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Elia María González Álvarez y López-Chicheri

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Biografía

González Álvarez y López-Chicheri, Elia María. Lilí Álvarez. Roma (Italia), 9.V.1905 – Madrid, 8.VII.1998. Deportista, periodista y escritora.

Nació en el seno de una familia de empresarios, políticos, burgueses y aristócratas procedentes del levante español. Su abuelo materno, Juan López-Chicheri (muerto en 1916), nació en el pueblo de Cehegín, donde pasó su niñez y, posteriormente, se trasladó a Murcia para cursar los estudios y licenciarse en Derecho, paso previo para dedicarse a la política donde llegó a ser diputado por la sierra de Alcaraz y senador del reino en varias legislaturas, siempre por el partido de Cánovas del Castillo. Su mujer, Avelina Caro y Vélez (1849-1936), hija del marqués de Caro, nació en Valencia, en el pueblo de Vélez. El matrimonio tuvo tres hijos: Juan, Virginia y Nicolás. Las campañas políticas de su abuelo bajo el Gobierno de Cánovas del Castillo y su anhelo social motivaron que la familia López-Chicheri se trasladase de Valencia a Madrid. Se podría decir que su situación económica era muy buena, pues, además de disfrutar fortunas de importancia por parte de ambos cónyuges, su abuelo poseía varias empresas relacionadas con el negocio del regaliz en Toledo, donde transformaban y obtenían el extracto para exportarlo a Estados Unidos para el tratamiento del tabaco rubio, arrozales en el delta del Ebro y numerosas fincas y solares en las provincias de Valencia, Murcia y Alicante, así como una magnífica casa construida en Madrid, en el barrio de Salamanca, en la calle de Claudio Coello.

La madre de Lilí Álvarez, Virginia López-Chicheri (1872-1964), tras la traumática muerte de su primer hijo, se separó de su marido, Carlos Sousa y Álvarez de Toledo, marqués de Sotelo (1862-1937) —militar y político, que respectivamente alcanzó en la Marina el grado de contraalmirante y fue alcalde de Valencia durante la dictadura de Primo de Rivera—, y se trasladó a vivir a Suiza donde estableció una nueva relación con Emilio González Álvarez, el padre de Lilí; esta situación obligó a la familia a vivir en distintos países de Europa: Italia —donde nació Lilí—, Suiza, Alemania o Francia fueron algunos de los lugares en los que residieron hasta su regreso a Madrid en 1939.

Los años de infancia y juventud transcurrieron en Suiza y el contacto con la exuberante naturaleza de los Alpes, su disfrute y vivencia a través del ejercicio físico, determinaron su interés por el deporte, al tiempo que los continuos viajes y los salones de los hoteles en los que su familia se alojaba, forjaron su personalidad abierta y cosmopolita.

Lilí Álvarez se inició en la práctica deportiva a través del patinaje sobre hielo a la edad de cinco años. Era la gran pasión de su padre, pero la excesiva rigidez que exigía el aprendizaje y ejecución de las figuras obligatorias estaba en abierta contradicción con el goce y la libertad que para ella supuso siempre la pasión del deporte. Pese a que la práctica del patinaje sobre hielo nunca llegó a entusiasmarla, logró alcanzar un alto nivel, y así, a la edad de dieciséis años, en la escuela de Davos, consiguió, en los exámenes de categoría, la Medalla de Oro.

De otra parte, Lilí Álvarez comenzó a empuñar la raqueta en torno a 1917 en Lausana. Dos años después ganó su primer torneo: el Campeonato de Suiza de canchas cubiertas. En 1921 su familia se trasladó a Alemania y participó en los Campeonatos de Hamburgo. La prensa alemana comenzó a llamarla Wunderkind o “niña prodigio”.

