecho parentesco que les unía. Esta distinción, lógicamente, será siempre recordada por los cronistas del linaje.

Como ha demostrado Carriazo Rubio, la mención del personaje en el apócrifo Libro de las querellas de Alfonso X, en unos versos de oscuro sentido (“A ti que quitaste la tierra e cabdal, / por las mías haciendas en Roma y allende”), dio lugar, ya desde el siglo xvii, a interpretaciones que le suponían unas veces en Roma y otras en Tierra Santa, allí ocupándose de la demanda del Imperio, en ésta supliendo al Monarca en la cruzada a la que, hacia 1254, le instaba el papa Alejandro IV. Todo, sin duda, efecto de la fama de lealtad de Fernán Pérez Ponce a su Rey, reconocida y admirada en todo tiempo.

Esta misma lealtad depositó luego en el sucesor en el Trono, Sancho IV, al que sirvió con la misma dedicación.

Como adelantado mayor de la Frontera, puesto al que accedió en 1285, negoció las treguas con Granada en 1291, fundamentales para hacer frente a la amenaza meriní. Por entonces, y desde 1284, su hermano Ruy Pérez Ponce era maestre de Calatrava, su tío materno Pedro Alfonso de León, maestre de Santiago, y su otro hermano, Pedro, comendador mayor de esta Orden. El peso del linaje en los asuntos militares del Reino, en un momento de máxima tensión fronteriza, era extraordinario, y el reflejo más claro de ese poder y de la confianza del nuevo Monarca fue el nombramiento de Fernán Pérez Ponce como ayo del infante Fernando. Sin duda, supo ganarse el afecto del niño, quien en 1303 cedió Bornos al hijo de su ayo como recompensa de sus propios servicios, pero también “por la crianza que fizo en Nos don Ferrand Pérez Ponce su padre”. A la muerte de Ferrand Pérez, sucedida en 1292, su hermano Ruy, el maestre de Calatrava, fue nombrado nuevo ayo del infante.

Argote de Molina y Salazar de Mendoza señalan Jerez de la Frontera como lugar de muerte de Fernán Pérez Ponce, concretamente en el Convento de San Francisco, teoría poco probable. La fama de lealtad y cercanía a los Monarcas con que pasó a la posteridad alimentó la escenificación de sus últimos momentos en que se recrearon historiadores y genealogistas como Argote de Molina y Ortiz de Zúñiga. Cuenta el primero que “estando a la muerte en San Francisco de Xerez, envióle a suplicar al rey le viese, diole aviso de cierta traición y fallecido, fue el rey con su cuerpo hasta la iglesia de San Salvador, donde con mucha solemnidad, en una plática que puesto en el púlpito hizo, declaró su alto merecimiento y su gran fidelidad, y lo mucho que le debía él y su reino”. Ortiz de Zúñiga cree que su muerte tuvo lugar durante el cerco de Tarifa, y también hace a Sancho IV “orador de las alabanzas de tan gran vasallo”. Fernán Pérez Ponce fue enterrado en el Monasterio cisterciense de Moreruela, donde años después le siguió su esposa, Urraca Gutiérrez de Meneses.

 

Bibl.: G. Argote de Molina, Nobleza del Andalucía, Sevilla, 1588 (ed. León, Universidad, 2004); D. Ortiz de Zúñiga, Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, metrópoli de la Andalucía, Madrid, Imprenta Real, 1677 (ed. Sevilla, 1988, facs. de la de Madrid, 1795-1796, 5 vols.); M. Gaibrois, Historia del reinado de Sancho IV de Castilla, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Editorial y Talleres de la Voluntad, 1922-1928; C. Rosell (ed.), “Crónica del rey don Sancho el Bravo”, en Crónicas de los Reyes de Castilla, Madrid, Atlas, 1953 (Biblioteca de Autores Españoles, t. LXVI), págs. 67-90; A. Ballesteros Beretta, Alfonso X el Sabio, Barcelona, 1963; S. Moxó y Ortiz de Villajos, “De la nobleza vieja a la nobleza nueva. La transformación nobiliaria castellana en la baja Edad Media”, en Cuadernos de Historia, 3 (1969), págs. 1-210; P. Martínez Sopena, La Tierra de Campos occidental, Valladolid, Diputación Provincial, 1985; R. Sánchez Saus, Linajes sevillanos medievales, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1991, 2 vols.; M. González Jiménez, Alfonso X, 1252- 1284, Palencia, 1993; M. González Jiménez (ed.), Crónica de Alfonso X, Murcia, Real Academia Alfonso X el Sabio, 1998; M Torres Sevilla-Quiñones de León, “Los orígenes del linaje Ponce de León (ss. x-xiv). Precisiones genealógicas del Tumbo del monasterio de Nogales (León)”, en Astorica, 17 (1998), págs. 253-262; J. Salazar Acha, La Casa del Rey de Castilla y León en la Edad Media, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2000; J. L. Carriazo Rubio, La memoria del linaje. Los Ponce de León y sus antepasados a fines de la Edad Media, Sevilla, Universidad, 2002; La Casa de Arcos entre Sevilla y la frontera de Granada (1374-1474), Sevilla, 2003; B. Vázquez Campos, Los Adelantados Mayores de la Frontera o Andalucía (siglos xiii-xiv), Sevilla, Diputación Provincial, 2006.

 

Rafael Sánchez Saus

 

 

Relación con otros personajes del DBE

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