En el invierno de 1923 su familia se trasladó a Viena con la intención de que Lilí se preparase para la Olimpiada de Invierno que tendría lugar en Chamonix al año siguiente. Desafortunadamente, una lesión la apartó de la práctica del patinaje sobre hielo, siendo el esquí la modalidad deportiva que pasaría a ocupar el lugar destacado de sus inviernos. De hecho, el esquí siempre fue su deporte favorito. La aventura, el riesgo implícito en su práctica, la sensación de libertad y disfrute de la naturaleza eran algunas de las características que más le atraían. Hasta los años treinta, Lilí fue fiel a su cita invernal en los Alpes suizos, donde la práctica del esquí, el montañismo y los baños termales suponían para ella una estupenda terapia para recuperarse del estrés de los circuitos tenísticos.

A partir del verano de ese año de 1923, su familia comenzó a veranear en la Riviera francesa, considerada el foco tenístico más importante de la época merced a la mítica Suzanne Lenglen, y Lilí participó en el prestigioso torneo del Club de Niza. Al año siguiente, tuvo lugar un hecho destacable: su participación en los Juegos Olímpicos de París de 1924, convirtiéndose así, junto a Rosa Torras, en las primeras mujeres en representar a España en unas olimpiadas. Continuando con su andadura tenística, Lilí desembarcó en Inglaterra en 1926 donde batió a la campeona americana Miss Mallory, en el Campeonato de Beckenham, el más importante antes de Wimbledon. Fue ese año cuando debutó en Wimbledon e hizo su lanzamiento definitivo a la fama del tenis internacional; su carrera como tenista comenzó a despegar de forma imparable. Llegó a ser finalista en Wimbledon durante los años 1926, 1927 y 1928, alcanzando además el segundo puesto del ranking mundial durante este período de tiempo, comenzando a ser conocida internacionalmente con el sobrenombre The Senorita. En 1929, ganó en París el campeonato de dobles de Roland Garros, junto con la campeona holandesa Miss Boumann, y comenzó la década de 1930 consiguiendo en Buenos Aires el Campeonato de Argentina individual y mixto.

Su pasión por la montaña y la nieve, combinada con su demostrada habilidad para la práctica del esquí y el montañismo, sus excelentes cualidades físicas y, cómo no, su notable popularidad, le brindaron la oportunidad de rodar ese año de 1930 una película documental que tenía como marco la escalada al Piz Palü, en la Bernina suiza, película dirigida por Alexander Weiss, con Paul Ceblin como director teatral y Otto Spring como protagonista junto a Lilí, con el título Der todesweg aul die Bernina. En 1931 ganó el Campeonato de Italia celebrado en Milán. A raíz de su matrimonio en 1934 con el conde de la Valdène, del que se separaría pocos años después tras la pérdida del hijo que esperaba, repitiéndose en ella la historia de su madre, Lilí cesó su actividad tenística regular y sólo participó en Wimbledon y en Roland Garros en los años 1935 y 1936, llegando a semifinales.

Tras la Guerra Civil Española se instaló definitivamente en Madrid y puso fin a su carrera deportiva oficial ganando en San Sebastián, en 1940, frente a su amiga Pepa Chávarri, el Campeonato de España, campeonato que ya había conquistado anteriormente, en 1929. Participó, no obstante, al año siguiente en los Campeonatos Nacionales de esquí celebrados en Candanchú en marzo de 1941, a pesar de que la práctica del esquí no la había vinculado a la competición, sino al gozo y disfrute del ejercicio en sí, y resultó vencedora en absoluto, descenso y eslalon.

El patinaje, el esquí y el tenis se inscriben, por tanto, de lleno en su biografía, pero también se sintió atraída por otros muchos deportes como la esgrima, el billar, la escalada, el automovilismo o el golf. “Entendí siempre el deporte, y en general todo lo físico, como base, como fundamento para una vida más rica y más llena en todos los sentidos”, afirmó en Plenitud (Madrid, Epesa, 1946: 33). Todo ello contribuyó a hacerle famosa en una época que ingeniosamente retrató Eugenio d’Ors en una glosa publicada en 1941: “Con los de la Cierva —pero era ya el hijo—, Primo de Rivera —pero era todavía el padre—, Franco —pero entonces el hermano—, Cajal, Picasso, Antonia Mercé, entró, hará unos diez años, el nombre de nuestra prócer deportista en la cuenta de la mal contada docena entre los nuestros que resonaban en Europa”.

De este modo, Lilí Álvarez suele ser recordada como la pionera del deporte femenino en nuestro país, pero, más allá del mito deportivo, fue también una consumada periodista, escritora y conferenciante, en cuyas obras, la mujer, el deporte y la religión adquieren un protagonismo esencial, de tal modo que su escritura constituye un valioso testimonio de la época que le tocó vivir. Lilí tomó contacto con el periodismo en 1930, momento en el que publicó sus primeros artículos en el prestigioso periódico argentino La Nación; en ellos se encuentran ya algunas de las reflexiones que irán tomando cuerpo en escritos posteriores: la mujer, el deporte, la sociedad... En los años 1931 y 1937 colaboró con el diario inglés Daily Mail, redactando diversos artículos que intentan reflejar la vida en España en momentos tan determinantes como el advenimiento de la Segunda República o la Guerra Civil Española. El día 12 de agosto de 1931, Manuel Azaña anotó en su Diario que ese día habían almorzado su esposa y él, en el hotel Palace, con Lilí Álvarez, quien deseaba entrevistarle para el Daily Mail. Con menosprecio, Azaña la califica de “señorita bastante tonta, con pedantería galaica, que no entiende nada de nada” y a la que “no he contestado nada de lo que quería saber”.

A sus primeras crónicas deportivas publicadas entre los años 1926 y 1937 en revistas europeas, le siguieron las publicadas en España entre los años 1964 y 1968 por la revista Blanco y Negro y el diario ABC, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en cubrir noticias deportivas. A partir de la década de 1950 fue también habitual su participación en las revistas Cuadernos para el Diálogo y El Ciervo.

La obra de Lilí Álvarez, como la de otros intelectuales de la época, se fue forjando en permanente diálogo con la circunstancia española. Su pensamiento, de talante esencialmente crítico, inconformista y agitador de conciencias, la convirtió en testigo activo de la situación, especialmente en lo concerniente a la mujer en España. A modo de síntesis, podría asumirse, siempre con cierta flexibilidad, que la trayectoria literaria de Lilí Álvarez atravesó tres etapas más o menos definidas: acción deportiva, acción social y acción religiosa. Su primera etapa de acción deportiva abarcaría desde su despunte deportivo, que acompaña a su primer libro y a sus primeros artículos, hasta su llegada a España y su retirada definitiva de las canchas deportivas. En esta primera etapa son protagonistas el deporte, las consideraciones técnicas y tácticas respecto a la práctica del tenis y su utilización para mejorar la salud física, psíquica y estética, siguiendo la corriente higienista que durante los años veinte y treinta impulsó la práctica deportiva femenina, así como los deportes en la naturaleza como medio para el desarrollo físico integral. La obra más representativa de este momento es The Modern Lawn Tennis.

La siguiente etapa, calificada de acción social, en la que Lilí se instaló definitivamente en España, abarca los difíciles años cuarenta, cuyas circunstancias, muy desfavorables para muchos, motivó que la producción de ideas se encontrara siempre sujeta a unos muy determinados condicionantes, fundamentalmente sociopolíticos. Los artículos, conferencias y libros de Lilí perdieron la frescura inicial, la intrascendencia y trivialidad de su juventud, y tornaron hacia una seria reflexión, análisis y crítica de la situación sociopolítica del país. El deporte se convirtió en objeto de análisis, en hecho social, y la mujer adquirió un protagonismo esencial en sus preocupaciones. Sus textos alcanzaron carácter de crítica moral al contexto cultural español, destacando, entre otras muchas obras: Habla la mujer y El mito del amateurismo deportivo.

La tercera y última etapa, denominada de acción religiosa por el contenido fundamental de sus escritos, no corresponde cronológicamente con las últimas décadas de su vida, sino que se entrelaza y coparticipa ya de sus primeras obras, como Plenitud, y más concretamente de su obra más significativa: En tierra extraña. En todo caso es posible unificar estas obras bajo la etapa de acción religiosa, considerando que, a partir de 1964, el aspecto religioso pasa a un estado de latencia e incluso resurge con fuerza a raíz de la publicación, en 1977, de En tierra extraña, acompañándole hasta la que será su última obra, La gran explicación desde la vida y el deporte.

Los premios, homenajes y reconocimientos públicos a su trayectoria deportiva comenzaron a proliferar a partir de los años cincuenta. El 18 de julio de 1958 se le concedió el Lazo de Dama de Isabel la Católica. Ese mismo año la Federación Española de Tenis acordó crear el título de Jugadores de Honor de la Real Federación Española de Tenis, siendo otorgado el primero a Lilí. Inglaterra también recordó a la que durante años fue para ellos The Senorita. The All England Lawn Tennis and Croquet Club le rindió un homenaje en 1968 al nombrarla miembro honorífico de la prestigiosa institución. Su figura pasó a formar parte del pueblo inglés y dos de sus retratos se conservan en la National Portrait Gallery de Londres. El 24 de enero de 1976, el Ministerio de Justicia le otorgó la Cruz Distinguida de 1.ª Clase de la Orden de la Cruz de San Raimundo de Peñafort y, finalmente, en 1998, el Consejo Superior de Deportes le concedió la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo. Desafortunadamente, su fallecimiento, el 8 de julio de 1998, no le permitió recogerla personalmente y habrían de ser sus familiares quienes, a título póstumo, dispusieran del galardón.

 

Obras de ~: The Modern Lawn Tennis, London, Butler and Tanner Ltd., 1927; Plenitud, Madrid, Epesa, 1946; En tierra extraña, Madrid, Taurus Ediciones, 1954; El seglarismo y su integridad, Madrid, Taurus Ediciones, 1959; Feminismo y espiritualidad, Madrid, Taurus Ediciones, 1964; con C. Borreguero, M.ª Laffite, Condesa de Campo Alange, E. Catena, C. de la Gándara, M.ª Jiménez, M. S alas y P. Salas, Habla la mujer, Madrid, Edicusa, 1967; El mito del amateurismo. Reflexiones deportivas, Madrid, Prensa Española, 1968; con C. Borreguero, M.ª Laffite, Condesa de Campo Alange, E. Catena, C. de la Gándara, M.ª Jiménez, M. Salas y P. Salas, Mujer y aceleración histórica, Madrid, Edicusa, 1972; con C. Borreguero, M.ª Campo Alange, E. Catena, C. de la Gándara, M.ª Jiménez, M. Salas y P. Salas, Diagnosis sobre el amor y el sexo, Barcelona, Plaza y Janés, 1977; Mar adentro, Madrid, Ediciones Paulinas, 1977; Testamento espiritual, Madrid, El Almendro, 1985; La vida vivida: mi catecismo existencial, Madrid, El Ciervo, 1989; Revivencia: la religiosidad masculina y su desdicha, Madrid, El Almendro, 1993; La gran explicación desde la vida y el deporte, Madrid, El Almendro, 1998.

 

Bibl.: F. Jiménez Losantos, Los nuestros. Cien vidas en la historia de España, Madrid, Planeta, 1999, págs. 397-400; C. Martínez, Mujeres en la historia de España, Madrid, Planeta, 2000, págs. 513-515; I. Lafuente, Agrupémonos todas. La lucha de las españolas por la igualdad, Madrid, Aguilar, 2003, págs. 76-77; C. Riaño González, Historia cultural del deporte y la mujer en la España de la primera mitad del siglo XX a través de la vida y la obra de Elia María González Álvarez y López-Chicheri “Lilí Álvarez”, Madrid, Consejo Superior de Deportes, 2004; M. Adrio, 125 años de Tenis en España, Madrid, Manuel Adrio Arrojo, 2005.

 

Catalina Riaño González

 

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